Lo sirvieron crudo

Mucho antes de lo que originalmente había trascendido (se hablaba de unos 12 meses), esta semana Netflix hizo su lanzamiento oficial en Argentina así como en otros países de la región. Y si bien la expectativa era mucha, las primeras impresiones recogidas tienen más sabor a decepción que a entusiasmo. Da la sensación de que hubo cierto apuro en lanzar el servicio, ya que parece más una versión de prueba que un producto terminado.
Llama la atención a primera vista lo reducido de la oferta de títulos. Realmente, es una fracción (menor) de lo que tiene cualquiera de los videoclubs que hoy subsisten. Revisar el catálogo es cosa de unos pocos minutos, en los cuales se descubre que algunos títulos están en varias categorías, con lo que son menos de lo que parece a primera vista. Claro que esto puede deberse a que algo funciona mal en el sitio: por el buscador se encuentran títulos que no aparecen cuando se ojea el catálogo. Así, resulta entonces una incógnita saber cuánto hay disponible realmente. Pero lo que hay a simple vista, es poco.
Por otra parte, hay material que ya entró en la categoría “repetición hasta el cansancio” en el cable. Y por el momento no habrá estrenos o material más reciente, ni siquiera pagando un adicional al abono básico.
En cuanto a la localización, muchos de los contenidos aún no tienen subtítulos en español, sino que están doblados, algo que en Argentina no es tan común como en otros países. Desde Netflix afirman que esta falta de subtítulos se irá subsanando en los próximos meses, pero no deja de ser un punto en su contra al momento de su lanzamiento.
A la hora de pagar, por ahora sólo ofrece la alternativa de tarjeta de crédito. Esto no debería ser un gran impedimento en función de la penetración de los plásticos, pero sí lo es en relación al temor, todavía vigente, a ingresar los datos por Internet. Otras opciones, como el uso de redes de pago, debería contemplarse.
El lanzamiento hace recordar a aquellos de los años del boom de las puntocom, donde los sitios eran presentados a medio terminar. Pero el riesgo de salir al mercado en estas condiciones (y peor aún cuando se trata de una marca medianamente reconocida) es la decepción que genera, lo cual puede convertirse en un boomerang: se crea expectativa, la realidad desilusiona y más tarde hay menos ganas de volver, ya que la imagen de la decepción es la que subsiste.
Por supuesto, nada de esto es irremontable, y seguramente se irá puliendo con el correr de los meses. Pero no tiene sentido arrancar el partido perdiendo, y con un gol en contra totalmente evitable.
Por lo pronto, sus competidores locales directos e indirectos pueden respirar con tranquilidad. A Netflix todavía le falta un golpe de horno. El riesgo es que para cuando esté listo, los comensales ya se hayan acostumbrado a satisfacer su apetito por otro lado. Vale la pena recordar que localmente compite, además de los paquetes bajo demanda de los operadores de TV paga, con otras propuestas basadas en Internet como On Video (Telefónica), MovieCityPlay, Mubi (sólo para cine de autor), así como Cuevana, una alternativa que muchos ven como “floja de papeles” pero que funciona muy bien y es gratuita, por lo que es altamente popular. Quizás el rival más difícil a vencer.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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