En defensa del gremio

Con motivo de la muerte de Steve Jobs, entre la infinidad de artículos periodísticos que hicieron referencia a su vida y obra, varios de ellos mencionaron, como si fuera una regla de management, la negativa de éste a confiar en los estudios de mercado. En muchos casos atribuyéndole la siguiente frase: “La gente no sabe lo que quiere hasta que uno se lo muestra”.
Si bien la mencionada afirmación tiene mucho de cierta, esto no invalida el uso de la investigación de mercado. A lo sumo sí puede criticarse que no siempre quienes conducen una investigación tienen los elementos necesarios como para interpretar las necesidades y deseos de los potenciales clientes. El problema entonces no es de la técnica en sí sino de quien la aplica.
Jobs no creía en los investigadores de mercado, pero sí en la investigación. Él realizaba personalmente sus propios estudios de mercado, llevándose los prototipos a su casa y sometiéndolos a prueba con conocidos. En otras palabras, reconocía el valor de las técnicas aunque claramente desconfiaba de la interpretación que los analistas hacían de los resultados encontrados (o quizás también de cómo planteaban los interrogantes a develar).
En definitiva, las técnicas de investigación de mercado son herramientas, y como tales, cualquiera las puede aplicar. Pero como con toda herramienta, habrá quien sepa utilizarla adecuadamente, mientras que otros sólo sabrán empuñarla. La diferencia está allí. Y Jobs lo sabía. Porque podría ser soberbio, pero no era tonto.
[Nota: Quien esto escribe vive desde hace 20 años, entre otras cosas, de la investigación de mercado]

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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