Si las cosas siguen a este ritmo, los servicios de video bajo demanda (VoD) se convertirán en una suerte de parripollo. Primero fue Telefónica con On Video. Luego desembarcó Netflix. Siguió Telecom con Arnet Play. Y esta semana se sumó Claro con Ideas Entretenimiento. Esto, sin olvidarnos del tan popular como controversial Cuevana. Dejando al último de lado por razones obvias, todos estos servicios tienen en común ofrecer un catálogo básico de películas, series y eventos, con alguna opción Premium, sea de pay-per-view como de catálogo extendido. Pero aquí terminan las similitudes.
On Video es un servicio exclusivo para clientes de Speedy. Arnet Play lo será inicialmente, aunque ya anunciaron que a partir del año próximo también estará disponible para clientes de otros ISP. En ambos casos, el servicio incluye un set top box que conecta el televisor a Internet, amén de permitir también el acceso desde una computadora. Los casos de Claro y Netflix son independientes de la red desde el vamos, aunque por razones distintas. Netflix no es un operador de telecomunicaciones, por lo que no tiene red de distribución propia. Si bien el servicio no incluye set top box, existen diversos dispositivos de terceros que pueden realizar esa función, como consolas de video juegos o algunas Smart TV. Por su parte, Claro sí es operador, pero la capilaridad de su red fija no le permite una escala adecuada para ofrecer un servicio de estas características a su base de clientes. Aquí entra a jugar su reciente lanzamiento de 4G así como lo hará en el futuro de poder avanzar hacia LTE. De alguna forma, sería un incentivo para contratar ancho de banda y no debería sorprender que más adelante haya paquetes combinados de módem 4G (probablemente con LTE más que con HSPA+) con servicio de VoD. Por el momento, el servicio le permitiría contar con una base de clientes a los cuales realizarle otras ofertas de servicios de telecomunicaciones en la medida en que estén disponibles.
Si bien los operadores de TV paga tradicionales (cable y satélite) cuestionan la legalidad de estos servicios, lo cierto es que las autoridades no se han opuesto a esta oferta, por lo que no hacen otra cosa que crecer y multiplicarse. Independientemente de la regulación, está claro que la evolución de la tecnología sólo adelanta un crecimiento de este tipo de propuestas bajo demanda. Por esto es que ya comenzaron algunos movimientos, como Movie City Play, canal online sólo disponible para abonados vía TV paga. Pero no debería llamar la atención que esta oferta de la TV paga se extienda y, por qué no, se haga agnóstica de la red de distribución en algún momento. Todo cambia.
Lo sirvieron crudo
Mucho antes de lo que originalmente había trascendido (se hablaba de unos 12 meses), esta semana Netflix hizo su lanzamiento oficial en Argentina así como en otros países de la región. Y si bien la expectativa era mucha, las primeras impresiones recogidas tienen más sabor a decepción que a entusiasmo. Da la sensación de que hubo cierto apuro en lanzar el servicio, ya que parece más una versión de prueba que un producto terminado.
Llama la atención a primera vista lo reducido de la oferta de títulos. Realmente, es una fracción (menor) de lo que tiene cualquiera de los videoclubs que hoy subsisten. Revisar el catálogo es cosa de unos pocos minutos, en los cuales se descubre que algunos títulos están en varias categorías, con lo que son menos de lo que parece a primera vista. Claro que esto puede deberse a que algo funciona mal en el sitio: por el buscador se encuentran títulos que no aparecen cuando se ojea el catálogo. Así, resulta entonces una incógnita saber cuánto hay disponible realmente. Pero lo que hay a simple vista, es poco.
Por otra parte, hay material que ya entró en la categoría “repetición hasta el cansancio” en el cable. Y por el momento no habrá estrenos o material más reciente, ni siquiera pagando un adicional al abono básico.
En cuanto a la localización, muchos de los contenidos aún no tienen subtítulos en español, sino que están doblados, algo que en Argentina no es tan común como en otros países. Desde Netflix afirman que esta falta de subtítulos se irá subsanando en los próximos meses, pero no deja de ser un punto en su contra al momento de su lanzamiento.
A la hora de pagar, por ahora sólo ofrece la alternativa de tarjeta de crédito. Esto no debería ser un gran impedimento en función de la penetración de los plásticos, pero sí lo es en relación al temor, todavía vigente, a ingresar los datos por Internet. Otras opciones, como el uso de redes de pago, debería contemplarse.
El lanzamiento hace recordar a aquellos de los años del boom de las puntocom, donde los sitios eran presentados a medio terminar. Pero el riesgo de salir al mercado en estas condiciones (y peor aún cuando se trata de una marca medianamente reconocida) es la decepción que genera, lo cual puede convertirse en un boomerang: se crea expectativa, la realidad desilusiona y más tarde hay menos ganas de volver, ya que la imagen de la decepción es la que subsiste.
Por supuesto, nada de esto es irremontable, y seguramente se irá puliendo con el correr de los meses. Pero no tiene sentido arrancar el partido perdiendo, y con un gol en contra totalmente evitable.
Por lo pronto, sus competidores locales directos e indirectos pueden respirar con tranquilidad. A Netflix todavía le falta un golpe de horno. El riesgo es que para cuando esté listo, los comensales ya se hayan acostumbrado a satisfacer su apetito por otro lado. Vale la pena recordar que localmente compite, además de los paquetes bajo demanda de los operadores de TV paga, con otras propuestas basadas en Internet como On Video (Telefónica), MovieCityPlay, Mubi (sólo para cine de autor), así como Cuevana, una alternativa que muchos ven como “floja de papeles” pero que funciona muy bien y es gratuita, por lo que es altamente popular. Quizás el rival más difícil a vencer.