Archivomarzo 2009

Abriendo el juego

El anteproyecto de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual dará lugar, antes de fin de mes según las autoridades del COMFER, al inicio de discusiones en foros, a lo largo de todo el país. Por esto mismo, es un buen momento para hacer aportes. En nuestro caso, y por el foco de nuestra actividad, circunscribiéndonos a la parte de infraestructura necesaria para la difusión de los contenidos.
Desde esta perspectiva, sin dudas que el surgimiento de una red alternativa a la del cable es quizás uno de los puntos más destacados. Es conveniente recordar que en muchas de las localidades actualmente cubiertas por las redes de TV por cable suele haber una sola. Una clara forma de verlo es la ciudad de Buenos Aires, donde básicamente hay 2 operadores: el tándem Cablevisión/Multicanal (que funciona como uno solo) y el challenger, Telecentro. Son pocas las áreas donde ambas redes se superponen, lo que implica para el consumidor que no hay otra opción que la red de cable que pase por el frente de su hogar. Esta situación se repite en diversos puntos del país.
Se podrá decir que la televisión satelital, en este caso DirecTV, es una alternativa válida. Pero esta es una verdad a medias en función de las características del servicio (más caro, un decodificador por TV). La prueba está en que sobre 6,8 millones de hogares por donde pasa un cable de TV en todo el país, Cablevisión tenía una penetración del 44% a diciembre de 2007. Mientras tanto, DirecTV, que cubre todo el país (más de 10 M de hogares), tenía una penetración del orden del 6 al 7%. Es cierto, compiten, pero está claro que no son sustitutos directos. Hay que considerar también que la red satelital sólo puede brindar servicios de una vía (difusión), mientras que el cable cuenta con el beneficio de la doble vía que le permite dar Internet de banda ancha y, aunque aún tímidamente, telefonía.
Un punto no menor, y a nuestro criterio discutible, es aquél que establece que una empresa no podrá ser titular de una licencia cuyo servicio y/o audiencia supere el 35% del mercado. No queda claro en este caso qué sucederá con las empresas que ya tienen este grado penetración, considerando que las leyes no pueden (o al menos, no deben) ser retroactivas. Pero suponiendo que finalmente se les pudiera exigir a quienes tienen estos niveles de participación de mercado que “desinviertan” para bajar su share, no parece éste ser el camino más razonable. Esta desinversión puede tener efectos contraproducentes. Por un lado, los procesos de achicamiento suelen impactar negativamente sobre la fuerza laboral, dando lugar a despidos y retiros voluntarios. Por el otro, en negocios tan sensibles a las economías de escala, la reducción forzada del tamaño generaría mayores costos relativos, impactando también en los precios.
Así, convendría optar por un método pro competencia. Esto es, definir quizás un porcentaje de penetración del servicio que sirva de piso para el ingreso de una red alternativa (en este caso, las redes de las empresas de telecomunicaciones). De esta forma, se propiciaría una mayor competencia en aquellos mercados donde haya jugadores dominantes claros.

Panorama telefónico

Desde el punto de vista de las redes de distribución física, mucha atención fue puesta desde el lanzamiento del anteproyecto en el ingreso de las empresas de telecomunicaciones al negocio de la TV paga, suponiendo que esta posibilidad alteraría (para algunos en forma positiva, para otros, negativa) notablemente el status actual. Sin embargo, las cosas no san tan simples ni inmediatas como parecen.
Si las empresas de telecomunicaciones pudieran ya mismo dar servicios de TV paga, el paisaje se mantendría mayormente inalterado por un buen tiempo. Hay que considerar dos aspectos fundamentales. Por un lado, en Argentina la TV por cable es un negocio maduro, con una penetración del 54% del total de hogares según ATVC. Esto implica que si una telco quisiera ingresar a este negocio, tiene dos mercados frente a sí no exentos de complicaciones. Uno sería apuntar al 46% aún no suscripto a ningún servicio de TV. Pero el grueso son segmentos socioeconómicos medio bajos y bajos, con menos recursos disponibles para el servicio y con mayores riesgos de morosidad e incobrabilidad, amén de no estar todos cubiertos por las redes de cable. El otro mercado es el que actualmente está atendido por la TV paga (cable o satélite), con lo que indefectiblemente deberían avanzar a través de una propuesta más interesante desde el punto de vista económico. En otras palabras, guerra de precios de resultado incierto.
Por otra parte, y considerando únicamente a Telecom y Telefónica por ser las empresas de telecomunicaciones con mayor extensión de red, que se les permita dar el servicio no implica que automáticamente todos comencemos a recibir ofertas de servicios de TV de su parte. Esto tiene que ver con temas técnicos.
Para dar servicios de tipo Triple Play a través de las redes de ADSL utilizadas por las telefónicas, se necesitan unos 3 Mb para Internet de banda ancha y 3 Mb por televisor en definición estándar, llegando a 8 Mb para alta definición (HD). A esto hay que sumarle unos módicos 256 Kb para la voz. Y aquí, además de las demandas de ancho de banda, surge también una ventaja que tiene el cable respecto de la TV por ADSL. En su formato analógico, un hogar con dos o más bocas no implica un desembolso adicional importante para el cliente. En cambio, en modelos digitales (como es la TV por ADSL), cada televisor requiere de un decodificador dedicado, así como un ancho de banda adicional por cada uno. De esta forma, la estimación es que para un hogar moderno, se necesitan no menos de 18 Mb (aproximadamente, 3 Mb para Internet, 6 Mb para dos televisores en calidad estándar y 8 Mb para uno en HD, más un poquito para telefonía).
Esta es la razón por la cual meses atrás se lanzaron productos de banda ancha de 20 Mb, como una forma de ir desarrollando y probando el funcionamiento de las redes con esta capacidad. No obstante, es bueno destacar que esta cantidad de Mb no está disponible en toda la red de ADSL por temas técnicos. A medida que un abonado está más alejado de la central, el ancho de banda se va degradando. Es por esto que se estima que el servicio sólo podrá ser recibido por quienes vivan a menos de 2 Km de la central. Por lo tanto, no todos los clientes de las telefónicas podrán demandar servicios de Triple Play, al menos no en lo inmediato.
Es lógica la preocupación de los actuales proveedores de TV paga ante el potencial ingreso de las empresas de telecomunicaciones en su negocio, aunque más no sea como red de distribución (el proyecto en discusión no las habilita automáticamente a dar servicios de TV por sí mismas, sino sólo a transportar para terceros). No obstante, pasará un tiempo antes de que estén en condiciones técnicas de ser un rival de cuidado. Pero más importante aún es que los actuales operadores de TV paga cuentan con un activo fundamental: los clientes reales que hoy  pagan por sus servicios. Esta es la diferencia fundamental con otras experiencias de TV por las redes de telefonía, que se dieron en mercados dónde el negocio de la TV paga era prácticamente inexistente. Estará en la habilidad de los actuales proveedores de TV paga lograr mejorar su oferta y atender bien a sus clientes para que éstos no tengan motivaciones para cambiar.

Bajando a números

¿De qué estamos hablando cuando nos referimos al mercado de Triple Play en Argentina? Si consideramos el concepto puro, es decir, los tres servicios ofrecidos sobre una única red, el mercado es muy pequeño porque es nuevo. Sólo Telecentro, Supercanal y algunos operadores de localidades más chicas ya tienen una oferta de estas características, y su lanzamiento es reciente. Pero si nos alejamos de los purismos tecnológicos y consideramos a los hogares que consume los tres servicios (telefonía, Internet de banda ancha y TV paga), estamos hablando de un mercado compuesto por 2,24 millones de hogares. Esto equivale a un gasto anual agregado de unos $ 6.000 millones.

Claro está que uno de los principales atractivos del Triple Play desde la perspectiva del cliente es acceder a los tres servicios a un costo menor que si se contratan separadamente. En este escenario, hay 2,84 millones de hogares que tienen 2 de los servicios y que potencialmente podrían sumarse. Así, y siendo muy generosos porque no todos los que hoy tienen 2 servicios pasarían a 3, el mercado en el corto y mediano plazo sería como mucho de 5 millones de hogares. Y habría un límite teórico en los entre 10,5 y 11 millones de hogares totales que hay en el país.
Estimar cuánto podría ser este mercado en dinero es más difícil, porque aún no queda claro cuál sería el precio de mercado de una propuesta de Triple Play. Pero tomando los $ 139 mensuales que actualmente cobra Telecentro por este servicio, aún en el hipotético caso de considerar a 5 millones de hogares contratando estos paquetes, se llegaría a un mercado de $ 8.300 millones anuales.
La diferencia, que no es tanta, con los $ 6.000 millones actuales se ve reducida por la esperada reducción de los abonos. Esto demuestra que el glamour del Triple Play para la oferta puede diluirse rápidamente si, como se espera, se da una fuerte presión para que los precios bajen.

DVD on demand

Por más exótico que suene el título de este comentario, esto es lo que se prepara a lanzar Warner Bros., quien se apresta a poner a disposición del mercado sus 6.800 títulos (películas y series) que no están disponibles en la actualidad en DVD. Para ello, los interesados podrán hacer sus pedidos online y recibirán un DVD grabado a pedido por US$ 20. También estará la versión digital descargable por US$ 15.
La iniciativa es interesante ya que la empresa sólo lanzó en DVD unos 1.200 títulos, con lo que estaría ofreciendo un catálogo más de seis veces superior con películas que habían quedado fuera de mercado por tener menor demanda y no disponer de lugar en el limitado espacio físico de los canales tradicionales (supermercados, videoclubes, etc.).
El uso de Internet le permite a WB reducir los costos de distribución e inventario, generando ingresos por la venta de pequeños volúmenes de contenidos difíciles de encontrar a muchos clientes, lo que se combina así con su tradicional negocio de vender grandes volúmenes de un reducido número de contenidos populares.
Con este nuevo método, WB le estaría vendiendo a lo que en términos demográficos se conoce como la Larga Cola, es decir, al grupo de gente que compra pequeñas cantidades de productos que no son hits de ventas, pero que agregados generan importantes ingresos. Una muestra más de que la digitalización está dando lugar a segmentos de mercado cada vez menores que complementan (y tienden a desplazar) a los productos masivos

Let’s rock

Siguiendo con los cambios en la comercialización de contenidos que generó primero la digitalización y luego la distribución por las redes electrónicas, esta semana se conocieron datos que son de interés para la industria discográfica. Es que el videojuego Rock Band (una suerte de karaoke extendido a los instrumentos y competidor de Guitar Hero) facturó únicamente en los EE.UU. mil millones de dólares desde su lanzamiento. Pero esto no es todo. También vendió 40 millones de tracks (que se agregan al juego a razón de unos US$ 2 por tema), de su catálogo de sólo 614 canciones de 269 artistas diferentes. De esta forma, generó más ingresos que ningún otro juego en aquél país y evidencia que todavía se puede vender música, aunque de forma distinta a la tradicional.

¿Divorcio en puerta?

En los últimos días, quizás luego de anunciar resultados más que decepcionantes, circularon insistentes rumores de que Sony podría comprarle su parte a Ericsson en el joint venture que tienen para la fabricación y comercialización de celulares. De ser así, no llamaría la atención que la PSP (PlayStation Portable) se convierta en un híbrido que incorpore conectividad a redes móviles.

Habemus anteproyecto

Con la presentación esta semana, tal como estaba previsto, del Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA para simplificar), se abrió una nueva etapa en la discusión del rumbo de los medios y la participación de los proveedores de infraestructura en esta actividad.
El anteproyecto es laaaaargo (casi 150 páginas) aunque bastante prolijito, notándose la influencia académica de sus autores, con citas al pie, algún cuadro sinóptico y referencias varias. Desde el punto de vista formal, y considerando la extensión del documento, se siente la falta de una tabla de contenidos que agilice la búsqueda de determinados artículos (se imponen una lecciones de Word o Writer entre los funcionarios involucrados). Son muchos los temas que toca y varios de ellos fueron adelantados en los trascendidos previos, lo que sumado al poco tiempo para analizarlo debidamente, propicia que nos detengamos en las “sorpresas”.
No hay dudas de que muchas de las medidas propuestas apuntan directamente a la línea de flotación del grupo Clarín. Entre éstas se puede mencionar:

  • Impide que un mismo grupo sea propietario de un canal de TV abierta y una empresa de TV por suscripción (cable o satélite) en el orden local. Así, este grupo no podría operar Canal 13 y Cablevisión en el AMBA. Esto implicaría además que si eventualmente Telefónica quisiera obtener una licencia de radiodifusión televisiva por suscripción, debería desprenderse de Telefé (por la cual ya hubo interesados…).
  • Una misma empresa no podrá ser propietaria de una compañía de TV paga y al mismo tiempo producir señales que transmita. El grupo Clarín tiene 6 señales de cable (TN, Volver, Magazine, Metro, Canal Rural y Trece Satelital).
  • No se podrá ser titular de una licencia cuyo servicio y/o audiencia supere el 35% del mercado. Cablevisión tiene el 47% de los abonados a TV paga.
  • Si bien el artículo que hace referencia es muy ambiguo, se exige que determinados espectáculos deportivos (léase fútbol) deberán ser transmitidos por la TV abierta y gratuita. Hoy el Grupo es socio de la empresa que tiene los derechos de televisación de este deporte, cuyos ingresos provienen de la venta a los distintos operadores de cable. Y la TV abierta sólo puede retransmitir los goles luego de que hayan sido difundidos por Fútbol de Primera (que se emite por canal 13).

Por supuesto, si bien el Grupo Clarín es el más grande del país y por lo tanto quien más se verá afectado por esta ley si finalmente pasa como está prevista, no será el único. Otros sentirán también sus efectos, aunque con otra escala, como sería el caso del Grupo Uno (muy fuerte en el interior del país) y hasta el Grupo Telefónica, con muchos canales de TV abierta en el interior (más allá de Telefé). Y eventualmente, algunos negocios dejarán de ser viables (como por ejemplo, la compra de Telecentro por algún multimedio, como se viene rumoreando).
En cuanto al universo específico de las empresas de telecomunicaciones, la cosa es más favorable, aunque quizás no es todo lo rosa que pudieran haberse imaginado en algún momento. El anteproyecto contempla que las telefónicas (no únicamente Telefónica y Telecom) ingresen al mercado de TV por suscripción, aunque como redes de transporte. No obstante, se les exige una mayor apertura de sus redes vía interconexión, unbundling, no existencia de subsidios cruzados y hasta portabilidad numérica (que se aplicaría también a las redes móviles). En realidad, esto ya estaba contemplado en la regulación vigente (decreto 764/2000), aunque el Estado no se preocupó demasiado en hacerla cumplir.
Presentando el anteproyecto, se abre ahora un período de 90 días que probablemente coincida con el debate preeleccionario si finalmente se aprueba el adelantamiento de las elecciones legislativas. Si a esto le sumamos el conflicto con el sector agrario que está recrudeciendo, tenemos por delante tiempos muy politizados que distarán de ser apacibles. Quizás no sea el escenario ideal para tratar una ley de tamaño impacto y trascendencia, pero las cartas así están barajadas y no queda otra opción que jugar.

¿Sol naciente?

Algunos indicios surgidos de diversas charlas con actores de la industria apuntan a que finalmente el estándar de TV digital a adoptar por Argentina termine siendo el combo japonés-brasilero.
Por un lado, la norma DBV (de origen europeo) dejó recientemente de tener un representante en Argentina. A esto se suma que los impulsores de ATSC están hoy totalmente abocados al mercado de EE.UU., donde recientemente se postergó por unos meses la fecha del “apagón analógico”. Hoy, los fabricantes de equipamiento para TV digital bajo esta norma están más que entretenidos atendiendo un mercado mucho más grande y más rico, que significa un negocio inmediato y no una promesa para mañana.
A esto hay que sumarle un lobby muy fuerte por parte del Estado japonés a favor de la norma ISDB-T y a las declaraciones recientes de funcionarios brasileros indicando que Argentina optaría por esta norma. Así, todos los caminos conducen a Japón con escala en Brasil. Teniendo en cuenta que la norma está definida únicamente en Japón y, con variantes, en Brasil, se podría repetir la decisión del PAL-N como norma de TV color, tomada en los años 70 y cuyas consecuencias aún subsisten

Cúmulus limbus

Los insistentes rumores (de esos que sólo parecen anticipar un hecho que se dará indefectiblemente) sobre la compra de Sun por parte de IBM por US$ 6.500 millones en efectivo ponen al descubierto que la tendencia hacia la computación en la nube (o Cloud Computing) es más que un concepto marketinero.
La operación combina a Sun, quien da la impresión de nunca haberse recuperado totalmente del impacto de la crisis de las dotcom a principios de la década, con IBM, que logró transformarse cuando decidió que su negocio pasaría por los servicios y el software, alejándose del comoditizado hardware. Y si bien muchos piensan en Sun como proveedor de servidores (que lo es) también tiene tecnología de red y centro de datos, que es lo que más atraería a IBM. Es más, las especulaciones no descartan que, de concretarse la operación, eventualmente IBM se desprenda de algunos negocios de Sun que no son funcionales a su estrategia.
Detrás de esto está el concepto de virtualización, que no es otra cosa que hacer que distintos sistemas y equipamientos funcionen como uno sólo. Más allá de ser un tema técnico, esto es lo que permite la existencia de la computación en la nube, que logra que la informática se transforme en un servicio que se consume a demanda, como puede ser la electricidad (recordemos que en los albores de la generación de electricidad, las fábricas tenían sus propias usinas, como hoy las empresas tienen sus centros de datos).
En esta línea se anota también Cisco, quien este semana anunció su Unifed Computing System que aspira a unificar componentes de un data center en un equipo único. Así, lo suyo ya no es exclusivamente equipos y software para redes, sino que incursiona también en temas como servidores y almacenamiento. Esto hace que, por ejemplo, ahora compita con HP, IBM y Sun por los servers, con quienes mayormente se complementaba hasta el momento.
El tema de la virtualización y computación en la nube hace que los límites entre distintos equipos y sistemas sean cada vez más difusos y converjan. Y es bien sabido que cuando las cosas convergen, chocan. Con lo que puede esperarse una nueva ronda de consolidación en la industria de TI.

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