El valor del espectro

Pareciera que en gran parte del mundo, salvo en Argentina, el espectro es una pieza clave en el desarrollo de los servicios móviles. Algunos que entienden del tema, como es el caso de Qualcomm, lo definen como “la sangre” de la conectividad móvil. También se hacen notables esfuerzos por contar con más de este recurso escaso, como fue el caso de T-Mobile en los EE.UU. que vendió acciones por US$ 2 mil millones para tener financiamiento para tal fin. Y se podría seguir dando ejemplos que indiquen lo necesario del espectro para la industria móvil actual, saturada en cuanto a la cantidad de líneas y con usos cada vez más demandantes consecuencia de la instalación de los smartphones como “el” dispositivo móvil por excelencia. A eso se suman ahora algunas tablets y en breve, unos pocos años, se agregarán también múltiples dispositivos (wearables, M2M, automatización de hogares y otros) que exigirán más y más capacidades de las redes.
Claramente, el problema de la escasez de espectro es global. A tal punto que en un reciente reporte de Informa basado en un relevamiento a operadores móviles europeos, sitúa al espectro entre sus tres principales preocupaciones y desafíos, junto con los servicios OTT y la regulación.
Mientras esto pasa en el mundo, aquí se sigue ninguneando al tema espectro como parte de una solución de mediano y largo plazo a los problemas actuales del servicio. Para el corto plazo, aunque sin significar una solución de fondo sino simplemente hacer mejoras puntuales, quedan las mayores inversiones y la instalación adicional de antenas, cosas que se están haciendo. Pero la física tiene un límite y ni toneladas de dinero ni una antena al lado de la otra alcanzarán para tener redes móviles en óptimas condiciones de funcionamiento.
La asignación de más espectro para móviles haría sentir sus efectos no antes de 2 años, considerando los tiempos necesarios para el proceso de asignación así como el inicio del despliegue de una nueva red. Y es justamente por esto que no habría que perder más tiempo en la materia. De haberlo hecho oportunamente, hoy tendríamos una canal de descompresión para el atiborrado espectro actual al tiempo que existiría la alternativa de contar con servicios más exigentes, como video online. Además, el Estado hubiera registrado una importante cantidad de ingresos como consecuencia de la necesaria licitación para su asignación. Claro que también harían falta divisas para pagar por equipamiento que debería importarse.
Es llamativo y preocupante a la vez el silencio por parte de las autoridades en la materia respecto de este tema. Una lástima en el caso de una gestión en el área que arrancó con ímpetus y ganas de hacer cosas pero que todavía no puede mostrar mejoras concretas. Que no decaiga.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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