Archivomayo 2009

Cambio de nacionalidad

Gran revuelo causó Facebook en Gales, luego de que el sistema presentara a miembros de muchas localidades de aquél país constituyente del Reino Unido, incluida su capital Cardiff, como pertenecientes a Inglaterra. Geografía sui generis que le dicen…

Multa polémica

Esta semana se conoció la noticia de que la Comisión Europea (CE) finalmente se expidió en su investigación antimonopolio contra Intel, aplicándole una multa de € 1,06 mil millones (aproximadamente US$ 1,45 mil millones). Se trata de la mayor pena jamás impuesta por la CE y representa alrededor del 4% de los ingresos y el 27% de las ganancias de la empresa durante 2008. O sea, Intel tendrá una billetera abultada, pero sin dudas que semejante multa se siente. La pena se basó en el sistema de descuentos y rebajas utilizado por la empresa que alentaban a los fabricantes a elegir sus procesadores en lugar de los de su competidora AMD. La condena da lugar a diversos puntos que merecen ser analizados, principalmente como parte de un juego intelectual, ya que nada de lo que aquí se diga o haga incidirá a favor o en contra de la medida.
Una característica que dificulta la regulación antimonopólica en la industria tecnológica es que tiene la particularidad de tender hacia la concentración, particularmente por el famoso efecto de red. Esto pasó con empresas que ya pasaron por este tipo de escrutinios, como fue en su momento el caso de IBM (durante la era del mainframe) o más tarde Microsoft con su Windows (incluyendo a Explorer y el Media Player). Se podrá discutir entonces si es conveniente o no intervenir en un mercado donde la tendencia natural será a la concentración, pero en el caso en que se opte por hacerlo, las decisiones deben ser rápidas. Si no lo son, no importa que después se aplique un castigo ejemplar. Para entonces, la competencia habrá desaparecido o estará seriamente disminuida. En el caso de Intel, el proceso llevó 9 años. Demasiado si el comportamiento efectivamente, y tal como lo determinó la CE, fue monopólico.
El caso específico de Intel no es sencillo por dos razones. La primera es que los descuentos y rebajas son una práctica habitual en cualquier actividad comercial, y esto no impidió que distintos fabricantes de PC como HP o Dell ofrecieran equipos tanto con procesadores Intel como AMD. Y teniendo una oferta con ambos procesadores fueron alternativamente n° 1 del mercado de PC. Por supuesto, se puede argumentar que las condiciones que fijaba Intel para acceder a estos descuentos eran un abuso de posición dominante. Pero, y aquí viene la segunda razón, visto desde la perspectiva de la demanda, esto no impidió que los precios tendieran siempre a la baja ni que se hubiera afectado la innovación (como Centrino, Dual Core, Atom). Por lo tanto, estas prácticas no perjudicaron a los consumidores. Es más, a pesar de las rebajas de Intel, tradicionalmente los equipos más baratos son aquellos que utilizan procesadores AMD.
No obstante esto, también es atendible sentir temor porque si AMD desapareciera e Intel quedara como único proveedor de procesadores de computadoras personales, esta última tendría menos motivaciones para innovar y reducir sus precios. En otras palabras, Intel tendría que estar interesado en la supervivencia de un competidor de peso, ya que fue la existencia de AMD lo que incentivó a la empresa a superarse continuamente.
A esto hay que sumar que naturalmente el mercado de procesadores es sólo apto para pocos y grandes jugadores. Las inversiones son monstruosas y constantes, por lo que deben amortizarse a través de grandes economías de escala. Esto hizo que a lo largo de los últimos 20 años hubiera distintos intentos de participar del negocio de procesadores para PC, pero sólo Intel y AMD subsistieron.
Lo que la historia demuestra es que no son las intervenciones regulatorias las que terminaron con las posiciones dominantes sino los cambios tecnológicos. El caso de IBM perdió vigencia cuando el mundo informático pasó de los mainframes a las PC. Microsoft hoy ya no es el de antes a partir del desarrollo de Internet y su impacto en la forma de usar equipos y aplicaciones. Y en el caso de Intel, se le está haciendo más difícil de lo pensado extender su dominio al terreno de los dispositivos móviles, más allá de sus esfuerzos e inversiones, en momentos en que claramente surge que este es “el” próximo gran mercado.
Una reflexión final es que quizás el camino de las multas no sea el más apropiado para terminar con una situación de abuso dominante. Estas pueden “secar” financieramente a las empresas objetadas, quitándole combustible para desempeñarse en una industria con un dinamismo único. Existe el riesgo cierto de que repercuta en las inversiones en investigación y desarrollo, lo que se traduciría en menos innovación y menos disminución de precios. Y si, como frutilla del postre, para llegar a esto se necesita más de una década (Intel aún puede apelar) para cuando llega el remedio el enfermo puede que ya esté muerto o con secuelas irreparables.
¡No es fácil ser regulador!

Avanza el disparate

La polémica ley para aumentar la presión tributaria sobre productos tecnológicos (celulares, notebooks, monitores de LCD, cámaras digitales, etc.) sigue avanzando a pesar de que sólo recogió críticas de cámaras, proveedores, fabricantes y usuarios. Esta semana, la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados emitió dictamen favorable al proyecto de ley y así la iniciativa sería tratada la semana próxima (duda: ¿la comisión de Informática y Telecomunicaciones no tuvo participación?).
La medida logró dividir a los fabricantes locales entre aquellos que tienen instalaciones en Tierra del Fuego y quienes no, aunque sí lo hacen en algún otro distrito del país (como la Capital, Buenos Aires, Rosario, San Luis, etc.). Esta división surge porque no cualquier empresa puede radicarse para producir con los beneficios otorgados en aquella provincia, sino que hay un registro que no ha sido reabierto para permitir que más empresas se sumen. Así, los fabricantes locales del continente miran con recelo a empresas como BGH, Frávega o NewSan, ya radicadas y por lo tanto beneficiarias de las nuevas medidas.
Dentro del cúmulo de disparates que la medida encierra, está la que considera a estos bienes como suntuarios. Sin embargo, y para sumar una nueva contradicción (y van…), es el mismo gobierno el que considera a la telefonía celular como un servicio público, medida que en los últimos tiempos ayudó a mejorar el índice del consumo de los mismos, habida cuenta del alto crecimiento en líneas y uso que venía registrando. O sea, es un servicio público, con una penetración (según las estadísticas oficiales) superior al 100% pero al mismo tiempo el celular es un bien suntuario.
Y sí, Argentina es como Montecarlo. Un país de ricos. “Cosas vieres Sancho…”

Próximamente en la pantalla de su celular

Interesante adelanto publicó esta semana el diario El Cronista según el cual Movistar lanzará próximamente un servicio optativo que permitirá que sus clientes reciban “de manera no intrusiva” (dicen) publicidad en su celular mientras este esté sin utilizar.
Se trata de una herramienta ideada por la filial argentina denominada LiveScreen que mediante una aplicación residente en la tarjeta SIM permite recibir noticias (generadas por Terra), publicidad e información del operador bajo un modelo “push”. Es decir, la información llega sola, no la tiene que pedir el usuario.
El tema de que no sea intrusiva significaría un gran avance respecto del modelo actual de publicidad vía SMS que los distintos operadores implementaron en algún momento y que varios de ellos abandonaron por el descontento que generaba en los usuarios, no sólo por ser considerado spam, sino también porque a veces llegaban en horarios muy inconvenientes (recordemos que no todo el mundo tiene los mismos hábitos de sueño) o desilusionantes (no era el mensaje de texto de esa joven conocida la noche anterior sino un mensaje promoviendo la recarga de saldo con descuento).
Si el sistema funciona como promete (como siempre, el diablo está en los detalles), podría ser un paso importante en el desarrollo del celular como fuente de publicidad, generando una nueva línea de ingresos para los operadores, especialmente en momentos en que el crecimiento de líneas tiende a ser vegetativo y hay que aumentar los ingresos por línea. Veremos exactamente de qué se trata cuando el servicio vea la luz.

¿Se terminan los almuerzos gratis?

Si hay un tema que desvela al periodismo gráfico, y particularmente a los diarios, es cómo lograr una transición al mundo digital sin que esto implique resignar ingresos, o, para ser más precisos, rentabilidad.
Cuando comenzó el fenómeno de los medios en Internet, muchos ejecutivos de las empresas periodísticas pensaban que los ingresos por publicidad seguirían a sus lectores desde el papel hacia la Web. Y esto se vería reforzado por las mayores audiencias que las versiones digitales tendrían respecto de aquellas en papel. Pero los números, fríos e implacables, nunca convalidaron esta creencia por lo que hoy la pregunta del millón es cómo lograr los esquivos ingresos.
Uno que se cansó de esta situación y decidió, en contra de la opinión de la mayoría, comenzar a cobrar por el acceso es el media tycoon Rupert Murdoch, mandamás del holding News Corporation. Su objetivo es arreglar un modelo de negocios “deficiente” y para ello se basa en las crecientes suscripciones para la versión online de The Wall Street Journal, uno de los tantos negocios de su imperio mediático. Ahora, tiene la intención de llevar este modelo al resto de sus diarios en los próximos 12 meses. A tal punto se tiene fe que no dudó en declarar: “Los días de la Internet actual terminarán pronto”.
No debería estar tan seguro. Si bien indudablemente el hombre se tiene fe y de negocios algo entiende, su apuesta es de alto riesgo. No sólo porque los usuarios se acostumbraron en la última década a acceder a las noticias gratuitamente. Cualquier sitio que ofrezca contenido no diferenciado debería pensar dos veces antes de establecer una barrera de acceso a través del pago. Para ello hará falta que tengan contenido y servicios que sus competidores no posean. Sino, lo que ofrecen es un commodity disponible en múltiples sitios alternativos.
Es cierto que sitios como The Wall Street Journal o The Economist tienen suscripciones a sus contenidos. Pero pueden hacerlo porque evidentemente sus lectores/abonados consideran que allí encuentran información que por alguna razón no consiguen en otro lado. A fin de cuentas, la gente paga por un bien o servicio en función de su valor, no de su costo. Una diferencia que para algunos no es evidente, aunque en realidad es definitoria

Cabecita de novia

Un evento organizado por Microsoft Argentina esta semana contó con la presencia de la Presidenta de la Nación, quien, como no podía ser de otra forma, aprovechó la oportunidad para dar un discurso. Fue comentario de todos los asistentes el furcio que repitió en más de una oportunidad, de llamar a su anfitrión como “Michael Microsoft”. ¿En quién estaría pensando? Dicen los psicólogos que el inconciente es eficaz…

O tempora, o mores

Símbolo de los tiempos, en el Reino Unido hay chances de que una lista de casamiento incluya a la Nintendo Wii, la que alcanzó a entrar en el top 20 de los ítems más populares para esta ocasión. Al parecer, la cohabitación previa tan habitual en la actualidad hace que cuando llega la hora de dar el “sí” oficial, muchas parejas estén provistas de los elementos básicos de la vida cotidiana. ¿Habrá en el futuro de Wright una lista con consolas de videojuegos?

Remezones impositivos

Durante la semana que pasó el tema de la suba de impuestos para diversos productos electrónicos (ver ¿Impuestazo en ciernes?) siguió generando repercusiones en los medios, la mayoría de ellas (por no decir todas) contrarias al proyecto.
La principal crítica viene por el lado de la incoherencia entre la declamada Agenda Digital, Plan Mi PC y similares y hacer más oneroso el acceso a la tecnología vía suba de impuestos. Así, las reacciones institucionales fueron llegando. Primero fue la cámara que agrupa a los importadores de cámaras digitales (CACIEIFE – Cámara Argentina de Comercio e Importación de Equipos de Imagen, Fotografía y Electrónica) y ayer nomás se sumaron CAMOCA (Cámara Argentina de Máquinas de Oficina, Comerciales y Afines) que agrupa a los fabricantes locales de computadoras y CICOMRA (Cámara de Informática y Comunicaciones de la República Argentina) donde están los fabricantes multinacionales. Como se puede ver, una medida que puso a toda la industria en su contra, sin importar su origen.
Por otra parte, en los últimos días, desde las operaciones regionales de los afectados así como analistas de mercado, se multiplicaron las consultas para tratar de entender lo que, para ellos (y nosotros también), es inentendible.
La respuesta es que para hacerlo, no hay que pensar con mentalidad de empresario sino de político. No falta quien detrás de esta movida vea una devolución de favores políticos. Vale recordar que recientemente, con motivo del adelantamiento de las elecciones generales, los dos senadores nacionales del ARI por la provincia de Tierra del Fuego (una de las beneficiadas con el cambio en materia tributaria) abandonaron este partido opositor y votaron a favor de la medida propuesta por el oficialismo. Por lo tanto, si bien no hay certezas de que este apoyo a la industria de Tierra del Fuego sea parte de la moneda de cambio, por lo menos guarda bastante lógica. Aunque, en el ínterin, se afecta a productores locales que fabrican en Capital, Buenos Aires, Santa Fe o Mendoza.
Lo concreto es que por ahora el gobierno impulsa una decisión que a todas luces es perjudicial para el país. Pero para llevarla a cabo, deberá dar batalla. Las próximas semanas prometen intensidad en aumento.

Verba, sí ¿Res?

Dentro de la regulación en telecomunicaciones, uno de los aspectos en los cuales suele haber consenso (más allá de quienes financian no siempre ven esto con buenos ojos) es en la necesidad de contar con una política de Servicio Universal (SU) que permita llevar la conectividad a sectores o geografías no atendidas correctamente.
Como será la cosa que este gobierno, que se caracteriza por su inacción regulatoria en materia de telecomunicaciones, ha mostrado su mayor actividad en relación al Servicio Universal, aunque aún con pocos logros para exhibir. Sin embargo, al menos en el campo teórico, no desiste de sus buenas intenciones, por lo que esta semana, a través de la resolución 88/2009 de la Secretaría de Comunicaciones, incorporó el acceso a Internet a los servicios básicos financiados con el fondo del Servicio Universal.
La prestación del servicio de acceso a Internet será obligatoria para poblaciones superiores a las 250 personas. Por otra parte, en todos los casos, la velocidad mínima de conexión deberá ser de 128 kbps (lo que permitiría llegar con la red celular, dato no menor) y los precios tendrán que ser similares a los que se cobran en los cinco primeros centros urbanos del país.
La incorporación del acceso a Internet al Servicio Universal era una demanda que tenía ya varios años de vida, por lo cual es bienvenida. Ahora resta esperar que más allá de resoluciones y otros instrumentos regulatorios, empecemos a ver de una buena vez las implementaciones concretas. Si no, sería un mero entretenimiento de abogados.

El retorno

Tiempo atrás, poco antes de ser adquirida por Telefónica Móviles y pasar a formar parte de Movistar, el operador celular Movicom había lanzado un producto llamado “en Casa”. El mismo consistía básicamente en una segunda línea en el mismo aparato celular, la cual tenía la característica de tener costos similares a los de telefonía fija, tanto para llamadas entrantes como salientes. La única limitación era que esas llamadas debían realizarse dentro de una ubicación geográfica previamente determinada, típicamente el hogar del abonado. Con la venta de Movicom y su posterior fusión con Unifón para formar Movistar, el servicio fue languideciendo (funcionaba únicamente en CDMA, ya que aceptaba dos líneas en el mismo aparato) hasta desaparecer cuando todo se unificó bajo GSM. 
Ahora, dentro de una movida tipo “revival”, Movistar volvió a lanzar “en Casa”, aunque adaptada a la tecnología GSM. Esto implica que ya no se trata de un segundo número en la misma línea celular, sino que es un equipo que tiene una línea dedicada al uso desde una ubicación fija (aunque siempre inalámbrica). Las diferencias con el viejo “en Casa” es que el nuevo se usa en un equipo independiente y tiene un abono de $ 20 (más $ 39 para consumo de minutos, totalizando $ 59), con un minuto de $ 0,06.
Para Telefónica/Movistar, el producto tiene sus atractivos. Por un lado, al no ser telefonía básica, escapa a la regulación de ésta (incluyendo los topes tarifarios). Por otra parte, le permite avanzar con un servicio de telefonía “fija” en territorios donde no tiene una red de éstas características. Y finalmente, se trata de una buena alternativa para incentivar el crecimiento de líneas en servicio en momentos en que la madurez del mercado de telefonía móvil impide tasas de crecimiento significativas.
En síntesis, una producto cuya evolución merece ser seguida, ya que implica, además, un paso en la integración fijo-móvil. Y será interesante observar si hay algún tipo de respuesta por parte del resto de los operadores móviles.

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