¿Vientos rotantes?

Las novedades en los más altos niveles de gobierno implican no sólo cambios en términos de nombres sino también la revisión de ciertas políticas que demostraron ser poco eficaces. Hay que tener en cuenta que, más allá de los discursos políticos, la base del problema está en un gasto que creció por encima de los ingresos. Corregir este rumbo implica no sólo hacer crecer los ingresos (nuevos impuestos, endeudamiento, etc.) sino también, aunque es menos simpático, recortar gastos (como reducción de subsidios, de exenciones, etc.).
En este contexto, en los últimos días rebrotaron los cuestionamientos a la política de protección industrial de Tierra del Fuego. Pero a diferencia de lo que ocurría en el pasado, ahora éstas llegan también desde medios que podrían considerarse cercanos al oficialismo. Esencialmente se cuestiona el alto costo fiscal, los costos de producir en la isla, los costos finales de los bienes allí producidos y la no incidencia en la reducción en la demanda de divisas por importación de partes.
El costo fiscal (o costo de oportunidad por lo que el Estado deja de percibir) fue estimado en alrededor de $ 5,6 mil millones en 2012 equivalente a más de mil millones de dólares a la cotización de ese año. Esto es lo que el Estado dejó de recaudar en concepto de exenciones impositivas (IVA, ganancias y derechos de importación). A pesar de éstas, los costos de producir son altos y por lo tanto, poco competitivos, incididos principalmente por los salarios (que en Tierra del Fuego son claramente más altos que en el resto del país) y la logística que implica llevar componentes hasta la provincia más austral y traer los productos terminados nuevamente al continente. Así, la resultante son bienes que a pesar de los beneficios, son notablemente más caros que a nivel internacional. Y como desde 2009, año en que se instauró el nuevo régimen de producción en la isla, no hubo un proceso relevante de sustitución de importaciones, la producción en Tierra del Fuego no hizo nada para disminuir la necesidad de divisas, que hoy son claramente un bien escaso.
Es cierto que el objetivo explícito de incentivar la producción en Tierra del Fuego nunca fue tener productos más baratos sino generar empleo y una industria en la provincia. Pero, como reacción típica de épocas que requieren mayor austeridad, lo que ahora se cuestiona es si el costo no excede los beneficios.
Por supuesto, este cuadro de situación no permite creer que habrá cambios inmediatos, pero el rio suena y en un escenario de correcciones (por no decir ajuste) seguramente este régimen sea crecientemente cuestionado. Habrá que estar preparado para un nuevo debate y ofrecer salidas creativas y progresivas para que la solución no pase simplemente por arrasar con lo existente. Un camino difícil. Pero no en vano, la política es el arte de lo posible.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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