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Ayer y hoy

Exactamente hoy, 14 de junio, pero 22 años atrás, se publicaba la primera edición de Comentarios. Era el inicio de una relación semanal que con el tiempo fue creciendo y mutando. También cambió, y mucho, el contexto de la industria. No tanto, aunque con diferencias claro, lo hizo el contexto del país.

Encabezado y prólogo de la primera edición de Comentarios, el 14 de junio de 2002

Ayer como hoy, el país atravesaba una compleja situación económica, aunque partiendo de antecedentes distintos. Entonces, la crisis había llegado luego de casi una década de estabilidad macroeconómica, baja inflación y crecimiento económico (si bien este último entró en turbulencias hacia el final). Hoy, la crisis es el resultado de años de decisiones desacertadas, con un PBI similar al de 10 años atrás (aunque con mayor población), alta inflación e inestabilidad macroeconómica.

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Que no se corte, che

Cuando el acceso a Internet se convirtió en banda ancha y tuvo así la capacidad para transmitir video bajo modalidad streaming, en EE.UU., uno de los mayores mercados de TV paga, se empezó a hablar de cord-cutting o corte de cable. Esto implicaba dar de baja el servicio de un proveedor de TV paga para reemplazarlo por los contenidos accesibles vía Internet, inicialmente gratuitos (fueran legales o no) y más tarde pagos, con Netflix como gran impulsor. La oferta de streaming fue madurando y el cord-cutting ganó terreno. Tal es así que, tan solo en el 2º trimestre de este año, los principales operadores de aquel país perdieron 1,2 millones de suscriptores.

En Argentina, con una penetración de la TV paga del orden del 75% de los hogares, se esperaba que algo similar comenzara a ocurrir. Sin embargo, la TV paga resiste y en los últimos 4 años creció un 3% en suscriptores. No es mucho, pero en el contexto global de la industria, y particularmente en los mercados donde la TV paga está más desarrollada, no es malo. Claro que, al analizar en más detalle las cifras publicadas por el Enacom, las realidades son diversas. Particularmente en el caso de la TV satelital, que entre el 2017 y 2020 perdió un 9% de los suscriptores, o casi 250.000 clientes. Cabe aclarar que, aunque DirecTV es, por lejos, el principal operador de DTH (o TV satelital), no es el único.

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Los de arriba y los de abajo

Tal como sucede en general en Latinoamérica, Argentina es un país de grandes contrastes, que se manifiestan en los ámbitos más diversos. Entre ellos, el acceso a Internet. Es que variables tecnológicas, demográficas y económicas se combinan para que la velocidad promedio ofrecida por los productos de acceso sea 20 veces superior cuando se compara a la Ciudad de Buenos Aires con provincias como San Juan o Tierra del Fuego. Esto surge del informe “Oferta de acceso fijo a Internet en Argentina”, realizado por Carrier y Asociados.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se conjuga una fuerte oferta de productos basados en tecnología de cablemódem de alta capacidad, tanto de Fibertel como de Telecentro, con el aporte de la fibra óptica de Iplan y Movistar. El resultado: con una velocidad media ofrecida de 205 Mbps, CABA se ubica como el primer distrito en el ránking por provincia (obviamente, considerando a la Ciudad Autónoma como tal).

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Argentina Digitada

Cuando todos estaban en la cuenta regresiva por la subasta de espectro para 4G, el gobierno se despachó de buenas a primeras con un proyecto de ley de telecomunicaciones, denominado Argentina Digital. El mismo simultáneamente moderniza la regulación vigente y otorga al Estado un mayor poder y discrecionalidad sobre el sector. Así, a pesar del entusiasmo inicial, el sabor final es agridulce.
Es bueno que la legislación se actualice y que de una buena vez se considere al transporte independientemente del contenido. Algo que se viene reclamando desde hace tiempo y que se hizo más evidente luego de la promulgación de la ley de servicios de comunicación audiovisual (SCA). Hay que considerar que desde el momento en que todas las redes se digitalizaron (las telefónicas y las de TV por cable) éstas estuvieron en capacidad técnica de transmitir todo tipo de contenido. Así, dejó de tener sentido darle tratamiento regulatorio distinto a redes que técnicamente son iguales. De esta forma, la única diferencia pasó a ser en qué oficina del Estado habían obtenido su primera licencia: si en el viejo Comfer (hoy AFSCA) o en la Secretaría de Comunicaciones.
Siendo entonces que todas las redes son iguales, resulta lógico que se permita que todo contenido pueda ser transportado por toda red apta. Aquí es donde entra quizás uno de los puntos más mediáticos (aunque no necesariamente el más relevante) del proyecto de ley, que es que las empresas telefónicas puedan transmitir TV. Se habilita así la oferta de servicios Triple Play para las telefónicas, servicio que ya era ofrecido por varios operadores de TV paga (como Telecentro o Supercanal) y cooperativas, no así por Cablevisión, a quien no se le habilitó numeración para dar telefonía a pesar de contar con licencia para hacerlo. Pero esto entra en el terreno de la disputa política casi personal entre el Grupo Clarín y el Gobierno.
El punto de la TV para las telcos es polémico porque es la única modificación (al menos explícita) a la ley de SCA. Pero también porque el proyecto de ley no considera un cronograma de aplicación de esta capacidad. Habida cuenta de la asimetría de poder económico y escalas entre las principales telefónicas y los cientos de operadores de TV por cable de distinto tamaño, no parece razonable que la restricción a las telcos se levante súbita e indiscriminadamente, sin permitir un período de adecuación en base a criterios objetivos, como por ejemplo, población en cada localidad.
Más allá de esto, lo que inquieta a los operadores por igual, son dos cosas: la declaración de servicio público y la desagregación del bucle local (unbundling).
La declaración de servicio público implica la posibilidad de fijar tarifas por parte del Estado. Esto no afectaría a la telefonía fija (que ya lo es) sino al acceso a Internet y a la telefonía móvil. Si bien muchos políticos y ciudadanos ven a la declaración de servicio público como una panacea de todos los males, la experiencia local demuestra que muchas veces las tarifas de los servicios públicos se fijan políticamente por debajo de los costos. Y cuando esto sucede, repercute en la calidad de servicio, tal como se puede comprobar con la electricidad cuando hace calor o el gas cuando hace frío. El tema es más relevante en el caso de las telecomunicaciones, ya que éstas están en constante evolución, lo que podría repercutir en la actualización (léase inversiones) necesaria. En otras palabras, la fijación de la tarifa no es garantía de buen funcionamiento.
La posibilidad de la fijación de tarifas en el caso de la telefonía móvil tiene el agregado especial de que estamos en vísperas de la subasta de espectro para 4G, donde los distintos participantes hicieron su cálculo económico con una tarifa X que puede no ser tal, lo que atentaría contra la rentabilidad del proyecto.
La desagregación es un tema complejo, que se aplicaría a todos aquellos que tienen red, sean telcos o cableras, e inclusive a quienes dan servicios inalámbricos. La desagregación no sólo está contemplada en el decreto de apertura del mercado de las telecomunicaciones del año 2000 sino que también ya fue aplicada en otros mercados, como es el caso europeo. Hay que tener presente que tanto aquí como en Europa las grandes telcos fueron herederas de los monopolios estatales (caso Entel), teniendo inclusive períodos de exclusividad en la provisión del servicio. Así, a cambio, se les exigió que abrieran sus redes para el ingreso de competidores que de otra forma hubieran tenido que hacer inversiones inviables para poder ingresar al mercado. Lamentablemente, la desagregación no fue reglamentada en los últimos 14 años, si bien desde entonces hay libertad para competir. Esto sucedió mayormente con operadores que apuntan al mercado corporativo (caso Iplan, Level 3 y otros) y, en mucha menor escala, entre proveedores de triple play (caso Telecentro, Supercanal), pero en todos los casos con redes propias. Así, por el paso del tiempo y el surgimiento de algunos competidores, las bases para la exigencia de desagregación para los incumbentes fueron perdiendo fuerza. El caso de las cableras es claramente distinto. Éstas construyeron sus redes desde cero en un marco de competencia, por lo que seguramente no verán con buenos ojos que se les exija ahora permitir el uso de éstas a sus competidores. En definitiva, esto debería ser un derecho del dueño de la red, no una obligación.
Pero la desagregación tiene también algunas limitaciones prácticas. Aunque se les permita a operadores entrantes acceder a la última milla de las redes de telecomunicaciones existentes, deberán de todos modos construir redes que lleguen hasta esos puntos, lo que requiere de una inversión más que considerable y poco atractiva. Por otra parte, siendo que el precio también podrá ser fijado por el regulador, se corren los mismos riesgos que con las tarifas. Es decir, que quiten el incentivo a mantener y actualizar la red.
El de las telecomunicaciones es un negocio difícil de regular porque por sus características de ser capital intensivo, siempre constituye un mercado oligopólico (cuando no monopólico). Así fijarle tarifas arbitrariamente puede tener un efecto no buscado que es la degradación de la calidad de la red y el servicio. Es mejor, más aún en el caso argentino que cuenta con una extensa red de TV por cable, buscar la competencia de infraestructuras para que sea ésta la que actúe de límite a la suba de precios. Hay que considerar también que a estas dos grandes redes se le pueden sumar también las redes inalámbricas, tanto fijas como móviles. Esto funcionó bastante bien durante muchos años con las redes de banda ancha, donde telcos, cableros y proveedores inalámbricos compitieron, llevando a subas en el ancho de banda y precios que tendieron a la baja (calculando el precio por Mb). O sea, la calidad mejoró y los precios no se dispararon. También es cierto que esta competencia no se dio en forma uniforme en todas las localidades del país, con lo que medidas como la desagregación quizás sería más atendible que se apliquen en función de la cantidad de proveedores alternativos existentes en cada localidad.
Finalmente, está el tema del Servicio Universal, también ya contemplado en la apertura del 2000. El mismo tardó mucho en implementarse, pero hoy cuenta con unos $ 2.300 millones, sumando a un ritmo de unos $ 70 millones por mes. Fondos que descansan en una cuenta bancaria sin que se los hayan asignado a ninguno de sus objetivos originales y devaluándose al ritmo de la suba del dólar. En el caso del proyecto de ley, se crea un nuevo fondo (al que deberán transferirse lo ya recaudado) que será administrado en forma aún no definida. Una caja tentadora.
En resumen, puede decirse que el proyecto Argentina Conectada es una buena noticia en su espíritu y en la actualización tecnológica que aporta. Retoma varias iniciativas del decreto 764/2000 que significó la apertura de las telecomunicaciones pero que, por los sucesos políticos del 2001 y la inacción regulatoria posterior, nunca llegaron a implementarse debidamente. Pero a diferencia de este decreto (que ahora deroga) genera un signo de interrogación su sesgo intervencionista así como las vaguedades que pueden dar lugar a una discrecionalidad eventualmente cuestionable. De hecho, muchas decisiones quedan en manos de una futura autoridad de aplicación. En este sentido, podría asemejarse a un machete: puede servir para abrir camino en la selva, o para decapitar a las tribus enemigas.

Twits selectos

  • En alza la nube para PyMEs y profesionales. A la de Iplan bit.ly/RKsFpO se suma ahora la de Telefónica bit.ly/RKsICa
  • Más allá del retail: la nube de Amazon suma a Hana, la base de datos estrella de SAP por su velocidad read.bi/R9RcT3
  • Mercado mundial de PC caería por 1º vez en 11 años on.ft.com/V5c0uJ Mix de macro, sustitución y falta de innovación
  • Los precios de la Surface complicarán su camino hacia el éxito tcrn.ch/RPduZV
  • Calladito, calladito, Google ya tiene el 95% de la publicidad móvil , según CNN cnnmon.ie/QfWeNO

La mutación de Iplan

En los últimos días, Iplan estuvo muy activa comunicando a prensa y analistas la evolución en su estrategia que significará agregar a su cartera productos claramente distintos a los que fueron la base de su crecimiento en los últimos 13 años.
El caso de Iplan es interesante por diversos motivos. La empresa nació a fines de los 90 como una telco de vanguardia, siendo la primera en contar con una red totalmente IP en Latinoamérica. Esto que hoy parece totalmente natural fue una apuesta para aquél entonces. Tuvo luego otro mérito no menor: ser la sobreviviente más relevante por lejos de las empresas que ingresaron con la apertura de 1999. El uso de la palabra sobreviviente no es caprichoso, ya que la empresa tuvo que sobreponerse a la explosión de la burbuja tecnológica (que facilitó la inversión inicial) y la crisis local del 2002. Y lo logró sin apartarse de su objetivo inicial que era atender exclusivamente al heterogéneo segmento PYME.
Los cambios en el entorno también implicaron que fueran mutando sus productos estrellas. Inicialmente fue la telefonía, negocio que, bien sabido es, pierde potencia más allá de que en el segmento empresas no sea tan propenso a la erosión, como sí sucede en el segmento residencial por efecto de la telefonía móvil. Así, la telefonía dio paso al acceso a Internet, hoy producto estrella de la empresa. Pero éste también tiende a ser un producto maduro, como ocurre en general con aquellos vinculados a la conectividad fija. Esto hace que en su roadmap aparezcan entonces servicios que se alejan de las telecomunicaciones para acercarse al IT. Por esto, la empresa ya apuesta fuerte a su tercera etapa, que son los datacenter. Ya posee dos y se apresta a inaugurar un 3º en el Distrito Tecnológico de la ciudad de Buenos Aires.
Estos tres productos (telefonía, Internet y datacenter) están acotados a la cobertura geográfica de su red, por lo que su alcance está limitado por ésta. Por eso, la cuarta etapa en el desarrollo de su oferta de productos se presenta más interesante: la provisión de servicios en la nube. El interés proviene no sólo por tratarse de lo que sin dudas es la próxima gran ola en los servicios de IT, sino que éstos son independientes de la red, lo que hace que estén disponibles para todo el país, ampliando exponencialmente su mercado potencial.
Esta evolución estratégica implica que la red de Iplan no seguirá su expansión. Los costos de tendido (y soterramiento) de las redes fijas las hacen inviables cuando se apunta al segmento de empresas y no hay suficiente densidad de éstas, lo que sucede cuando se quiere avanzar fuera de las áreas céntricas de los principales centros urbanos.
Así, comienza a tomar forma una nueva Iplan. Una empresa que paulatinamente será cada vez menos telco y cada vez más de servicios de IT. El desafío será mantener los buenos resultados obtenidos como telco en el mundo de los servicios IT. El tiempo dirá.

PyMEs testigo

Prácticamente todas las empresas PyME en Argentina utilizan servicios de telefonía fija local, larga distancia e Internet. Y todos éstos se encuentran en condiciones de competencia desde hace ya una década. Sin embargo, la relación de la participación de proveedores considerados incumbentes (Telecom, Telefónica y cooperativas) y los entrantes (Claro, iPlan, Global Crossing, Grupo Clarín y muchos otros) muestra significativas variaciones en función del servicio analizado. Esto surge del informe “Telecomunicaciones fijas en PyMEs – Telefonía, Datos e Internet” realizado por Carrier y Asociados.

La participación de los entrantes más baja se registra en la telefonía local, donde sólo el 8% de las PyME tiene a uno de éstos como proveedor principal. Esta relación se triplica en el caso de larga distancia, donde llega a uno de cada cuatro casos. Finalmente, supera a la mitad de las empresas en el caso del acceso a Internet, ciertamente el servicio fijo donde más oferta se registra.

En telefonía, tanto fija como de larga distancia, el primer operador que aparece luego de Telefónica y Telecom es Claro (que recordemos incorporó las operaciones de la ex Telmex bajo su paraguas), claramente separado en participación de los incumbentes pero también de los demás entrantes. En lo que es acceso a Internet, el tercer puesto es para el Grupo Clarín (a través de varias marcas, pero con Fibertel a la cabeza), seguido por Claro.

Como viene ocurriendo desde la apertura del mercado de telefonía fija, la competencia tiende a concentrarse en la crema del mercado. Las entrantes obtienen una mayor participación en la medida en que crece la cantidad de líneas contratadas por la empresa. Así, si bien son el principal proveedor para el 8% de las empresas, su participación medida en cantidad de líneas telefónicas asciende al 11% del total de la muestra. Esto se refleja también a la hora de analizar el promedio de líneas instaladas ya que los entrantes superan a las incumbentes por un 70% en la cantidad de líneas promedio por empresa.

La duda que surge de ver estos números es ¿por qué hay tanta más competencia en Internet que en telefonía? La respuesta es múltiple: tarifas congeladas en telefonía frente a precios libres en Internet, una regulación más compleja para el operador en el caso de telefonía frente al acceso a Internet, falta de portabilidad numérica fija que hace reacias a las empresas a cambiar de proveedor de telefonía, demoras y conflictos en la asignación de numeración así como en los acuerdos de interconexión, entre otras. Así entonces, son varios los ISP que llegan con su propia red a las instalaciones de sus clientes pero que no utilizan esta infraestructura para ofrecer un servicio adicional.

Todo un indicador del camino que todavía se puede recorrer en materia de regulación de las telecomunicaciones.

Competencia en PyME

Si bien los servicios de telecomunicaciones se encuentran en condiciones de competencia desde hace ya casi una década, en el segmento PyME se observan importantes diferencias en la relación entre incumbentes (Telecom, Telefónica y cooperativas) y entrantes (Telmex, Iplan, Global Crossing, Grupo Clarín y muchas otras) en función del servicio analizado. Esto surge del informe “Telecomunicaciones fijas en PyMEs: telefonía, datos e Internet” realizado por Carrier y Asociados.
La participación de los entrantes más baja se registra en la telefonía local, donde sólo el 7% de las PyME tiene a uno de éstos como proveedor principal. La relación se duplica en el caso de larga distancia, donde llega al 15%. Finalmente, alcanza el 40% en acceso a Internet, ciertamente el servicio fijo donde más variedad de oferta se registra.

En telefonía local como de larga distancia, el primer operador entre los entrantes es Telmex, claramente separado en participación de los incumbentes pero también de los demás entrantes. En lo que es acceso a Internet, el tercer puesto es para el Grupo Clarín (a través de varias marcas, pero con Fibertel a la cabeza), seguido por Telmex e Iplan en una relación de paridad.
Como viene ocurriendo desde la apertura del mercado de telefonía fija, la competencia tiende a concentrarse en la crema del mercado. Los entrantes obtienen una mayor participación en la medida en que crece la cantidad de líneas contratadas por la empresa. Así, si bien son el principal proveedor para el 7% de las empresas, su participación medida en cantidad de líneas telefónicas asciende al 11% del total de la muestra, valor que trepa al 14% en el segmento de clientes grandes. Esto se refleja también a la hora de analizar el promedio de líneas instaladas, donde los entrantes obtienen el doble de líneas promedio por empresa que los incumbentes.
Por el lado de la larga distancia, al ser un servicio que es independiente de la infraestructura física que llega hasta el cliente, es, en teoría, más permeable a la competencia. No obstante, el 86% de las empresas relevadas tiene el mismo proveedor para telefonía local y de larga distancia. Se hace  evidente así el peso que una combinación de ambos servicios tiene a la hora de armar propuestas comerciales.
El acceso a Internet representa el servicio donde la oferta está más atomizada. No obstante, no evita que aquí también haya una fuerte concentración entre tres grandes grupos de ISP: Telefónica, Telecom y el Grupo Clarín. El trío alcanza al 71% de las PyMEs relevadas.

¿Y ahora?

Si bien el proyecto de ley de Medios aún debe recibir la aprobación del Senado, se puede analizar el impacto de la misma desde la perspectiva de las telecomunicaciones.
Un aspecto muy discutible de la ley es el famoso tope del 35% del mercado, ahora aplicable sólo a la TV por cable. Este límite puede perjudicar más de lo que beneficie. No se debe condenar una posición dominante, sino velar porque esta participación no dé lugar a un abuso. Son dos cosas distintas. Si no, se estaría castigando al éxito obtenido luego de hacer bien las cosas. La mejor forma de evitar tanta concentración no es estableciendo límites artificiales sino propiciando la competencia de infraestructuras, sin importar si es por cable de TV, cable telefónico, fibra óptica o inalámbrica. Es decir, lo mejor sería que la misma competencia establezca los límites y no una norma. Pero para que esto suceda, no sólo hay que regular la competencia, sino velar por el cumplimiento de esta regulación.
Otro punto realmente incomprensible de la norma es la exclusión de las empresas de telecomunicaciones como una entidad única. Si bien se esgrime el argumento del monopolio en telecomunicaciones, lo cierto es que la apertura de esta industria en el año 2000 dio lugar a que surgieran decenas de competidores en todo el país. Empresas como Telmex, Iplan, Global Crossing y otras de menor tamaño, operaron desde el primer día en competencia, no sólo sin reservas de mercado sino desarrollándose en áreas ya atendidas mínimamente por el operador incumbente. ¿Cuál es la razón para privarlas de ingresar al negocio de la TV? Ninguna. O en realidad sí: haber comenzado a operar a través de una licencia de la Secretaría de Comunicaciones y no del Comfer. Obviamente están pagando el precio de tener legisladores poco informados y en absoluto involucrados con lo que votan.
¿Están totalmente fuera del negocio las empresas de telecomunicaciones? No del todo. Existe la resolución 275/2009 del Comfer [ver “Generación espontánea, de redes”]. La misma habilita a cualquiera que tenga una red capaz de transmitir señal de video puede arrendarla a un licenciatario. Esto daría lugar a lo que podríamos bautizar como CTVNO (Cable TV Virtual Network Operator, u operador virtual de red de TV por cable). Obviamente, el éxito de esta medida dependerá, en parte, de que no se quiera regular el precio de este alquiler. Mientras estén impedidas de dar el servicio directamente, el precio no será un elemento de disuasión de competidores, sino que deberá cubrir los costos y dejar un beneficio (objetivo último de toda actividad empresaria, algo que muchos tienden a olvidar). Solamente si hay repago de la infraestructura habrá interés en realizar las inversiones necesarias en la red.
Una observación final. En algún momento se atacó el proyecto de ley de medios argumentando que estaba hecho a la medida de Telecom, por el punto que exige una participación máxima del 30% de capital extranjero en las empresas participantes. Y ante la exigida desinversión de Telecom Italia en éste operador, la mayoría de los nombres interesados barajados en los medios eran nacionales, en algunos casos vinculados directamente al gobierno. Así, la posibilidad de dar Triple Play había hecho más atractiva (y por lo tanto más cara) esta participación supuestamente en venta. La exclusión de las empresas de telecomunicaciones, no debe haber causado mucha gracia a los italianos, que vieron así perder valor a sus activos. Pero simultáneamente, otros estarán contentos, porque así entrar en la empresa costará menos. El mundo de los negocios es así, más si hay política de por medio.

Guerra de modelos

En telecomunicaciones, como en casi todos los órdenes de la vida, hay ideologías. Particularmente en lo que hace a modelos regulatorios para permitir la competencia, hay dos grandes líneas: los que propician la competencia de infraestructuras (modelo aplicado en los EE.UU.) y los que sostienen que debe haber una infraestructura común, poniendo el foco en la competencia entre servicios brindados sobre ésta por distintos proveedores (modelo europeo).
El modelo europeo se basa en utilizar una única infraestructura de base heredada de las grandes telefónicas estatales de cada país luego de los procesos de privatización, que generalmente quedaron en manos de empresas privadas, en algunos casos con participación estatal. Este incumbente heredaba una red que cubría todo el país y, más importante aún, la llegada hasta la casa del cliente (la famosa última milla). En este caso, la competencia entre operadores se fomenta abriendo la red del incumbente para que los entrantes puedan también utilizar su infraestructura, lo que permite llegar con nuevas ofertas a los clientes, pero montados sobre la última milla (o bucle local en la jerga) del incumbente. La virtud de este modelo es que genera competencia rápidamente, ya que los operadores entrantes no tienen que invertir el capital y tiempo necesario para montar una red. Su defecto es que no incentiva la modernización de la red, ya que la competencia se da a nivel de servicios sobre la red existente.
En el caso del modelo americano, lo que se propicia es la competencia de infraestructuras. En este caso es conveniente recordar que, como sucede en Argentina, en los EE.UU. existe una importante red de TV por cable, convirtiéndose ésta entonces en la alternativa a las redes de telefonía. Así, típicamente la competencia se da entre estos dos actores, a lo que comienzan a sumarse alternativas inalámbricas (tanto móviles como fijas). Este modelo tiene la ventaja de incentivar la actualización de la red, y así es como ya hay casos de operadores migrando su red hacia fibra óptica hasta la casa del cliente, previendo el crecimiento de servicios más demandantes de ancho de banda (video de alta definición, video bajo demanda, etc.). La desventaja es que la competencia es más limitada por las necesidades de inversión y, desde el punto de vista económico, es menos eficiente replicar infraestructuras.
Así, y simplificando notablemente, podría decirse que el modelo europeo genera mucha competencia en el corto y mediano plazo, pero no fomenta la modernización de la infraestructura en el mediano/largo. Inversamente, el modelo americano incentiva la inversión en mejoras y actualizaciones de la red pero es lento para generar alternativas (y si la rentabilidad de un área determinada no lo justifica, esa alternativa no llega nunca). En sí, es difícil decir si uno es mejor que el otro. Todo depende de las circunstancias y los objetivos del momento.
En esta materia, Argentina es fiel a su estilo de “tercera posición”. Tiene un marco regulatorio estilo europeo, pero una realidad de mercado estilo americano. El modelo vigente técnicamente es el del año 2000 y contempla conceptos como la desagregación del bucle. Sin embargo, el mismo nunca fue completado (quedó trunco con la caída del gobierno en el 2001), y muchísimos aspectos nunca fueron reglamentados. Así, sólo quedó lugar para las empresas que decidieron y pudieron construir o adquirir su propia red, caso Telmex, Iplan, Ertach, entre otras, las que se sumaron a los operadores de cable, que son una importante alternativa en lo que es banda ancha y que recién ahora incursionan en el negocio de la telefonía. Adicionalmente, se puede prever que las redes inalámbricas (tanto las celulares con 3G como WiMax y otras) sean cada vez más una opción.
Como suele suceder con las posturas ideológicas, su viabilidad depende de momentos y circunstancias (¿o acaso alguien imaginaba a los republicanos propiciando la participación del Estado en el sistema bancario de los EE.UU.?). En momentos en que tanto se habla del aggionarmiento de leyes (como la de Telecomunicaciones y la de Radiodifusión), sería bueno que en Argentina se diera este debate para comenzar a definir, de una buena vez, la política a seguir en el desarrollo de esta infraestructura, clave en la sociedad de la información.

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