
Recientemente, el jefe de gabinete, Guillermo Francos, presentó ante el Congreso su informe de gestión. Dentro del amplio espectro de temas abordados, hubo unos párrafos para Arsat y dentro de éstos, sobre el satélite Arsat SG-1 (más conocido como Arsat 3). Si bien el desconocimiento o desinterés de nuestros legisladores no permitió que se ahondara en el tema, dejó cifras y datos que merecen algún análisis.
El Arsat SG-1 es un satélite GEO HTS (High Throughput Satellite o satélite de alto rendimiento). Es un tipo de satélite de comunicaciones diseñado para ofrecer velocidades de transmisión de datos mucho mayores que los satélites tradicionales, entendiendo como tales a los que eran comunes hace 10 años (como los Arsat I y Arsat II). Pero no es el caso de los LEO actuales, que además de un mayor ancho de banda, ofrecen una latencia significativamente menor así como una cobertura más uniforme.
Según la presentación de Francos, el costo total del Arsat 3 será de US$ 325,4 M (originalmente eran US$ 264 M), de los cuales ya se pagaron US$ 115 M. En este punto, es interesante hacer una comparación. En 2022, el gobierno británico desembolsó US$ 500 M por el 45% de la constelación LEO OneWeb. Si bien hoy tiene una participación menor, mantiene una “acción especial” o golden share que le otorga derechos exclusivos y de control sobre aspectos clave de la empresa. Esta acción especial asegura que el Reino Unido conserve derechos sobre la red de OneWeb en cuestiones de seguridad nacional, preferencia para lanzamientos y fabricación en el país, entre otras ventajas.
La historia del Arsat 3 es una de sucesivas postergaciones. En los planes originales, debía lanzarse en 2015. Hace 10 años. Ahora se afirma que la puesta en órbita será en octubre del 2027 para estar operativo en abril del 2028. Siempre y cuando se cumpla con el calendario, ya que, como lo demuestra la historia reciente, nada asegura que así sea. Pero asumiendo que se cumplirán los plazos previstos, el Arsat 3 se habrá demorado 13 años. Un escenario que se ve agravado con que hoy, a 10 años de la fecha original para su lanzamiento, la tecnología y el mercado cambiaron radicalmente. En el ínterin, la llegada de las constelaciones LEO (con Starlink a la cabeza) alteró radicalmente el panorama satelital global, produciendo una verdadera revolución.
Si bien hoy la industria satelital, particularmente la tradicional forjada con los satélites GEO, busca incorporar a los LEO a su oferta, bajo el concepto de propuesta multiórbita, lo concreto es que si hubiese que decidir hoy, muy probablemente el Arsat 3 no tendría lugar. Se haría otra cosa o no se haría nada. Pero no invertir semejantes sumas en desarrollar y lanzar un satélite que es generacionalmente viejo. En la actualidad, no sólo operan Starlink y OneWeb en Argentina. El año próximo llegará la constelación LEO Kuiper. Y, más tarde o más temprano, otras constelaciones, como el caso de AST Mobile, que con modelos diferentes, se basan en redes de satélites LEO para dar servicio. También China y la Unión Europea trabajan en ello. Es claramente hacia donde está puesto el foco de la industria satelital.
Argentina se encuentra entonces en una encrucijada. Seguir avanzando, gastando dinero, para tener un satélite tecnológicamente de una generación atrás (que por lo tanto verá reducido sustancialmente su atractivo) y estará mucho más atrás todavía cuando entre en operación (en 3 años). La otra alternativa es desactivar el proyecto y perder lo ya pagado (36% del total) más los compromisos que queden pendientes. Esto último es lo que está sucediendo de hecho luego de tantas postergaciones. Por supuesto, implicaría el riesgo de tirar por la borda el conocimiento y habilidades adquiridas en los desarrollos de los sucesivos satélites de Arsat, salvo que se decida reenfocar esta fortaleza hacia una actualización de la oferta en un escenario que cambió sustancial y definitivamente. No obstante, no parece ser un enfoque que esté siendo considerado.
El del Arsat 3 es un triste caso del fracaso de la política en general, que involucra a las 4 últimas gestiones. Cada una, con una aproximación diferente al tema, tiene su cuota de responsabilidad. Lamentablemente, por el momento, nada indica que esto vaya a cambiar.