Buscando a D’Artagnan

En Argentina hay anhelos, que no se terminan de concretar no obstante ser recurrentes. Pasó con el puente sobre el Rio de La Plata para conectarnos con Uruguay. Igual que el traslado del Aeroparque a Ezeiza. Y así se podrían nombrar otros grandes proyectos. En la industria de las telecomunicaciones el anhelo recurrente es el del 4° operador móvil. Tema que esta semana fue reflotado, casi como al pasar, en un artículo de La Nación sobre el también reflotado Plan Canje de celulares.
El artículo, textualmente, dice: “En el Gobierno, en tanto, hay funcionarios que están convencidos de que se debe romper el oligopolio del mercado de telefonía móvil, repartido entre tres compañías. Según pudo saber LA NACION, hay negociaciones abiertas para interesar a un cuarto operador; los contactos están avanzados con dos empresas estadounidenses, según confiaron fuentes oficiales.
Una duda que surge de esta información es cuál es la visión del gobierno en relación a Nextel como un posible 4° operador si lo que hace es establecer contacto con empresas que no operan en el país. A priori, por tener ya operaciones en el país y ser parte de un actor fuerte en el sector de las telecomunicaciones, Nextel suena a candidato natural. Quizás lo que el gobierno busca es generar competencia no sólo en el mercado móvil sino también por la determinación de cuál será ese eventual 4° operador.
Evidentemente, en el gobierno hay algunos con una visión muy economicista de la industria de las telecomunicaciones que no tiene en cuenta las particularidades propias de un negocio de infraestructura, naturalmente concentrado.
Los operadores móviles en Argentina se desenvuelven en un mercado maduro que, en su modelo actual, sólo tiene un crecimiento vegetativo en término de líneas. Este ya es un primer gran obstáculo para el ingreso de un nuevo jugador, el cual deberá recurrir a estrategias comerciales muy agresivas para “robar” clientes a los operadores actuales. O sea, con un costo de adquisición de clientes altísimo, que atenta contra la rentabilidad buscada en cualquier actividad privada.
Pero es claro que no sólo se trata de un tema de costos comerciales de adquisición de clientes. Para dar servicio en idénticas condiciones que los tres operadores actuales, un nuevo operador debe hacer una inversión importantísima para desplegar una red (estimada en más de US$ 2 mil millones más las inevitables inversiones posteriores para mantenerla actualizada), al tiempo que deberá instalar antenas, con lo que los tiempos de despliegue (y de recupero de la inversión) se vuelven inciertos. Por otra parte, y considerando la evolución del negocio de las telecomunicaciones, será cada vez más difícil que un operador de red móvil no cuente paralelamente con una red fija.
Todo esto hace que pensar en un 4° operador suene a utopía, por lo menos si éste tuviera que operar bajo las mismas condiciones que los actuales tres mosqueteros. Con el escenario vigente de las telecomunicaciones autóctonas, sólo podría ser viable el surgimiento de nuevos operadores únicamente si éstos tuvieran exigencias menores en cuanto a despliegue, apuntando a una mayor competencia en áreas densamente pobladas. Así y todo, sería un desafío importante para cualquier entrante, sin ninguna garantía de éxito, amén del natural rechazo de los operadores actuales por condiciones asimétricas de operación.
De todos modos, considerando lo que sucede en otros países, resulta evidente que la oferta de operadores móviles tiende a concentrarse. Y en los casos en que esto no sucede, es porque el regulador lo impide (caso Sprint y T-Mobile en EE.UU.) y no porque la propia dinámica del negocio no lo pretenda. Así entonces, pensar que la oferta de operadores con red en lugar de concentrarse se multiplique no será tarea sencilla. Será entonces necesario que el regulador tenga un plan de contingencia en la eventualidad de que no prospere la llegada de un 4° operador. En ese caso, deberá instrumentar las medidas para que no por concentrado el mercado móvil tenga características oligopólicas. No es una tarea fácil. Pero nadie dijo que lo sería.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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