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Expandiendo fronteras

Esta semana, Movistar lanzó Play, su servicio OTT de contenidos de TV y video que tiene el potencial de ser un caballo de Troya para llegar con el servicio más allá del alcance (todavía reducido) de su red de fibra óptica (sobre la que ofrece el servicio IPTV Movistar TV).

Salvando las distancias, Movistar Play se parece un poco más a Flow que a Netflix, ya que si bien cuenta con series, películas y documentales (a consumir bajo demanda), también incorpora canales de TV en vivo. El servicio básico es gratuito para los clientes de telefonía móvil e Internet fija residencial sobre ADSL (anteriormente Speedy, hoy Movistar Banda Ancha). Un mercado potencial de unos 5,7 M de clientes de móvil pospagos y unos 1,2 M de clientes de ADSL (en ambos casos sólo residenciales).

El paquete básico y gratuito es en HD, lo que en otros servicios de TV es un extra. No obstante, tiene por ahora apenas 4 canales de TV, los locales TV Pública y LN+ más dos exclusivos que son Movistar Series y Movistar eSports. Pero además, incluye una librería de series, películas, documentales y contenidos para niños para consumir bajo demanda. Adicionalmente, se pueden alquilar películas de estreno así como incorporar packs de canales, estando actualmente disponible uno de la TV local llamado Pack Clásico (canales de aire y de noticias) por $ 190 mensuales y el pack HBO (con sus cuatro canales) por $ 260 mensuales. A modo de promoción de lanzamiento, y para incentivar la adopción acelerada del servicio, se incluye el pack HBO gratis hasta el 12/4, previo al lanzamiento de la nueva temporada de Game of Thrones.

Desde el punto de vista del hardware, el servicio puede ser consumido lógicamente desde smartphones y tablets tanto Android como iOS, aunque éstos últimos no permiten contratar suscripciones desde la app (debido al férreo control de Apple sobre todo lo que pasa por su ecosistema). No obstante puede hacerse desde la web y consumirse luego desde el dispositivo móvil. Por supuesto, también se puede consumir desde la PC vía navegador. En el caso de las Smart TV, la app de Movistar Play está disponible para los modelos más modernos de Samsung y LG (cuyas plataformas son las más populares a nivel global). Un punto débil aquí es que no funcione aún con Chromecast, un dispositivo para ver contenidos en la TV muy difundido por su bajo precio.

Hasta aquí, una breve descripción del servicio, del cual se pueden tener más detalles desde el sitio web.

Lo interesante de Movistar Play es que, como todo servicio OTT, independiza al servicio/contenido de la red de transporte. Este es un aspecto clave mientras se realiza el despliegue de fibra, ya que permite llegar con una propuesta audiovisual a un territorio mucho más extenso. De hecho a todo el país. Así, si bien la propuesta actual es modesta en comparación con productos similares, es interesante no sólo por su gratuidad inicial sino también por la posibilidad de ir agregando packs (aunque todavía son escasos). Se trata de un modelo que se acerca más a lo que muchos desean: un menú a la carta en lugar del tenedor libre que significan las propuestas actuales, fuertemente influidas por la herencia de la TV paga tradicional y dominante.

Algo que notarán muchos al ver la oferta (gratuita o paga) es la ausencia de un contenido muy valorado: los canales de deportes. Situación que implica no sólo lo obvio, la falta de los partidos de la SAF (Superliga Argentina de Fútbol) sino también las señales de FoxSports y ESPN. Esto se debe no a la falta de interés de Movistar, que lo tiene, sino a la negativa de los tenedores de esos derechos de poner sus contenidos a disposición de servicios puramente OTT como Movistar Play. Aunque lo curioso es que en otros países de la región sí lo hacen, como es el caso de Direct TV Go en Colombia o Chile. Evidentemente, muchos proveedores de contenidos no terminan de definir una propuesta para servicios OTT. Algo que la demanda, sobre todo el público joven y no tanto, reclama a gritos. Claramente tienen que hacer equilibrio entre los operadores de TV paga tradicionales (aquellos que combinan red y contenidos) y los consumidores. Pero está claro que sus clientes son los operadores, no el público. Algo muy relevante en un mercado como el argentino, con una penetración de la TV paga tradicional del orden del 80% o más de los hogares.

Merece destacarse también que la gran mayoría de los canales de TV abierta (tradicional o de la TDA) están disponibles a través de un pack pago. Esto es así porque si bien hasta hace poco era obligatorio que fueran distribuidos por los distintos proveedores de servicios de TV, los cambios en la regulación le permitieron cobrar por esto. Posibilidad que ante la crisis que atraviesa la TV abierta ha sido la elegida por varios. Una jugada entendible pero al mismo tiempo arriesgada. Habrá que ver cuántos serán lo que quieran pagar hoy por señales generalistas de TV abierta, en un momento en que el consumo es segmentado y bajo demanda y donde además siempre está la posibilidad de acceder a sus contenidos gratuitamente vía web.

En definitiva, no es de esperar que Movistar Play altere las condiciones del mercado audiovisual de la noche a la mañana. Todavía tiene escollos importantes que superar. Pero por su gratuidad inicial y la base de clientes no desdeñable, tiene el potencial de inocular en éstos el germen de que otra forma de contratar contenido audiovisual es posible. Habrá que ver hasta dónde lo dejan.

El jardín amurallado del paraíso

Esta semana Apple realizó anuncios relevantes. No se trató del clásico lanzamiento de un nuevo hardware, donde el iPhone es el que concentra la mayor atención. Esta vez fue el lanzamiento de una serie de servicios que incluyeron uno de video OTT (Apple TV+), otro de noticias (Apple News Plus), otro de juegos (Apple Arcade) y hasta una tarjeta de crédito (Apple Card). Un claro signo que cómo está cambiando el negocio y por lo tanto, cómo intentan adaptarse a esta nueva realidad.

Es sabido que las ventas globales de smartphones conocieron durante el 2018 el primer bajón de su historia y que probablemente este año la situación sea similar. Adicionalmente, en este escenario Apple perdió participación de mercado y fue superado por Huawei al tiempo que ya siente la amenaza de otros fabricantes chinos. Como ambas situaciones eran previsibles, Apple empezó a diseñar nuevas formas de ingresos que no sólo compensen (aunque sea parcialmente) la caída de las ventas del hardware sino que también se apalanquen en una base instalada que es de 900 millones sólo en usuarios de iPhone. La decisión fue entonces apostar más fuerte a los servicios, que no son novedad para la empresa ya que representaron el 15% de los ingresos de la empresa durante 2018.

Lo que más atención captó por parte de los medios fue Apple TV+, un servicio de video por suscripción que no sólo agregará contenidos de terceros sino que incluirá un catálogo propio. De esta forma, se meterá en un ring donde ya pelean pesos pesados como Netflix o HBO, entre otros. En una acertada decisión, el servicio no estará sólo disponible para usuarios de hardware Apple sino que será a través de una app en distintas plataformas. Sin embargo, particularmente en lo que hace al catálogo propio, el camino será empinado. Apple anunció que prevé invertir entre US$ 1 y 2 millardos (miles de millones), una cifra importante pero escuálida ante los US$ 15 millardos que Netflix planea invertir este año. Y como agregador de contenidos, competirá con otros, especialmente los actuales actores de la TV paga, que hacen exactamente eso. En concreto pasamos de años de rumores de una Smart TV con el logo de la manzana a un servicio que de innovador no tiene nada, más allá de la calidad que pueda exhibir cuando se lance hacia fin de año. Pero claro, tiene su marca y eso tiene su peso. Especialmente sobre su base de 900 millones de usuarios de iPhone alrededor del mundo.

Por el lado de Arcade, algo que muchos bautizaron como el “Netflix de los juegos” y que no es otra cosa que un anuncio más, como ya lo hicieron Google y Microsoft, de ofrecer una plataforma de videojuegos por suscripción. Como siempre prometen algo distinto. Difícilmente atraigan a los gamers hard core, pero puede ser una alternativa viable para los jugadores más ocasionales así como un semillero para los hijos o nietos de los actuales usuarios de iPhone y iPad.

La apuesta por News+ es quizás la más dudosa. Se trata de un servicio de suscripción que permite leer más de 300 revistas y periódicos (inicialmente de EE.UU. y Canadá) por un abono de US$ 9,99 mensuales que incluye la posibilidad de compartir con la familia. Una bicoca comparado con lo que costaría cada suscripción individualmente. Esto puede ser muy bueno para los usuarios pero habrá que ver qué piensan los proveedores de contenidos, quienes van a cobrar en función de participación que cada uno de éstos tengan en el consumo de sus usuarios. Así las cosas, sería un promedio de US$ 0,03 mensuales por lector para la editorial (sin descontar la proporción que se quede la propia Apple). No parece muy viable, especialmente para aquellos medios que no sean populares.

Lo más interesante fue el anuncio de su tarjeta de crédito, la Apple Card, que no es otra cosa que una Mastercard emitida por Morgan Stanley bajo la marca Apple. Con esta tarjeta, la empresa apunta a competir directamente con los bancos con una tarjeta sin gastos, que devolverá 2% en compras realizadas vía Apple Pay (el sistema de pagos de la empresa) y 3% en productos y servicios de Apple. Más allá de los beneficios ofrecidos (interesantes pero no clave, más parecidos a los de una tarjeta de fidelización) es notable cómo apuntan a reducir a los bancos al rol de proveedores de infraestructura, reeditando lo que sucede en las telecomunicaciones con operadores de red y servicios OTT. De hecho se asocian con Morgan Stanley que está comenzando a operar como banco minorista y que por lo tanto no tiene una “herencia” de sucursales y estructura detrás.

En momentos en que cada vez más el presente y futuro de los servicios y contenidos pertenece a quien controla la relación con el consumidor, Apple apuesta a esto a través de la popularidad de sus dispositivos en mercados de alto consumo. Y lo hace con la estrategia de siempre: ofrecer un paraíso amurallado donde sus clientes se encuentran a gusto y cuidados pero donde, idealmente, sólo accederán a lo que su cancerbero les permite. Son opciones, tanto para Apple como para sus leales usuarios. Dentro de esta estrategia válida y que viene dándole resultados, la gran incógnita es si no se está diversificando demasiado, abriendo múltiples frentes simultáneamente. El tiempo dirá.

Tuits selectos

Jubilando a Arnet

Esta semana, Telecom comunicó que inició el proceso de unificación de las marcas de su servicio de acceso a Internet.La marca Arnet dejará de existir y pasará a ser Fibertel Lite. En consecuencia, bajo la denominación Fibertel Lite se agruparán los productos de la ahora ex Arnet (de hasta 20 Mbps), mientras que Fibertel hará lo propio con los que estén por encima de esa capacidad (actualmente 25, 50 y 100 Mbps).

 

 

Arnet es una de las marcas más antiguas del mercado argentino de telecomunicaciones, habiendo llegado a mediados de los 90s a manos de Telecom, quien la utilizó para su servicio de acceso a Internet por más de 20 años, inicialmente como un servicio dial up para luego ser de banda ancha, con la llegada del ADSL hacia el cambio de siglo. En su momento de mayor esplendor (2015) llegó a los 1,8 millón de accesos, para luego comenzar a perder clientes a manos de la competencia. Esto ocurrió principalmente con Fibertel, con quien tenía una importante superposición geográfica en la cobertura de sus redes. En un mano a mano llevaba las de perder por la mayor capacidad de Fibertel sumada al atractivo del combo con el servicio de TV paga de Cablevisión.

Con una tecnología inferior al cablemódem (y claramente la fibra óptica), Arnet no sólo no pudo detener el avance de su competencia, sino que evidenció las limitaciones técnicas que tenía, comenzando a desprestigiarse como marca aceleradamente. Por esto mismo es que la movida de pasar a denominar bajo la marca Fibertel a los productos ADSL es una jugada no exenta de riesgos. Los accesos ADSL seguirán teniendo limitaciones en su capacidad, especialmente en momentos en que la demanda por ancho de banda sigue en aumento como consecuencia de un mayor consumo de video así como de la multiplicación de dispositivos conectados simultáneamente (PC, celulares, Smart TV, tablets, parlantes inteligentes, etc.). Un escenario en el que los 20 Mbps que como máximo ofrecen los productos de ADSL están camino a ser rápidamente el mínimo aceptable.

Esta movida se encuadra en una estrategia dual desde el punto de vista tecnológico de Telecom. En las zonas donde haya cobertura de la red HFC de Cablevisión, la idea será migrar a los clientes de Arnet a la red de coaxil. O de Fibertel Lite a Fibertel “tradicional”. En las zonas donde Cablevisión no tenga presencia, la idea es hacer un leap frog y comenzar a desplegar una red de fibra óptica al hogar, tal como lo está haciendo actualmente Movistar (Telefónica) en su zona de influencia, migrando desde el cobre.

Más allá del cambio de nombre/marca, lo interesante de la movida es que ahora Cablevisión comenzará a ofrecer Flow a los clientes de ADSL de Arnet. Si bien no hay precisiones sobre si será bajo un formato OTT o IPTV, lo cierto es que la decisión de distribuir sus contenidos en video sobre los accesos de ADSL le sumará a Cablevisión un número no menor de potenciales clientes, siendo esto motivo de preocupación de DirecTV y otros operadores de TV paga que actualmente atienden a usuarios de la ex Arnet. Como se ve, la unificación de los servicios de acceso a Internet bajo el nombre Fibertel es también un paso en la oferta convergente de servicios.

 

Expansión latinoamericana

Esta semana se anunció la venta de Nextel Brasil a manos de América Móvil (Claro). De esta forma, sería absorbida la última operación de la empresa que se hizo conocida por los servicios de radio push-to-talk, pero que en ese país ya había completado la migración a tecnología y servicios celulares. Se trata de una movida que tiene impacto no sólo en aquél país sino también en la región.

La adquisición, que está pendiente de aprobación por el regulador brasileño, se realizaría por US$ 905 M por el único activo que aún mantiene NII Holdings. A través de ésta, América Móvil obtiene varias cosas. La más obvia son los 3,3 M de usuarios, cifra que para un mercado como Brasil con unos 230 M de suscriptores es apenas el 1,4% del mercado. Está claro entonces que no habrá cuestionamientos en relación con la eventual concentración de mercado que generaría. No obstante, esto significaría un 6% de suscriptores adicionales para Claro Brasil, que cuenta con unos 56,4 M de abonados, pero que perdió 2,6 M de suscriptores durante 2018, según los balances de la empresa. Adicionalmente, América Móvil se hará de distintos bloques de espectro en 800 MHz, 1.8 GHz y 1.9/2.1 Ghz (AWS) y de una buena cobertura en los dos principales centros urbanos y económicos del país: San Pablo y Río de Janeiro.

Si el acuerdo se concreta (y todo parece indicar que sería aprobado), esta compra podría ser el inicio de un proceso de consolidación del mercado brasileño. Es que existe otro candidato a ser absorbido: Oi, el operador que en algún momento fue visto como un posible campeón nacional pero que hoy es apuntado como la próxima “víctima” de una potencial adquisición.

Desde una perspectiva regional, este acuerdo se anunció apenas unas semanas después de que América Móvil se hiciera con las operaciones de telecomunicaciones móviles de Movistar en El Salvador y Guatemala, por US$ 648 M. De esta forma, en un par de meses América Móvil comprometió US$ 1.554 M en inversiones para su expansión en Latinoamérica. Esto puede ser visto como una forma de buscar crecimiento fuera de sus fronteras de origen, México, donde está impedida todavía de dar servicios de TV paga y está en proceso de una separación funcional como consecuencia de su preponderancia en otros negocios de las telecomunicaciones. ¿Habrá dinero para invertir en alguna adquisición en Argentina?

Tuits selectos

El albor una nueva era

Algo que dejó la última edición del MWC fue la sensación de que la industria móvil está ingresando en un momento bisagra, en el que las redes (y el negocio) móvil se funden con las fijas para dar lugar a una única infraestructura compuesta por ambas tecnologías, donde la fija es la red clave, pero invisible, y la móvil es la que permite la flexibilidad de los últimos metros de la red. Es con 5G que la interrelación entre red fija y red móvil se hace más evidente que nunca. Las capacidades similares entre redes 5G y de fibra (en términos de ancho de banda y latencia) hace que estemos en presencia, ahora sí, del inicio de la verdadera convergencia de redes, donde las dos son fundamentales en una experiencia única/homogénea. De allí los enormes desafíos que la tecnología 5G encierra.

Una de las pruebas de que la industria móvil se encuentra en pleno proceso de cambio estuvo dado por las novedades en materia de terminales móviles. Se destacaron los equipos con pantallas plegables de Samsung y Huawei (que estuvieron en exhibición pero no se los pudo manipular). No obstante, más allá de la proeza técnica, destacable por cierto, son inevitables las dudas respecto de si será esta innovación la que logre dar un impulso a las estancadas ventas de smartphones que tanto preocupan a sus fabricantes. No parece aún que sea el caso.

Es que los smartphones, todavía en el centro del ecosistema, pierden atractivo, el ciclo de recambio se estira y se presta más atención a otros dispositivos conectables. Bienvenidos al mundo del IoT. Un nuevo ecosistema que podría tener como dispositivo central en el hogar no ya al smartphone sino a los parlantes inteligentes (tipo Amazon Echo). La idea no es sólo la inicial, controlar determinados dispositivos en el hogar, sino también interactuar con distintos servicios como bancos, servicios públicos, dando lugar a un nuevo canal. Estos equipos no están sólo disponibles por parte de empresas como Amazon, Apple o Google, sino que se comienzan a sumar operadores como Telefónica (que ya ofrece Movistar Home como interfaz con sus servicios de TV y telecomunicaciones) y otros.

Por supuesto, hay muchísima expectativa puesta en el 5G, que estuvo presente en todos lados en el MWC (en la exposición y en las charlas), menos en la calle. Lo fabricantes, como no podía ser de otra forma ya que se trata de lo nuevo para vender, se mostraron como los más entusiastas. Los operadores exhibieron distintos casos de uso, buscando demostrar que están con las últimas tendencias, pero simultáneamente se mostraron cautelosos. Es que el despliegue de 5G requiere de un esfuerzo financiero y técnico importante (nuevo equipamiento, omnipresencia de la fibra, mayor densidad de antenas) pero el retorno no aparece aún como lo suficientemente atractivo. Y a esto se suma la falta de terminales aptos, como se argumentó con la postergación de lanzamientos de 5G en Corea del Sur, uno de los líderes en la materia. Por su parte, los países europeos no ven lanzamientos en serie sino hasta 2020. Una situación en la cual el “affaire” Huawei tampoco ayuda.

El caso Huawei pasó de ser un chicaneo en la competencia política y comercial entre EE.UU. y China para convertirse en una preocupación para la industria móvil debido a los retrasos que podría significar en el despliegue de 5G. La esencia del problema en la transición hacia 5G es que las redes se montan sobre la infraestructura 4G existente. Así, para quienes tienen hoy equipamiento de Huawei, verse forzados a tener que escoger un proveedor distinto para 5G como resultado del algún tipo de prohibición o traba es prácticamente inviable, ya que deberían también cambiar parte del equipamiento 4G actual. Como Huawei tiene una presencia muy importante en las redes europeas, son los operadores de estos países los más preocupados por la situación. Es por esto que tanto la GSMA como algunos gobiernos (caso Alemania) se manifiestan a favor de definir criterios objetivos de verificación de la seguridad de los equipos de redes. El mensaje es: “no me corras con sospechas, dame datos ciertos”. Como se ve, es mucho más que un tema de posible espionaje.

El tema de Huawei significó también un impulso a las redes abiertas, fomentadas desde Open RAN, que propicia la utilización de equipos interoperables que reduzcan la dependencia de un proveedor en particular. Se trata de un proceso similar al que atravesó la informática hace 25 años cuando abandonó los modelos propietarios para pasar a estándares abiertos. Con equipamiento abierto e interoperable, situaciones como el bloqueo a un proveedor en particular no sería el dolor de cabeza que significa hoy.

También hubo muchas aplicaciones de lo que se da por llamar Inteligencia Artificial (AI), que en realidad tiene mucho más de machine learning y de inteligencia cognitiva, pero que está presente en todo: desde software, dispositivos y hasta la misma red. Sin dudas, un tema que será cada vez más recurrente.

La industria móvil comienza a adentrarse en un terreno tan desconocido como fascinante. Pero el camino inicial no será sencillo.

Tuits selectos

Balance en rojo

Termina el 2018, un año donde la macroeconomía se ocupó de agregar limitaciones a un escenario de por sí contenido. Termina así un año gris.

Arrancó con la presentación del proyecto de la conocida como Ley Corta que también fue corta en cuanto a la duración de las expectativas que despertó. Abordando, entre otros, dos temas relevantes para la industria convergente: la posibilidad de abrir el mercado de la TV satelital y definir el destino del espectro hoy en manos de Arsat. Y ambos harían que su tránsito por el Congreso no fuera un camino de rosas.

Resultaba claro que la apertura para el ingreso de nuevos operadores de TV satelital tendría la oposición inmediata de toda la industria de la TV por cable, de operadores de todos los tamaños, muchas veces vinculados al poder político y territorial en sus áreas de servicio. Su voz se haría sentir a través de los legisladores. Así, con retrasos que se combinan con indicadores concretos del retiro de la DTH, si algún día se diera esta apertura, probablemente falten interesados.

En cuanto al espectro en manos de Arsat, nada menos que 90 MHz aptos para servicios 2, 3 y 4G en todo el país, sobran los intereses e interesados. Los operadores actuales, porque podrían agregar y poner en uso ese espectro rápidamente al contar ya con redes trabajando en las mismas frecuencias. Los operadores convergentes (sin redes móviles), porque sería una forma, compleja y onerosa, de ingresar al negocio, pero también fácil y económica de impulsar el valor de sus activos. El Estado, porque ingresa fondos frescos en momentos de restricciones por un activo al que no puede poner en uso ni rentabilizar. Todos pueden potencialmente ganar. El tema es cuánto cada uno.

Hacia mitad de año se confirmó la fusión entre Telecom y Cablevisión al completarse la tercera y última instancia de aprobación por la CNDC (Comisión Nacional de Defensa de la Competencia), luego de haber resultado aprobada por la CNV (Comisión Nacional de Valores) y el ENACOM (Ente Nacional de las Comunicaciones). La sensación general fue de “gusto a poco” en cuanto a las medidas acordadas para acotar la posición dominante de la nueva empresa, particularmente en algunas áreas geográficas determinadas. Pero tampoco fue sorpresa.

Para ese entonces ya la macro se comenzaba a resentir, luego de un proceso devaluatorio que se inició en el 2º trimestre y se haría evidente hacia mediados de año. Y su impacto directo e indirecto signaría el resto del mismo (así como también probablemente el inicio del próximo). La disparada de precios en pesos y la pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios combinadas con una fuerte restricción monetaria y la consecuente suba de la tasa de interés llevaron a una recesión que se sintió en todos los ámbitos. Los operadores de todo tamaño, con costos de tecnología en dólares y precios en pesos (al igual que los salarios) comenzaron a revisar sus proyectos de inversión y en varios casos los plazos comenzaron a estirarse.

Para los fabricantes de celulares el año será el peor en volumen desde el 2004, 14 años atrás y en los que la base de usuarios era significativamente menor. Serán un 8,5 M de despachos para este año, contra 7,4 en aquella ocasión. Claro que ahora hay unos 44 M de líneas en uso (luego de la limpieza de líneas no registradas) contra 13,5 M de aquél entonces. También el contrabando se vio alcanzado por la macro y se estima que caerá en 2018 casi un 50% respecto del año anterior, para ubicarse por debajo del 1,4 M de unidades. Las condiciones del mercado y las reacciones de cada uno de los actores determinaron que éste haya quedado concentrado en Samsung y Motorola, que entre ambos se quedaron con las tres cuartas partes del mercado. LG y Huawei entraron en procesos de reorganización interna luego de alcanzar valores de participación muy por debajo de lo que tuvieron (LG) o de lo esperado (Huawei).

El escenario macro impactó mucho en la producción local de Tierra del Fuego, que venía haciendo esfuerzos para bajar sus costos pero que se vieron diluidos por la brusca devaluación. Así, reflotaron las discusiones sobre qué hacer con el régimen promocional de la isla. Por lo pronto, funcionando gracias a las asimetrías fiscales, ni siquiera puede convertirse en una actividad que no dependa exclusivamente del mercado interno. No habrá soluciones definitivas para la isla mientras dependa del fisco y del mercado interno. Con una promoción que está prevista hasta 2023, en caso de querer extenderla es hora de pensar en un esquema que aproveche alguna ventaja natural de la isla y que no dependa del mercado interno. Lo que hoy hay nunca va a dar lugar a una industria saludable, emancipada del favor fiscal.

Con la autorización para que a partir del 1º de enero de 2018 las telcos ofrezcan servicios de TV, muchos se imaginaron que de un día para el otro dispondrían de una mayor oferta de proveedores. La realidad fue distinta. Las nuevas ofertas se limitaron a la cobertura geográfica de redes aptas, que en el caso de las telcos implica tener fibra prácticamente hasta el hogar. Movistar se movió agresivamente en el despliegue, pero así y todo no lanzó su servicio de TV hasta entrada la segunda mitad del año. Claro avanzó más cautelosamente, haciendo su oferta de TV a un subgrupo de sus abonados de fibra. Y si hubo esperanzas del lanzamiento de versiones OTT de servicios de TV, éstas quedaron insatisfechas por cuestiones comerciales y de cesión de derechos. Pero como sí puede accederse a estos contenidos en los celulares de los abonados al servicio de TV tradicional, pudo verse el crecimiento de uso de apps para tal fin, como Flow, Direct TV Play, entre otras, así como las propias de algunas señales, donde Fox capitalizó muy bien los contenidos deportivos. Por supuesto, esto trae desafíos no sólo técnicos sino también regulatorios, poniendo sobre la mesa el debate que el regulador no quiere dar: definir los alcances de la neutralidad de la red.

En definitiva, se despide un año que prometió más de lo que finalmente entregó.

Pivoteo global

A nivel internacional, hubo diversos acontecimientos que permiten pensar que el 2018 pasará a la historia como un año en el que algunas cosas comenzaron a cambiar de rumbo.

El escándalo Facebook-Cambridge Analytica sirvió para confirmar lo que todos temíamos: el uso inescrupuloso del aluvión de datos que cada usuario genera. Esto dio origen a un seguimiento más cercano de lo que los monstruos de Internet hacen con los datos emergentes, por lo que los próximos tiempos verán muchos intentos de mayor regulación. Definitivamente se acabó la era inicial de Internet, con características del jipismo.

Siempre en la línea de una mayor regulación, en distintas latitudes crecieron las presiones para que estas operaciones globales comiencen a tributar localmente. Pasó en Argentina y pasa en Europa, donde varios países, cansados de las demoras a nivel comunitario para definir un marco fiscal, comenzaron a aplicar sus propios impuestos. Una actitud que seguramente crecerá hasta tanto no tengan una voluntad común. Así, la frase “think globally, act locally” será reemplazada por “think globally, pay locally”.

Otro punto alto fue la guerra fría entre EE.UU. y China, que tuvo su impacto en el mercado tecnológico a través de las sucesivas medidas que marcaron negativamente a la operación de Huawei, especialmente a nivel de infraestructura de telecomunicaciones. Algo que llega justo cuando se planean los despliegues de las redes 5G.

Y hablando de 5G, finalmente este fue el año de los primeros lanzamientos comerciales, aunque algunos de éstos con notorias restricciones. Lo que sí parece evidente son dos cosas. Por un lado, que todavía la industria (léase proveedores y operadores) no se ha puesto de acuerdo en cuanto a cuál será el modelo de negocios apropiado para justificar las inversiones previstas. Por el otro, pareciera que en el corto plazo la oportunidad más concreta está por el lado del acceso inalámbrico fijo, una alternativa (al menos en los papeles) a la fibra hasta el hogar. Pero todavía 5G está y estará en los próximos meses, en etapa de experimentación no ya en el laboratorio sino en el terreno. No obstante, sí puede afirmarse que el 2018 fue el año de la campana de largada para 5G.

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