En los últimos tiempos, la tecnología satelital ha recuperado protagonismo. Distintos avances tecnológicos se combinaron para darle nuevos ímpetus a la conectividad satelital, una tecnología que hasta hace poco parecía condenada a languidecer frente a los desarrollos de la conectividad en tierra.
A las mejoras de la tecnología satelital tradicional, aquella basada en satélites geoestacionarios (GEO) ubicados a gran altura que de la mano del uso de tecnologías HTS (High Throughput Satellites o satélites de alto rendimiento) llevaron a ofrecer anchos de banda habituales en tierra, llegando hasta los 100 Mbps, se sumaron los fuertes avances en el desarrollo de las constelaciones de satélites de órbita baja (LEO), como es el caso de Starlink o OneWeb (ya operativas) entre otras en despliegue.
Pero más recientemente, comenzaron a desarrollarse tecnologías para ofrecer lo que se conoce como conectividad D2D (Direct to Device) que no es otra cosa que conectar directamente dispositivos en tierra (principalmente celulares) al satélite. Algo que ya existe con los teléfonos satelitales, pero que exige contar con un dispositivo específico para ese uso. La posibilidad (en desarrollo) de conectar smartphones directamente al satélite tiene como premio eliminar por completo las zonas muertas de la telefonía móvil en un futuro que parece cada vez más cercano.
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