The next big thing?

Sin dudas, una de las noticias más llamativas en la industria tecnológica de la última semana fue la adquisición de Oculus VR, una empresa enfocada en la realidad virtual, por parte de Facebook, la mayor red social del mundo. Una unión a primera vista extraña, pero que encierra un potencial interesante con una mirada de mediano a largo plazo.
Resulta evidente que Facebook está apostando a futuro con esta transacción, confiando en que las tecnologías de realidad virtual (VR por sus siglas en inglés) sean moneda corriente en algún momento. Conviene recordar que la VR es una tecnología que existe desde principios de los años 90. Pero en ese entonces las capacidades del hardware (y por lo tanto del software) eran muy limitadas respecto de la actualidad.
Por lo pronto, Facebook afirma que planea extender las ventajas de la tecnología de Oculus VR más allá del evidente negocio de los juegos para diversificarse hacia mercados como la salud, el entretenimiento, la educación, los medios y las comunicaciones, entre otras áreas. En el comunicado de prensa, la empresa adquiriente afirma que “dado el amplio potencial de aplicaciones, la tecnología de realidad virtual es un gran candidato a emerger como la próxima plataforma social y de comunicaciones”.
El uso del término “plataforma” no es caprichoso. Conviene recordar que en la actual era de la movilidad, Facebook no constituye una plataforma como sí lo son Google y Apple con sus sistemas operativos Android o iOS respectivamente. En el este escenario, Facebook no es más que otra app. Quizás consciente de esta limitación Facebook coqueteó con la idea de tener su propio celular, idea que fue sabiamente descarta ya que hubiera sido muy tarde. Así, queda la sensación de que Facebook está mirando a la nueva oleada de innovación tecnológica que hoy comienza con los wearables (o ponibles en su versión castiza). Pero mientras la mayoría de los dispositivos disponibles actualmente son en realidad meros periféricos de un smartphone (como sucede con los smartwatches, wristbands o los mismos Google Glass), en este caso podría tratarse de dispositivos totalmente autónomos. Y es ahí donde se basa el concepto de plataforma. No en vano, la adquisición de Oculus VR significa la primera adquisición de una empresa de hardware por parte de Facebook.
Lo concreto es que la realidad virtual tiene el potencial para ser un nuevo hito en la transformación de otras industrias, desde el entretenimiento hasta la salud. Y si Facebook logra el objetivo de ser el dueño de esa nueva plataforma, lo que pagó por Oculus VR podrá ser considerado una bicoca. Hay que tener en cuenta que si bien la operación fue por US$ 2 mil millones, en realidad Facebook sólo pagó US$ 400 millones en efectivo y el resto en acciones, una combinación bastante habitual para este tipo de operaciones. Como dato de color, su adquisición hace de Oculus VR la compañía más exitosa emergida de Kickstarter, una plataforma de inversión vía crowdsourcing.
Por supuesto, con esta operación comienzan a surgir muchas visiones distópicas del futuro. Pero no hay que alarmarse, sucede en los albores de cada nueva tecnología. Démosle tiempo.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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