El de este año fue el día del niño en el que más presencia publicitaria se notó por parte de las consolas de videojuegos, particularmente la Wii de Nintendo y las PlayStation de Sony. La gran ausente sin dudas fue la Xbox de Microsoft, pero en la empresa entienden que el argentino no es todavía un mercado atractivo. Particularmente la Wii, con su revolucionaria forma de control, se convirtió en un producto de moda, por lo que su precio de $ 2.399 (o sea, unos US$ 800, más del triple de lo que cuesta en los EE.UU.) no es un impedimento para que se venda bien.
El de los videojuegos es un mercado serio aún en Argentina, donde existe aproximadamente una base instalada de un millón de unidades, según surge del informe “Telecomunicaciones residenciales 2008”, realizado por Carrier y Asociados.
Sin embargo, tanta base instalada no es sinónimo de gran negocio, especialmente por el lado de los juegos. Esto se debe a que recién desde el año pasado los fabricantes están tomando seriamente el mercado argentino, pero quizás un poco tarde. Ya se instaló en el país la modalidad de modificar las consolas con un chip adicional que permite vulnerar la protección anticopia de los juegos (“chipear” en la jerga), por lo que los juegos se pueden duplicar en cualquier PC o se descargar de Internet. Esta que fue la razón de la popularidad de la PlayStation (con juegos que se venden por $ 15 ó US$ 5, frente a los entre US$ 20 y 50 que cuestan en los EE.UU.), hará muy difícil revertir el hábito adquirido durante los años en los que el mercado de consolas quedó en manos de importadores no oficiales.
Sony, Nintendo (vía su distribuidor oficial) y, eventualmente, Microsoft, tendrán ahora la dura tarea de convertir un mercado que da por descontado los juegos baratos, aunque ilegales. La otra opción será limitarse a vender hardware, dejando en manos de sus clientes el proceso de chipeo. De ser así, no será el negocio de la afeitadora y la hojita de afeitar.