Recorte de cables

Se vienen tiempos de cambios profundos para los proveedores tradicionales de servicios de TV paga (cable y satélite) de la mano del desarrollo de la banda ancha y la desintermediación en la distribución de contenidos. Si bien no se trata de un fenómeno que pueda tomar por sorpresa a los incumbentes del negocio televisivo, esta semana hubo un dato que es toda una demostración de que los cambios a veces llegan antes de lo previsto: Netflix ya tiene más suscriptores que Comcast, el mayor operador de TV por cable de los EE.UU.

Para entender este proceso, es conveniente repasar un poco la historia reciente desde una perspectiva tecnológica. Hasta hace poco a cada red correspondía un servicio único y determinado: la de TV por cable, video; la de telefonía, voz. Ninguna estaba en condiciones técnicas de transportar el contenido de la otra. Eran claramente universos estancos. Con la digitalización, las diferencias técnicas entre los distintos tipos de contenidos desaparecieron. Las redes dejaron de ser específicamente para un contenido determinado: todo aquello susceptible de ser digitalizado podía ser transportado. Esto llevó a que hoy haya cada vez menos diferencias entre redes de TV por cable y de telecomunicaciones. Ambas pueden dar servicios de banda ancha, telefonía o video. Como consecuencia, mientras en el mundo analógico la diferencia se daba por el servicio, íntimamente ligado a la red de transporte, en el digital surgen dos sujetos claramente diferenciados: la infraestructura de distribución y los contenidos.

A esta “indifirenciación” tecnológica se sumaron los cambios de hábitos a la hora de ver TV. El desarrollo de la banda ancha trajo aparejado, entre otras cosas, la popularidad de las descargas (generalmente ilegales) y del streaming, con YouTube a la cabeza. La nueva forma de acceder al contenido en video instaló el hábito del consumo a demanda e hizo que la oferta de material aumentara exponencialmente, al no existir restricciones físicas en cuanto a la cantidad y variedad de material. Así, se pudo salir del modelo en el que sólo eran viables los contenidos más populares, dando lugar al famoso “long tail”.

La separación entre infraestructura y contenidos le generó a la industria de la TV paga una plétora de competidores inesperados. Mientras que hasta hace poco tiempo atrás los operadores de TV por cable o satelital miraban con recelo a las empresas de telecomunicaciones ávidas por ingresar al negocio de la TV paga, ahora se suman también empresas de Internet, como Youtube (que se apresta a lanzar un servicio de alquiler de videos vía Web) así como propuestas directas de los propios proveedores de contenidos (desde Hulu a SouthPark Studios).

En Argentina ya se están dando los primeros pasos en este sentido. Por un lado, Cablevisión ofreciendo, vía Movie City Play la posibilidad de acceder a ciertos contenidos desde la computadora a sus abonados. Por el otro, Telefónica con su producto On Video, que permite ver contenido distribuido vía Internet en el televisor a sus clientes de Speedy. A estas propuestas locales podría sumársele la del cada vez más popular sitio Cuevana, cuya legalidad, si existe, parece estar basada en vacíos legales. Pero mientras, está ahí.

La tendencia a los cambios en la TV se verá potenciada con los cambios en los dispositivos. Mientras ya existen en el mercado los primeros televisores con capacidad de conexión a Internet, también están surgiendo las primeras aplicaciones para poder ver contenidos en video desde las famosas tablets.

Si a estas variantes (que se multiplican diariamente) se las combina con la naciente televisión digital terrestre (TDT), podemos estar en presencia de un combo explosivo para los operadores de TV paga tradicionales. En efecto, la TDT completa la oferta con contenido de broadcasting y gratuito, como es el caso de los canales de TV abierta, que tienen además un contenido preciado en el caso argentino: el fútbol.

En definitiva, un cóctel que exigirá a los operadores de TV paga tradicionales replantear sus modelos de negocios o correr el riesgo de estar en serios problemas más temprano que tarde. A fin de cuentas, YouTube nació hace apenas 6 años, y ya es claro todo lo que logró en tan poco tiempo.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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