Es sabido que el de los celulares es un mercado muy competitivo y cambiante, tanto aquí como en el resto del mundo. Y los malos desempeños se pagan poniendo la cabeza en la guillotina. Para demostrarlo alcanza con ver lo que sucedió en los últimos días tanto en Nokia como en LG.
Lo de Nokia tuvo toques de comedia de enredos, no sólo por el reemplazo de su CEO, sino también por la renuncia del máximo responsable de smartphones, 3 meses después de asumir su cargo. En realidad, esta renuncia tendría más que ver con la desazón de no haber sido elegido como CEO cuando se produjo la vacante, por lo que sintió que ya había llegado a su techo en el fabricante finlandés y decidió dar las hurras. La decisión fue bastante inoportuna, ya que se produjo justo antes de que comenzara el Nokia World en Londres, con toda la prensa internacional convocada…
En cuanto al nuevo CEO de Nokia, canadiense y no finlandés (detalle relevante), su experiencia previa en el mundo del software es vista como positiva, aunque también genera ciertas dudas. Por un lado, marca la dirección hacia la cual están yendo todos los fabricantes, que es hacia más software y servicios como factor de diferenciación y fidelidad. Por el otro, el negocio de los equipos más básicos (que son los que le dan volumen) no debe ser menospreciado, y la inexperiencia del nuevo CEO en materia de celulares hará que sea observado bajo la lupa durante los próximos meses. La realidad se encargará de demostrar si finalmente se trató de una buena elección.
La crisis de confianza en su líder también se dio en LG, luego de que su ahora ex CEO renunciara tras registrar pérdidas récord en el negocio de celulares. Además, la empresa tuvo un flojo desempeño en el rubro smartphones, ya que ninguno de sus modelos alcanzó el millón de unidades. Acá, la sucesión fue más simple: el futuro CEO (asume en octubre) es el hermano menor del presidente del LG Group y nieto del fundador. Lo primero es la familia.