Desconexión estructural

Con estas palabras definió la calificadora Moody’s la situación actual de los diarios. En su análisis, sostiene que los diarios gastan demasiado en la producción y entrega del papel impreso en lugar de hacerlo en el contenido y su venta. Según las cifras presentadas, aplicables a los diarios de EE.UU. pero seguramente “exportables” a otros mercados, en promedio sólo el 14% de los costos operativos corresponden a la creación del contenido, mientras que alrededor del 70% se lo lleva la impresión, distribución y funciones corporativas. El 16% restante son costos por ventas de publicidad, lo que es percibido como muy poco, siendo que es la principal fuente de ingresos.
Un análisis rápido conduciría a pensar en dejar de lado la impresión y llevar todo a un modelo que sea únicamente online. Sin embargo, y vista la diferencia de facturación por publicidad entre el formato impreso y el electrónico, no parece que el momento haya llegado aún. Por eso es que se sugiere un modelo híbrido, con costos de impresión y distribución compartidos entre diversos diarios en lugar de la actual integración vertical de muchos de éstos, así como una frecuencia menor para la versión en papel, quizás semanal (al estilo de lo que hace en Argentina el diario Perfil).
Es justamente la transición entre el modelo de los átomos (papel impreso) y el de los bits (formato digital) lo que desvela a los propietarios de los diarios en la actualidad, quienes en su mayoría no pueden compensar la caída en circulación y facturación de las versiones tradicionales por las más populares pero menos rentables versiones digitales.
Ante la falta de ingresos para las versiones online, debido a la baja facturación por publicidad y a la gratuidad de la mayoría de los diarios, varios están pensando en cómo cobrarles a los lectores, de manera similar a lo que hoy ocurre cuándo éstos compran el diario en el kiosco. Pero para que esta estrategia sea viable, hacen falta dos requisitos: tener contenidos diferenciados de lo que se encuentra gratuitamente en Internet (y que generen en los lectores la voluntad para pagar por ellos) y contar con una plataforma de pagos simple y transparente, similar a lo que logró Apple en su iTunes Store. A fin de cuentas, se trata también de una tienda de contenidos.
Y pensar que durante los últimos años nos cansamos de escuchar: “content is king” (el contenido es el rey). Por el momento, su reinado parece ser más simbólico que real, ya que aún no puede responder al pedido de “show me the money” (muéstrame el dinero).

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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