Caso de estudio

El reciente anuncio de la intención de AT&T de comprar las operaciones de T-Mobile en los EE.UU. disparó todo tipo de comentarios, la mayoría vinculados a la concentración que se daría en el mercado de aquél país. No es para menos: la compra le agregaría 34 millones de clientes y llevaría su participación de mercado al 43%. Pero más allá de esto, la noticia pone al descubierto otras cosas, que tienen que ver más con las consecuencias del modelo de telefonía móvil adoptado por aquél país.

Fieles a su filosofía de laissez-faire, los estadounidenses propician la competencia de infraestructuras. Por este motivo, y a diferencia de lo que sucedió en Europa donde hubo una decisión política de usar GSM como estándar, en los EE.UU. conviven distintas tecnologías de comunicación móvil y sus evoluciones: CDMA, GSM, iDen, WiMax. La compra de T-Mobile por parte de AT&T tiene sentido entonces porque ambos operadores utilizan la familia GSM en su tecnología, y esta es la razón por la que la rumoreada compra de la primera por parte de Sprint no resistía análisis. Ésta opera redes CDMA, iDen y WiMax, por lo que agregar una cuarta sería una locura.

De concretarse la operación, que seguramente será escrutada por las autoridades regulatorias, alrededor del 70% del mercado quedaría en manos de dos operadores, AT&T y Verizon. Para entorpecer aún más la competencia, ambos utilizan tecnologías distintas, ya que el segundo se basa en la familia CDMA. Así, aquél que quisiera cambiar de operador, también tiene que adquirir un nuevo terminal ya que el que tenga será incompatible con su nueva red. Algo que aprendieron los usuarios de iPhone que, provenientes de AT&T, quisieron migrar a Verizon. Quienes insistieron en la movida, tuvieron que comprar un nuevo equipo.

La existencia de múltiples e incompatibles estándares tiene otros efectos negativos. El más evidente es los problemas que genera a nivel de cobertura, ya que los principales operadores deben construir redes en paralelo. De usar las mismas tecnologías, los operadores podrían tener acuerdos de roaming para permitir a sus clientes moverse libremente por el país. Queda claro así que, más allá del aspecto técnico, el modelo de la replicación de infraestructuras puede ser ineficiente desde el punto de vista económico.

Esto también tiene sus consecuencias en el servicio, el cual está focalizado en retener a los clientes bajo modelos pospagos que aseguren el flujo de caja necesario para inversiones de capital. Es por esto que en aquél país hay muy poca innovación en los segmentos de baja gama. Visto así, se entiende por qué la industria estadounidense innova en el high end: iPhone y Android.

Estas particularidades del mercado celular de los EE.UU. se traducen también en dos aspectos vinculados entre sí. Por un lado, son pocas las empresas extranjeras que invierten allí. La más notoria es la alemana Deutsche Telekom, quien a pesar de ser la dueña de T-Mobile, se desprende de ésta. No obstante, conviene aclarar que de concretarse la operación pasaría a ser el principal accionista de AT&T con un 8% de participación. Inversamente, tampoco los operadores móviles locales se aventuran en otros mercados. Todo esto le da al mercado de aquél país una singular insularidad. Es por esto que lo que allí sucede no es automáticamente extrapolable a otros mercados.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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