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Si bien el caso Fibertel entró en el esperado recorrido judicial previo a definiciones de fondo, se siguen generando noticias alrededor del mismo.

Por el lado del gobierno, surgen indicios de una mayor conciencia de que el plazo original de 90 días resulta a todas luces exiguo. Y aunque no lo admitan, ya están curándose en salud. Primero fue diciendo que se trataba de 90 días hábiles, pero como esto no ayuda mucho ya reconocieron que el plazo podría extenderse de ser necesario.

Donde se está poniendo interesante es en el análisis de la competencia. Desde el punto de vista comercial ya son varios los que aumentaron la agresividad de sus campañas para incorporar nuevos clientes. Y no sólo se trata de Arnet y Speedy, sino también de ISP más chicos que salieron a decir “aquí estoy”, como fue el caso de Sion y algunas cooperativas. De todos modos, todo dentro de lo esperable en una situación como esta. No obstante, no deja de ser llamativo el silencio sobre el tema de fondo de quienes, a pesar de ser competidores, están en el mismo negocio.

Las telefónicas (Telecom y Telefónica) intentan, sin mucho éxito quizás, mostrarse como prescindentes en el conflicto, aunque sin dudas se les dibuja una leve mueca de placer siendo que responsabilizan al lobby de Cablevisión por su exclusión del negocio de la TV en la ley de medios. No obstante, les resulta muy difícil despegarse ya que son sin dudas los principales beneficiados de cumplirse con la resolución de la Secretaría de Comunicaciones. De este modo, quedan en una situación incómoda frente a la opinión pública tanto porque reflotan su imagen de monopólicas como porque emergen como cómplices silenciosos de la medida, especialmente frente a quienes se oponen al gobierno. Será interesante ver entonces en qué medida este conflicto afecta a la percepción de las mismas.

También es llamativo el silencio del resto de la industria de la TV por cable, tradicionalmente encolumnada detrás de las posturas de Cablevisión, como podía observarse, por ejemplo, en el accionar de ATVC. Quizás porque apuestan a pescar algunos abonados en este río revuelto, quizás porque temen represalias vía ley de medios. Lo concreto, es que ningún operador de TV por cable buscó hacer pública su posición en este tema. Ni a favor, ni en contra. Más bien silencio.

Por el lado de las cooperativas telefónicas, éstas no se ven mayormente afectadas por Fibertel ya que el servicio prácticamente no llega a sus zonas de influencia. Sí por las intenciones del gobierno de establecer una tarifa federal uniforme de $ 69 + IVA ($ 83,49 final) para conexiones de 1 Mb. La misma no siempre es viable no sólo por diferencias de escala sino también, y principalmente, por los costos de interconexión que tienen y que seguramente será un elemento clave en la negociación para apoyar la postura del gobierno. No hay que descartar que aprovechen la oportunidad para presionar por otros de sus reclamos históricos como el costo del CPP, recibir fondos del Servicio Universal, operador móvil, etc. Así, no debería llamar la atención que comiencen a elevar su perfil. Si bien es poco lo que en concreto pueden ofrecer en el tema Fibertel, frente a las dos grandes telefónicas, tienen la ventaja de su imagen asociada al romanticismo del movimiento cooperativo así como ser organizaciones de capitales totalmente nacionales que reinvierten el total de sus utilidades en el país. Y esto, como se dice coloquialmente, “garpa”.

Más allá de la suerte que en definitiva corra Cablevisión con su servicio de acceso a Internet, lo seguro es que igual sentirá el impacto. Por el lado de las nuevas altas, que independientemente de si puede legalmente o no habilitarlas, porque se verán afectadas por la incertidumbre actual. En cuanto a su base instalada de clientes, seguramente sentirá el impacto de las bajas de aquellos que por distintos motivos no quieran siquiera exponerse a la eventualidad de quedarse sin servicio en algún momento y decidan migrar antes de que haya una solución definitiva al conflicto. Como no hay mal que por bien no venga, lo positivo es que todo este asunto reforzó sus vínculos con muchos de sus clientes, quienes defienden con fiereza a la empresa. A estos deberá retribuirles la fidelidad de alguna forma.

¿Condenados al éxito?

Independientemente de la opinión que se tenga en relación al fondo de la cuestión en el asunto Fibertel, lo que es indiscutible es que tal como se plantean las cosas en la famosa resolución 100/2010 vamos, como los lemmings, camino a un salto al vacío. Por un lado, porque, como explicamos la semana pasada [ver “Va a estar linda Internet”], la industria en su conjunto no tiene la capacidad técnica y humana necesaria para absorber 1 millón de usuarios en 90 días. Por el otro, porque el argumento del gobierno de que existen más de 300 ISP alternativos, es falaz. Que existan 300 o más proveedores no implica que haya igual número de redes, y mucho menos que éstas puedan ser accedidas por todos en cualquier lugar del país. Así, de nada le sirve a un ¿ex? cliente de Fibertel en Buenos Aires que la cooperativa de Villa Giardino (por citar sólo un ejemplo) dé servicios de Internet si ésta no tiene acceso físico al domicilio del abonado, sea a través de una red propia o de terceros.

Para entender mejor las limitaciones del caso, es necesario distinguir entre dos tipos de actores en lo que hace al acceso a Internet. Están quienes cuentan con una red propia, sea de alguna opción de cable (ADSL, cablemódem, fibra óptica, etc.) o inalámbrica (Wimax, LMDS, etc.). Se trata de aquellos que disponen de infraestructura que cubren geográficamente los domicilios de los clientes. Después están los que dan el servicio específico de Internet (navegación, mail, etc.) sobre la red de terceros, en un modelo que, en un ejercicio de simplificación, podría asimilarse al de operador virtual en otros servicios de telecomunicaciones. Por aspectos regulatorios, esto ocurre mayormente sobre las redes de las empresas telefónicas, lo que da lugar a que empresas como Sion, Datamarkets y tantas otras ofrezcan el servicio de Internet sobre el ADSL de aquellas. Incluso, esto es lo que permite contratar Arnet sobre la red de Telefónica o, inversamente, Speedy sobre la red de Telecom.

El problema con la caducidad de la licencia de Fibertel/Cablevisión es que obliga a sus abonados no sólo a migrar de ISP, sino también de red. Y justamente el acceso a estas redes, independientemente del proveedor del servicio de Internet, es lo que no abunda y se convierte en el talón de Aquiles de la resolución 100. Salvo en zonas de alta densidad de demanda y por lo tanto de oferta (como sucede en el micro y macrocentro de Buenos Aires) mayormente ésta se concentra en unos pocos operadores, generalmente uno telefónico (Telecom, Telefónica y Cooperativas), uno de TV por cable y, en menor medida, alguno inalámbrico.

De este modo, surgen dos aspectos débiles de la resolución. Una es la falta de una estrategia seria y viable para la migración de 1 millón de abonados. La otra es el despropósito que significa “apagar” una de las mayores redes de acceso a Internet del país (la de Cablevisión), con todo lo que esto implica, no sólo en términos de competencia sino también pensando en el desarrollo digital de Argentina. Se podría agregar una tercera, discutible desde una perspectiva política, que es que no es razonable que la solución (determinar la “muerte” del servicio) sea más grave que la causa del problema (operar con una licencia caducada). En otras palabras, resulta ilógico que el remedio sea más letal que la enfermedad.

Por lo pronto, se estaría evaluando la extensión del plazo para la migración del millón de clientes de Fibertel, de acuerdo con lo publicado en el sitio La Nota de Tapa. El artículo menciona que el interventor de la CNC habría admitido ante asociaciones de consumidores que se estaría evaluando una extensión de los plazos para permitir que los proveedores alternativos tengan más tiempo para adecuarse a un pico de demanda extraordinario. No obstante, esta medida no soluciona uno de los problemas más importantes, como lo es la desactivación de la red de Cablevisión como una alternativa competitiva de acceso. Por otra parte, nada garantiza que un número importante de usuarios no esperen hasta último momento para migrar (por desinterés, vagancia, especulación, etc.), con lo cual cumplido el plazo también quedarían clientes desconectados. [sigue aquí]

En busca del ancho de banda

Por lo que sucede en distintos mercados del mundo, evidentemente la demanda por ancho de banda resultó mayor a la prevista para los operadores de redes celulares. El crecimiento del tráfico de datos se está convirtiendo en un dolor de cabeza para los operadores móviles impulsado principalmente por la creciente demanda por smartphones así como por ofertas de banda ancha móvil (módems 3G para notebooks y netbooks). Esta tendencia no da muestras de detenerse sino todo lo contrario, resultando en redes que están siendo llevadas al límite de sus capacidades y más allá, lo que genera quejas de los clientes por la calidad y cobertura de las redes.
Por supuesto, la primera reacción fue mejorar las redes existentes, aunque más allá de una sintonía fina, en general esto involucra no sólo mayores inversiones (ej: aumentar la cantidad de celdas) sino también encontrar espacios para instalar nuevas antenas. Ninguna de las dos resulta fácil ni atractiva.
El siguiente paso fue comenzar a regular el tráfico de datos a través de nuevas aproximaciones al precio del servicio. Así, los planes ilimitados comenzaron una migración hacia convertirse en cosa del pasado para ser reemplazados por abonos con límites, por encima de los cuales el cliente debe pagar un adicional.
El próximo paso parece ser el de desviar tráfico de la red móvil hacia redes fijas. Por supuesto, los fabricantes de infraestructura impulsan la utilización de femtoceldas, debido a que implicaría nuevas ventas de equipamiento a los operadores. Si bien las femtoceldas dan muestras de ir creciendo en forma continua, los operadores están buscando alternativas más baratas. Y aquí el WiFi, otrora el enemigo del desarrollo de los servicios de datos móviles se está convirtiendo en un aliado.
Un prueba de la creciente relevancia del WiFi para los operadores está dada por el anuncio realizado esta semana de que AT&T y Verizon Wireless, los dos mayores operadores móviles de los EE.UU. se incroporaron a la WBA (Wireless Broadband Alliance). Se trata de un grupo que promueve la interoperabilidad entre redes WiFi de operadores. Básicamente, los miembros de la WBA comparten los datos de log-in de sus clientes, permitiendo de esta forma el roaming. Los clientes utilizan su nombre de usuario y contraseña para acceder a los hot spots propiedad de otros operadores. Esto se aplica a las redes WiFi cerradas, como las que tiene Arnet en Ezeiza o Aeroparque, solo accesibles para sus abonados.
Dato de color: Hasta hace un tiempo atrás, Verizon deshabilitaba la funcionalidad WiFi de los smartphones que vendía. Ahora le deben querer poner WiFi a todos.

¿Te acordás del dial-up?

Al menos para quienes viven en los grandes centros urbanos, el dial up es cosa del pasado, ya que, en tiempos de banda ancha, apenas el 2% de los hogares con acceso a Internet utilizan esta tecnología. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología en el hogar” recientemente finalizado por Carrier y Asociados. Considerando que a nivel total del país las conexiones dial up representan el 4,7% de los accesos a Internet, es natural que esta proporción disminuya en centros urbanos donde la banda ancha está más desarrollada.
En cuanto a las tecnologías de conexión, se observa un amplio dominio del ADSL, con una participación de casi 2/3 del total de conexiones, mientras que el tercio restante se encuentra dominado ampliamente por el cablemódem. Un dato interesante es la aparición, incipiente aún, de conexiones basadas en 3G sobre red celular, evidenciando no sólo un rápido crecimiento sino también que es utilizada como alternativa a las opciones fijas y no únicamente como banda ancha móvil.

El mercado sigue mostrando signos de concentración a nivel de ISP. Tomando a los 3 principales (Arnet, Speedy y Fibertel), estos están presentes en un 86% de los hogares con banda ancha, 5 puntos más que el año pasado. Tanto Speedy como Arnet crecieron dentro de la zona de su empresa madre (Telefónica y Telecom respectivamente). Mientras que Speedy pasó del 61 al 66% de penetración sobre hogares conectados, Arnet lo hizo de un 48 a un 61%, como resultado de una agresiva estrategia comercial que incluyó paquetes de minutos de telefonía. Este crecimiento es más impactante considerando que el  peso de Fibertel (el 3° ISP del país) está mayormente en área de Telecom, donde se encuentran 2/3 de sus clientes.

Banda ancha fijo-móvil

La llegada de la tecnología 3G está dando lugar a interesantes alternativas en su comercialización, más allá de su uso específico para conectar celulares a mayores velocidades.

 

Primero fue Claro que al no formar parte de un grupo empresario con una red fija con buena capilaridad, apostó por ingresar al negocio de los ISP tradicionales, promoviendo el uso de Internet de banda ancha desde PC de escritorio a través de su red celular. Esta movida generó mucha expectativa y también alguna decepción, ya que se trata de un producto atractivo principalmente para aquellos ubicados en zonas donde las redes de banda ancha de telefónicas y cableras no llegan. El tema es que en varias ocasiones tampoco lo hace la red 3G, con lo que en el mejor de los casos terminan navegando en EDGE, si no es en GPRS, lo cual es apenas algo mejor que un acceso dial up (aunque bastante más caro). No obstante, la movida significa la primera incursión en el negocio de las telecomunicaciones fijas.

 

Distinto es el caso ahora de Telecom, quien con el lanzamiento de Arnet Go combina su acceso a Internet de banda ancha por red fija con una alternativa móvil, provista por el servicio de Personal, para cuando esta característica es necesaria. Se trata en realidad de un bundle que complementa ambas formas de acceso y no de un producto que tiende a competir con las opciones fijas. Una solución propia de quien tiene una importante red fija y que apunta entonces a que la conectividad pase siempre por sus redes, sean éstas fijas o móviles.

 

Los ojos miran ahora al tercer operador móvil con tecnología 3G, Movistar, quien también pertenece a un grupo de telecomunicaciones con una importante red fija de banda ancha. Y si nos guiamos por la historia reciente, tratarían de adoptar una tercera posición: ni yanquis ni marxistas.

Banda ancha a tarjeta

Los niveles de masificación del uso de Internet (con 14 millones de usuarios a diciembre último y en constante crecimiento) dan lugar a múltiples modalidades de uso que van desde el heavy user hasta el usuario ocasional o que se conecta poco y nada desde su hogar (por acceder desde el trabajo o un ciber, por ejemplo). Es justamente apuntando a estos últimos perfiles que Arnet lanzó un servicio de acceso de banda ancha prepago, sin abono, que funciona a través de la recarga de saldos con tarjetas, en un modelo similar al que tanto éxito tuvo en telefonía celular.

 

El servicio tiene un cargo de habilitación de $ 50 (que incluye 1.000 minutos de navegación durante los primeros 30 días). Al no ser un abono, no requiere de un tiempo mínimo de permanencia. Una vez agotado el crédito inicial, la recarga se puede realizar vía adquisición de tarjetas en kioscos y Telecentros o vía la Web de Telecom, desde donde además se puede consultar el consumo.


Por supuesto, no se puede esperar que el modelo prepago en banda ancha tenga la misma popularidad que la que tuvo en telefonía celular, ya que en el caso de Internet la barrera de entrada es la PC, cuyo costo es muy superior al de los celulares de gama baja. No obstante, y partiendo de la base que la tenencia de una PC es un prerrequisito para un servicio de acceso a Internet, se puede estimar el mercado potencial a corto plazo en aproximadamente 1,4 millón de hogares, cifra que surge de la combinación de hogares con PC sin Internet y hogares sin Internet con planes de adquirir una PC en el próximo año. De éstos, aproximadamente unos 600 mil están en zona de Telecom. Y por supuesto, también hay que considerar a los hogares con dial up. No obstante, es más difícil determinar cuántos de todos estos hogares están en zonas donde hay disponibilidad de  banda ancha. Según publicó el diario Clarín, la expectativa de Telecom es llegar a entre 70 y 80 mil clientes en los próximos 18 meses.

 

Considerando que una tarjeta de $ 10 pesos permite navegar por 200 minutos y la de $ 20 por 400, el costo por minuto es de $ 0,05, equivalente $ 3 por hora, un valor similar al pagado en un ciber. Si bien no incluye la provisión de la PC como ocurre en los accesos públicos, permite utilizar Internet desde la comodidad del hogar.

 

Con este lanzamiento, Telecom vuelve a plantear una alternativa de pago por uso. Pero a diferencia de su fallido intento anterior, cuando el objetivo fue cobrar por tráfico, en este caso lo hace por tiempo. Sin dudas una variable a la cual los usuarios están más acostumbrados por el uso de cibers y locutorios y que tiene la ventaja de ser más natural que la abstracción de un Kb.

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