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El precio del acceso

Cada vez más, el acceso a Internet se está convirtiendo en un servicio básico, cercano en su relevancia a la electricidad o el agua, estando presente en prácticamente la mitad de los hogares argentinos. En un relevamiento de los productos de acceso a Internet ofrecidos, el precio promedio (considerando precios de lista y no precios con descuentos promocionales) resultó ser de $ 1.473 finales (aproximadamente US$ 31), un 36% más que en septiembre 2018, por encima del 29% de inflación registrado durante el mismo período. Esto surge del informe “Oferta de Internet fija en Argentina – 2019” realizado por Carrier y Asociados.

En las localidades más chicas (menos de 100 mil habitantes) el precio promedio de los productos ofrecidos de $ 1.668 resultó ser el más alto, a pesar de contar con productos de inferior calidad (es donde mayor oferta de conectividad inalámbrica existe). Este valor es un 34% mayor que el hallado en las localidades grandes (más de 500 mil habitantes). En esto influye que en éstas se detectó un mayor nivel de competencia, lo que tiene su correlato también en una oferta de tecnologías más eficientes para la conectividad.

 

 

Por tecnología, el mayor precio promedio corresponde a la tecnología de cablemódem y el más bajo a la de ADSL, aunque también hay una diferencia importante en cuanto a capacidades. Pero como el precio por sí solo no es un indicador completo, resulta interesante observar las variaciones por Mbps ofrecido. Así, el precio más bajo por Mbps lo obtiene la fibra óptica ($ 40), menos de la mitad de quien le sigue, el cablemódem ($94). En el otro extremo, más allá de la tecnología satelital ($ 367) está la inalámbrica ($ 260) que es además la que mayor oferta tiene.

Identifíquese

Aunque todavía vigentes y populares, los accesos mediante usuario y clave son claramente cosa del pasado. Tanto por falencias técnicas que permiten vulnerar bases de datos de usuarios/claves así como una mayor capacidad de cómputo disponible que posibilita a los hackers hacer grandes números de intentos. A lo que hay que sumar el factor humano (claves evidentes y fácilmente deducibles, claves anotadas en un papel o ¡peor! pegadas al monitor con un postit). Y la “solución” del cambio periódico y obligatorio, más allá de ser tedioso para el usuario (ya no alcanza con una palabra sino que debe incluir caracteres especiales, números, mayúsculas y no debe haberse usado previamente) es “vieja y obsoleta”, según la propia Microsoft.

Por todo esto, y más allá de técnicas como el doble factor que aumentan la seguridad de un simple usuario/clave, de la mano de los celulares se ha avanzado mucho con los sensores biométricos. Éstos se basan en la identificación de características físicas del usuario como huella digital, rostro o hasta el iris del ojo. Y si bien los sensores biométricos existen para distintos tipos de dispositivos, son los celulares quienes los están popularizando, sentando las bases para que sirvan como método de identificación que vaya más allá del propio dispositivo para poder ser también la puerta de acceso a distintos servicios.

Argentina no está al margen de este avance. Durante el 2018, un 45% de los smartphones ingresados al mercado argentino incluyeron algún tipo de sensor biométrico, según surge del informe “Mercado celular argentino 2019” elaborado por Carrier y Asociados.

La tecnología más difundida es sin dudas el lector de huellas digitales, el cual fue una característica presente en todos ellos. Pero además, algunos modelos contaron con un segundo sensor, como el 10% que sumaba el reconocimiento facial y un 1% scanner de iris.

 

 

La difusión de los sensores biométricos es interesante no sólo como medio de logueo para poder utilizar un dispositivo determinado sino también como forma de acceso a servicios, como ya lo hacen algunas apps del sector financiero, como bancos y billeteras electrónicas, independientemente de que sumen un segundo factor como el token. Y nuestra vida será (un poco) más fácil.

Tuits selectos

Primero fueron los lectores de huella debajo de la pantalla. Se viene ahora la cámara frontal escondida detrás de la pantalla https://twitter.com/oppo/status/1135393369113280512

En 2018, España aumentó en un 50% su inversión en contenido audiovisual. El 77% del total fue destinado a series, las reinas del momento. Allí, los prestadores de servicios audiovisuales deben aportar el 5% de sus ingresos a financiar obras audiovisuales https://revistasenal.com/contenidos/espana-aumento-su-inversion-en-obra-audiovisual-en-mas-de-un-50.html …

160 mil argentinos trabajan para plataformas digitales (Zolvers, Uber, Cabify, Glovo, Rappi, Mercado Libre, etc). Que sólo un 55% haga aportes previsionales indicaría que hay que adaptar el sistema a las nuevas modalidades laborales https://www.iproup.com/economia-digital/5055-banco-cuenta-fintech-Mas-de-160-000-argentinos-trabajan-en-plataformas-digitales …

Amazon estaría interesado en Boost, una marca prepaga de Sprint (que debería desinvertir si le aprueban la fusión con T-Mobile) para convertirla en un OMV. Incluso, podrían estar interesados en comprar espectro https://www.reuters.com/article/us-sprint-corp-m-a-t-mobile-amazon-com-e/exclusive-amazon-interested-in-buying-boost-from-t-mobile-sprint-sources-idUSKCN1T02OV …

Este gráfico animado de los 10 videos más vistos de Youtube entre 2006 y 2019 muestra claramente como la música se convirtió en un contenido dominante en video https://youtu.be/NihM746-Msw

Los anuncios de Apple antes era noticia por sus avances tecnológicos. Ahora lo son por sus exorbitantes precios. Simbólico https://www.infotechnology.com/online/Los-anuncios-de-Apple-que-nadie-se-banco-que-paso-20190604-0003.html …

Las inversiones necesarias para 5G podrían volver a ensanchar la brecha tecnológica entre América Latina y EE.UU/Europa/Asia en materia de móviles https://www.mobileworldlive.com/m360-latam19-news/telefonica-exec-admits-difficulty-justifying-5g-spend/ …

Samsung recorta su producción en China. La presión competitiva de marcas locales (Huawei, Xiaomi, Oppo y otras) más el renacer patriótico allí como consecuencia del conflicto con USA la llevarían a apuntar a lo que resignaría Huawei internacionalmente https://www.mobileworldlive.com/devices/news-devices/samsung-cuts-chinese-device-production-again/ …

IDC revisó sus números para el mercado mundial de smartphones y ahora más que duplicó la caída esperada, que pasó de 0,8% a 1,9%. El 2019 pinta duro https://www.silicon.es/parece-que-los-envios-de-smartphones-caeran-en-2019-mas-de-lo-que-se-creia-2397565 …

Los números del market share de la TV paga en Latam. Claro el de más abonados. AT&T (DirecTV) el de mayor facturación https://revistasenal.com/tv-paga/se-consolidan-los-gigantes-de-tv-de-paga-en-iberoamerica.html …

Quienes usan Google Trips deben preparase para despedirse de la app que sólo será un recuerdo a partir del 5 de agosto próximo. Salvo para las apps más populares (Gmail, YouTube, Maps), mejor mantenerse lejos de Google. Más tarde o más temprano cerrará https://arstechnica.com/gadgets/2019/06/this-weeks-dead-google-product-is-google-trips-may-it-rest-in-peace/ …

La fibra busca su lugar

En momentos en que las demandas por capacidad de las redes fijas crecen notablemente de la mano principalmente del mayor consumo de video así también como de más dispositivos conectados simultáneamente, silenciosamente crece la oferta de conectividad a través de la fibra óptica hasta el consumidor. De hecho, un 9% de los ISP ofrecen únicamente productos de fibra, valor que asciende al 18% cuando se consideran también los ISP que ofrecen adicionalmente productos con otras tecnologías. Esto surge del informe “Oferta de Internet fija en Argentina – 2019” realizado por Carrier y Asociados.

A diferencia del resto de las tecnologías (cablemódem, ADSL, inalámbricas y satelitales), los accesos de fibra óptica tienen una oferta pareja en localidades de distintos tamaños y ubicación geográfica. Esto es así porque no sólo están las redes de fibra de los grandes operadores (Movistar y Claro) en grandes centros urbanos, sino también que hay muchas pymes y Cooperativas que están cableando y ofreciendo el servicio en sus zonas de influencia.

En términos de mercado, la fibra óptica se convierte en la competencia directa de las redes de TV por cable que adoptaron la tecnología de cablemódem ya que ambas ofrecen capacidades similares. Es que la fibra es el paso posterior natural de la tecnología ADSL utilizada no sólo por las grandes telcos sino también por las cooperativas telefónicas. A esto se suma que es la tecnología obligada por aquellos que construyen redes fijas desde cero, como fue el caso en su momento de Iplan y lo es hoy con Claro, así también como cooperativas no telefónicas, como es el caso de las eléctricas. Ambas tecnologías ofrecen una capacidad media de 85 Mbps, muy por encima de las demás tecnologías.

 

La presencia y competencia entre redes de cable y de fibra se manifiesta en las velocidades promedio ofertadas por zona. Así, en la ciudad de Buenos Aires, donde hay una fuerte presencia de redes de cablemódem modernas (Fibertel y Telecentro) y donde crecen los despliegues de fibra (Iplan y Movistar), la velocidad promedio ofrecida es de 151 Mbps. El otro extremo es la región de Cuyo, donde el promedio es de 9 Mbps y la oferta es mayormente inalámbrica, ADSL y cablemódem, pero este último de muy baja capacidad. Por algo tanto Movistar como Claro se encuentra desplegando fibra óptica en la ciudad de Mendoza. Hay allí un mercado ávido de mayores prestaciones.

En términos de usuarios finales, la fibra óptica tiene unos 700.000 accesos en el país [ver “Avanza la fibra”] lo que equivale aproximadamente a un 8% del total de accesos a Internet del país.

El poder del software

El conflicto político-comercial entre China y los EE.UU. tiene sin dudas en el caso Huawei su punto más emblemático. No es para menos. Más allá del peso real que la empresa china tiene en el mundo de las telecomunicaciones, se trata del “campeón nacional”, la marca más reconocida mundialmente de aquél país. El impacto simbólico es insoslayable. Pero además, el desarrollo reciente de los acontecimientos pone en evidencia el rol clave que juega el software en el mundo actual.

Dejando de lado la prohibición que los operadores estadounidenses tienen de utilizar equipamiento de Huawei para sus redes de telecomunicaciones, el impedimento a que las empresas de aquél país provean de tecnología a la empresa china pone en evidencia lo relevante que es el software, no sólo por sistemas operativos y aplicaciones sino también por los servicios asociados. Alcanza con ver el impacto que tendría (de mantenerse) la negativa de Google a seguir proveyendo de su plataforma Android a Huawei, actualmente el productor nº2 del mundo en materia de smartphones.

Desde hace un tiempo se viene hablando de que Huawei está desarrollando un sistema operativo propio para celulares. Esto reflotó y cobró más fuerza en los últimos días, luego de que Google anunciara que no seguiría colaborando con Huawei como consecuencia del decreto presidencial que le impide hacerlo (más allá de la extensión de 90 días posterior a la norma). De hecho, esta semana desde Huawei anunciaron que el nuevo OS estaría listo para salir al ruedo durante junio para luego contradecirse y aclarar que no lo estaría sino hasta fin de año en China y en algún momento del 2020 internacionalmente. Sin dudas, al conflicto con los EE.UU. se le sumó una crisis de relaciones públicas y comunicación interna.

Es que lanzar un nuevo sistema operativo para móviles no es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana sin correr el riesgo de estrellarse en el intento. Muchos apostaron a que el nuevo OS sería un Android AOSP, la versión de fuente abierta del popular OS, tal como lo hace en aquellos smartphones que vende en China. Pero hay que tener presente que Google vende separadamente sus servicios y apps propietarias bajo lo que se denomina Google Mobile Services (GMS). Aquí entran Chrome, Search, y Play Store (la tienda de aplicaciones). Y si bien no cobra por ello, una de las exigencias es que el fabricante preinstale apps como Gmail y Maps [Nota: esta práctica es la que llevó a que los reguladores europeos estén siguiendo este tema de cerca].

El caso de Play Store es importante ya que además de las apps incluye otras facilidades para programadores. Sin éstas, desarrollar fuera de Play Store es más complicado, lo que atenta contra la disponibilidad de apps para cualquier sistema operativo que sea “Android compatible” pero no Android. Algo que vive en carne propia Amazon con su Fire OS (basado en Android), que no dispone ni por asomo de la cantidad y variedad de apps que tiene el Android de Google. Y si bien Huawei cuenta en China con su propia tienda de apps, esta no sería la más indicada para sus mercados internacionales.

El camino sería aún más cuesta arriba para Huawei si dentro de las prohibiciones se incluyese la propiedad intelectual. Entonces quizás ni siquiera podría usar la versión libre de Android. Una situación similar a la que se insinúa por el lado de los procesadores que fabrica con licencia de ARM y que incluye tecnología de origen estadounidense.

Por supuesto que de mantenerse o, peor, endurecerse las restricciones a Huawei no sólo ésta y China se verían perjudicadas. También los EE.UU. y sus empresas que podrían perder a su principal país fabricante así como también a grandes clientes. Es que en una economía globalizada no hay forma de que una decisión no repercuta en todo el sistema.

No obstante, si bien las fábricas pueden trasladarse geográficamente (no sin un alto costo, claramente) la propiedad intelectual y el software son decisivas. Y no porque no puedan eventualmente replicarse sino porque éstas generan ecosistemas basados en las economías de red, donde un jugador dominante sólo puede dejar de serlo por un cambio estructural más que por la aparición de un jugador alternativo. En otras palabras, es más fácil sustituir el hardware que el software. El hardware es un producto de una economía industrial o secundaria y el software lo es de una de servicios o terciaria. Y es en esta última donde EE.UU. todavía aventaja a China, aunque en una escalada de esta guerra comercial y política, una eventual “victoria” sería sin dudas pírrica.

Tuits selectos

Aceleración de la escalada

Esta semana el enfrentamiento entre los EE.UU. y Huawei llegó a nuevos niveles que permiten presagiar ciertas turbulencias en la industria tecnológica en los próximos tiempos. Por la vía de un decreto presidencial, no sólo se impide la utilización de equipamiento de Huawei en las redes de telecomunicaciones, con la vista puesta fundamentalmente en los próximos despliegues de 5G. Tambien Huawei fue puesto en una lista negra de empresas a las que las estadounidenses no podrán proveer de tecnología, sea de hardware o software.

Muchos ven estas acciones como parte exclusiva de la guerra comercial entre ambos países y de la lucha por la supremacía tecnológica, pero en su origen al menos, la cosa pasa por cuestiones políticas y de seguridad nacional. Al mismo tiempo, creen que esto se originó bajo la administración Trump (que sin dudas escaló), pero en realidad el primer antecedente data de 2012, época en la que Obama era el presidente de los EE.UU., cuando el comité de Seguridad Nacional del Congreso de aquél país desaconsejó el uso de equipos de redes de origen chino.

Esto se debe a que la sociedad y economía se basan crecientemente en el uso de las redes de telecomunicaciones, no sólo ya para comunicar personas, sino para interconectar organismos estatales y empresas, administrar infraestructuras y controlar procesos y acciones remotamente. En una sociedad hiperconectada, cualquier acción o sabotaje en las redes puede producir más impacto que una bomba. Es por esto por lo que los EE.UU. no quieren que para esa infraestructura tan básica como estratégica, su rival por la supremacía mundial sea también su proveedor, con el riesgo que sea utilizada como un caballo de Troya para afectar su funcionamiento. Sería como si durante los años más álgidos de la guerra fría, EE.UU. hubiera dependido de tecnología rusa para manejar sus redes de energía. Impensable. Lo mismo ocurre hoy con China y las redes de telecomunicaciones. No hace falta llegar a probar que esto sucede o podría técnicamente suceder. Alcanza con que el riesgo exista, aunque sea hipotéticamente.

Es cierto que bajo la administración Trump la cosa fue escalando y desde el año pasado, el campo de batalla se trasladó fuera de las fronteras de los Estados Unidos. El gobierno estadounidense comenzó a presionar a países aliados (originalmente aquellos que tienen bases militares estadounidenses) contra el uso de equipos de marcas chinas en sus redes de telecomunicaciones. Así, el Reino Unido, Alemania, Australia, Nueva Zelanda, India y Japón comenzaron a evaluar y en algunos casos restringir de una forma u otra la incorporación de equipamiento chino en sus redes. Hoy, las presiones llegan a otros países, como pudo comprobarlo una delegación de funcionarios argentinos, quienes recibieron también el mensaje de sumarse al boicot al uso de equipamiento de Huawei en las futuras redes 5G.

 

 

En esta lógica, la prohibición de que empresas tecnológicas exporten sus tecnologías a Huawei (uno de los tres grandes proveedores mundiales de equipamiento para redes de telecomunicaciones, junto con Ericsson y Nokia) resultaba un paso natural. Claro que, con la misma medida, se impactó de lleno en el negocio masivo de Huawei: principalmente los smartphones pero también las tablets y PC. Es que todos estos dispositivos utilizan tecnología estadounidense, sea en la plataformas de software (Android y Windows) como en el hardware (Qualcomm, Intel, Broadcom y varios otros). Y, más aún, a veces esta tecnología está presente indirectamente, por lo que empresas que no son estadounidenses en su origen también comenzaron a revisar su accionar luego de esta medida. Así, empresas como ARM, que si bien no diseña ni fabrica chips, provee bajo licencia tecnología vital para su funcionamiento, dejarían de proveerle licencias a Huawei, lo que impactaría a sus procesadores Kirin.

Es cierto que Huawei podría hacer funcionar sus equipos con Android AOSP, la versión de fuente abierta del popular OS, tal como lo hace en aquellos que venden en China. Pero que fuera de sus fronteras sus equipos no incluyan apps de Google sería una carencia importante. Y mucho más difícil sería tener éxito con su propio sistema operativo para smartphones, algo que ya quedó demostrado con los casos de Windows Phone y de Blackberry. Pero ciertamente más duro sería el impacto por el lado del hardware, específicamente por los procesadores, si se mantiene la decisión de ARM. Esto obligaría a Huawei a diseñar sus procesadores desde cero, lo que no sería imposible pero sin dudas llevaría unos años, lo suficiente como para que el daño a la marca sea irremontable. Situación que tendría un fuerte impacto no sólo en sus mercados internacionales (como sería el caso de Google) sino también en el doméstico. Paralelamente, se asestaría un duro golpe contra el campeón nacional chino, cuya marca es la más conocida de ese país a nivel mundial. Todo un símbolo.

Así, aunque inicialmente el impacto en smartphones, tablets y PC pueda verse como un daño colateral, es seguramente una fuerte carta de negociación en las disputas comerciales entre China y EE.UU., ya que el gobierno de Trump podría establecer excepciones a su prohibición. Por lo pronto, la prórroga de 90 días en la aplicación de la prohibición, además de dar tiempo a que los sistemas de producción y suministro no sufran un corte tan abrupto, también es dar margen para negociar.

Si estas tensiones continúan y las medidas se mantienen, el impacto se sentirá en Argentina. Por el lado de las redes, y más allá de si se cede o no a las presiones políticas de EE.UU., la prohibición de disponer de tecnología estadounidense por parte de Huawei retrasaría la provisión de equipamiento y podría obligar a las telcos a reconsiderar proveedores. Adicionalmente, en materia de redes cambiar de proveedor no es tan fácil, porque muchas actualizaciones, incluyendo la primera etapa en 5G, se montan sobre el equipamiento existente del mismo proveedor. Esta es la razón por la cual en general los operadores no suelen estar de acuerdo con la prohibición de usar equipos Huawei, especialmente en países como los europeos donde el fabricante chino tiene una presencia relevante (cosa que no sucede en los EE.UU.). Por el lado de los usuarios finales, Huawei nunca pudo replicar en Argentina el éxito que tuvo a nivel mundial. Durante 2018 sus ventas representaron apenas el 3% del mercado de smartphones y su base instalada alcanza al 5%, datos que surgen del del informe “Mercado celular argentino 2019” elaborado por Carrier y Asociados. Queda en claro que el impacto local sería más relevante en materia de redes que de terminales.

Resta ver si el conflicto seguirá escalando, con un contraofensiva de los chinos hacia los productos estadounidenses cuyas consecuencias, si bien todavía inmensurables, serían significativas. O si habrá negociación y pipa de la paz. Pero más allá de si el tema sigue escalando o si, por el contrario, se retrotraen ciertas medidas, lo que este conflicto reafirma es la conformación de un nuevo mundo bipolar, donde frente a los EE.UU. ya no está la URSS sino China.

Avanza la fibra

Impulsados por los servicios convergentes así como por una mayor demanda de capacidad (especialmente donde las tecnologías alternativas son inalámbricas o de ADSL y que por lo tanto no están a la altura de las demandas actuales), los accesos de fibra óptica siguen creciendo en Argentina.

Al cierre del primer trimestre de este año, había alrededor de 700.000 accesos de fibra óptica hasta el hogar. Esto equivale al 8% del total de accesos a Internet, que se ubican en los 8,4 M (según el Enacom).

Las cifras oficiales, provistas por Enacom, no reflejan con exactitud esta situación. Para diciembre de 2018, declara 388 mil accesos de fibra óptica, mientras que únicamente Telefónica declara 392 mil accesos FTTH en sus balances. Y a esto hay que sumarle los de Claro, Iplan y muchas pymes y cooperativas de telecomunicaciones que vienen desplegando fibra hasta los domicilios de sus clientes al hogar desde hace unos años.

Con una economía aún en recesión y el mayor costo de la tecnología por impacto de la devaluación, probablemente este año se produzca una desaceleración en el crecimiento, que igualmente será importante dentro el contexto general, pasando de alrededor de 80% en 2018 a un 35% en el 2019.

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