Después de la tormenta

Finalmente, y sin generar ningún tipo de sorpresa, a las pocas horas de que Comentarios llegara a las casillas de mail o se publicara en la Web, el Senado daba el OK al proyecto de ley de medios, con los vicios propios, los introducidos por Diputados y alguna que otra desprolijidad (algo que en Argentina es más norma que excepción).
Mucho se criticó a la norma, especialmente desde el punto de vista de los contenidos y su regulación. Pero poca fue la relevancia que se le dio desde el punto de vista de su impacto a un factor clave para el desarrollo tanto social como económico de los próximos años del país y que es todo lo vinculado a la infraestructura, uno de los pilares de la sociedad del conocimiento. Conviene entonces repasar lo que pasó y ver cuáles pueden ser las consecuencias.
No hay dudas de que las empresas que prestan servicios de TV por cable han sido negativamente impactadas por la nueva ley, y no sólo por las obligaciones en cuanto a los contenidos. La limitación del 35% en la participación de mercado impactará principalmente a Cablevisión, quien a su vez es uno de los tres grandes proveedores de banda ancha (con Telefónica y Telecom). Este tope no sólo implicará que la empresa deba desprenderse de clientes, cuyo destino en términos de servicio es incierto, sino que será también un freno para el desarrollo de la banda ancha en condiciones de competencia, tal como sucede en la actualidad. Ciertamente, más que establecer límites artificiales al desarrollo de un negocio, hubiera sido mucho más beneficioso implementar medidas que fomenten la competencia, dejando que sea principalmente ésta la que establezca los límites de dominancia de los actores. El Estado sólo debería garantizar que ningún proveedor abuse de una posición dominante.
En este sentido, el discurso de ATVC debería ser revisado. Su mensaje es “con la competencia [de las cooperativas, las telefónicas ya están fuera] vamos a desaparecer”. Algunos de sus argumentos son válidos (las cooperativas no pagan impuesto a las ganancias), otros, no tanto (tienen clientela cautiva). Pero lo cierto es que esto no es algo que preocupe particularmente a la opinión pública, por lo que el mismo tiene impacto menor. De hecho, el servicio de TV paga es claramente el menos valorado dentro de los servicios de telecomunicaciones en el hogar, en comparación con la telefonía fija, la móvil e Internet, tal como surge en el informe “Telefonía móvil – segmento individuos – 2009” realizado por Carrier y Asociados. Su mensaje debería ser “dennos condiciones de competencia justas y verán que nuestra oferta es la mejor”. Pero esta frase es típica de un entrante en un mercado determinado, no de un incumbente, sin importar el negocio del que se hable.

En otras palabras, el foco no debería girar en torno a lo que la industria pierde, porque eso poco interesa al público. Es visto como una lucha entre poderosos. Debería enfocarse en lo que el público, o en este caso los habitantes del país, se pierden. Así, la población se sentirá afectada.
Más allá de esto, sin dudas el panorama no se presenta muy alentador desde la perspectiva del desarrollo de la infraestructura. Con los cableros a la defensiva y forzados a desinvertir, y las telcos fuera del partido, estaremos retrasando el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones. No se trata de pensar en el ahora o el año que viene. La tendencia en telecomunicaciones es hacia el despliegue de redes de fibra óptica, de mayor capacidad y alcance que las redes actuales de cobre. Y en este escenario, no habrá grandes jugadores dispuestos a invertir lo que hace falta.
Seguimos rifando oportunidades de desarrollarnos. Y van…

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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