La paradoja fueguina

Desde la aprobación del régimen que incentiva la producción de electrónicos en Tierra del Fuego (conocido como impuestazo tecnológico), la participación de los celulares provenientes de la isla ha ido creciendo hasta alcanzar un tercio de los terminales ingresados al mercado en los primeros tres trimestres de 2010 [Ver “Los celulares que vinieron del frío”]. Esta tendencia se mantendrá en la medida en que vayan madurando los procesos de producción en aquella provincia.

Quien hasta el momento mejor capitalizó su presencia en la isla es Samsung, que en los 9 primeros meses del año produjo el 44% de los celulares provenientes de allí. Un rendimiento que seguramente ayudó para que la empresa coreana alcanzara en lo que va del año el primer lugar en el mercado argentino [ver “Crecimiento reacomodado”]. Esto equivale a prácticamente el doble que LG, segundo con un 23%. Le siguen Motorola (18%) y Nokia (12%), esta última ha sido la que más tarde se instaló en Tierra del Fuego, por lo que espera recuperar el terreno perdido en los próximos meses.

Cuando se analizan los datos en detalle, se comprueba que en su gran mayoría se trata de modelos de gama media y alta. Tal como lo demanda el mercado, son equipos con reproductor de medios, funciones de socialización y/o smartphones. Esto se debe a que al ser equipos de más alto costo, el impacto de los gravámenes por no se producidos localmente es mayor sobre el precio final. Por el contrario, los equipos de nivel de entrada son importados en vez de producidos en la isla promocionada porque, al tener un precio más bajo, el impacto de los impuestos es menor que en los de gama alta y media.

En una demostración de que cuando se interviene artificialmente los costos las cosas no son tan lineales como parecen a priori, el impuesto tecnológico termina siendo regresivo en el caso de los celulares: lo pagan aquellos que compran los equipos más baratos. Paradójico.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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