De producto a servicio

El negocio de la música fue sin dudas uno de los más afectados por la popularización de Internet, obligando a la industria discográfica a reconvertirse o desaparecer. Esta búsqueda de reconversión fue larga y no exenta de tensiones. La piratería que era un mal existente desde hace décadas (con la aparición de los cassettes) aunque acotado, se hizo sentir más en tiempos donde todavía la mayoría de las conexiones eran dial up (por discado telefónico) pero ya opciones como Napster permitían acceder gratuitamente a casi todo lo que alguna vez se había grabado. A pesar de las persecuciones judiciales (que servían para amedrentar, pero no para solucionar el problema) la cosa continuó hasta el lanzamiento del iPod y iTunes, como plataforma de acceso digital pero legal a la música en momentos en que se masificaba la banda ancha fija, haciendo que su descarga fuera simple y rápida. Claro que todavía persistía el modelo de producto: lo que antes era un disco (primero vinilo, luego CD) se convirtió en un archivo mp3 que permitía vender los temas en forma unitaria y no ya bajo el formato de álbum (aunque persistió). Pero no fue sino hasta la masificación total de la banda ancha, tanto fija como móvil, que el negocio de la música pareció encontrar su modelo: un servicio, principalmente basado en un abono mensual, con acceso ilimitado al contenido. Dejó de venderse un tema de un intérprete en particular para pasar a venderse la experiencia de escuchar música. Aquí, el mayor exponente es Spotify, aunque también hay otros servicios.
En Argentina, el 38% de los usuarios de Internet escuchan música a través de alguno de estos servicios que se podrían denominar de “audio a la carta”, la versión VOD de la música. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología residencial” realizado por Carrier y Asociados.

Estos servicios tipo suelen presentarse en versiones gratuitas (con publicidad y algunas limitaciones) y pagas (abono). En Argentina, los suscriptores pagos corresponden a alrededor de 1 de cada 5 usuarios de estos servicios, totalizando más de 1,5 millones de usuarios (no así abonos, ya que éstos suelen tener más de un usuario disponible). La relación de los suscriptores pagos sube en el segmento ABC1 así como entre millennials y los habitantes del AMBA. El dato de los millennials es relevante porque da por tierra con la creencia de que se trata de una generación poco propensa a pagar por contenidos. Así como pagan abonos de Spotify, lo mismo hacen con Netflix. No es que no estén dispuestos a pagar, sólo lo hacen si la propuesta se adapta a su forma de consumir y a un precio razonable.
Como dato curioso queda que el modelo iPod, tanto en lo que era el dispositivo como la forma de acceder al contenido legalmente, demostró ser uno de transición que duró apenas una década, de 2001 al 2011. Revolucionario y efímero.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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