AutorEnrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Tuits selectos

A paso redoblado

Comparando con el resto de la región, la tecnología 4G demoró en llegar a Argentina. No obstante, progresa rápidamente para recuperar el tiempo perdido. Por el lado de la red, los operadores muestran avances en línea con las exigencias del pliego y a veces van más allá, llevando 4G a localidades no incluidas en la primera etapa de despliegue que involucra a las capitales provinciales y algunas ciudades grandes no capitales (como Rosario, Mar del Plata o Bahía Blanca). Pero una red no tiene sentido sin dispositivos que la usen, y por eso se ha producido una notable aceleración en la producción local de equipos con capacidad 4G, que pasó del 3% del total de celulares ensamblados en Tierra del Fuego en 2014 al 36% en el primer semestre de 2015.

En un año con limitaciones en la disponibilidad de divisas para importar los componentes, que lleva a una retracción de la oferta, son varias las razones para apostar tan fuertemente a equipos 4G, tanto para operadores como consumidores y fabricantes.
Por el lado de los operadores, las inversiones para el desarrollo de la red 4G incluyen la disponibilidad de terminales aptos. A diferencia de lo que ocurría tiempo atrás, hoy el esfuerzo no está tanto puesto en el subsidio al precio final (que se mantiene en algunos casos) sino que se agrega financiación que llega hasta los 18 meses. En períodos inflacionarios como el actual, esta financiación termina convirtiéndose en un descuento del orden del 20% en pesos.
Por su parte, los consumidores que tienen que renovar sus equipos ahora tienden también a buscar aquellos que sean 4G. Así no sólo pueden usar las nuevas capacidades de las redes sino que es una forma de aprovechar mejor la inversión necesaria.
Para los fabricantes, y más allá de la demanda por parte de operadores y consumidores en general, es importante no sólo tener una oferta actualizada tecnológicamente, sino que también los beneficios que otorga la política de beneficios de Tierra del Fuego son más relevantes en la medida en que los productos sean de más valor. Esto no significa que únicamente apunten a la gama alta, pero sí es claro que el punto de equilibrio es otro. Más cuando la producción total se achica por falta de dólares. Hay que lograr rentabilidad con un menor volumen.
Ante este escenario, es lógico pensar que la participación de los terminales 4G en el total producido crezca fuertemente en el 2° semestre de este año. Así, a fin de año se llegaría a una base instalada (incluyendo los equipos comprados en el 2014 y antes) de unos 4 millones de smartphones con 4G. Esto equivaldrá a casi un 7% de las líneas activas y un 11% de las líneas en uso regular, así como el 18% del parque total de smartphones. De confirmarse estas cifras, se habrán superado la mayoría de las proyecciones. En un año difícil, no está nada mal.

Como reguero de pólvora

Más allá de lo que sucede en el mercado argentino, la tecnología LTE que impulsa a la 4G ha tenido a nivel global una veloz aceptación. De hecho, es la generación que más rápido fue adoptada en la historia móvil, siendo muchos los factores que confluyeron para lograr este resultado.
Un punto de partida importante es que LTE es un estándar verdaderamente global. Hasta la 4G, el mundo móvil estaba dividido mayormente en GSM y CDMA mientras que hoy todas las redes 4G utilizan la misma base tecnológica de LTE, aunque con variantes. Esto asegura a LTE escalas notables, potenciadas aún más por el crecimiento del negocio móvil de los últimos años. Así, los costos se abarataron aceleradamente, generando un rápido descenso de precios de los terminales. El resultado es una oferta de smartphones que va desde la gama alta al nivel de entrada. Hay 4G para todos.
Otro factor no menor en esta rápida adopción fue la existencia de un caso de uso al momento de lanzarse 4G. Este no fue el caso cuando llegó la 3G. Esta última tecnología estuvo disponible cuando no había ni terminales ni apps ni sitios adaptados al uso de Internet desde el móvil. A tal punto que cuando se lanzó en Argentina el foco estaba puesto en las videollamadas, algo que claramente no prosperó. También cabe recordar que al momento del lanzamiento del primer iPhone, en 2007, éste sólo era 2G. Desde entonces, los usuarios se acostumbraron a los equipos touch, que pueden navegar, usar apps varias, consumir video y otros contenidos. Así, con 4G el usuario no se pregunta qué podrá hacer con esta tecnología sino que ya sabe cómo utilizar la mayor capacidad que proporciona y tiene con qué hacerlo.
En el caso particular de Argentina, se suma otro factor que impulsa esta rápida adopción y que son las exigencias de despliegue que emanan del pliego de la licitación por el espectro para 4G. Aquí conviene recordar que el despliegue de 3G se hizo a un ritmo establecido únicamente por los operadores. Esto fue así porque en Argentina, a diferencia de otros países que licitaron frecuencias específicas, 3G se montó sobre las mismas frecuencias que ya estaban siendo utilizadas para 2G. De esta forma, no hubo una exigencia regulatoria en relación al ritmo del despliegue de esta red. Con 4G en cambio, las metas son muy concretas. Algunos dirán que hasta fueron demasiado ambiciosas. Sin embargo, fueron aceptadas por todos los oferentes en la licitación. Hoy, Movistar y Personal aparecen desplegando agresivamente, mientras que Claro aún no lanzó oficialmente el servicio 4G si bien está disponible ya en la ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Rosario y prometen cumplir con un abultado cronograma de aquí a fin de año. A esto se suma el beneficio que implica para los operadores liberar capacidad en las todavía congestionadas redes 3G. Con redes en óptimo funcionamiento hay más uso, y con el mayor uso viene una mayor facturación.
Así, con una tecnología que baja sus costos rápidamente, cuyos beneficios pueden ser capitalizados desde el primer momento y con redes avanzando a buen ritmo en el despliegue, la adopción de 4G será muy probablemente más veloz que lo originalmente esperado.

Tuits selectos

RIP

Un par de noticias recientes que involucran al negocio de la telefonía desempolvan un tema que estuvo siempre latente pero que hasta el momento no había tenido una manifestación concreta: la desactualización de la tarifa de telefonía fija o básica. Más allá de estos casos puntuales, la situación exige repensar a la telefonía, un servicio del siglo XX en el escenario del siglo XXI.
Esta semana se conoció la noticia que la AFTIC, el nuevo regulador de las telecomunicaciones en Argentina, imputó a Telefónica y Telecom por el uso no autorizado de GSM fijo en reemplazo del tradicional cable de cobre. Por otra parte, desde el mes de agosto, diversas empresas de telecomunicaciones (lo que incluye operadores de distinto tamaño así como a ciertas cooperativas) aumentaron sus abonos de telefonía fija, aunque únicamente al segmento empresas y profesionales, sin afectar al consumidor residencial. Esta medida también es motivo de una revisión por parte del regulador.
Más allá del resultado final de estos conflictos entre operadores y la AFTIC, el problema subyacente son los 15 años de tarifas congeladas que hacen que hoy el abono básico sea de $ 13 o US$ 1,40 al cambio oficial.
En momentos en que la voz fija se encuentra francamente en retroceso en términos de uso aún a pesar de las bajas tarifas, es natural pensar que un aumento del costo de este servicio terminaría redundando en una caída adicional de su uso. Se trata quizás del momento indicado para replantear el servicio telefónico y  adaptarlo a las telecomunicaciones actuales y futuras.
Hay algo que a través del uso de Internet los usuarios han aprendido: tiempo (minutos) y distancia (local, larga distancia) dejaron de ser variables relevantes. Esto no sólo ocurre cuando hablamos vía Skype, FaceTime o Whatsapp. También ocurre con servicios de telefonía tradicional. Hoy la telefonía tiende a ser ilimitada y a considerar el país como un área única. En mercados como los EE.UU., tanto para la fija como para la móvil, la voz es un servicio ilimitado dentro de sus fronteras. En el caso de Argentina, esto también se da en ciertos casos aunque por ahora en su modalidad on net (dentro de la misma red del operador). Los operadores móviles ya ofrecen llamadas ilimitadas entre clientes de la misma empresa y lo mismo hacen algunos operadores fijos, caso Telecentro, entre sus clientes. De aquí a la telefonía ilimitada dentro de la geografía de un país hay apenas un paso.
Este escenario obliga a reevaluar cómo se cobrará por el servicio. Lo natural sería pagar un abono básico por el acceso a la red más un abono adicional al servicio de telefonía plano y para todo el país. A diferencia de lo que ocurre con los datos, la voz está estrechamente vinculada al usuario, quien no puede hablar más de 24 hs por día. Esto marca entonces un límite en cuanto al uso del servicio, con lo cual es más simple determinar el monto del abono de telefonía. Adicionalmente, este cambio en la forma de cobrar por los servicios de telefonía sería un incentivo para el desarrollo de la red de banda ancha de forma tal que quienes aún no la tienen (como sucede con algunos pequeños operadores del interior del país) se vean motivados a desarrollar su oferta de acceso a Internet así como a servicios de TV paga sobre la misma infraestructura.
Todo parece indicar que ha llegado el momento de actualizar la forma en que se ofrece el servicio de telefonía fija. Ya era hora luego de 134 años del servicio en Argentina.

Crónica de una muerte anunciada

Lo que era percibido como un desenlace ineludible se concretó finalmente esta semana: la AFTIC dejó sin efecto la adjudicación de espectro para telefonía móvil a favor de Arlink dado que la empresa no cumplió con las obligaciones del Pliego. En consecuencia, se declaró desierto el concurso público del Lote 1 de la licitación de espectro para servicios móviles de 3G y 4G.
Más allá de si Arlink está en condiciones financieras y económicas de convertirse en el 4° operador móvil, lo cierto es que el pliego de la licitación establecía términos inviables para un entrante. Esta fue la razón por la cual (entre otras) tanto Cablevisión como Nextel desistieron de ofertar a pesar de haber comprado los pliegos. Hay que tener en cuenta que un 4° operador deberá medirse contra actores instalados y con participaciones similares, en un mercado totalmente maduro y penetrado, lo que exige competir inicialmente sobre la base de usuarios existentes y no en un mercado en crecimiento. Esto, que de por sí ya es dificilísimo, se ve agravado por el alto costo del espectro (US$ 506 millones) y por metas de despliegue que apenas eran unos meses superiores a las de los operadores actuales. Un camino muy cuesta arriba como para conducir al éxito.
Según la información de AFTIC, “con esta decisión, concluyó formalmente el proceso licitatorio del lote mencionado enmarcado en la licitación de espectro radioeléctrico más grande de la historia argentina, iniciada en mayo del año 2014”. Esto significaría que de volver a ponerse en juego este espectro, podrá serlo en condiciones totalmente distintas a las de la licitación original. Se trata entonces de una excelente oportunidad para revisarlas y ofrecer condiciones más favorables y, por qué no, creativas que permitan utilizar ese espectro de la manera más conveniente para las necesidades del país y de la industria. Un borrón y cuenta nueva que significaría una nueva oportunidad de hacer las cosas bien.

Tuits selectos

El lado tech de la fuerza

A pocos meses del estreno de la nueva película de Star Wars, ya se empiezan a lanzar sus juguetes, muchos ajustados a las demandas del siglo XXI. Aunque el mejor ejemplo podría ser el drone del Millennium Falcon, el simpático androide BB-8 es el ganador. Controlado vía smartphone, el pequeño sucesor de R2D2 puede patrullar superficies, emitir sonidos y hasta reproducir los clásicos hologramas de la película en la pantalla del celular. Falta demasiado para Navidad…

Fija floja

En los últimos tiempos, la atención de la industria de las telecomunicaciones ha estado centrada en el desarrollo y mejora de las redes celulares, más particularmente del 4G. Esto se dio no sólo en Argentina sino también en varios países de la región, donde la situación fue similar. La consecuencia es que las mayores capacidades de la 4G están poniendo en evidencia el retraso en el desarrollo de la banda ancha fija.
Hoy el mercado de banda ancha está dominado por la tecnología ADSL, acercándose a los 2/3 del total de conexiones a Internet en el hogar. Esto surge del informe “Acceso a Internet y tecnología residencial – 2015”, realizado por Carrier y Asociados. El problema con tanta dominancia del ADSL es que se trata de una tecnología de transición, a la cual se le puede sacar un poco más de jugo antes de encarar la renovación tecnológica que significará la migración total (o casi) a fibra óptica.

Para entender mejor, se puede trazar un paralelismo entre las generaciones de tecnologías móviles y las fijas. La 1G que en móviles significó la voz analógica (aunque sin cables) en la fija sería la telefonía analógica tradicional. La 2G que incorporó la digitalización, permitió no sólo un uso más eficiente de las capacidades sino también la introducción de otros servicios (como SMS y los datos). En telefonía, la digitalización permitió nuevos servicios, como la casilla de mensajes, la desviación de llamadas, entre otros, así como la llegada del acceso a Internet dial up. La 3G significó aportar capacidades de banda ancha a una tecnología pensada para la voz, algo similar a lo que hizo el ADSL con las redes telefónicas. En ambos casos, el resultado fue un fuerte impulso al acceso a Internet. La 4G se destaca por ser una tecnología pensada para transmitir datos en forma nativa, otorgándole muchísima más capacidad que la conocida hasta ahora, permitiendo velocidades iniciales de 15 a 20 Mbps pero llegando a 150, 300 o 450 Mbps en función de la versión de tecnología LTE instalada. En las redes fijas, estas características se encuentran en la fibra óptica. Así se entiende mejor. La 4G llegó a las redes móviles, pero la fibra todavía está lejos de llegar a los hogares.
La diferencia con 4G es que para instalar fibra óptica de manera casi ubicua las inversiones que hay por delante son enormes, ya que significarían que por cada cuadra de cada ciudad pasara un cable de fibra. Por lo pronto, lo que los operadores están haciendo es llevar la fibra cada vez más cerca del hogar para desde allí conectar el cable de cobre utilizado para el ADSL, mejorando entonces un poco su capacidad. Pero el consumo de datos avanza (o quiere avanzar) a un ritmo mayor que el de la actualización de las redes: demanda creciente (mayormente impulsado por el video) y multiplicación de dispositivos conectados (PC, tablets, smartphones, Smart TV, etc.). Y en la medida en que lo hace, la banda ancha fija puede convertirse en un cuello de botella. Mucho peor es el caso de ciudades más chicas o pueblos, donde la infraestructura de banda ancha es más precaria.
Lamentablemente, en los últimos años no hubo políticas tendientes a favorecer la actualización de las redes fijas. El negocio parecía caminar solo sin presentar grandes conflictos. Pero la regulación de las telecomunicaciones implica adelantarse a los cambios tecnológicos y su impacto en la vida cotidiana, con lo cual toda decisión que se tome hoy, si es adecuada, tardará años en dar sus frutos. Algo que no se hizo oportunamente en materia de banda ancha fija.
Se trata sin dudas de un tema que tendrá que estar en la agenda del próximo gobierno. Estamos hablando de una de las infraestructuras clave de una sociedad moderna hoy y para los años por venir. Hay que dejar de dormir.

Nos habíamos amado tanto

Que el mercado de PC está en retracción no es ninguna novedad y los datos nuevos no hacen más que reafirmarlo. Esta semana, por ejemplo, IDC proyectó que este año la caída en las ventas mundiales de PC será del 8,7%. Un dato que es más relevante si se tiene en cuenta que implica que se habrán registrado cinco años seguidos con números a la baja. En este contexto, la llegada de Windows 10 más que darle un empujoncito hacia arriba, podría ayudar a hundir más las cifras.
Desde el lanzamiento de Windows 10, este sistema operativo tuvo más de 75 millones de descargas. Nada mal para ser el primer mes. Descargas que sirvieron para actualizar equipos con versiones anteriores de Windows. Pero además de los cambios en la interfaz, la tienda de aplicaciones y otras, varios que la actualizaron notaron que ahora sus PC están más ágiles, como si se hubiera hecho un upgrade moderado de sus equipos, aún en aquellos que ya tienen unos años de vida. Y ésta es una mala noticia para los fabricantes de PC, ya que varios sus potenciales compradores quizás ahora posterguen la decisión de actualización como consecuencia de que sus equipos andan ahora mejor que hace un par de meses atrás.
Éste es quizás un nuevo indicio de cambio de época. Durante años se habló de Wintel, el tándem entre Microsoft (Windows) e Intel. Cada nueva versión del sistema operativo traía, junto con sus novedades, crecientes demandas de hardware que eran satisfechas por los nuevos procesadores de Intel. Así, se llegaba a un círculo virtuoso entre ambos que impulsaba la renovación de las PC. Sin embargo, desde hace algunos años y con la multiplicación de alternativas de dispositivos conectables (smartphones, tablets, consolas, Smart TV), la alianza Wintel dejó de ser tan monolítica. Tanto Microsoft como Intel comenzaron a incursionar más seriamente en nuevos segmentos de dispositivos. Microsoft lanzó distintas versiones de Windows (para celulares, para tablets, para PC) y comenzó a poner el énfasis en el software como servicio y no como producto. Por su parte, Intel empezó a poner énfasis en procesadores para smartphones y otros dispositivos, así como en chips para comunicaciones, como aquellos que permiten la conexión vía LTE.
El negocio de ambos todavía hoy se alimenta básicamente del mercado de PC. Pero también está claro que cada uno busca su camino por separado. Por lo tanto, ya nada será como entonces.

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