El anuncio de la fusión de WarnerMedia y Discovery sacudió al mercado de contenidos audiovisuales, aunque también tiene implicancias en el negocio de las telecomunicaciones.
Todo se originó con el anuncio de AT&T de que hará un spin off de WarnerMedia para luego fusionarlo con Discovery. Una operación que le dará a AT&T unos US$ 43 millardos (entre cash y deuda) además del control de la nueva empresa. Un número importante pero que empalidece frente a los US$ 109 millardos que significó la compra de Time Warner por parte de AT&T en el 2016, aunque tardó 2 años en cerrarse por las demoras en las aprobaciones. Además, se suma a la compra de DirecTV un año antes por US$ 67 millardos, de la cual comenzó a deshacerse a principios de este año, escindiéndola en un acuerdo que la valoró en sólo US$ 16 millardos (junto con sus otras operaciones menores de TV, U-Verse y AT&T TV). Compras que en su momento se hicieron con el objetivo de integrar verticalmente los negocios de creación y distribución de contenidos. No obstante, sus recientes maniobras implican reconocer que su incursión en el mundo del entretenimiento no sólo ha sido costosa. También ha sido un fracaso. Y en el ínterin, otros rivales como Disney y Amazon fueron ganando terreno.
AT&T ha manifestado que sus planes pasan por la esencia de su negocio de telecomunicaciones, lo que implica invertir fuertemente en los despliegues tanto de fibra óptica como de 5G. La empresa pretende duplicar la cobertura de su fibra en los próximos años para alcanzar 30 millones de edificios (viviendas, comercios y empresas) a finales de 2025. Por el lado de 5G, el operador prevé impulsar su despliegue de espectro de banda C (media) para llegar a 200 millones de personas a finales de 2023, el doble del objetivo planteado anteriormente. En ambos rubros, AT&T estuvo por debajo del crecimiento de sus principales competidores en los últimos tiempos. Por supuesto, estos mayores despliegues no son gratis, habiendo anunciado que prevén aumentar el gasto anual de capital hasta unos US$ 24 millardos a partir del año próximo.
AT&T no es la única telco que se des-integró verticalmente en los últimos tiempos. También Verizon (uno de sus grandes competidores en EE.UU.) vendió su negocios de medios por US$ 5 millardos por sus inversiones en AOL y Yahoo, por los que había pagado un total de US$ 10 millardos. Otro claro caso de destrucción de valor (o de sobrevaluación en la adquisición, según cómo se lo mire).
Pero más allá de los fracasos de la integración vertical esbozada por grandes telcos, la industria de los contenidos audiovisuales pasa también por un momento de transformación. Esta arrancó con los contenidos independizándose de las redes de transporte (algo que preocupa, y mucho, a los clásicos operadores de TV paga), dando lugar a modelos de comercialización directa al consumidor, tal como lo hace Netflix, Amazon o Disney, aun cuando todavía algunos de éstos también trabajen con operadores de TV paga (aunque reserven sus mejores contenidos para su negocio B2C). Esta “independencia” también abrió las puertas a ofertas globales: si no depende de mi operador de TV paga, puedo acceder a esos contenidos desde cualquier lugar del mundo mientras esté conectado (bueno, salvo cuando hay restricciones impuestas por los derechos).
De este modo, se está gestando un escenario de fuerte competencia en materia de streaming que promete ser más dura en adelante. Así como el aislamiento por la pandemia proporcionó una audiencia cautiva, cuyo tiempo de consumo aumentó y llevó a que los hogares estuvieran suscriptos en algunos casos a más de un servicio, la tendencia hacia la reapertura como consecuencia de la vacunación lleva indefectiblemente a que el consumidor pase menos tiempo frente a la pantalla. Algo que se hace evidente cuando las principales empresas, Netflix y Disney, incumplieron con sus previsiones de crecimiento de abonados.
La fusión de WarnerMedia con Discovery es interesante porque permitirá combinar contenidos que son complementarios, desde ficciones, documentales, noticias, deportes. Suficiente cantidad y variedad como para convertirse en un servicio de TV pago bajo modelo OTT. Por otra parte, se trata de dos actores que juntos formarán el segundo grupo de medios por ingresos, detrás de Disney. Claro que estas fortalezas deberán ser apuntaladas por capacidad financiera para invertir en contenidos. Sólo en 2020, Disney invirtió US$ 15 millardos y Netflix casi US$ 12 millardos. En el caso de WarnerMedia y Discovery juntas, el gasto en contenidos fue de más de US$ 18 millardos. Competir a gran escala en contenidos claramente no es para cualquiera. En este escenario se enmarca también la noticia de que Amazon estaría en conversaciones para comprar MGM por US$ 9 millardos.
Para competir en este entorno, un servicio de streaming necesita: una buena biblioteca de contenidos (propios y/o de terceros) para arrancar, capacidad financiera para generar más continuamente y escalas que permitan una más rápida amortización de los costos de producción/adquisición. Esto último implica también contar con capacidades para expansión internacional. Todo esto tendría la nueva WarnerMedia-Discovery.
Volviendo a AT&T, si bien es claro que está saliendo de la gestión del negocio de contenidos para enfocarse en la infraestructura de telecomunicaciones, conservará aproximadamente el 70% de las participaciones tanto en DirecTV como en la nueva empresa combinada con Discovery, por lo que en realidad no se puede decir que haya abandonado los medios audiovisuales por completo. Pero sí es claro que tanto infraestructura como contenidos se quitarán mutuamente el lastre.
Se trata entonces de una vuelta a lo básico, dejando de lado la costosa y distractora experiencia del entretenimiento. En momentos en que la infraestructura de telecomunicaciones está en un proceso de maximización de capacidad y capilaridad, toda la atención y recursos deberán enfocarse allí. O, en otras palabras, enfocarse en sus competencias básicas. Una lección que resultó muy cara pero que parece aprendida (hasta nuevo aviso al menos).