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Avance OTT

Definitivamente, los servicios de video OTT (para ser más precisos, SVOD o Subscription Video On Demand) son cada vez más populares en Argentina, consumidos actualmente por 3 de cada 4 usuarios de Internet. Esto surge del informe “Internet y Consumo Audiovisual – 2018” realizado por Carrier y Asociados. Conviene aclarar que no hay que confundir utilización con suscripción. No sólo porque una suscripción puede tener múltiples usuarios, sino también porque se dan situaciones donde una misma cuenta es compartida entre dos o más usuarios.
De esta forma, los OTT de video siguen su camino ascendente, siendo consumidos por el 73% de los usuarios frente a un 66% del año pasado y un 55% del año anterior. Esto se da con más fuerza en los segmentos jóvenes (centennials y millennials) y en el AMBA.

Por otra parte, y en contra de quienes lo ven hoy como un competidor de la TV paga, los OTT de video tienen mayor penetración entre quienes son abonados a este servicio. Sigue siendo más un complemento que un sustituto, al menos por el momento. Entre quienes consumen video OTT, 4 de cada 5 lo hace habitualmente.
Los factores clave detrás del éxito de los OTT de video mencionadas por sus usuarios habituales son la posibilidad de consumir bajo demanda (73%) y de ver temporadas completas (71%). Esto último marca el peso que las series adquirieron en el menú audiovisual como consecuencia de poder ser consumidas al ritmo del espectador y no al criterio del programador.
En cuanto a los servicios de video OTT, Netflix se mantiene como el claro dominador, seguido de lejos por Fox Play, HBO GO y Cablevisión Flow. Con tanta oferta existente, en varios casos se da el uso de múltiples servicios.
Por su parte, los servicios OTT de los operadores de TV paga (Flow, DirecTV Play, Telecentro Play, etc.) se ubican debajo de los tres grandes (Netflix, Fox Play y HBO Go), pero por encima del resto de los OTT, incluyendo aquellos de los operadores de telecomunicaciones (como Claro Video, Arnet Play u On Video), demostrando que hace falta más que ofrecer una plataforma de video OTT para que esta sea exitosa.

Por ahora, complemento

Sin ningún lugar a dudas, el negocio de los OTT fue impulsado fuertemente por Netflix, tanto a nivel mundial como local. En Argentina, ya más de un millón de hogares es usuario de estos servicios que por el momento complementan las opciones de TV paga en vez de sustituirlas. Esto surge del informe “Usuario online 2015” publicado por Carrier y Asociados.
El 22% de los hogares argentinos con banda ancha cuentan también con los servicios de un OTT de video. Esto no implica que todos ellos sean abonados, ya que servicios como Netflix permiten tener múltiples usuarios. Esta multiplicidad de cuentas es en principio pensada para que cada integrante del hogar tenga su experiencia personalizada. Sin embargo es muy habitual que éstas estén distribuidas en distintos hogares (de familiares o amigos del abonado original).
Netflix es claramente el dominador en este segmento, utilizado en más del 80% de los hogares que acceden a servicios OTT. Mucho más atrás se ubica On Video (Telefónica) y luego Arnet Play (Telecom).
Por otra parte, los servicios OTT tienen mayor penetración en los segmentos socioeconómicos medios y altos. Más allá de la lógica del poder adquisitivo, juegan aquí otros factores, como contenidos que todavía son muy internacionales (con un fuerte contenido estadounidense), la necesidad en el caso de Netflix de tener una tarjeta de crédito y, también, la disponibilidad de un acceso de banda ancha con capacidad para arriba. Más contenidos locales y el pago del servicio en la cuenta telefónica hacen quizás que tanto Arnet Play como On Video tenga mayor participación proporcional en segmentos bajos.
Ante la pregunta de si los OTT son un sustituto de la TV paga, por el momento la respuesta es que no. Por el contrario, la penetración de los OTT de video es mayor cuanto más sofisticado es el abono de TV paga.

Mientras que en los hogares sin TV paga la penetración de los servicios de video OTT son similares a la media de los hogares con banda ancha, la misma se hace creciente cuanto más sofisticado es el servicio de TV paga contratado. El máximo de 44% en hogares con servicios HD (que pueden incluir video bajo demanda y grabador digital) demuestra que al menos en esta primera etapa de desarrollo los OTT atraen más a los consumidores intensivos de contenido audiovisual. Por otra parte, este consumo de distintos servicios evidencia también que no hay uno que tenga todas las características deseadas. Entonces, hay que combinar.

Convivencia armoniosa

Con un fuerte impulso gracias a la popularidad de Netflix, los servicios OTT siguen avanzando en los hogares argentinos, habiéndose duplicado su penetración en el último año. De esta forma, ya más de un millón de hogares accede a contenidos de servicios comerciales de video por Internet. Esto surge del informe “Usuario online 2015” recientemente publicado por Carrier y Asociados.
Por OTT se consideran a los sistemas de videos a la carta pagos como Netflix, On Video, Arnet Play, HBO Go, Fox Play y tantos otros. Estos servicios pueden ser pagados específicamente (caso Netflix) o ser una versión online de abonos tradicionales de TV paga (caso HBO Go). Conviene aclarar, no obstante, que no necesariamente cada uno de los hogares contabilizados esté pagando por el servicio. La modalidad multiusuario de estos servicios hace que no haya una correlación 1 a 1 entre hogares usuarios y abonados.
En este negocio, Netflix prevalece claramente sobre las demás alternativas, estando presente en 4 de cada 5 hogares que consumen contenidos OTT.
En cuanto a la forma de reproducir los contenidos, la PC sigue prevaleciendo, especialmente en el formato portátil (62%) que permite acceder a los contenidos desde una mayor variedad de situaciones (de viaje, en la cama, en movimiento, etc.).

Sin embargo, el consumo a través de la TV conectada es importante, llegando al 56% de los casos, empatando con la PC de escritorio. Este consumo puede ser directo en el caso de Smart TV o indirecto, cuando la tele está conectada a una PC, consola o reproductor de medios, tipo Apple Play, Chromecast u otros. Luego se ubica el celular, con un interesante 26%, seguido por la tablet, que aunque menos masiva, llega al 20%.
Resulta destacable observar que los servicios OTT no compiten, por ahora, con el servicio de TV paga, ya que la penetración de los mismos es similar en hogares que contratan o no cable o satélite. Es más, la presencia de los servicios OTT es mayor en hogares con servicios de TV paga Premium, como los digitales o el HD. Así, los OTT son más complemento que sustituto de la TV paga. Al menos por ahora.

Convivencia pacífica (por ahora)

Decir que en Argentina la penetración de TV paga (por cable o satélite) es altísima, no es ninguna novedad. Por eso no sorprende que el 88% de los usuarios de Internet cuenten con este servicio en sus hogares. De éstos, aproximadamente 1/3 contratan algún servicio adicional al básico (digital, HD, On demand), relación que crece en la medida en que lo hace el nivel socioeconómico (NSE). Pero está claro que Internet es cada vez más una variante a la hora de acceder a determinados contenidos (como películas y series) y la gran pregunta es si sustituye o complementa.
El streaming (ver el contenido mientras se va descargando, caso Cuevana) es la forma más popular de consumir video a través de Internet. Se trata de una alternativa atractiva porque es gratuita (aunque su legalidad sea cuestionada), si bien su calidad presenta irregularidades. No obstante, es una práctica realizada por el 30% de los usuarios, valor que se mantiene en niveles similares a los de un año atrás. Pero de éstos, 1 de cada 3 lo hace en forma cotidiana. Así, el streaming se está convirtiendo para muchos en un equivalente a ver TV. Los segmentos más activos son los niveles socioeconómicos bajos así como la generación de nativos. Esto surge del informe “Usuario online – 2013” recientemente publicado por Carrier y Asociados.
Por otra parte, alternativas tipo OTT, como Netflix, Arnet Play u On Video, están ganando terreno. Se basan en modelos pagos, y si bien el contenido es transportado por Internet, no suelen presentar mayores problemas de calidad en la medida en que se utilicen sobre una conexión que cumpla con los requerimientos básicos. Un 9% de los usuarios consume video bajo este formato, lo que equivale a unos 500 mil hogares. Sin dudas, Netflix es el servicio más popular, siendo utilizado por 2/3 de los que consumen servicios de video sobre Internet. Por ahora, no impacta en la contratación de TV paga, ya que la penetración de estos servicios es similar entre aquellos que cuentan con el servicio y aquellos que no.

Conviene aclarar que en el caso de Netflix, no necesariamente todos sus usuarios son abonados. Más allá del mes gratuito de prueba que ofrece el servicio, no son pocos los casos de usuarios compartidos. Esto sucede porque una misma cuenta puede acceder al servicio desde distintos dispositivos. Independientemente de esto, y considerando cómo están mutando los hábitos, especialmente en las generaciones más jóvenes que hoy ingresan en la vida adulta y toman sus propias decisiones de consumo, el escenario de la TV paga se presenta cambiante, con una clara tendencia a disociar contenidos de red de transporte. Algo que nuestra ley de medios trató como un todo. Su punto más criticable desde una perspectiva tecnológica.

Lo que se va y lo que viene

Termina un año donde se acentuaron notablemente cambios que ya se vislumbraban, en algunos casos demostrando una capacidad de aceleración notable.
Sin ningún lugar a dudas, uno de éstos fue la internetización de la TV. La transmisión de contenidos de TV a través de Internet arrancó en el 2011 y prendió como una epidemia. Primero fue la aparición, casi tímida, de On Video, el servicio de Telefónica. Luego fue el desembarco de Netflix, con más expectativa que realidad, pero que no obstante hizo mucho ruido. Más tarde, Telecom y Claro completaron la oferta por el lado de los grandes operadores de telecomunicaciones. En paralelo iba creciendo notablemente Cuevana, una oferta cuestionada desde el punto de vista legal pero de gran aceptación desde una perspectiva práctica que amenaza con seguir dando que hablar en el 2012. También en 2011 se lanzaron diversos modelos de televisores (denominados SmarTV) que incorporan la capacidad para acceder a contenidos vía Internet. Como para que no haya dudas de cuál será la tendencia en esta materia.
Este escenario se da mientras la industria del cable lucha para adaptarse a esta realidad tanto desde el punto de vista comercial como regulatorio. Más allá de que hicieron planteos en contra de esta modalidad de distribución de contenidos, no hubo ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades competentes. Y el que calla, otorga. Así los principales operadores, como Cablevisión, Supercanal, Telecentro y DirecTV, entre otros, atraviesan en un proceso de reconversión que, más lento o más rápido, sin dudas será inevitable: ampliarse de ser de proveedores de contenidos sobre una red propia y cerrada a tener un rol, cada vez más relevante, como redes de distribución y transporte de contenidos de terceros sobre los cuales no tendrán control alguno. Un cambio profundo que impacta en las raíces del negocio.
No por nada fue Cablevisión quien lanzó la primera oferta de megavelocidad de acceso a Internet para el hogar con su producto de 30 Mb. Esto tiene que ver no tanto con la mayor necesidad de ancho de banda que requiere la transmisión de video por Internet sino más bien con la proliferación de dispositivos que se acceden simultáneamente a una misma conexión: computadoras personales, consolas de videojuegos, SmarTV, radios, smartphones, tabletas, cámaras fotográficas, en un listado de dispositivos conectables que no para de crecer. Y todos juntos al mismo tiempo requieren de mayores conexiones. Así, en el 2012 veremos como también las telefónicas se ponen a tiro lanzando productos, que basados en tecnología DSL, ofrecerán mayores capacidades que las actuales. No obstante, la llegada de la fibra óptica al hogar no tendrá lugar en lo inmediato.
Por el lado de los dispositivos, el 2012 será seguramente el año en que las tabletas muestren para que están: si son un dispositivo adicional para quien no sólo ya está informatizado sino que también tiene un smartphone (como ocurre mayormente en la actualidad), o si efectivamente puede ser el único o al menos el principal dispositivo de acceso para un público más seducido por consumir contenidos que producirlos y que hace un uso más ligero de servicios como la mensajería o la socialización. Dos escenarios con un potencial de mercado claramente distinto.
Pero el 2012 no será un año fácil. Desde el punto de vista macroeconómico, los cambios ya se vislumbran: un contexto internacional complicado que ya repercute localmente aunque sin quedar del todo claro hasta dónde llegará el impacto. Algunas cosas ya pueden adivinarse fácilmente, como un mayor gasto de la población en servicios públicos, lo que puede restar de fondos a otros consumos. Otra puede ser una suba de las tasas de interés, que atentaría contra el acceso a la financiación que abundó en los últimos años y que tan útil fue para el consumo tecnológico. Por otra parte, Argentina se ha convertido en un país muy caro medido en dólares, lo que a su vez ayudó a abaratar la tecnología en relación a otros precios de la economía. Habrá que ver si el año próximo no se produce un reacomodamiento en el valor de nuestra moneda, lo podría lograr que la tecnología se encarezca.
En un contexto menos favorable, será interesante observar el accionar del Estado, quien se mostró muy activo en el 2011. A los ya mencionados programas de informatización de la educación se sumaron incursiones tanto en la infraestructura (con la construcción del backbone de fibra óptica) como en una oferta alternativa de contenidos televisivos vía TDT. Con recursos más escasos, habrá que ver cuál será el impacto en la velocidad de ejecución de estas iniciativas.
Será este contexto el que marque la evolución del consumo tanto de servicios (celular, Internet, TV paga) como de productos (smartphones/sociales, computadoras y otros dispositivos). Así, cualquier proyección tiene un margen de error no desdeñable. En definitiva, no hay que ser catastrófico, pero sí tener presente que el año que está por comenzar puede ser más exigente con nuestros bolsillos y, consecuentemente, con nuestra creatividad. Pero tampoco hay que desesperar. Hemos pasado por cosas mucho peores (y aquí estamos para contarlo).

Hacia la nueva TV

Esta semana se efectuaron dos anuncios que marcan la evolución en el consumo de los contenidos en video y que evidencian que éstos están tomando una dirección independiente del espíritu de nuestra Ley de Medios, creada pensando en el siglo XX y no el XXI, tan influido por el desarrollo de Internet.
Por un lado, LG presentó su línea de TV con Cinema 3D. Se trata de una evolución en la tecnología 3D para televisores que ya no requiere de sofisticados anteojos que funcionan a baterías, que muestran ciertas limitaciones en cuanto al ángulo de visión y que exigen pausas para evitar mareos y/o dolores de cabeza. Esta nueva tecnología sigue requiriendo de lentes especiales, pero estos son más simples y baratos ($ 60 el pack de 2), e incluso pueden utilizarse sobre anteojos normales de corrección que utilice el espectador.
Más allá del atractivo tecnológico de las 3D, uno de los grandes problemas es el acceso a contenidos preparados para tal fin. No sólo hay que tener un reproductor de Blu-ray, sino también disponer de títulos bajo esta tecnología. Aquí es donde entra en juego la conectividad, utilizando las capacidades de conexión a Internet de los televisores (hoy denominados SmarTV, en línea con la lógica de los Smartphones). El electrónico será el canal clave para acceder a los contenidos en 3D ante las dificultadas asociadas a la distribución física de los mismos. Y para esto, los fabricantes de las TV realizan los acuerdos con los productores de contenidos directamente, en una desintermediación que deja afuera a las redes de distribución (cableros, telefónicas e ISP). Un modelo conocido en la industria como OTT (por Over The Top content), la entrega online de video y audio sin que el prestador de conexión a Internet intervenga en el control o distribución de los contenidos.
Otro que se sumó a la tendencia de la distribución de contenidos de video por Internet fue Telecom, con el lanzamiento de su producto Arnet Play. Se trata de un producto similar al On Video de Telefónica, donde un repositorio de películas, series, espectáculos y otros contenidos son accedidos desde la TV y/o PC a través de la conexión de banda ancha. Siendo que no son creadores de contenido, su objetivo manifiesto es reducir el churn (cantidad de clientes que abandonan el servicio) y aumentar la demanda de mayor ancho de banda en sus conexiones ADSL. Hay un tercer objetivo, que es lograr captar clientes de otros ISP, para lo cual planean para el año próximo que el servicio funcione sobre las conexiones de otros ISP más allá de la propia Arnet.
Seguramente este servicio será cuestionado por los operadores de TV por cable, tal como pasa hoy con On Video y Netflix, ya que lo encuadran dentro de lo que es video bajo demanda, categoría contemplada por la Ley de Medios a la cual debería adaptarse. Las telcos, por su parte, lo presentan como streaming de video, considerándolo entonces como un servicio de valor agregado. Esto seguramente abrirá una discusión entre abogados que pondrá en evidencia las falencias de la ley en su espíritu, su letra, su reglamentación, su interpretación y, finalmente, su implementación. Son los problemas que surgen por no haber dado un trato diferenciado a la producción de contenidos de su distribución. Por ahora, la tecnología se ocupa de ello. Si está bien o mal es otra cosa.
Más allá de lo que suceda en la discusión entre abogados, lo cierto es que la TV está mutando su formato. Como resultado de la digitalización, los contenidos pueden viajar por cualquier red, no ya únicamente aquellas concebidas específicamente para el transporte de video, como eran las redes de cable original. Así, a éstas le surgen en la práctica nuevos competidores provenientes de otras industrias, como es el caso de las empresas de telecomunicaciones o los mismos generadores de contenidos que, vía Internet, pueden llegar directamente al consumidor. Si bien por obvias razones económicas los cableros intentarán maximizar los ingresos por su negocio tradicional, también son conscientes de que, tarde o temprano, este escenario se extenderá inevitablemente. De allí las cuantiosas inversiones que están haciendo para transformar sus redes de TV por cable en verdaderas redes multiservicio de gran ancho de banda. Pero mientras dura la transición, la pelea será dura.

Lo sirvieron crudo

Mucho antes de lo que originalmente había trascendido (se hablaba de unos 12 meses), esta semana Netflix hizo su lanzamiento oficial en Argentina así como en otros países de la región. Y si bien la expectativa era mucha, las primeras impresiones recogidas tienen más sabor a decepción que a entusiasmo. Da la sensación de que hubo cierto apuro en lanzar el servicio, ya que parece más una versión de prueba que un producto terminado.
Llama la atención a primera vista lo reducido de la oferta de títulos. Realmente, es una fracción (menor) de lo que tiene cualquiera de los videoclubs que hoy subsisten. Revisar el catálogo es cosa de unos pocos minutos, en los cuales se descubre que algunos títulos están en varias categorías, con lo que son menos de lo que parece a primera vista. Claro que esto puede deberse a que algo funciona mal en el sitio: por el buscador se encuentran títulos que no aparecen cuando se ojea el catálogo. Así, resulta entonces una incógnita saber cuánto hay disponible realmente. Pero lo que hay a simple vista, es poco.
Por otra parte, hay material que ya entró en la categoría “repetición hasta el cansancio” en el cable. Y por el momento no habrá estrenos o material más reciente, ni siquiera pagando un adicional al abono básico.
En cuanto a la localización, muchos de los contenidos aún no tienen subtítulos en español, sino que están doblados, algo que en Argentina no es tan común como en otros países. Desde Netflix afirman que esta falta de subtítulos se irá subsanando en los próximos meses, pero no deja de ser un punto en su contra al momento de su lanzamiento.
A la hora de pagar, por ahora sólo ofrece la alternativa de tarjeta de crédito. Esto no debería ser un gran impedimento en función de la penetración de los plásticos, pero sí lo es en relación al temor, todavía vigente, a ingresar los datos por Internet. Otras opciones, como el uso de redes de pago, debería contemplarse.
El lanzamiento hace recordar a aquellos de los años del boom de las puntocom, donde los sitios eran presentados a medio terminar. Pero el riesgo de salir al mercado en estas condiciones (y peor aún cuando se trata de una marca medianamente reconocida) es la decepción que genera, lo cual puede convertirse en un boomerang: se crea expectativa, la realidad desilusiona y más tarde hay menos ganas de volver, ya que la imagen de la decepción es la que subsiste.
Por supuesto, nada de esto es irremontable, y seguramente se irá puliendo con el correr de los meses. Pero no tiene sentido arrancar el partido perdiendo, y con un gol en contra totalmente evitable.
Por lo pronto, sus competidores locales directos e indirectos pueden respirar con tranquilidad. A Netflix todavía le falta un golpe de horno. El riesgo es que para cuando esté listo, los comensales ya se hayan acostumbrado a satisfacer su apetito por otro lado. Vale la pena recordar que localmente compite, además de los paquetes bajo demanda de los operadores de TV paga, con otras propuestas basadas en Internet como On Video (Telefónica), MovieCityPlay, Mubi (sólo para cine de autor), así como Cuevana, una alternativa que muchos ven como “floja de papeles” pero que funciona muy bien y es gratuita, por lo que es altamente popular. Quizás el rival más difícil a vencer.

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