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Internet se corta sola

Los servicios TIC en el hogar giran cada vez más alrededor de la conexión de banda ancha que tiende a centralizar el flujo de contenidos y servicios al hogar. Esto se refleja en que los hogares que sólo contratan el servicio de Internet (sin combinarlo con TV y/o telefonía fija y/o móvil) pasaron de ser el 10% del total de los accesos en 2015 a un 24% en 2022 (sobre la base de hogares conectados). Un avance que muestra el menor atractivo de propuestas combinadas, más allá del valor económico total.

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Armá tu combo

El congelamiento de los precios de los servicios TIC, vigente hasta el 31/12, impactó en la oferta de los ISP, cuyos productos en promoción cayeron de un 37% en 2019 a un 28% este año. Aquellos que más promociones ofrecen son los basados en ADSL, impactados por el avance de tecnologías alternativas (cablemódem y, sobre todo, fibra). Visto por región, el porcentaje más alto se encuentra en CABA (83%) evidenciando la fuerte competencia en la ciudad. Esto surge del informe “Oferta de acceso fijo a Internet en Argentina”, realizado por Carrier y Asociados.

Si bien el promedio de descuento en el abono durante la promoción resultó ser del 50%, el mismo llega al 67% en el caso de los productos de fibra óptica, marcando la agresividad de sus ofertas. Las promociones tienen una duración promedio de 8 meses, siendo más duraderas para los productos de ADSL y de cablemódem (11 meses) y menos para la fibra óptica (casi 4 meses).

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Tríada en expansión

Si bien la oferta triple play se encuentra vigente en Argentina desde hace un tiempo, su crecimiento fue impulsado por la habilitación a que las telcos ofrezcan servicios de comunicación audiovisual (léase TV) que se dio, a los efectos prácticos, el año pasado. Esto implicó un crecimiento de los paquetes triple play (internet, teléfono fijo y TV) que subieron su penetración en 8 puntos en un año, pasando del 15% al 23% de los hogares conectados. Esto surge del informe “Tecnología en el hogar 2019”, realizado por Carrier y Asociados.

Actualmente, el mercado de triple play se halla dominado por unos de sus pioneros, Telecentro, seguido a cierta distancia por Telecom (que completó su oferta con la fusión con Cablevisión) y por Telefónica (que entró al negocio de la TV de la mano de su despliegue de fibra óptica al hogar). El resto está conformado por empresas que en sus orígenes ofrecieron únicamente TV por cable.

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Juntos es mejor

El negocio de la banda ancha residencial nació no como un producto específico sino como un subproducto de redes pre existentes, como fue el caso de la telefonía para el ADSL y de la TV por cable para el cablemódem. Así, el concepto de combo de servicios estuvo muy arraigado desde sus inicios. Y si bien más tarde fueron apareciendo redes (e ISP) específicos, como las inalámbricas o las de fibra óptica, el empaquetamiento sigue siendo dominante. De este modo, prácticamente 5 de cada 6 hogares contratan su servicio de banda ancha empaquetado con otro o más servicios, sea telefonía fija, móvil y/o TV paga. Esto surge del informe “Tecnología residencial 2017” realizado por Carrier y Asociados.
La tecnología predominante sigue siendo el ADSL (49%), aunque no muy lejos el cablemódem (42%) que cuenta con una mayor capacidad y el aporte de una importante penetración de la TV por cable a nivel país. Entre ambas representan el 91% de las conexiones. Las tecnologías inalámbricas son claramente más fuertes en el Interior, donde alcanzan al 7% frente al 2% en el AMBA. Apenas un 1% tiene acceso de fibra óptica en su hogar, aunque este valor tenderá a subir en adelante.
La dominancia del ADSL y el cablemódem dan lugar a un escenario signado por los combos de servicios. En efecto, apenas el 16% de los hogares relevados contrata únicamente el servicio de banda ancha a su ISP. El resto se reparte mayormente entre combinaciones que incluyen al teléfono fijo (49%), el servicio de TV (27%) y como parte de paquetes de servicios Triple Play (8%). Apenas el 1% incluyó un servicio móvil en su combo.

En el caso de la oferta Triple Play (Internet, TV y telefonía fija), esta se concentra mayormente en el AMBA, impulsada por Telecentro, el principal operador triple play del país. Algo que debería comenzar a cambiar a partir del 2018, cuando la regulación permita a las empresas telefónicas a proveer servicios de TV. Será interesante ver en ese entonces la relevancia que tendrán los celulares en una propuesta convergente, con una mayor integración del servicio móvil con las capacidades WiFi en el acceso residencial.

Nueva era

Durante el lapso que pasó desde la última edición de Comentarios, el 18 de diciembre pasado, muchas noticias importantes se dieron en el ámbito local de las telecomunicaciones. Sin dudas, lo más relevante fue el cambio de raíz en lo que hace a la regulación del sector. Un cambio que, aunque en la dirección correcta, generó sainetes políticos, reclamos en la justicia y hasta cuestionamientos de legalidad. Y como siempre ocurre, quedaron actores disconformes.
El nuevo gobierno que asumió en diciembre último introdujo profundas modificaciones en distintas políticas, incluyendo a las de medios y telecomunicaciones, quizás las más emblemáticas de la gestión a la que reemplazó. Se tratan de cambios necesarios desde el punto de vista de política sectorial habida cuenta de que en materia de infraestructura se trataba de un marco regulatorio concebido desde una mirada hacia el pasado y no el presente de las redes de comunicaciones, a lo que se sumaba el evidente encono hacia uno de los participantes.
La forma, vía decreto de necesidad y urgencia, puede ser cuestionable políticamente, pero, al menos por lo visto hasta el momento, es técnicamente válido. Demuestra la intención de avanzar rápidamente con el tema, más allá de la necesaria ratificación parlamentaria. Siempre dentro de la forma, si bien el funcionamiento del nuevo ente regulador, Enacom (Ente Nacional de Telecomunicaciones) simula ser el de un cuerpo independiente con representación de las minorías parlamentarias, en la práctica funciona como un órgano que depende directamente del Poder Ejecutivo. Esto no necesariamente está mal en sí mismo, pero no hacía falta el simulacro de apertura.
En cuanto al fondo, el gobierno anterior dejó un escenario que, aunque pregonaba convergencia, tenía tratamientos muy dispares entre cable, telcos y satélite, perjudicando particularmente a los primeros por ser la industria en la que se encontraba el Grupo Clarín. La nueva gestión decidió dar marcha atrás con esta política, básicamente anulando las limitaciones a la expansión de las redes y servicios como forma de propiciar la convergencia. Los cables ya no tendrán límite a la expansión física de sus redes, lo cual es una buena noticia en una industria sensible a las escalas.
De todos modos, el movimiento fue pendular, y el escenario, antes perjudicial, ahora resulta más favorable a la industria del cable. Las telcos podrán dar servicios audiovisuales recién en 2 años prorrogables a 3, cancelando quizás la principal medida pro convergencia de la gestión anterior, quien las había autorizado a hacerlo a través de la ley Argentina Digital. Los cables sostienen que estos 2 a 3 años de inhibición son poco tiempo, ya que ellos no cuentan aún con servicios móviles en su oferta. El argumento sigue en que si hoy las telcos pudieran ofrecer servicios de cuádruple play sería una ventaja competitiva muy fuerte frente a su oferta triple play.
Es cierto que los cables aún están lejos de ser una alternativa en móviles, pero también lo es que las telcos no están técnicamente en condiciones de ofrecer servicios de TV por sus redes actuales. Una red moderna debe tener una capacidad media en los accesos de unos 30 Mb, lejos de la media de los abonos de ADSL. En otras palabras, las telcos deben invertir (y bastante) en la red fija para aumentar la capacidad y capilaridad de sus redes. Pero a su vez, parte de esa inversión sólo puede justificarse con el ingreso adicional que generarían los servicios de TV. Un tema de tiempo y dinero. Esta idea de nivelar la cancha antes de poder dar vía libre con el cuádruple play permite suponer que los próximos pasos del gobierno en materia de espectro (especialmente luego de la compra de Nextel por Cablevisión) serán claves para la definición del escenario en los años por venir.
Hay quienes critican el fondo de las reformas por su sesgo pro concentración de mercado. Es cierto que el nuevo marco propicia la concentración de las infraestructuras. También lo es que esta es una tendencia global en la industria. Pero atención, que un mercado de infraestructuras fragmentadas no es lo mismo que un mercado en competencia. Que haya muchos actores no los hace competidores si las coberturas geográficas de sus redes no se superponen. Por otra parte, cuando las escalas no son las ideales, las inversiones son más difíciles de repagar (es la razón por la cual subsiste todavía tanto cable analógico, especialmente en localidades medianas y chicas del interior del país). Así, un escenario previsible a mediano plazo será el de competencia de infraestructuras en grandes concentraciones urbanas ofreciendo servicios triple y cuádruple play, con tendencia a la monopolización del acceso en la medida en que las localidades son más pequeñas.
La regulación de la convergencia es de por sí un trabajo complejo. Cuando hay convergencia, las distintas industrias que convergen chocan entre sí. Esto es lo que estamos viendo ahora. Pero convergencia implica en definitiva un trato uniforme para todos los actores. El punto está en lograr el equilibrio en las asimetrías forzadas necesarias para atravesar la inevitable transición.

Empaquetados

Hubo un tiempo en que las redes eran para un servicio único. La red telefónica daba telefonía, la red de TV daba video y las redes de datos, Internet y datos en general. Con la digitalización, esta especialización de las redes desapareció, dando lugar a la convergencia. Y a partir de allí, las redes se hicieron multiservicio, pudiendo transmitir voz, video y datos. Dejó de haber entonces límites técnicos, subsistiendo sí los regulatorios y/o políticos.
Esta situación tiene como consecuencia que hoy los principales ISP del país (Speedy, Fibertel y Arnet) pertenezcan a empresas que ofrecen otros servicios, sea de TV como de telefonía, aunque claramente no son los únicos. Por eso no  sorprende que casi 9 de cada 10 hogares tengan su acceso a Internet como parte de un combo de servicios, sea con telefonía, con TV paga o ambos. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología residencial – 2015” realizado por Carrier y Asociados.
Como resultante del predominio de las telefónicas en el acceso a Internet, el combo Internet+Telefonía es el más popular, con un 52%. Luego sigue el de Internet+TV paga con el 26%. Y un 9% tiene triple play (Internet, Telefonía y TV paga). Conviene aclarar que aquí se incluyen también a los combos entre las telefónicas y DirecTV, que aunque sus servicios no comparten la misma red, fueron vendidos en un mismo paquete comercial.

Así, apenas un 10% únicamente contrata el servicio de acceso a Internet a su proveedor. Esto último se da más en los hogares jóvenes, donde el valor llega casi al doble.
En cuanto a la evolución del triple play, no hay que esperar importantes crecimientos para los próximos años. Con los cambios en la regulación como consecuencia de la aprobación de la ley Argentina Digital, las empresas de telecomunicaciones pueden ahora dar servicios de TV. No obstante esta medida no tendrá una incidencia importante en el corto plazo. Las redes de telefónicas no están mayormente en condiciones técnicas de permitir la capacidad de transporte necesaria para combinar Internet de banda ancha y TV. Esto requiere de inversiones, las cuales competirán por presupuesto con los despliegues de redes móviles, particularmente con 4G. Por lo tanto, los avances en este sentido serán lentos.
Por el lado de las empresas de TV paga, muchas ya tienen una oferta triple play salvo la más grande de todas, Cablevisión. Esto no se debe a una limitación técnica ni regulatoria, sino política. Sus redes pueden hacerlo y tienen licencia para dar telefonía. Lo que no se les ha otorgado es la numeración necesaria. Y para cuando lo hagan, el negocio de la telefonía fija será (ya lo es) poco interesante para un entrante. En otras palabras, Argentina llegó tarde y mal a la ola del triple play.

Argentina Digitada

Cuando todos estaban en la cuenta regresiva por la subasta de espectro para 4G, el gobierno se despachó de buenas a primeras con un proyecto de ley de telecomunicaciones, denominado Argentina Digital. El mismo simultáneamente moderniza la regulación vigente y otorga al Estado un mayor poder y discrecionalidad sobre el sector. Así, a pesar del entusiasmo inicial, el sabor final es agridulce.
Es bueno que la legislación se actualice y que de una buena vez se considere al transporte independientemente del contenido. Algo que se viene reclamando desde hace tiempo y que se hizo más evidente luego de la promulgación de la ley de servicios de comunicación audiovisual (SCA). Hay que considerar que desde el momento en que todas las redes se digitalizaron (las telefónicas y las de TV por cable) éstas estuvieron en capacidad técnica de transmitir todo tipo de contenido. Así, dejó de tener sentido darle tratamiento regulatorio distinto a redes que técnicamente son iguales. De esta forma, la única diferencia pasó a ser en qué oficina del Estado habían obtenido su primera licencia: si en el viejo Comfer (hoy AFSCA) o en la Secretaría de Comunicaciones.
Siendo entonces que todas las redes son iguales, resulta lógico que se permita que todo contenido pueda ser transportado por toda red apta. Aquí es donde entra quizás uno de los puntos más mediáticos (aunque no necesariamente el más relevante) del proyecto de ley, que es que las empresas telefónicas puedan transmitir TV. Se habilita así la oferta de servicios Triple Play para las telefónicas, servicio que ya era ofrecido por varios operadores de TV paga (como Telecentro o Supercanal) y cooperativas, no así por Cablevisión, a quien no se le habilitó numeración para dar telefonía a pesar de contar con licencia para hacerlo. Pero esto entra en el terreno de la disputa política casi personal entre el Grupo Clarín y el Gobierno.
El punto de la TV para las telcos es polémico porque es la única modificación (al menos explícita) a la ley de SCA. Pero también porque el proyecto de ley no considera un cronograma de aplicación de esta capacidad. Habida cuenta de la asimetría de poder económico y escalas entre las principales telefónicas y los cientos de operadores de TV por cable de distinto tamaño, no parece razonable que la restricción a las telcos se levante súbita e indiscriminadamente, sin permitir un período de adecuación en base a criterios objetivos, como por ejemplo, población en cada localidad.
Más allá de esto, lo que inquieta a los operadores por igual, son dos cosas: la declaración de servicio público y la desagregación del bucle local (unbundling).
La declaración de servicio público implica la posibilidad de fijar tarifas por parte del Estado. Esto no afectaría a la telefonía fija (que ya lo es) sino al acceso a Internet y a la telefonía móvil. Si bien muchos políticos y ciudadanos ven a la declaración de servicio público como una panacea de todos los males, la experiencia local demuestra que muchas veces las tarifas de los servicios públicos se fijan políticamente por debajo de los costos. Y cuando esto sucede, repercute en la calidad de servicio, tal como se puede comprobar con la electricidad cuando hace calor o el gas cuando hace frío. El tema es más relevante en el caso de las telecomunicaciones, ya que éstas están en constante evolución, lo que podría repercutir en la actualización (léase inversiones) necesaria. En otras palabras, la fijación de la tarifa no es garantía de buen funcionamiento.
La posibilidad de la fijación de tarifas en el caso de la telefonía móvil tiene el agregado especial de que estamos en vísperas de la subasta de espectro para 4G, donde los distintos participantes hicieron su cálculo económico con una tarifa X que puede no ser tal, lo que atentaría contra la rentabilidad del proyecto.
La desagregación es un tema complejo, que se aplicaría a todos aquellos que tienen red, sean telcos o cableras, e inclusive a quienes dan servicios inalámbricos. La desagregación no sólo está contemplada en el decreto de apertura del mercado de las telecomunicaciones del año 2000 sino que también ya fue aplicada en otros mercados, como es el caso europeo. Hay que tener presente que tanto aquí como en Europa las grandes telcos fueron herederas de los monopolios estatales (caso Entel), teniendo inclusive períodos de exclusividad en la provisión del servicio. Así, a cambio, se les exigió que abrieran sus redes para el ingreso de competidores que de otra forma hubieran tenido que hacer inversiones inviables para poder ingresar al mercado. Lamentablemente, la desagregación no fue reglamentada en los últimos 14 años, si bien desde entonces hay libertad para competir. Esto sucedió mayormente con operadores que apuntan al mercado corporativo (caso Iplan, Level 3 y otros) y, en mucha menor escala, entre proveedores de triple play (caso Telecentro, Supercanal), pero en todos los casos con redes propias. Así, por el paso del tiempo y el surgimiento de algunos competidores, las bases para la exigencia de desagregación para los incumbentes fueron perdiendo fuerza. El caso de las cableras es claramente distinto. Éstas construyeron sus redes desde cero en un marco de competencia, por lo que seguramente no verán con buenos ojos que se les exija ahora permitir el uso de éstas a sus competidores. En definitiva, esto debería ser un derecho del dueño de la red, no una obligación.
Pero la desagregación tiene también algunas limitaciones prácticas. Aunque se les permita a operadores entrantes acceder a la última milla de las redes de telecomunicaciones existentes, deberán de todos modos construir redes que lleguen hasta esos puntos, lo que requiere de una inversión más que considerable y poco atractiva. Por otra parte, siendo que el precio también podrá ser fijado por el regulador, se corren los mismos riesgos que con las tarifas. Es decir, que quiten el incentivo a mantener y actualizar la red.
El de las telecomunicaciones es un negocio difícil de regular porque por sus características de ser capital intensivo, siempre constituye un mercado oligopólico (cuando no monopólico). Así fijarle tarifas arbitrariamente puede tener un efecto no buscado que es la degradación de la calidad de la red y el servicio. Es mejor, más aún en el caso argentino que cuenta con una extensa red de TV por cable, buscar la competencia de infraestructuras para que sea ésta la que actúe de límite a la suba de precios. Hay que considerar también que a estas dos grandes redes se le pueden sumar también las redes inalámbricas, tanto fijas como móviles. Esto funcionó bastante bien durante muchos años con las redes de banda ancha, donde telcos, cableros y proveedores inalámbricos compitieron, llevando a subas en el ancho de banda y precios que tendieron a la baja (calculando el precio por Mb). O sea, la calidad mejoró y los precios no se dispararon. También es cierto que esta competencia no se dio en forma uniforme en todas las localidades del país, con lo que medidas como la desagregación quizás sería más atendible que se apliquen en función de la cantidad de proveedores alternativos existentes en cada localidad.
Finalmente, está el tema del Servicio Universal, también ya contemplado en la apertura del 2000. El mismo tardó mucho en implementarse, pero hoy cuenta con unos $ 2.300 millones, sumando a un ritmo de unos $ 70 millones por mes. Fondos que descansan en una cuenta bancaria sin que se los hayan asignado a ninguno de sus objetivos originales y devaluándose al ritmo de la suba del dólar. En el caso del proyecto de ley, se crea un nuevo fondo (al que deberán transferirse lo ya recaudado) que será administrado en forma aún no definida. Una caja tentadora.
En resumen, puede decirse que el proyecto Argentina Conectada es una buena noticia en su espíritu y en la actualización tecnológica que aporta. Retoma varias iniciativas del decreto 764/2000 que significó la apertura de las telecomunicaciones pero que, por los sucesos políticos del 2001 y la inacción regulatoria posterior, nunca llegaron a implementarse debidamente. Pero a diferencia de este decreto (que ahora deroga) genera un signo de interrogación su sesgo intervencionista así como las vaguedades que pueden dar lugar a una discrecionalidad eventualmente cuestionable. De hecho, muchas decisiones quedan en manos de una futura autoridad de aplicación. En este sentido, podría asemejarse a un machete: puede servir para abrir camino en la selva, o para decapitar a las tribus enemigas.

Las cartas sobre la mesa

Ayer se conoció cuáles serán las empresas que participarán por la licitación de espectro para servicios de 4G y el remanente de 2/3G. Finalmente presentaron sus propuestas fueron Claro (América Móvil), Movistar (Telefónica), Personal (Telecom) y Arlink (Grupo Uno). Por otro lado, quienes habían comprado pliego pero no presentaron propuesta fueron Nextel y Cablevisión.
La presencia de los 3 operadores actuales no llama la atención y era esperable. “El tapado” resultó ser Arlink, el proveedor de servicios de transmisión de datos del Grupo Uno quien a su vez también es propietario de Supercanal, empresa que ofrece servicios de triple play en varias provincias del país, con su fuerte en la zona de Cuyo. En su calidad de 4° operadora, Arlink tiene por delante una tarea titánica en términos de cobertura. Por esto, no sería descabellado pensar que Arlink termine adquiriendo las operaciones de Nextel en el país, lo que le permitiría acceder rápidamente a una infraestructura que cubre las áreas más pobladas del país, contando con un activo que quizás es lo más valioso de una red móvil: sitios para antenas.
Pero los desafíos para Arlink no se circunscriben únicamente al desarrollo de la red. También tiene por delante una inversión monumental en materia comercial, necesitando desarrollar una base de agentes y oficinas comerciales, así como de estrategias para lograr captar clientes hoy en manos de sus futuros competidores.
La sorpresa fue la baja de Nextel quien era un gran candidato a ser, por la tenencia de una red en operaciones, el 4° operador (solo, en sociedad o adquirido). Pero esto no debería sorprender mucho luego de que a principios de esta semana se conociera que el NII (holding dueño de las operaciones de Nextel en Latinoamérica) decidiera acogerse al Chapter 11 en los EE.UU. De esta forma, el acceso al financiamiento necesario para participar de la licitación y desplegar la red estaba fuertemente comprometido. Por eso sus directivos tomaron una decisión prudente: bajarse de la licitación y evaluar otras alternativas. Una es seguir por su cuenta, teniendo la posibilidad tecnológica de migrar lentamente a 4G sobre las frecuencias que ya tiene. Otra es vender su operación en Argentina a Arlink (como ya fuera mencionado) o, por qué no, a alguno de los tres operadores actuales, considerando que Nextel tiene un activo muy interesante que son sus 2 millones de clientes y los sitios con antenas. Un dato no menor y que como tal no debe ser subestimado.
Ahora resta esperar el análisis de las propuestas hasta fin de octubre y, de no mediar sorpresas en las propuestas o presentaciones judiciales (que no habría que descartar), en noviembre estarán los nombres de las empresas adjudicatarias del espectro. Si los plazos se cumpliesen tal como pretende la Secretaría de Comunicaciones, quizás hasta se podría fantasear con un lanzamiento comercial del servicio de 4G antes de fin de año, aunque con una cobertura más bien simbólica. Pero de aquí a entonces habrá que estar atentos, porque puede haber novedades.

Repaso de una semana agitada

En los últimos días se produjeron diversas noticias aquí y afuera que ameritan algunas reflexiones.
A nivel local, hubo revuelo en el mundo cooperativo. A pocos días de conocerse la firma de un memorándum de entendimiento entre asociaciones de cooperativas, operadores móviles y la Secretaría de Comunicaciones, algunas cooperativas telefónicas están que trinan. Hubo una reunión de éstas en Pilar y surgieron duras críticas en relación a lo firmado. La casa no está en orden.
Por otro lado, sigue sin definirse la aprobación de la venta de la participación de Telecom Italia en Telecom Argentina a Fintech. Nadie sabe bien por que. Los conspiradores ven una sanción al fondo mexicano vinculada a la negociación de la deuda (de la cual es un acreedor de cierta magnitud). Los legalistas dicen que en realidad no se atreven a firmarla por los cuestionamientos que generaría la participación de Fintech en Cablevisión. Como fuere, la indefinición está comenzando a hacer perder la paciencia a los italianos, quienes amenazan con reconsiderar la venta. ¿Será para apurar o lo dicen en serio? ¿O ambos?
La situación de Telecom, la indefinición en el caso de Nextel, los cuestionamientos por el manejo de la banda de 700 MHz, las quejas por las elevadas exigencias monetarias y de metas del pliego así como demandas por la promulgación previa de un reglamento de OMV dieron lugar a especulaciones en torno de una postergación del llamado. Sin embargo, la Secretaría de Comunicaciones salió al cruce de las versiones y confirmó el cronograma original. Aquí no ha pasado nada. Circule por favor.
En un plano regional, en Brasil el runrún no se detiene para el negocio de las telecomunicaciones. Ahora que Telefónica se le adelantó en el deal con GVT (operador triple play) en Brasil, algunos creen ver a TIM Brasil como una empresa que quedó en una situación estratégica complicada. Sin banda ancha ni TV paga, TIM es vista como vulnerable. Así, ya comienzan a hacerse más evidentes las intenciones del resto de los operadores móviles de aquél país (Claro, Oi, Vivo-Telefónica, todos ellos con una pata fija) de hacerse de la operación de los italianos y repartírsela en un estilo Tupac Amaru. Claro, que no todo es tan simple como parece a priori. Oi ya arrastra mucha deuda, Telefónica ya tiene bastante con la compra de GVT y los problemas regulatorios por su participación en Telecom Italia (de la cual parece cada vez más arrepentida) y algunos no ven que Claro (léase Slim) esté dispuesto a pagar lo que los italianos esperan. Continuará.
A nivel internacional, sin dudas que mediáticamente la semana estuvo signada por los lanzamientos de Apple. Por el lado del smartphone en sí, la empresa hizo un update de sus dispositivos para estar más en línea con la oferta de los principales actores. También presentó su smartwatch, que generó reacciones diversas. De todos modos, la gran pregunta para los fabricantes de estos relojes-computadora es si pueden hacer mella entre el público joven que no usa relojes de pulsera (sustituido por el celular) y por lo tanto hay que convencerlos de llevar algo allí o si será únicamente un gadget caro para los adultos que todavía siguen utilizándolos. En ambos casos, smartphone y smartwatch, resulta llamativo ver a Apple en una posición de follower luego de haber definido cómo sería un reproductor de audio, un smartphone o una tablet.
Quizás lo más interesante fue el anuncio de Pay, un sistema de pago electrónico móvil vía NFC (característica por primera vez incorporada en un iPhone) que resulta atractivo en los papeles pero del cual no se precisó lo suficiente a nivel de funcionamiento como para entenderlo en detalle. Más allá de esto, lo más positivo de Pay podría ser dar el impulso definitivo necesario para difundir el uso de NFC, presente en varios modelos de smartphones desde hace unos años, pero hasta el momento de utilidad acotada.

Especulando con el espectro

Finalmente, y luego de varios meses de retraso, esta semana el gobierno lanzó el llamado a licitación por frecuencias para servicios de telefonía móvil. Se trata en realidad del proceso para la reasignación de aquellas que había devuelto Movistar como consecuencia del exceso que tenía (desde el punto de vista regulatorio) fruto de la fusión entre Movicom y Unifón en el 2004.

Lo que está en juego no promete cambiar mucho los usos y aplicaciones actuales. Sí tiene el potencial, aunque limitado, de introducir cambios en los actores del mercado. Así, lo interesante es jugar con los distintos escenarios posibles en función de quienes resulten los adjudicatarios de este preciado bien escaso.

Por lo pronto, Movistar queda fuera del proceso ya que es el único operador del país que tiene el máximo que autoriza la regulación, 50 MHz. Seguramente, tanto Personal como Claro intentarán hacerse de lo que les hace falta para alcanzar el tope regulatorio, lo que igualmente dejaría un sobrante que, con limitaciones, podría dar lugar a un nuevo operador. Y acá es donde la cosa se pone interesante.

El primero que surge fuera de los tres grandes es Nextel, empresa que se encuentra abocada en toda la región a una transición tecnológica que requiere de frecuencias distintas a las que ya tiene. Nadie cree que Nextel pretenda cambiar su perfil de empresa enfocada en el segmento de empresas para apuntar al mercado masivo. Por esto mismo sería a quien mejor le cierre comprar la cantidad de frecuencia que habría disponible. Con ésta podría introducir nuevos servicios, especialmente aquellos de datos.

También suena fuerte el nombre de Telecentro, el mayor operador de Triple Play del país que además obtuvo, a principios de año, una licencia para dar servicios de telecomunicaciones móviles, si bien no ha ofrecido este servicio por no contar con el espectro necesario. En este caso, siendo que su operación se centra en el AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires), podría alcanzarle con adquirir frecuencias para esta área únicamente.

Otro candidato es Cablevisión, quien manifestó en reiteradas oportunidades su voluntad de participar del negocio, y ha confirmado que se presentarán en esta ocasión. Hay quienes creen que la empresa del Grupo Clarín no tiene chances debido a su enfrentamiento con el gobierno nacional. En este caso, si la empresa no resultara adjudicataria por razones cuestionables, se corre el riesgo de una judicialización que retrase el proceso de asignación de las frecuencias, con lo que la industria en general se vería perjudicada.

Por otra parte, y en vista a la evolución tecnológica, resulta cada vez más claro que quien quiera jugar seriamente en el negocio de las comunicaciones, especialmente con presencia en el mercado masivo, necesitará contar con servicios móviles. Y aquí es donde entran a escena actores de menor envergadura, como la mayoría de los operadores de TV por cable o las cooperativas telefónicas. Además de su menor tamaño, todos tienen en común operar en áreas geográficas acotadas. Así, acceder a una licencia se hace inviable. Surge entonces la alternativa de una red mayorista. En este caso, no sería descabellada la participación de Arsat, quien ya adelantó su intención de participar en el negocio móvil aunque con servicios de 4G, y que podría pretender el espectro para crear una infraestructura que permita a operadores medianos y pequeños operar bajo el modelo de MNVO (operador virtual).

No obstante toda esta especulación, el escenario más probable que surge es el de Personal y Claro completando su cuota de espectro permitido a lo que se sumaría Nextel, con una clara estrategia de expansión de sus servicios en toda la región, ampliando su cobertura y rango de servicios. La no inclusión en la licitación de espectro nuevo, especialmente el necesario para dar servicios 4G, hace que haya poco lugar para cambios radicales en este segmento. Habrá que esperar hasta entonces para ver si el juego se abre para el ingreso de nuevos operadores.

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