Fija floja

En los últimos tiempos, la atención de la industria de las telecomunicaciones ha estado centrada en el desarrollo y mejora de las redes celulares, más particularmente del 4G. Esto se dio no sólo en Argentina sino también en varios países de la región, donde la situación fue similar. La consecuencia es que las mayores capacidades de la 4G están poniendo en evidencia el retraso en el desarrollo de la banda ancha fija.
Hoy el mercado de banda ancha está dominado por la tecnología ADSL, acercándose a los 2/3 del total de conexiones a Internet en el hogar. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología residencial – 2015”, realizado por Carrier y Asociados. El problema con tanta dominancia del ADSL es que se trata de una tecnología de transición, a la cual se le puede sacar un poco más de jugo antes de encarar la renovación tecnológica que significará la migración total (o casi) a fibra óptica.

Para entender mejor, se puede trazar un paralelismo entre las generaciones de tecnologías móviles y las fijas. La 1G que en móviles significó la voz analógica (aunque sin cables) en la fija sería la telefonía analógica tradicional. La 2G que incorporó la digitalización, permitió no sólo un uso más eficiente de las capacidades sino también la introducción de otros servicios (como SMS y los datos). En telefonía, la digitalización permitió nuevos servicios, como la casilla de mensajes, la desviación de llamadas, entre otros, así como la llegada del acceso a Internet dial up. La 3G significó aportar capacidades de banda ancha a una tecnología pensada para la voz, algo similar a lo que hizo el ADSL con las redes telefónicas. En ambos casos, el resultado fue un fuerte impulso al acceso a Internet. La 4G se destaca por ser una tecnología pensada para transmitir datos en forma nativa, otorgándole muchísima más capacidad que la conocida hasta ahora, permitiendo velocidades iniciales de 15 a 20 Mbps pero llegando a 150, 300 o 450 Mbps en función de la versión de tecnología LTE instalada. En las redes fijas, estas características se encuentran en la fibra óptica. Así se entiende mejor. La 4G llegó a las redes móviles, pero la fibra todavía está lejos de llegar a los hogares.
La diferencia con 4G es que para instalar fibra óptica de manera casi ubicua las inversiones que hay por delante son enormes, ya que significarían que por cada cuadra de cada ciudad pasara un cable de fibra. Por lo pronto, lo que los operadores están haciendo es llevar la fibra cada vez más cerca del hogar para desde allí conectar el cable de cobre utilizado para el ADSL, mejorando entonces un poco su capacidad. Pero el consumo de datos avanza (o quiere avanzar) a un ritmo mayor que el de la actualización de las redes: demanda creciente (mayormente impulsado por el video) y multiplicación de dispositivos conectados (PC, tablets, smartphones, Smart TV, etc.). Y en la medida en que lo hace, la banda ancha fija puede convertirse en un cuello de botella. Mucho peor es el caso de ciudades más chicas o pueblos, donde la infraestructura de banda ancha es más precaria.
Lamentablemente, en los últimos años no hubo políticas tendientes a favorecer la actualización de las redes fijas. El negocio parecía caminar solo sin presentar grandes conflictos. Pero la regulación de las telecomunicaciones implica adelantarse a los cambios tecnológicos y su impacto en la vida cotidiana, con lo cual toda decisión que se tome hoy, si es adecuada, tardará años en dar sus frutos. Algo que no se hizo oportunamente en materia de banda ancha fija.
Se trata sin dudas de un tema que tendrá que estar en la agenda del próximo gobierno. Estamos hablando de una de las infraestructuras clave de una sociedad moderna hoy y para los años por venir. Hay que dejar de dormir.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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