Archivomarzo 2016

Contando líneas

La cuantificación del mercado celular argentino en términos de líneas se basa en cifras que, aunque oficiales, distan de reflejar la realidad. Si se parte de la suma de las cantidades que cada operador declara en sus balances a diciembre de 2015, el mercado argentino es de 62,8 millones de líneas. Con una población de alrededor de 42 millones de habitantes, esta cifra arroja una penetración del 150%. O, dicho de otro modo, cada habitante (sin importar su edad ni nivel socioeconómico) cuenta con 1,5 líneas móviles. Si bien este es un valor que impresiona y algunos utilizan para demostrar lo avanzado del mercado local, resulta evidente que se trata de una relación muy distorsionada. Por lo tanto, es un valor inútil, ya que no refleja la realidad.
Estas cifras tienen en cuenta las líneas que todavía están técnicamente en servicio, pero la cantidad de líneas en uso es sensiblemente menor que aquella de líneas en servicio. Así, de los casi 63 millones de líneas técnicamente en servicio a diciembre de 2015, alrededor de 38 millones están en uso efectivo. De éstas, 36,2 millones están asociadas a un teléfono, mientras que unos 1,8 millones conectan otros dispositivos. Esto surge del informe “Mercado Celular Argentino 2016” recientemente finalizado por Carrier y Asociados.

Para llegar a este número, hay que partir de la pirámide poblacional. Del análisis de la misma, surge que el mercado potencial máximo de individuos en Argentina se ubica en aproximadamente unos 33,5 millones de personas (no líneas). Esta cifra asume que todo individuo de 10 años o más tiene una línea móvil, independientemente de su condición socio económica, factor generacional o actitud hacia la tecnología. Si bien es cierto que cada vez más menores de 10 años tienen un celular, estos suelen ser utilizados sin línea móvil, basándose en la conexión WiFi para el uso de apps como Facebook, Snapchat y otras que no requieren de un número telefónico. Por otra parte, la “Encuesta Nacional sobre Acceso y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (ENTIC)” publicada a fines del 2015 permite proyectar unos 31 millones de habitantes de Argentina que usan teléfono celular. A esta cifra hay que sumarle las 2° líneas, así como las líneas no asociadas a teléfonos, como los módems y routers de banda ancha móvil, las tablets con conectividad celular y los dispositivos M2M (que conectan máquinas entre sí, como sistemas de alarma y monitoreo). Así se llega a los 38 millones de líneas en uso.
De este modo, toda cifra de líneas en servicio superior a este valor tendrá su explicación principalmente por dos grandes factores: líneas en desuso aún no dadas de baja por el operador y líneas sin uso que se mantienen como teléfonos de respaldo. Así, las líneas en servicio que no son utilizadas alcanzan los 24,9 millones.
Siendo que el mercado móvil argentino se encuentra en un punto de madurez, una mayor cantidad de líneas sólo puede provenir del crecimiento vegetativo (niños y adolescentes que se sumen al servicio), una mayor adopción de segundas líneas (menos probable por la creciente relevancia de los datos por sobre la voz) y la mayor penetración de módems de banda ancha móvil, equipos M2M y tablets. Naturalmente, el crecimiento vegetativo se dio en el 2015. Por otra parte, los problemas de capacidad de las redes móviles produjeron una caída de las líneas asociadas a módems BAM del orden del 30%. No obstante, esta caída se vio compensada por el avance de las líneas M2M, las cuales crecieron un 47% en el año. Sin dudas, el M2M (y su versión más cool, la Internet of Things), serán los grandes impulsores del aumento genuino de líneas en los próximos años. No obstante, a partir del momento en que ya no sólo se conectan personas sino también cosas, las relaciones de penetración sobre población comienzan a carecer de todo sentido.

Recalculando

Así se encuentra Arsat en estos momentos, luego de la asunción de la nueva gestión. Esto pudo comprobarse esta semana, cuando su actual presidente, Rodrigo De Loredo, ofreció entrevistas a los medios que sirvieron para conocer la dirección que se le está dando al operador estatal de las telecomunicaciones.
Claramente, el foco estará puesto en la banda ancha, por lo que habrá un rol estelar de la REFEFO (Red Federal de Fibra Óptica). Al respecto, dio algunas precisiones. De los 32.000 Km de red construida (en su momento, las autoridades de la gestión anterior hablaron de 35.000), apenas 6.800 Km estaban iluminados, es decir, en condiciones de dar servicio. Un pálido 21%. A eso, la gestión actual le sumó 8.000 Km. Así se llegó a un 46% de la red iluminada. El funcionario aclaró que la idea de Arsat es que esta sea una red mayorista, salvo en los casos en que no hubiera un operador local. Si bien en su Twitter afirmó que “Arsat no viene a competir con ningún actor privado”, no queda en claro si esta red será solamente complementaria de las redes privadas, ya que también mencionó que como actor mayorista “venimos a regular precio” porque “cuando llega Arsat a una zona se desploman los precios mayoristas, dónde hasta ese momento había un actor privado que hace uso monopólico de la situación de mercado”. Quizás habría que interpretar que Arsat no competirá a nivel minorista pero sí lo hará en el plano mayorista. De lo que no hay dudas es de que el desarrollo de la red de fibra óptica es estratégico para los intereses de la Nación.
Por el lado de la TDA, el despliegue de su red ha entrado en un freezer. Por ahora la red tiene una cobertura del 80% y sólo se seguirá con las torres que ya estaban en construcción. Las demás torres previstas deberán esperar. No obstante, en algún momento habrá que completar el desarrollo de esta red para poder “apagar” la TV analógica y reutilizar el espectro que ésta utiliza actualmente. Probablemente, para servicios móviles. Si bien no dijo nada al respecto, no habría que descartar tampoco que la red de la TDA en algún momento pase al ámbito de RTA (Radio Televisión Argentina), la sociedad del Estado cuyo principal objetivo es gestionar los medios audiovisuales del Estado Nacional.
En cuanto a los satélites, el desarrollo del Arsat 3 está suspendido. Esto se debe que el Arsat 2 aún no está comercializado, ya que, según el funcionario, “fue puesto en órbita sin tener concluidas las autorizaciones de los países que cubre”. Adicionalmente, según FUNDTIC, el Arsat 3 aún no cuenta con una posición orbital asignada.
En sus declaraciones, el funcionario no mencionó planes para el data center, aunque algunas versiones indican que éste podría pasar a la órbita del Ministerio de Modernización.
Finalmente, y ya fuera de las declaraciones del funcionario al mando de Arsat, queda el tema espectro para servicios móviles que le fuera asignado a la empresa a través de la ley Satelital, votada a fines del año pasado. Un dato interesante al respecto fueron las declaraciones de David Martínez (quien a través de Fintech controla ahora a Telecom Argentina y es socio del 40% de Cablevisión), quien sostuvo que tuvo conversaciones con el gobierno para que Arsat alquile ese espectro (suficiente para un 4° operador) a los operadores actuales. Seguramente el argumento sea que, con más espectro en las frecuencias que ya utilizan, se podría lograr una mejora casi inmediata en la calidad del servicio celular. Lo que Martínez no aclaró es si Nextel podría ser uno de los actores que alquilen el espectro…

Tuits selectos

Triángulo amoroso

Esta semana se confirmó lo que se daba por descontado. El ENACOM autorizó la venta de las acciones de Telecom Italia en Telecom Argentina, dándole el control de la empresa a Fintech, quien a su vez es accionista en un 40% de Cablevisión. Esta situación hacía pensar que no era descabellado un pedido de desinversión de Fintech en Cablevisión. Es más, hasta el propio David Martínez manifestó durante la gestión del gobierno anterior que estaba dispuesto a vender su participación en CV, si esto era un requisito. Casi una confesión de parte.
Sin embargo, el ENACOM aprobó la transacción sin ningún condicionamiento. Inmediatamente, Fintech asumió el control en Telecom Argentina. Técnicamente, la operación no está definitivamente aprobada ya que aún queda la instancia de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), cosa que puede llevar su tiempo, hasta 2 años y medio según los que entienden del tema. Podría decirse que el traspaso se realizó a riesgo de las partes en caso de que la CNDC tuviera una opinión distinta a la del ENACOM.
En la decisión del ENACOM se confirma aquello de que toda norma al nacer tiene automáticamente dos interpretaciones. Como mínimo. Esto fue lo que pasó con la aprobación sin condiciones de la compra de las acciones de Telecom. Algunos interpretan la regulación y afirman que no corresponde sino hay desinversión. Otros, entre quienes está el ENACOM, sostienen que no hay impedimentos ya que la ingeniería societaria le permite cumplir con los requisitos que marca la regulación. ´
Más allá de la disparidad de interpretaciones, el regulador falló en la comunicación de los fundamentos para su decisión, ya que sólo se conoció la opinión final pero no cómo se llegó a ésta. Para empeorar las cosas, el sitio www.enacom.gob.ar está en proceso de actualización, por lo que no se puede acceder a nada de lo que publique. La falta de información oficial da sustento a las más variadas interpretaciones. Un ruido innecesario y, si no evitable, minimizable.
Pero más allá de la letra de la norma y de su interpretación, lo concreto es que la participación simultánea de Fintech (o empresas vinculadas) tanto en Telecom como en Cablevisión genera cierta inquietud entre sus competidores y los defensores de la competencia. Y esta tiene algún fundamento cuando entre Telecom y Cablevisión se concentra el 54% de los accesos de banda ancha del país. En muchos casos, compartiendo pisada (es decir, cubriendo las mismas zonas geográficas).

Es cierto que aquí entra a tallar no sólo la participación accionaria sino también las características de la misma. Pero de todos modos resulta en una situación a prestar atención teniendo en cuenta que el espíritu del DNU 267 es fomentar la competencia. La presencia de los mismos accionistas en empresas competidoras es una señal que confunde. Quizás en este caso se aplica aquello de la mujer del César, quien no sólo debe ser sino también parecer. Será entonces el rol de la CNDC determinar si, más allá de la ingeniería societaria, esta operación es positiva o negativa para el país.

El juego de las especulaciones

La toma de control de Telecom por parte de Fintech encierra para muchos el primer paso de una avanzada de Cablevisión, o quizás el mismo Grupo Clarín, para ingresar en este operador. El interés de Clarín por Telecom no es nuevo ni secreto. No obstante, imaginar cómo sería este proceso muestra que no todo es tan simple como resulta a priori.
Desde el punto de vista societario, en una eventual relación ampliada, Fintech tendría mucho más peso que Cablevisión. A su 40% de CV le sumaría el control de Telecom, quizás con una participación mayor si además de las acciones que eran de Telecom Italia, el mercado acepta la oferta que Fintech hizo por las acciones que flotan en la Bolsa. Ni hablar si, como especulan varios, el próximo paso para Fintech sea la compra de las acciones del Grupo W. El momento para esta operación es el indicado, ya que los inversores en acciones sostienen que el papel de Telecom está barato y tiene mucho margen para crecer de realizarse las inversiones adecuadas. Si CV quisiera fusionarse después de que esto suceda, le será muy costoso tomar el control.
Desde el punto de vista técnico, combinar las redes fijas de Telecom y de CV implica un desafío importante. También podría serlo desde una perspectiva regulatoria. Se puede estimar que, en un escenario de fusión, el regulador exigiría a la nueva empresa desprenderse de una de sus dos redes fijas. La opción más fácil técnicamente sería la red de CV en la medida en que la de Telecom estuviera apta para dar todo tipo de servicio. No obstante, esto implicaría resignar muchos clientes codiciados, que consumen banda ancha y servicios de TV con un ARPU (ingreso promedio por abonado) más que interesante, aproximadamente un 68% más alto que el del combo telefonía y banda ancha de Telecom. Otra alternativa, sería desprenderse de la red fija de Telecom, algo más complejo por su integración con la red de Personal, pero factible técnicamente. Más allá que se trate de la actual red fija de Telecom o de CV, es difícil de imaginar muchos candidatos a comprarla. Quizás el más indicado (con los datos de hoy) sea Claro, a quien su falta de una red fija lo debilitará frente a ofertas convergentes de sus competidores. Pura especulación.
Si efectivamente la estrategia del Grupo Clarín fuese ingresar a Telecom, muchos se preguntan cuál fue entonces el objetivo de comprar Nextel. Algunos lo ven como un plan alternativo si una aproximación con Telecom (y con Personal) no fuese posible. Pero es un camino difícil, con mucha inversión por delante para reconvertir la red de Nextel en una red móvil convencional, condicionado por la obtención de espectro y con una base de usuarios que no sólo está en retirada (como se puede observar en los últimos balances de Nextel mientras estaba en manos de NII) sino que tampoco responde al perfil masivo del negocio principal de CV. Un escenario que obligaría a CV/Nextel a salir a capturar clientes en un mercado ya maduro (la promesa de la IoT todavía está a unos años luz en términos de volumen), focalizándose en su base de clientes de servicios fijos.
Pero no hay que olvidar que el Grupo Clarín dispone de licencias de uso de espectro en 3,5 GHz, que actualmente utiliza para dar servicios de banda ancha fijos. La combinación de este espectro con la infraestructura de Nextel le podría permitir dar servicios de banda ancha fija. Y, de poder cambiar el destino para el cual le fue otorgada esa frecuencia, podría también servir para servicios móviles. Si nada de esto fuera viable, la infraestructura de antenas de Nextel podría tornarse en un negocio inmobiliario, arrendando sus sitios (ya instalados, aprobados y funcionando) a otros operadores móviles.
Más allá de lo que efectivamente suceda, a fin de cuentas son todas especulaciones, esta variedad de escenarios pone en evidencia la conveniencia de contar con un marco regulatorio donde no haya restricciones, que libere todo. Y todo, es todo. Que cualquier pueda dar TV, tanto por cable como por aire, incluido el satélite. Y donde todos tengan acceso a dar servicios móviles, lo que considerando la restricción del espectro exige un planteo acertado del modelo OMV. Hoy el escenario es de tres fuertes actores del negocio móvil (Claro, Telecom y Telefónica), lo propio en el negocio de banda ancha (Cablevisión, Telecom y Telefónica) y dos en el caso de la TV paga (Cablevisión y DirecTV). Una liberalización total quizás concentre estos servicios en sólo tres grandes operadores, con lo que algunos de estos nombres desaparecerían. Pero si estos tres compiten entre sí en todo el país, sumado el aporte de operadores locales en determinados servicios, habremos dado un importante paso hacia adelante en el desarrollo de una infraestructura moderna y en competencia que el país necesita.

Tuits selectos

Recuperando terreno

Sin dudas, Argentina llegó tarde a la 4° generación de telecomunicaciones móviles (4G). Esto fue consecuencia de una significativa demora por parte de las autoridades del área de la gestión anterior en asignar el espectro necesario para su implementación. Pero una vez que esto ocurrió, a fines de 2014, la aceleración tanto en el despliegue de la red como en la disponibilidad de terminales aptos hizo que en un año Argentina se ubicara entre los 3 primeros países de Latinoamérica en cuanto a la adopción de esta tecnología según 5G Americas.
Si bien la red es la piedra basal para el desarrollo de 4G, los terminales son igualmente importantes, ya que en definitiva son el punto donde termina la red. Tanto red como terminales son necesarias para que el servicio se materialice. En este sentido es destacable el avance que se produjo en términos de producción en Tierra del Fuego (de dónde provienen todos los equipos que se comercializan hasta el momento en el país). Mientras que en el 2014 apenas un 3% de la producción fue de equipos 4G, en 2015 esta proporción ascendió al 57%, equivalente a 6,7 millones de unidades. Esto surge del informe “Mercado de terminales móviles” recientemente publicado por Carrier y Asociados.

El 2015 fue también el año en que definitivamente quedaron de lado los equipos 2G, al haberse migrado a una producción que es integralmente de smartphones.
El 2016 presentará un nuevo salto en la producción de equipos 4G ya que las principales marcas apuntan a que éstos estén presentes en el 100% de su portafolio de productos para el mercado argentino. Adicionalmente, si avanza el plan canje (cuyos detalles se están definiendo en estas semanas), habrá equipos 4G de nivel de entrada más baratos que la oferta actual. Esto podría llevar a que, a fines de este año, aproximadamente el 50% de las líneas en uso sean 4G.

El arte de converger

Tanto la gestión anterior en telecomunicaciones como la actual produjeron instrumentos regulatorios, la ley Argentina Digital y el DNU 267/2015 respectivamente, que, cada uno con su cosmovisión, apuntaron a la convergencia. Pero este proceso de convergencia se da en múltiples niveles, algunos de los cuales aún ni siquiera han sido contemplados, o al menos enunciados.
Desde una perspectiva tecnológica, la convergencia es fácil de comprender y de implementar. Redes monoservicio (de telefonía, de datos, de TV) que se convierten en una única red multiservicio vía digitalización. Listo, ya tenemos la convergencia tecnológica. Pero la convergencia regulatoria es mucho más complicada. Se trata de llevar marcos legales radicalmente distintos hacia uno solo, en un proceso que no sólo toma tiempo, sino que está plagado de presiones para el regulador. Es lógico, nadie quiere que le endurezcan las condiciones y mucho menos que sus condiciones sean más demandantes que las de sus nuevos competidores. Un claro ejemplo de esto son las tarifas, particularmente aquellas de la telefonía básica, que al ser un servicio público son fijadas por el Estado. Este tema, que estaba más en la agenda de los operadores afectados que en la del regulador, volvió al debate esta semana, luego de que la Secretaria de Promoción de Inversiones del Ministerio de Comunicaciones declarara que el gobierno analiza permitir subas en la tarifa de telefonía fija.
Sin entrar a analizar sus declaraciones, que contienen algunos conceptos sui generis, estamos ante el momento indicado para no ya replantear el valor del abono y el minuto sino para aprovechar y repensar cuál es el servicio básico al que se hace mención en un escenario convergente. Claramente no es la voz fija. Esto tenía sentido en los tiempos en que la telefonía era EL servicio de comunicaciones y su red era la más extendida por lejos. Pero hoy la situación es otra, con la telefonía fija como el servicio de mayor cantidad de abonados (con 9,5 M de líneas), pero no muy lejos de la TV paga (8,5 M de abonados) y de los accesos a Internet de banda ancha (7,1 M).

En un escenario convergente la voz fija pasa a ser un servicio más de esta red multiservicios. No obstante, seguimos teniendo un abono fijado por el Estado que hoy equivale a menos de US$ 1 mensual, cuando en el momento en que fue establecido equivalía aproximadamente a US$ 14 (a lo que hay que sumarle la inflación en dólares, que también existe). Tampoco es cuestión que cuando el gobierno autorice a actualizar esta tarifa recupere su valor original. No sólo sería políticamente insostenible, sino que generaría una baja masiva de un servicio que cada vez se usa menos. Es hora de repensar a qué debería corresponder un abono básico de telecomunicaciones.
En un escenario convergente, no tiene sentido que este abono corresponda a un servicio de los tantos que puede dar una red multiservicio. Sería más ajustado pensar en un cargo de conexión por la llegada de la infraestructura al hogar del abonado, la gran inversión de capital de cualquier operador de telecomunicaciones. Ese abono podría ser común a todos los operadores convergentes (telefónicas, ISP con red propia, cableras). Para que esto pudiera ponerse en práctica harían falta dos cosas: que todo operador pueda asegurar el piso de ancho de banda a definir en toda su red y que a su vez esté habilitado a dar todo tipo de servicio que su red pueda transportar. Esto hoy no sería viable por dos motivos: son pocos los operadores con su red 100% en condiciones de dar múltiples servicios con un mínimo de ancho de banda y porque la regulación actual no habilita a las telefónicas a dar servicios de TV por los próximos 2 ó 3 años (no está claro cuál es el criterio por el cual el plazo se extendería a 3). Pero podría haber una transición en la cual convivan los dos modelos hasta tanto las redes estén en condiciones técnicas de ser multiservicio. Es sólo cuestión de definir plazos razonables para llegar a este punto.
Este modelo no impediría que hubiera tarifas sociales, particularmente para los hogares que hoy sólo consumen telefonía básica y que viendo la cantidad de abonos de banda ancha y descontando las líneas telefónicas en empresas, no serían tantos.
Convergencia significa, entre otras cosas, iguales reglas para todos. Esto también debería aplicarse a las tarifas reguladas. Hay que dejar de pensar a las telecomunicaciones como servicios del siglo XX, porque ya no lo son más. Es hora de comenzar a mirar al siglo XXI de una buena vez.

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