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Espectro sucio
Ingresados ya en la recta final de la subasta de espectro para telecomunicaciones móviles, las últimas dos semanas de noviembre corresponden al período previsto para la asignación del mismo a los ganadores.
A pesar de algunas críticas y cierta especulación con la moneda de pago, lo cierto es que todo venía fluido. O al menos así parecía. Hasta que comenzaron a conocerse las asignaciones por operador. El primer caso correspondió a Claro, el viernes 21 y, oh sorpresa: le asignaron 3G y AWS, pero no los 700 MHz. Alerta amarilla. Algunos días después, lo mismo sucede con Personal. Alerta naranja. Surgen dos preguntas: a qué se debe esta reserva de los 700 MHz y cuáles serán las consecuencias de mantenerse esta modificación de las condiciones establecidas originalmente en el pliego.
La reacción natural para muchos fue pensar que esto se debió a que la banda de 700 MHz está “sucia”, ya que todavía funcionan algunos servicios, como el de TV inalámbrico de Telecentro. El motivo no suena muy convincente si se considera que esto ya se sabía previamente, con lo cual fue ridículo que se lo hubiera incluido en un primer lugar. Menos aún que se lo incluyera en un mismo lote con el espectro para AWS (ambos para 4G). Otros asociaron esto a un posible “toma y daca” entre empresas y gobierno en relación a la moneda de pago (dólares y/o pesos). Por supuesto, esto nunca saldrá del terreno de la especulación.
Pero más importante que las razones en sí son las consecuencias. El gobierno tiene hasta el lunes próximo para terminar de asignar el espectro licitado. Si así no ocurriere, estaría abriendo la puerta a conflictos que podrían desembocar en una judicialización. De allí al estancamiento del proceso el camino es corto. Por ejemplo, tanto Cablevisión como Nextel podrían argumentar que aunque compraron el pliego no presentaron ofertas por el importante monto en dólares asociado. Pero si el gobierno termina entregando menos espectro también es razonable que exija menos dinero. Por un monto menor, podrán esgrimir, se habrían presentado. Básicamente el argumento sería el cambio de las condiciones del proceso una vez realizada la asignación. Un juez podría interpretar que el proceso es nulo y volver a foja cero.
Por otra parte, surgen algunos interrogantes. Uno es ¿cuál fue el criterio utilizado por la Secom para determinar que lo que le entregó a Personal vale US$ 354.736.579 (en vez de los más de 600 millones ofertados) si la oferta se hizo por un lote único al cual se le está quitando una frecuencia? Siendo que no se asignan los 700 MHz que tienen la particularidad de ofrecer una cobertura geográfica más amplia, ¿se extenderá el cronograma de despliegue de red?
Según el cronograma del pliego, las autoridades tienen hasta el 1° de diciembre para terminar de adjudicar el espectro licitado. Habrá que esperar hasta entonces a ver si los 700 MHz aparecen por algún lado…
Argentina Digitada
Cuando todos estaban en la cuenta regresiva por la subasta de espectro para 4G, el gobierno se despachó de buenas a primeras con un proyecto de ley de telecomunicaciones, denominado Argentina Digital. El mismo simultáneamente moderniza la regulación vigente y otorga al Estado un mayor poder y discrecionalidad sobre el sector. Así, a pesar del entusiasmo inicial, el sabor final es agridulce.
Es bueno que la legislación se actualice y que de una buena vez se considere al transporte independientemente del contenido. Algo que se viene reclamando desde hace tiempo y que se hizo más evidente luego de la promulgación de la ley de servicios de comunicación audiovisual (SCA). Hay que considerar que desde el momento en que todas las redes se digitalizaron (las telefónicas y las de TV por cable) éstas estuvieron en capacidad técnica de transmitir todo tipo de contenido. Así, dejó de tener sentido darle tratamiento regulatorio distinto a redes que técnicamente son iguales. De esta forma, la única diferencia pasó a ser en qué oficina del Estado habían obtenido su primera licencia: si en el viejo Comfer (hoy AFSCA) o en la Secretaría de Comunicaciones.
Siendo entonces que todas las redes son iguales, resulta lógico que se permita que todo contenido pueda ser transportado por toda red apta. Aquí es donde entra quizás uno de los puntos más mediáticos (aunque no necesariamente el más relevante) del proyecto de ley, que es que las empresas telefónicas puedan transmitir TV. Se habilita así la oferta de servicios Triple Play para las telefónicas, servicio que ya era ofrecido por varios operadores de TV paga (como Telecentro o Supercanal) y cooperativas, no así por Cablevisión, a quien no se le habilitó numeración para dar telefonía a pesar de contar con licencia para hacerlo. Pero esto entra en el terreno de la disputa política casi personal entre el Grupo Clarín y el Gobierno.
El punto de la TV para las telcos es polémico porque es la única modificación (al menos explícita) a la ley de SCA. Pero también porque el proyecto de ley no considera un cronograma de aplicación de esta capacidad. Habida cuenta de la asimetría de poder económico y escalas entre las principales telefónicas y los cientos de operadores de TV por cable de distinto tamaño, no parece razonable que la restricción a las telcos se levante súbita e indiscriminadamente, sin permitir un período de adecuación en base a criterios objetivos, como por ejemplo, población en cada localidad.
Más allá de esto, lo que inquieta a los operadores por igual, son dos cosas: la declaración de servicio público y la desagregación del bucle local (unbundling).
La declaración de servicio público implica la posibilidad de fijar tarifas por parte del Estado. Esto no afectaría a la telefonía fija (que ya lo es) sino al acceso a Internet y a la telefonía móvil. Si bien muchos políticos y ciudadanos ven a la declaración de servicio público como una panacea de todos los males, la experiencia local demuestra que muchas veces las tarifas de los servicios públicos se fijan políticamente por debajo de los costos. Y cuando esto sucede, repercute en la calidad de servicio, tal como se puede comprobar con la electricidad cuando hace calor o el gas cuando hace frío. El tema es más relevante en el caso de las telecomunicaciones, ya que éstas están en constante evolución, lo que podría repercutir en la actualización (léase inversiones) necesaria. En otras palabras, la fijación de la tarifa no es garantía de buen funcionamiento.
La posibilidad de la fijación de tarifas en el caso de la telefonía móvil tiene el agregado especial de que estamos en vísperas de la subasta de espectro para 4G, donde los distintos participantes hicieron su cálculo económico con una tarifa X que puede no ser tal, lo que atentaría contra la rentabilidad del proyecto.
La desagregación es un tema complejo, que se aplicaría a todos aquellos que tienen red, sean telcos o cableras, e inclusive a quienes dan servicios inalámbricos. La desagregación no sólo está contemplada en el decreto de apertura del mercado de las telecomunicaciones del año 2000 sino que también ya fue aplicada en otros mercados, como es el caso europeo. Hay que tener presente que tanto aquí como en Europa las grandes telcos fueron herederas de los monopolios estatales (caso Entel), teniendo inclusive períodos de exclusividad en la provisión del servicio. Así, a cambio, se les exigió que abrieran sus redes para el ingreso de competidores que de otra forma hubieran tenido que hacer inversiones inviables para poder ingresar al mercado. Lamentablemente, la desagregación no fue reglamentada en los últimos 14 años, si bien desde entonces hay libertad para competir. Esto sucedió mayormente con operadores que apuntan al mercado corporativo (caso Iplan, Level 3 y otros) y, en mucha menor escala, entre proveedores de triple play (caso Telecentro, Supercanal), pero en todos los casos con redes propias. Así, por el paso del tiempo y el surgimiento de algunos competidores, las bases para la exigencia de desagregación para los incumbentes fueron perdiendo fuerza. El caso de las cableras es claramente distinto. Éstas construyeron sus redes desde cero en un marco de competencia, por lo que seguramente no verán con buenos ojos que se les exija ahora permitir el uso de éstas a sus competidores. En definitiva, esto debería ser un derecho del dueño de la red, no una obligación.
Pero la desagregación tiene también algunas limitaciones prácticas. Aunque se les permita a operadores entrantes acceder a la última milla de las redes de telecomunicaciones existentes, deberán de todos modos construir redes que lleguen hasta esos puntos, lo que requiere de una inversión más que considerable y poco atractiva. Por otra parte, siendo que el precio también podrá ser fijado por el regulador, se corren los mismos riesgos que con las tarifas. Es decir, que quiten el incentivo a mantener y actualizar la red.
El de las telecomunicaciones es un negocio difícil de regular porque por sus características de ser capital intensivo, siempre constituye un mercado oligopólico (cuando no monopólico). Así fijarle tarifas arbitrariamente puede tener un efecto no buscado que es la degradación de la calidad de la red y el servicio. Es mejor, más aún en el caso argentino que cuenta con una extensa red de TV por cable, buscar la competencia de infraestructuras para que sea ésta la que actúe de límite a la suba de precios. Hay que considerar también que a estas dos grandes redes se le pueden sumar también las redes inalámbricas, tanto fijas como móviles. Esto funcionó bastante bien durante muchos años con las redes de banda ancha, donde telcos, cableros y proveedores inalámbricos compitieron, llevando a subas en el ancho de banda y precios que tendieron a la baja (calculando el precio por Mb). O sea, la calidad mejoró y los precios no se dispararon. También es cierto que esta competencia no se dio en forma uniforme en todas las localidades del país, con lo que medidas como la desagregación quizás sería más atendible que se apliquen en función de la cantidad de proveedores alternativos existentes en cada localidad.
Finalmente, está el tema del Servicio Universal, también ya contemplado en la apertura del 2000. El mismo tardó mucho en implementarse, pero hoy cuenta con unos $ 2.300 millones, sumando a un ritmo de unos $ 70 millones por mes. Fondos que descansan en una cuenta bancaria sin que se los hayan asignado a ninguno de sus objetivos originales y devaluándose al ritmo de la suba del dólar. En el caso del proyecto de ley, se crea un nuevo fondo (al que deberán transferirse lo ya recaudado) que será administrado en forma aún no definida. Una caja tentadora.
En resumen, puede decirse que el proyecto Argentina Conectada es una buena noticia en su espíritu y en la actualización tecnológica que aporta. Retoma varias iniciativas del decreto 764/2000 que significó la apertura de las telecomunicaciones pero que, por los sucesos políticos del 2001 y la inacción regulatoria posterior, nunca llegaron a implementarse debidamente. Pero a diferencia de este decreto (que ahora deroga) genera un signo de interrogación su sesgo intervencionista así como las vaguedades que pueden dar lugar a una discrecionalidad eventualmente cuestionable. De hecho, muchas decisiones quedan en manos de una futura autoridad de aplicación. En este sentido, podría asemejarse a un machete: puede servir para abrir camino en la selva, o para decapitar a las tribus enemigas.
Las cartas sobre la mesa
Ayer se conoció cuáles serán las empresas que participarán por la licitación de espectro para servicios de 4G y el remanente de 2/3G. Finalmente presentaron sus propuestas fueron Claro (América Móvil), Movistar (Telefónica), Personal (Telecom) y Arlink (Grupo Uno). Por otro lado, quienes habían comprado pliego pero no presentaron propuesta fueron Nextel y Cablevisión.
La presencia de los 3 operadores actuales no llama la atención y era esperable. “El tapado” resultó ser Arlink, el proveedor de servicios de transmisión de datos del Grupo Uno quien a su vez también es propietario de Supercanal, empresa que ofrece servicios de triple play en varias provincias del país, con su fuerte en la zona de Cuyo. En su calidad de 4° operadora, Arlink tiene por delante una tarea titánica en términos de cobertura. Por esto, no sería descabellado pensar que Arlink termine adquiriendo las operaciones de Nextel en el país, lo que le permitiría acceder rápidamente a una infraestructura que cubre las áreas más pobladas del país, contando con un activo que quizás es lo más valioso de una red móvil: sitios para antenas.
Pero los desafíos para Arlink no se circunscriben únicamente al desarrollo de la red. También tiene por delante una inversión monumental en materia comercial, necesitando desarrollar una base de agentes y oficinas comerciales, así como de estrategias para lograr captar clientes hoy en manos de sus futuros competidores.
La sorpresa fue la baja de Nextel quien era un gran candidato a ser, por la tenencia de una red en operaciones, el 4° operador (solo, en sociedad o adquirido). Pero esto no debería sorprender mucho luego de que a principios de esta semana se conociera que el NII (holding dueño de las operaciones de Nextel en Latinoamérica) decidiera acogerse al Chapter 11 en los EE.UU. De esta forma, el acceso al financiamiento necesario para participar de la licitación y desplegar la red estaba fuertemente comprometido. Por eso sus directivos tomaron una decisión prudente: bajarse de la licitación y evaluar otras alternativas. Una es seguir por su cuenta, teniendo la posibilidad tecnológica de migrar lentamente a 4G sobre las frecuencias que ya tiene. Otra es vender su operación en Argentina a Arlink (como ya fuera mencionado) o, por qué no, a alguno de los tres operadores actuales, considerando que Nextel tiene un activo muy interesante que son sus 2 millones de clientes y los sitios con antenas. Un dato no menor y que como tal no debe ser subestimado.
Ahora resta esperar el análisis de las propuestas hasta fin de octubre y, de no mediar sorpresas en las propuestas o presentaciones judiciales (que no habría que descartar), en noviembre estarán los nombres de las empresas adjudicatarias del espectro. Si los plazos se cumpliesen tal como pretende la Secretaría de Comunicaciones, quizás hasta se podría fantasear con un lanzamiento comercial del servicio de 4G antes de fin de año, aunque con una cobertura más bien simbólica. Pero de aquí a entonces habrá que estar atentos, porque puede haber novedades.
Los interrogantes del 4G
A poco menos de un mes para la presentación de las propuestas por parte de los interesados por el espectro para servicios móviles 4G, son cada vez más las dudas que las certezas.
Por supuesto, los interesados cuestionan la ecuación compuesta por costo del espectro, metas de cobertura (que se traduce inversión en infraestructura) y duración de la autorización del uso del espectro. El argumento, sostienen, es que la inversión es muy alta y el tiempo de recupero muy corto. No obstante, si deciden participar es que aceptan los términos. Asimismo, también está la incertidumbre de qué pasará con la importación del equipamiento necesario, particularmente por las divisas que se requerirán para su pago. En este sentido, las demoras que pudieran surgir afectarían también el cumplimiento de las metas de despliegue. Claro que este “problema” podría ser parte de la solución a las agresivas metas de avance propuestas.
Por otra parte, siguen vigentes los problemas “de papeles” que tendrían dos de los potencialmente participantes más importantes que son Telecom y Nextel [ver: “Invierno nublado”]. El caso de Telecom sigue sin novedades cuando faltan menos de 10 días para que venza la vigencia del acuerdo entre Telecom Italia y Fintech por el traspaso accionario. Esto será apenas dos semanas antes de tener que presentarse a la licitación. ¿Quién será el que tenga que conseguir la financiación necesaria para dar 4G? ¿Telecom Italia? ¿Fintech? En cuanto a Nextel, su situación no da señales de resolverse. Esta semana, NII (dueña de la operación de Nextel en Latinoamérica) anunció la venta de Nextel Chile a un consorcio llamado Fucata S.A., conformado por el Grupo Veintitrés (Argentina) y fondos de inversión ISM Capital (UK) y Optimun Advisors (EE.UU.). En principio, la negociación era por la venta conjunta de las operaciones de Argentina y Chile. Por lo tanto, que se haya cerrado únicamente Chile podría ser indicio de que para la operación local las cosas están más difíciles. Esto sería un mal indicador para la perspectiva de un 4° operador, la cual de por sí ya se presenta como una alternativa de difícil concreción habida cuenta del pesado flujo de fondos que exigirá apenas el 1° año de despliegue de la red (entre infraestructura y espectro).
Pero también hay temores de que la licitación se trabe por temas administrativos/judiciales. Uno de los puntos que pueden generar conflicto tiene que ver con el espectro de 700 MHz. Sucede que esta banda no se encuentra totalmente “limpia”. Parte es utilizada por algunos canales de la TDT (aquellos que van del 52 al 69). Pero también hay servicios de televisión paga que utilizan las bandas UHF, como es el caso de Telecentro y otros. Y como el pliego no es muy preciso en cuanto a quién se hará cargo de la limpieza, pueden surgir recursos, inicialmente administrativos pero luego judiciales también, que obliguen a “no innovar”. El problema mayor está dado porque la licitación de las distintas bandas se hace en conjunto, por lo que si se cuestiona lo que sucede en una de ellas, como sería la de 700 MHz, también impactaría a las de AWS y 3G. En otras palabras, no se podría avanzar con AWS y el remanente de 3G hasta tanto no se resuelva el tema de 700 MHz. Cuestionar lo que suceda con la banda de 700 MHz podría ser parte de la estrategia de algunos operadores de cable que no quieren quedar fuera de las comunicaciones móviles pero que no ven que este pliego sea viable para su ingreso.
Si por alguno o varios de todos los motivos expuestos, la licitación se viese demorada, sería un gran revés para el gobierno. No sólo porque sería una gran decepción para usuarios e industria el hecho de contar con una nueva tecnología que implicaría mejoras en el servicio existente más allá de los por venir. También, y quizás más importante, porque dejarían de recaudar los US$ 2 mil millones en espectro. Una suma que para los tiempos que corren, no es en absoluto desdeñable. Habrá que seguir el tema con atención durante los próximos 28 días.
A la cama y sin TV
El atraso de la normativa argentina en materia de telecomunicaciones y su impacto sobre otros ámbitos, como el de los medios, dio esta semana una nueva señal de vida ante la resolución de la Corte Suprema respecto de una medida cautelar presentada por ATVC, Cablevisión, Multicanal y Telecentro en contra de que los operadores de telecomunicaciones pudieran ofrecer servicios de video bajo demanda. Básicamente se ratifica, tal cual lo marca la normativa vigente, que los operadores de telecomunicaciones no pueden dar servicios de radiodifusión o broadcasting, para usar un término técnicamente más preciso.
No obstante, en una instancia anterior, el fallo de la Cámara establece tres puntos que hacen al cruce de las redes y los contenidos, extendiéndose más allá del planteo inicial: la prohibición a las telcos de dar servicios de TV bajo un modelo de radiodifusión, el impedimento también de dar servicios de video bajo demanda (caso Arnet Play u Onvideo) así como la abstención por parte de las telcos a dar servicios bajo un modelo de oferta combinada con proveedores de TV (como hacen Telecom y Telefónica con DirecTV).
Si bien a veces los conceptos se confunden, hay diferencias técnicas claras entre un servicio de radiodifusión o broadcasting y otro bajo demanda. La radiodifusión es una comunicación punto-multipunto (o sea, un emisor y múltiples receptores), unidireccional (del emisor a los receptores pero no a la inversa) y donde el contenido es lineal y sin posibilidad de intervención del receptor. En el video bajo demanda las condiciones son distintas: la comunicación es punto a punto, bidireccional y el receptor puede mínimamente decidir qué ve, en qué momento y cómo (pausar, detener, retroceder, avanzar, repetir). Queda claro que mínimamente hay grises en las interpretaciones de los conceptos.
Bajo estas definiciones, el tema de dar servicios de radiodifusión está bastante claro, y de hecho ninguna de las telcos lo hace. No obstante, siguiendo la lógica, cabría preguntarse igualmente si debería impedirse ver a través de estas redes los broadcasting por Internet que hacen las señales de TV, tanto locales como internacionales. O hasta un webcast.
Por el lado de los servicios de video bajo demanda, por lo antes expuesto pareciera haber una diferencia importante como para considerarlo de radiodifusión. No obstante, darle al video bajo demanda el status de radiodifusión implicaría que servicios como Netflix, YouTube o hasta Facebook (los más populares aunque hay muchos otros) no pudieran accederse por redes de empresas de telecomunicaciones, ya que estas no tienen licencia para distribuir contenidos de radiodifusión (lo que incluye al bajo demanda). Aquí también entrarían los servicios tipo OTT de ciertos canales, como el caso de ESPN Play o HBO Go o las alternativas de catch up de los canales de televisión abiertos, entre otros. Se ve así que esta interpretación no se sostiene.
En cuanto a la oferta combinada de telecomunicaciones y TV, parece más un acuerdo comercial que una violación a la normativa vigente. Los servicios se prestan a través de redes independientes (voz e Internet por la red telefónica y TV por la red satelital), de empresas independientes, que facturan cada una por separado. No obstante, la justicia lo entiende de otra forma y eso en definitiva es lo que cuenta. De hecho, Telecom respondió anunciando la suspensión temporaria de la oferta. Desensilló hasta que aclare, aunque sus clientes siguen gozando de ambos servicios, administrados en paralelo y no unificadamente.
No obstante, son atendibles los reclamos de los operadores de cable quienes luego de la sanción de ley de Medios, quedaron en una posición poco privilegiada, con límites tanto a su cobertura como a su penetración de mercado que no se aplican a las telcos. Resulta curioso que mientras a unos se les exigen inversiones, a los otros los fuerzan a desinvertir. También hay trabas para regulatorias, como la no asignación de numeración para telefonía en el caso de Cablevisión, que tiene licencia y tecnología para dar este servicio, pero no números para entregar a sus clientes. En este caso, un trato discriminatorio frente a competidores directos, como es el caso de Telecentro, quien sí ofrece servicios del tipo triple play. Es sin dudas una factura del gobierno, con quien el grupo arrastra ya un largo enfrentamiento. Arbitrariedad al palo.
Más allá de la mezcla de conceptos que hace la justicia en su fallo, dentro de sus limitaciones, está diciendo “estas son las normas. No las hago yo. Si no les gustan, cámbienlas”. En definitiva, este tipo de hechos se seguirán produciendo (y quizás con más asiduidad), en la medida en que nuestro marco normativo siga desconociendo la evolución tecnológica de los últimos 20 años. Cosa que sucede aún con la Ley de Medios, que no llega a los 5 años de vida pero que nació mirando a las redes del siglo XX y no las del XXI. Quizás un buen primer paso sea separar regulatoriamente a los contenidos de la red de transporte, que demandan enfoques claramente diferenciados. [Ver más en “Errores persistentes”]
Considerando la relevancia estratégica de las infraestructuras de telecomunicaciones en las sociedades y economías modernas, resulta imperioso comenzar a debatir cómo actualizar la normativa para que potencie el desarrollo de redes en vez de cercenarlas. Lamentablemente, se trata de un tema que no figura ni en la agenda del gobierno ni en la de la oposición. Una omisión más que preocupante considerando que el año próximo habrá elecciones presidenciales. Se trata de un debate importante que hay que dar, ya que no se alcanza con declarar que todas las redes son iguales (en capacidades y regulación) sino que, y más importante aún a largo plazo, habría que establecer cronogramas o planes de metas para que las asimetrías entre redes y empresas no terminen aniquilando la competencia de infraestructuras en lugar de fomentarla.
El camino por recorrer es largo. Preocupa que aún no se haya dado el primer paso.
Especulando con el espectro
Finalmente, y luego de varios meses de retraso, esta semana el gobierno lanzó el llamado a licitación por frecuencias para servicios de telefonía móvil. Se trata en realidad del proceso para la reasignación de aquellas que había devuelto Movistar como consecuencia del exceso que tenía (desde el punto de vista regulatorio) fruto de la fusión entre Movicom y Unifón en el 2004.
Lo que está en juego no promete cambiar mucho los usos y aplicaciones actuales. Sí tiene el potencial, aunque limitado, de introducir cambios en los actores del mercado. Así, lo interesante es jugar con los distintos escenarios posibles en función de quienes resulten los adjudicatarios de este preciado bien escaso.
Por lo pronto, Movistar queda fuera del proceso ya que es el único operador del país que tiene el máximo que autoriza la regulación, 50 MHz. Seguramente, tanto Personal como Claro intentarán hacerse de lo que les hace falta para alcanzar el tope regulatorio, lo que igualmente dejaría un sobrante que, con limitaciones, podría dar lugar a un nuevo operador. Y acá es donde la cosa se pone interesante.
El primero que surge fuera de los tres grandes es Nextel, empresa que se encuentra abocada en toda la región a una transición tecnológica que requiere de frecuencias distintas a las que ya tiene. Nadie cree que Nextel pretenda cambiar su perfil de empresa enfocada en el segmento de empresas para apuntar al mercado masivo. Por esto mismo sería a quien mejor le cierre comprar la cantidad de frecuencia que habría disponible. Con ésta podría introducir nuevos servicios, especialmente aquellos de datos.
También suena fuerte el nombre de Telecentro, el mayor operador de Triple Play del país que además obtuvo, a principios de año, una licencia para dar servicios de telecomunicaciones móviles, si bien no ha ofrecido este servicio por no contar con el espectro necesario. En este caso, siendo que su operación se centra en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), podría alcanzarle con adquirir frecuencias para esta área únicamente.
Otro candidato es Cablevisión, quien manifestó en reiteradas oportunidades su voluntad de participar del negocio, y ha confirmado que se presentarán en esta ocasión. Hay quienes creen que la empresa del Grupo Clarín no tiene chances debido a su enfrentamiento con el gobierno nacional. En este caso, si la empresa no resultara adjudicataria por razones cuestionables, se corre el riesgo de una judicialización que retrase el proceso de asignación de las frecuencias, con lo que la industria en general se vería perjudicada.
Por otra parte, y en vista a la evolución tecnológica, resulta cada vez más claro que quien quiera jugar seriamente en el negocio de las comunicaciones, especialmente con presencia en el mercado masivo, necesitará contar con servicios móviles. Y aquí es donde entran a escena actores de menor envergadura, como la mayoría de los operadores de TV por cable o las cooperativas telefónicas. Además de su menor tamaño, todos tienen en común operar en áreas geográficas acotadas. Así, acceder a una licencia se hace inviable. Surge entonces la alternativa de una red mayorista. En este caso, no sería descabellada la participación de Arsat, quien ya adelantó su intención de participar en el negocio móvil aunque con servicios de 4G, y que podría pretender el espectro para crear una infraestructura que permita a operadores medianos y pequeños operar bajo el modelo de MNVO (operador virtual).
No obstante toda esta especulación, el escenario más probable que surge es el de Personal y Claro completando su cuota de espectro permitido a lo que se sumaría Nextel, con una clara estrategia de expansión de sus servicios en toda la región, ampliando su cobertura y rango de servicios. La no inclusión en la licitación de espectro nuevo, especialmente el necesario para dar servicios 4G, hace que haya poco lugar para cambios radicales en este segmento. Habrá que esperar hasta entonces para ver si el juego se abre para el ingreso de nuevos operadores.
Juntos, pero separados
A pesar de no ser una propuesta tecnológicamente novedosa, en Argentina la oferta de triple play es aún muy modesta, con muchos de los potenciales oferentes lejos de dar el servicio. En algunos casos, por motivos regulatorios. En otros, por decisiones de negocios. Haciendo nombres, quizás los operadores de triple play más emblemáticos son Telecentro en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) y Supercanal en algunos puntos del Interior. En el caso de Cablevisión, el mayor operador de TV por cable y tercer ISP del país, su ausencia de oferta obedece actualmente a un conflicto con la autoridad regulatoria, aunque en el pasado agregar el servicio de telefonía faltante no estaba entre sus prioridades. En el caso de las empresas de telecomunicaciones (Telecom, Telefónica, Claro y otros), no es que les falte ganas de dar TV, sino que la ley no se los permite.
Así las cosas, y a pesar de lo restringida de la oferta convergente en el mercado argentino, sí puede observarse cómo aumenta el consumo de cada uno de éstos individualmente, al punto tal que los hogares que consumen los cuatro (telefonía fija, móvil, Internet y TV paga) crecieron de un 37 a un 40%, partiendo de la base de aquellos que al menos cuentan con una línea telefónica fija. Esto surge del informe “Telecomunicaciones residenciales 2010”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Esto se da con mayor intensidad en las localidades medianas del Interior, donde el porcentaje de hogares que consume los cuatro servicios es el 52%, bastante superior a la media en grandes centros urbanos (34% en AMBA y 40% en ciudades del Interior). Inversamente, los hogares con tan sólo un servicio retrocedieron del 12 al 6%.
En el mismo sentido, los hogares que consumen los tres servicios que conforman el triple play (telefonía fija, Internet y TV paga) pasaron en un año del 40% al 44%, lo que equivale a unos 3,1 millones. En términos monetarios, representa un mercado de casi $ 9 mil millones anuales (netos de IVA).
No obstante, para estimar el potencial de mercado para una oferta triple, también se pueden considerar a los que sólo consumen dos de estos servicios (telefonía e Internet o telefonía y TV), ya que serían candidatos a sumar un tercero ante una oferta económicamente interesante.
De esta forma, ambos grupos representan un 86% de los hogares con teléfono, con lo que el mercado potencial inicial de una oferta triple alcanza a los 6 millones de hogares.
Midiendo el Triple Play
En los últimos tiempos, con la llegada de las primeras ofertas y, más tarde, con el debate de la Ley de Medios, el tema del Triple Play estuvo en el tapete. Por el momento, la oferta de servicios convergentes es muy acotada en el mercado argentino. Apenas unos pocos operadores de TV por cable (Telecentro, Supercanal y algunos pequeños proveedores en localidades más chicas) ofrecen actualmente el servicio. Los demás cableros que no lo hacen es por alguna decisión de negocios, mientras que las empresas de telecomunicaciones se mantienen al margen por trabas regulatorias. Aquí no pueden considerarse los bundlings de las telefónicas con DirecTV, ya que los servicios se dan por redes separadas. Es un triple play comercial, no técnico.
Si embargo, esto no invalida que exista una demanda creciente por los servicios que engloba. El que mayor crecimiento registra es el de acceso a Internet de banda ancha. También lo hace, aunque a un ritmo mucho menor, el de TV paga. Por su parte, la telefonía fija comienza a sentir los embates de otras alternativas, por lo que si bien no retrocede aún en penetración, sí se observa una baja del gasto, tanto en telefonía local como en larga distancia. Esto surge del informe “Telecomunicaciones residenciales 2009”, recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Actualmente, unos 2,6 millones de hogares consumen los tres servicios que conforman el Triple Play (30% más que un año atrás) generando un gasto anual aproximado de $ 8 mil millones (con impuestos incluidos). Si además, se tuviese en cuenta a aquellos hogares que hoy consume sólo dos de éstos servicios (típicamente, telefonía e Internet o telefonía y TV paga), el mercado potencial sería de hasta 5 millones de hogares.
No obstante, en este caso el aumento en dinero gastado no sería lineal, ya que seguramente para que los hogares que hoy consumen dos servicios pasen a tres, el monto total a gastar debería ser menor que la suma de las partes, que es lo que hoy sucede con la gran mayoría que consume telefonía, TV e Internet.
Apremios legales
Esta semana diversos medios cubrieron la noticia del otorgamiento de numeración telefónica a Fibertel S.A. (y no Cablevisión, como hubiera sido esperable, aunque ambas pertenecientes al Grupo Clarín), uno de los pasos necesarios para ofrecer servicios telefónicos y poder así ingresar al selecto grupo de empresas que hoy ofrecen Triple Play en Argentina, donde se destacan Telecentro y Supercanal.
El tema en sí no es tan relevante como para merecer tanta cobertura periodística, pero de alguna forma hubo desconcierto habida cuenta del público enfrentamiento entre el gobierno y el multimedio. De alguna forma las preguntas eran: ¿cómo es que si están tan enfrentados el gobierno lo favorece con esta medida? ¿el enfrentamiento fue pour la galerie?
Sin embargo, la explicación podría ser menos intrincada. La empresa venía reclamando desde fines de 2007 por la numeración, y como no obtenía respuesta de la Secretaría de Comunicaciones, interpuso primero un recurso administrativo y luego un amparo por “mora de la administración”. Esta última decisión fue la que llevó a la Secretaría a expedirse para evitar un posible fallo adverso que tuviera consecuencias sobre los funcionarios del área. En otras palabras, no sería amor sino espanto.
Esto de actuar por reacción y no por iniciativa propia parece una característica de la actual gestión en Comunicaciones. Ya pasó tiempo atrás con el Servicio Universal (que salio momentáneamente de su letargo cuando intervino del Defensor del Pueblo), y más recientemente fue también la Justicia quien emplazó a la Secretaría a avanzar con el tema de Portabilidad Numérica.
A juzgar por la actividad por iniciativa propia del actual titular de la Secretaría, es sin dudas un gran candidato a llevarse el “Ñoqui de oro” y no particularmente por su afición a las pastas…