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Los OTT vienen marchando

La tendencia a acceder a contenidos audiovisuales a través de Internet crece fuerte. La mitad de los usuarios consume algún servicio de video de OTT. Puede ser pago, como Netflix o Qubit, gratuito, caso Odeón, o integrar un combo de productos. Estos últimos pueden ser con un abono de TV paga, tales como Fox Play o HBO Go, así como empaquetados por un ISP, como Arnet Play, Claro Video u Onvideo. Esto surge del informe “Usuario online 2016”, publicado por Carrier y Asociados.
La tendencia al uso de OTT de video es más fuerte en el segmento ABC1, donde llega a casi 2 de cada 3 usuarios. Asimismo, los hogares donde habitan menores tienen una penetración más alta de estos servicios. No obstante, su presencia convive de momento armoniosamente con los abonos de TV paga, mostrando entonces una complementariedad de contenidos y formas de acceso.
En cuanto a los motivos para utilizar OTT de video, la primera mención es relativa al formato de consumo y tiene que ver con la posibilidad de ver temporadas completas de series, algo que se hace mucho más dificultoso con la TV lineal, que sólo cuenta con la posibilidad de maratones. Siendo el consumo a demanda es inherente a Internet, no sorprende que las menciones suban sustancialmente en los hogares jóvenes. Claramente, el formato tradicional lineal tiende a circunscribirse al vivo, principalmente deportes o actualidad. En 2° lugar entre los motivos para inclinarse por un OTT aparece la selección de contenidos ofrecida. Más atrás emerge el factor económico, el cual lógicamente tiene mayor incidencia en los segmentos socioeconómicos bajos. Por otra parte, si bien el hecho de no tener TV paga es un motivo escasamente mencionado, crece mucho en los hogares jóvenes (aquellos donde sus integrantes son solo millennials), donde triplica a la media general.

Netflix es el claro dominador de este negocio, presente en el 72% de los hogares que consumen servicios OTT. Esto permite proyectar unos 2 M de hogares que acceden a este servicio, aunque sólo alrededor de 850 mil de éstos son abonados. Esta diferencia se debe a la tendencia a compartir usuarios de un mismo abono con familiares y/o amigos. De esta forma, puede considerarse que Netflix equivale a ser el 3° proveedor de TV paga del país, detrás de Cablevisión y DirecTV.
Los cambios de hábitos en el consumo de contenido audiovisual de la mano de Internet prometen fuertes cambios en el negocio de la TV en el mediano plazo, con un impacto creciente de la mano de los millennials. Se trata del segmento que hoy es más propenso a no tener TV paga ni teléfono fijo, sino simplemente una conexión de banda ancha fija y un smartphone. Adicionalmente, esto se da en un momento de alta inflación y de reacomodamiento de precios relativos, con fuertes alzas en las tarifas y precios de algunos bienes que disminuyen el ingreso disponible para servicios que en alguna medida son sustituibles. Un escenario que podría favorecer la aceleración de este proceso de migración desde plataformas de TV tradicionales hacia otras basadas en Internet, pasando de la complementariedad a la sustitución.

Cord cutters autóctonos

En los EE.UU. se denominan cord cutters (corta cable) a aquellos que habiendo sido abonados de TV por cable (también satelital), cancelan este servicio para pasar a consumir contenidos en video provenientes de Internet. Pero más relevante que esto es saber cuántos hogares no contratan un servicio de TV paga pero sí tienen accesos de banda ancha, los cuales utilizan como fuente para este tipo de contenidos, hayan o no contratado previamente algún servicio de TV paga. Visto así, en Argentina ya hay unos 650 mil hogares que ven contenidos de TV por Internet sin contar con un abono de TV paga. Esto surge del informe “Usuario online 2014”, recientemente realizado por Carrier y Asociados.
Considerando las alternativas existentes a la TV paga y sumando los cambios en los hábitos en el consumo de contenidos en video introducidos por Internet, se trata de un fenómeno que no debería sorprender. Los “cord cutters” (por llamarlos de alguna manera) pueden complementar la TV abierta y gratuita (sea analógica o digital) con varias alternativas. Una es mirar a través de los sitios de los propios canales de TV en la web, como es el caso de los canales de aire así como de algunos de cable, especialmente los de noticias (caso TN). También está la posibilidad de hacer streaming, tanto de alternativas legales, como es el caso de YouTube o DeporTV) u otras más discutidas (estilo Cuevana). A esto se suman las descargas, sean directas o vía torrents. Y por supuesto, más recientemente se le agregaron alternativas OTT, tanto pagas, como son Netflix, Onvideo o Arnet Play, como gratuitas, caso Crackle.

Al tratarse de nuevos hábitos en la forma de consumir video, no sorprende que esta tendencia crezca en la medida en que más joven es el hogar.
La tendencia a prescindir del servicio es un claro llamado de atención a los proveedores de servicios de TV paga. Para los operadores de cable, significa el comienzo de un cambio en su negocio, donde gravitará más su red como infraestructura de banda ancha. Esto puede implicar una potencial pérdida de ingresos (no necesariamente) pero no de clientes. Distinto es el caso para DirecTV, que al no tener una red apta para dar servicios de banda ancha (salvo puntualmente en Mendoza donde tiene una red inalámbrica) sí corre el riesgo de perder clientes. “It´s a brave new world”.

A la cama y sin TV

El atraso de la normativa argentina en materia de telecomunicaciones y su impacto sobre otros ámbitos, como el de los medios, dio esta semana una nueva señal de vida ante la resolución de la Corte Suprema respecto de una medida cautelar presentada por ATVC, Cablevisión, Multicanal y Telecentro en contra de que los operadores de telecomunicaciones pudieran ofrecer servicios de video bajo demanda. Básicamente se ratifica, tal cual lo marca la normativa vigente, que los operadores de telecomunicaciones no pueden dar servicios de radiodifusión o broadcasting, para usar un término técnicamente más preciso.
No obstante, en una instancia anterior, el fallo de la Cámara establece tres puntos que hacen al cruce de las redes y los contenidos, extendiéndose más allá del planteo inicial: la prohibición a las telcos de dar servicios de TV bajo un modelo de radiodifusión, el impedimento también de dar servicios de video bajo demanda (caso Arnet Play u Onvideo) así como la abstención por parte de las telcos a dar servicios bajo un modelo de oferta combinada con proveedores de TV (como hacen Telecom y Telefónica con DirecTV).
Si bien a veces los conceptos se confunden, hay diferencias técnicas claras entre un servicio de radiodifusión o broadcasting y otro bajo demanda. La radiodifusión es una comunicación punto-multipunto (o sea, un emisor y múltiples receptores), unidireccional (del emisor a los receptores pero no a la inversa) y donde el contenido es lineal y sin posibilidad de intervención del receptor. En el video bajo demanda las condiciones son distintas: la comunicación es punto a punto, bidireccional y el receptor puede mínimamente decidir qué ve, en qué momento y cómo (pausar, detener, retroceder, avanzar, repetir). Queda claro que mínimamente hay grises en las interpretaciones de los conceptos.
Bajo estas definiciones, el tema de dar servicios de radiodifusión está bastante claro, y de hecho ninguna de las telcos lo hace. No obstante, siguiendo la lógica, cabría preguntarse igualmente si debería impedirse ver a través de estas redes los broadcasting por Internet que hacen las señales de TV, tanto locales como internacionales. O hasta un webcast.
Por el lado de los servicios de video bajo demanda, por lo antes expuesto pareciera haber una diferencia importante como para considerarlo de radiodifusión. No obstante, darle al video bajo demanda el status de radiodifusión implicaría que servicios como Netflix, YouTube o hasta Facebook (los más populares aunque hay muchos otros) no pudieran accederse por redes de empresas de telecomunicaciones, ya que estas no tienen licencia para distribuir contenidos de radiodifusión (lo que incluye al bajo demanda). Aquí también entrarían los servicios tipo OTT de ciertos canales, como el caso de ESPN Play o HBO Go o las alternativas de catch up de los canales de televisión abiertos, entre otros. Se ve así que esta interpretación no se sostiene.
En cuanto a la oferta combinada de telecomunicaciones y TV, parece más un acuerdo comercial que una violación a la normativa vigente. Los servicios se prestan a través de redes independientes (voz e Internet por la red telefónica y TV por la red satelital), de empresas independientes, que facturan cada una por separado. No obstante, la justicia lo entiende de otra forma y eso en definitiva es lo que cuenta. De hecho, Telecom respondió anunciando la suspensión temporaria de la oferta. Desensilló hasta que aclare, aunque sus clientes siguen gozando de ambos servicios, administrados en paralelo y no unificadamente.
No obstante, son atendibles los reclamos de los operadores de cable quienes luego de la sanción de ley de Medios, quedaron en una posición poco privilegiada, con límites tanto a su cobertura como a su penetración de mercado que no se aplican a las telcos. Resulta curioso que mientras a unos se les exigen inversiones, a los otros los fuerzan a desinvertir. También hay trabas para regulatorias, como la no asignación de numeración para telefonía en el caso de Cablevisión, que tiene licencia y tecnología para dar este servicio, pero no números para entregar a sus clientes. En este caso, un trato discriminatorio frente a competidores directos, como es el caso de Telecentro, quien sí ofrece servicios del tipo triple play. Es sin dudas una factura del gobierno, con quien el grupo arrastra ya un largo enfrentamiento. Arbitrariedad al palo.
Más allá de la mezcla de conceptos que hace la justicia en su fallo, dentro de sus limitaciones, está diciendo “estas son las normas. No las hago yo. Si no les gustan, cámbienlas”. En definitiva, este tipo de hechos se seguirán produciendo (y quizás con más asiduidad), en la medida en que nuestro marco normativo siga desconociendo la evolución tecnológica de los últimos 20 años. Cosa que sucede aún con la Ley de Medios, que no llega a los 5 años de vida pero que nació mirando a las redes del siglo XX y no las del XXI. Quizás un buen primer paso sea separar regulatoriamente a los contenidos de la red de transporte, que demandan enfoques claramente diferenciados. [Ver más en “Errores persistentes”] Considerando la relevancia estratégica de las infraestructuras de telecomunicaciones en las sociedades y economías modernas, resulta imperioso comenzar a debatir cómo actualizar la normativa para que potencie el desarrollo de redes en vez de cercenarlas. Lamentablemente, se trata de un tema que no figura ni en la agenda del gobierno ni en la de la oposición. Una omisión más que preocupante considerando que el año próximo habrá elecciones presidenciales. Se trata de un debate importante que hay que dar, ya que no se alcanza con declarar que todas las redes son iguales (en capacidades y regulación) sino que, y más importante aún a largo plazo, habría que establecer cronogramas o planes de metas para que las asimetrías entre redes y empresas no terminen aniquilando la competencia de infraestructuras en lugar de fomentarla.
El camino por recorrer es largo. Preocupa que aún no se haya dado el primer paso.

Aluvión de VoD

Si las cosas siguen a este ritmo, los servicios de video bajo demanda (VoD) se convertirán en una suerte de parripollo. Primero fue Telefónica con On Video. Luego desembarcó Netflix. Siguió Telecom con Arnet Play. Y esta semana se sumó Claro con Ideas Entretenimiento. Esto, sin olvidarnos del tan popular como controversial Cuevana. Dejando al último de lado por razones obvias, todos estos servicios tienen en común ofrecer un catálogo básico de películas, series y eventos, con alguna opción Premium, sea de pay-per-view como de catálogo extendido. Pero aquí terminan las similitudes.
On Video es un servicio exclusivo para clientes de Speedy. Arnet Play lo será inicialmente, aunque ya anunciaron que a partir del año próximo también estará disponible para clientes de otros ISP. En ambos casos, el servicio incluye un set top box que conecta el televisor a Internet, amén de permitir también el acceso desde una computadora. Los casos de Claro y Netflix son independientes de la red desde el vamos, aunque por razones distintas. Netflix no es un operador de telecomunicaciones, por lo que no tiene red de distribución propia. Si bien el servicio no incluye set top box, existen diversos dispositivos de terceros que pueden realizar esa función, como consolas de video juegos o algunas Smart TV. Por su parte, Claro sí es operador, pero la capilaridad de su red fija no le permite una escala adecuada para ofrecer un servicio de estas características a su base de clientes. Aquí entra a jugar su reciente lanzamiento de 4G así como lo hará en el futuro de poder avanzar hacia LTE. De alguna forma, sería un incentivo para contratar ancho de banda y no debería sorprender que más adelante haya paquetes combinados de módem 4G (probablemente con LTE más que con HSPA+) con servicio de VoD. Por el momento, el servicio le permitiría contar con una base de clientes a los cuales realizarle otras ofertas de servicios de telecomunicaciones en la medida en que estén disponibles.
Si bien los operadores de TV paga tradicionales (cable y satélite) cuestionan la legalidad de estos servicios, lo cierto es que las autoridades no se han opuesto a esta oferta, por lo que no hacen otra cosa que crecer y multiplicarse. Independientemente de la regulación, está claro que la evolución de la tecnología sólo adelanta un crecimiento de este tipo de propuestas bajo demanda. Por esto es que ya comenzaron algunos movimientos, como Movie City Play, canal online sólo disponible para abonados vía TV paga. Pero no debería llamar la atención que esta oferta de la TV paga se extienda y, por qué no, se haga agnóstica de la red de distribución en algún momento. Todo cambia.

Es un buen momento

…para ser un consumidor de video. Esto tiene que ver con los cambios que está experimentando la oferta, tanto en el país como en el exterior, con la introducción de nuevos servicios, mayor amplitud de contenidos y formas más simples de consumir. Los mismos son consecuencia de la digitalización que da lugar a nuevos servicios, nuevos oferentes y nuevos modelos de negocio. Los consumidores, de parabienes.

Esta semana Telefónica anunció su producto On Video, que no es otra cosa que un videoclub online que ofrece películas, series y recitales, que pueden verse tanto desde la computadora como de la TV. El servicio, sólo disponible para clientes de Speedy, utiliza la capacidad de banda ancha del ADSL para transportar el contenido. Y como no está haciendo broadcasting sino ofreciendo contenidos bajo demanda, es considerado un servicio de valor agregado, por lo que no entra en conflicto con las leyes vigentes que no permiten a las empresas de telecomunicaciones dar servicios de televisión. Considerando que los hábitos de consumo de video se han visto notoriamente alterados por la irrupción de Internet, tanto por las descargas como por el streaming desde sitios de video, una propuesta de consumo a demanda es por demás interesante. Y puede, eventualmente, llegar a ser un dolor de cabeza para los operadores de TV paga tradicional si este tipo de propuestas se combinan con la TDT gratuita que sí ofrece broadcasting, incluyendo un contenido clave como es el fútbol. Esto será más relevante cuando la oferta de canales de la TDT sea un poco más generosa que la actual.

Siempre localmente, la aparición de nuevos actores, como el caso mencionado de Speedy o las cooperativas que fueron habilitadas a dar servicios de TV a través de la ley de medios, está incentivando a los incumbentes a mejorar su servicio. Así, por ejemplo, Cablevisión aceleró sus planes de inversión (a pesar de sus conflictos con el gobierno) y promete VoD (Video on Demand) y banda ancha de 30 Mb para marzo próximo, amén de la ampliación progresiva de la oferta de señales HD.

A nivel internacional también se registran cambios, especialmente en los EE.UU. donde a una oferta de TV por cable muy fuerte se suman ahora las múltiples variantes de video por Internet, como Netflix, Google TV, Apple TV, Hulu y otros. Con un mercado más maduro y con mayor poder adquisitivo, la cosa se está poniendo interesante.

Esta semana, Time Warner Cable anunció lo que fue presentando como el primer paso en la segmentación de producto. Un paquete de US$ 199 mensuales destinado a los segmentos de consumo más sofisticado. Bajo el nombre de SignatureHome, el nuevo servicio ofrecerá 50 Mb de Internet y conectividad con VDR a todas las pantallas del hogar, además de telefonía, obvio. El servicio técnico tendrá, afirma, personal super especializado, que no sólo ingresará al hogar con fundas en sus zapatos para no ensuciar, sino que dejará conectados todos los dispositivos del mismo, sean TV, PC, tablets, consolas de videojuego, etc. (nadie dijo que la hiperconectividad sea algo sencillo…) Además, el servicio incluye “administración de cables” para presentar éstos en forma prolija así como un call center dedicado para estos clientes Premium.

Esta oferta se ubica en el extremo opuesto de una lanzada pocas semanas atrás, bajo el nombre de TV Essentials. Todavía en etapa de prueba, apunta al segmento opuesto, aquél afectado seriamente por la crisis estadounidense y que es por lo tanto muy sensible al precio. Se trata de un básico 12 de canales, que no incluye deportes.

En breve, los tiempos analógicos, donde un operador de cable sólo podía ofrecer un paquete de 64 canales serán cosa de museo.

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