Mientras veraneabas

Arrancamos el año editorial con un repaso de los destacados de lo que sucedió localmente (o con impacto local) entre el fin de año y el mes de enero. Una suerte de racconto como en los resúmenes del capítulo anterior de las series que se ven por streaming. El famoso “Previously on…”.

El 2024 terminó con la redefinición del concepto de telefonía pública, con el Enacom derogando las normas que la regulaban. Tiene sentido si se considera que el modelo está basado en el servicio básico telefónico, en tendencia clara al desuso. No obstante, no desaparece el concepto, ya que los licenciatarios del servicio de telefonía pública deberán garantizar el acceso, aunque respondiendo a las demandas y tecnologías actuales en lugares a determinar por el ENACOM. Que se cambie el concepto de telefonía pública por otro de acceso público es acertado ya que responde a las demandas y tecnologías actuales. Por lo pronto, son los licenciatarios de siempre los obligados a garantizar los accesos, lo que sí suena fuera de época considerando cómo cambió la oferta de conectividad desde los años 90. Quizás sea tiempo de incluir al concepto ampliado de telefonía pública dentro del Servicio Universal. Pero bueno, tampoco queda claro qué pasará con el Servicio Universal.

En una extraña movida, el gobierno eliminó el Fondo del Servicio Universal (FSU). Extraña pero no sorpresiva, ya que en diversas oportunidades durante el año pasado, autoridades tanto de la Secretaría de Innovación como del Enacom, manifestaron que el mismo estaba en revisión integral, es decir, no sólo en el destino que se les daría a los fondos sino también en el formato de su utilización. No obstante, sí fue llamativo que se eliminara el FSU aunque no así los aportes que deben realizar las empresas de telecomunicaciones, equivalente al 1% de la facturación por servicios. En otras palabras, las empresas siguen obligadas a aportar estos montos a un destino desconocido. Una incoherencia que se hubiera evitado con sólo suspender todo uso de los fondos pero sin desactivar inicialmente el FSU, por lo menos hasta plantear una alternativa.

También el mes de enero trajo movimientos y especulaciones alrededor de Telefónica, tanto a nivel global como local, ambos claramente enlazados. En Madrid se produjo una suerte de golpe palaciego que terminó con la súbita salida de su histórico CEO, Álvarez Pallete, y su reemplazo por el ahora ex CEO de Indra, Murtra, de aceitados vínculos con el gobierno de España. La mayor participación del Estado español en el paquete accionario de la telco (que aumentó ante la compra que realizó la saudí STC) y el apoyo recibido por la propia STC así como de otros inversores resultó en el desplazamiento de Álvarez Pallete. Más allá de las especulaciones políticas, si bien el saliente CEO logró reducir sensiblemente el peso de la deuda del grupo telco español, que era de € 55 millardos al asumir y la bajó a € 27 millardos al retirarse, no pudo alcanzar el gran objetivo de recuperar el valor de la acción de la empresa. Todo lo contrario, cayó a menos de la mitad, de unos € 9 a € 4. Para colmo, el año pasado dejó de ser el principal operador de España luego de la fusión de MásMóvil y Orange, que dio lugar a MasOrange, convirtiendo a esta nueva compañía en la más grande del país de origen de Telefónica. Una herida narcisista que dejó cicatriz.

El cambio de CEO es relevante para la operación argentina ya que puso en suspenso los planes de Álvarez Pallete para la operación de Hispanoamérica hasta tanto sean revisados para confirmarlos, modificarlos o descartarlos. Esto no es menor ya que casi en simultáneo con el cambio de CEO se comenzó a hablar en los medios del interés de inversores locales e internacionales para quedarse con la operación local de Telefónica así como de un mandato para buscar al comprador. Más allá de los nombres en danza (algunos más plausibles que otros), un escenario con una economía más ordenada y un peso más fuerte en términos cambiarios podrían hacer más atractivo el negocio local, tanto para los potenciales compradores como para la propia Telefónica. Por lo pronto, parecería que toda definición respecto de la operación de Hispanoamérica en general y Argentina en particular entró en un compás de espera. Es más, hay quienes se ilusionan con que la salida de Hispanoamérica no se concrete, luego de que Telefónica anunciase que invertirá US$ 480 M en Venezuela para desarrollar 4G y 5G en aquel país. La duda de algunos es si con el cambio de timón, la empresa dejará de estar guiada por el interés puramente empresarial o si también jugarán los intereses políticos. Si se diera esto último, la mala relación entre Sánchez y Milei podría ser definitoria. Un tema que será apasionante seguir.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

Your sidebar area is currently empty. Hurry up and add some widgets.