Con los antecedentes de su éxito en el mercado celular, los modelos prepagos están comenzando a expandirse hacia nuevos negocios. Tal es el caso de DirecTV quien anunció esta modalidad para su servicio de TV paga.
De acuerdo con lo expresado por sus directivos, por ahora la empresa se movería con cautela, apuntando inicialmente al mercado turístico, para quien un abono convencional termina siendo oneroso habida cuenta de que la actividad se concentra en pocas semanas al año.
El decodificador es autoinstalable aunque más caro ($ 249 vs. $ 99 del tradicional), lo que lo convierte en una barrera de entrada para evitar que canibalice su negocio tradicional. Utiliza tarjetas recargables en Pago Fácil, con un mínimo de $ 15 (de 5 días de validez). Estos valores no contemplan los canales premium, para los cuales se deberá pagar adicional.
El concepto de TV prepaga es interesante en momentos que el uso de Internet avanza sobre el consumo de TV. Y no sólo por el uso de Internet en general sino también porque cada vez más se consumen contenidos de la TV, mayoritariamente vía YouTube y, en menor medida, vía descargas. Así, y particularmente en los segmentos más jóvenes, el gasto en un abono de TV termina siendo caro en función del uso que se le da. En cambio, en un modelo prepago puede servir para consumir determinados contenidos que no están en Internet, como transmisiones en vivo (ej: partidos de fútbol) o algunas producciones específicas, complementando lo que se consume vía Internet.
En definitiva, y más allá del modelo elegido por DirecTV, se trata de un concepto a ser analizado detenidamente, habida cuenta de los cambios que el uso de Internet está generando en el consumo de contenidos de TV.
Llegó la HD
Luego de un largo tiempo desde que se comenzaron a vender televisores “HD Ready”, finalmente llegó la hora de aprovechar esta capacidad. Es que esta semana Cablevisión y DirecTV anunciaron la disponibilidad de canales de alta definición (o HD por High Definition). Hasta ahora, sólo se podía ver en HD en los equipos en demostración en los comercios o teniendo un reproductor Blue Ray, lo cual generaba no pocas decepciones entre los compradores de pantallas planas HD a la hora de conectar su nueva TV a la TV tradicional (aún la digital).
Tanto Cablevisión como DirecTV tienen idénticos precios para el servicio (¡alcoyana, alcoyana!): $ 600 por el decodificador HD y dos paquetes, el de HBO (todas sus señales más el canal HD) y el de Movie City (similar propuesta), a $ 38 y $ 32 mensuales, respectivamente. Poder disfrutar entonces de las únicas dos señales en HD tendrá un costo mensual de $ 70. Los valores y amplitud de la oferta inicial indican claramente que los pioneros pagarán lo que se conoce como early adopters tax, el “impuesto” que alcanza a quienes adoptan una nueva tecnología que inicialmente es cara y limitada.
No obstante, este es un primer paso para incentivar la compra de televisores HD, preparando el terreno para el gran momento, cuando en dos años se juegue el Mundial de Fútbol en Sudáfrica y se transmitan los juegos en HD y formato 16:9. Hacia allá vamos.
Propuesta alternativa
Ya que el tema comienza a instalarse con la circulación del borrador de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, creemos que es un momento propicio para hacer un aporte para que ésta sea lo mejor posible.
Como siempre, es bueno comenzar por los objetivos, pues éstos marcan el norte y evitan que se desvíe el camino ante la aparición de bifurcaciones que pueden llevar a calles sin salida o a destinos que no eran los previstos al iniciar el viaje. Quizás el primero y principal sea que el ciudadano tenga opciones, tanto en materia de contenidos (asegurando la diversidad de visiones y opiniones) como de medios de acceso. Así, no sólo hay que pensar en la pluralidad de los contenidos sino también en la diversidad de redes de distribución, ya que de no ser así, una sola red puede acomodar los contenidos a sus intereses.
Con el desarrollo de tecnologías digitales, las limitaciones físicas a los contenidos desaparecen o se reducen considerablemente. Esto se ve claramente en la TV por cable, que con el proceso de digitalización puede aumentar considerablemente su oferta de canales, dando lugar a todas las voces. Algo similar, aunque en menor escala, sucede con la TV digital de aire (sobre la cual aún no hay definiciones en Argentina), que permite aumentar la oferta de señales de las cuatro actuales a unas veinte, dando espacio entonces a una razonable variedad de perspectivas.
Así, el tema más complejo es el de asegurar la diversidad de acceso. En este rubro tenemos diversos actores, reales y potenciales. Los primeros son los actuales operadores de servicios de TV paga, sean vía cable (Cablevisión, Telecentro, Supercanal, etc.), satélite (DirecTV) o radio terrestre (como Andina). Entre los potenciales están las actuales empresas de telecomunicaciones, que van desde Telecom y Telefónica a todas las demás empresas que comenzaron a operar en el mercado de las telecomunicaciones en condiciones de competencia, así como las cooperativas.
Es clave permitir la existencia de alternativas en materia de redes ya que éstas propician no sólo la diversidad de contenidos sino que además fomentan la competencia, dando lugar a más y mejores servicios a menores precios. Por este motivo, excluir a las empresas de telecomunicaciones sería un grosero error. El análisis debe contemplar, por razones de envergadura y capacidad, un marco distinto para Telecom y Telefónica que para el resto de las empresas de telecomunicaciones y cooperativas. A estas últimas debería permitírseles comenzar a ofrecer el servicio de inmediato allí donde ya tengan su red o quieran extenderla.
En el caso de las herederas de Entel, debería definirse una forma de medición de la condición monopólica de un operador de TV paga para determinar en qué mercados o áreas pueden operar en el corto y mediano plazo y cuáles no. Podría ser estableciendo un piso a determinar de cantidad de abonados (30, 50, 100 mil o lo que se evalúe como más conveniente) en manos de un único operador. De esta forma, se evitaría que empresas de mayor capacidad técnica y financiera se conviertan en una competencia desigual para operadores de poco porte.
No obstante esto, y siendo que el objetivo final sería el de asegurar alternativas, lo ideal sería establecer un cronograma (5, 10, 15 años) de apertura total, de forma tal de dar tiempo a los operadores más chicos a prepararse para competir.
Por supuesto, esta propuesta puede y debe ser objeto de críticas y correcciones, pero su objetivo final, propiciar opciones de contenidos y de redes, debería formar parte de cualquier proyecto. A fin de cuentas, se trata de defender los intereses de los ciudadanos en primer lugar.