Cuando el ministro de economía anunció que en febrero próximo se realizará la licitación de espectro para 5G, se largó una carrera contrarreloj. Ya pasó un mes desde aquel momento y el tiempo corre más rápido que las tareas previas para que el proceso llegue a buen puerto.
Por lo pronto, a tres meses de febrero 2023, preocupa que aún no haya un pliego. El tema no es menor, porque se necesita tiempo para consultas y respuestas, la evaluación técnica de las exigencias del pliego para diseñar un plan de despliegue, así como, dato no menor, el cálculo económico y sus necesidades de financiación. Además, hay que sumarle las consultas con casas matrices en los casos de operadores de capitales extranjeros. Todo esto asumiendo que el espectro tuviera como destinatarios a los actuales tres operadores móviles. Si se optase por propiciar el ingreso de un 4º operador (presiones no faltan), éste necesitaría aún más tiempo para hacer una propuesta seria.
Por otra parte, hay inquietud respecto de la libre disponibilidad de espectro en la banda de 3.5 GHz. Por un lado, porque hay empresas operando con licencia en esta frecuencia que sostienen que aún no fueron notificadas de que deben migrar. Aquí conviene recordar que esta banda fue asignada a servicios de datos inalámbricos fijos, por lo que una migración de frecuencia no es algo que se haga en un fin de semana. Pero también preocupa que habría casos de operadores locales dando servicio sobre esa banda sin licencia. En fin, nadie puede asegurar que la banda de 3.5 GHz esté limpia al momento de la licitación. Y ya hay antecedentes negativos de lo que sucedió con la banda de 700 MHz al momento de la licitación de 4G en 2014, que al estar en uso hizo que los tiempos originalmente previstos para el despliegue no se cumplieran.
En síntesis, preocupa la falta de definiciones para un horizonte que está aquí nomás, con un mundial, fiestas de fin de año y vacaciones en el medio. Nada puede salir mal (¿?).