Archivoabril 2016

Conflicto generacional

Desde aquí se insiste desde hace años en la distorsión causada por la contabilización de líneas en servicio que no son utilizadas [ver “Contando líneas”]. Esta diferencia no sólo impacta en el ARPU o ingreso promedio por línea, así como en la relación entre líneas prepagas y pospagas (o con abono). También esta forma de contabilizar las líneas afecta a la hora de determinar cuál es la generación móvil dominante en materia de celulares. Por eso es habitual ver cifras, sobre todo provenientes del exterior, que identifican al mercado argentino como uno aún dominado por la tecnología 2G, cuando en realidad se trata de un mercado mayoritariamente 3G. Esto surge del informe “Mercado celular argentino 2016”, publicado por Carrier y Asociados.
Combinando las cifras de líneas en uso (38 millones de los cuales 36,2 millones corresponden a teléfonos celulares) con las ventas de equipos de los últimos años, se llega a que el mercado local está compuesto por un 65% de equipos 3G. Aquellos 4G representan el 17% y los 2G el 19%.

Visto así, se llega a que alrededor de 6,5 millones de líneas en uso está asociadas a un teléfono 2G. Este dato es relevante ya que, cuando se habla del demorado Plan Canje, se menciona el reemplazo de equipos 2G. Pero su reemplazo por los más modernos 4G poco hará para mejorar la situación general de las redes.
Para entender esto, conviene recordar que aún con equipos 4G, las comunicaciones de voz y SMS se cursan por la red 2/3G, que es la que actualmente está congestionada. Quien hoy tiene un equipo 2G es alguien que sólo realiza llamadas y envía y recibe SMS. En esto influye claramente un tema de hábitos de uso (personas mayores o perfiles más conservadores, no atraídos por aplicaciones de datos desde el celular). Se trata entonces de personas que, aunque tenga un equipo 4G, seguirán estableciendo comunicaciones de voz, las cuales se seguirán cursando sobre la sobrecargada red 2/3G. Así, el canje tendría un costo muy alto para un beneficio casi nulo.
Visto así, el foco de un eventual Plan Canje debería estar en los actuales usuarios de smartphones 3G, quienes sí consumen datos a través de una red congestionada y que verían mejorar su situación si pudieran migrar a 4G. De todos modos, no hay que ser excesivamente optimista. Los smartphones son sólo un componente de la red móvil. Una solución de fondo debe ser integral, con un fuerte foco en espectro y antenas (de todo tipo). Ahí habría que apuntar la artillería.

Lo mejor ya pasó

No importa la fuente, todas coinciden en lo mismo: el mercado global de smartphones no crece en unidades. IDC dice que en Q1 el mercado avanzó apenas un 0,3% (la nada misma). Counterpoint Research muestra una variación del 0%. Y Strategy Analytics va más allá, dando una caída del 3%. También hay coincidencia en las causas de este freno a la expansión de los últimos años. Los principales mercados están saturados, lo que incluye a China, el gran impulsor hasta el 2015. También es cierto que las condiciones económicas globales son un desafío.
Otro punto en el que hay coincidencias es en los tres primeros, Samsung, Apple y Huawei. Pero detrás de Huawei se forma un pelotón compacto de marcas cada una con la mitad o menos de volumen que el fabricante chino, donde las posiciones del ranking varían según la fuente. Allí la lucha es cuerpo a cuerpo (o unidad a unidad) entre marcas de renombre internacional como LG o Lenovo/Moto, y otras menos globales como Oppo o Xiaomi.
Pero aún entre los top 3 la cosa no es tan cómoda como parece. Según Counterpoint, Samsung cayó un 5,6% en unidades, mientras que Apple registró el primer retroceso en volumen en su historia desde el lanzamiento del iPhone. Y no fue un desliz sino una caída del 16%. La contracara es Huawei, que creció un 62%. Un avance notable de por sí, pero más meritorio aun considerando el difícil contexto. Claramente, Huawei aspira a ser el próximo Samsung. No se trata de una ambición descabellada.
En realidad, era lógico que este momento llegara, ya que es imposible mantener un crecimiento global de 2 o 3 dígitos indefinidamente. Lo que viene, sin dudas, es una depuración, donde muchos actores medianos y pequeños quedarán en el camino.
En el caso argentino, seguramente este año se viva una situación similar. Ya el año pasado, los smartphones alcanzaron el 100% de las ventas del total de celulares, según surge del informe “Mercado argentino de terminales móviles 2016”. De esta forma, se llegó a un límite estructural, atado al tamaño del mercado argentino, que oscila alrededor de los 12 millones de unidades anuales.

Así, mientras el mercado total local creció un 3% en 2015, el de smartphones lo hizo un 23%. Pero ahora que ambos mercados son el mismo, es poco probable que se repitan tasas de dos dígitos positivas. No obstante, sí puede haber movimientos internos. Mientras que en 2015 Samsung retrocedió un 13%, Huawei creció un 180% y Alcatel un 200%. Un indicador de que el volumen está en el nivel medio y bajo de precios.

Tuits selectos

Un país smartphoneado

Con ventas anuales que promediaron los 9,5 millones de unidades en los últimos 3 años, el mercado móvil argentino se encuentra hoy dominado por los smartphones, según surge del informe “Mercado Celular Argentino 2016” recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
Con 22,8 millones de smartphones en uso, la penetración de éstos sobre la población es del 54%. Es preferible calcular la penetración sobre población y no sobre líneas, ya que en este último caso la base es un tema discutible [ver “Contando líneas”]. Considerar a la población como base de cálculo de penetración es tomar un parámetro menos arbitrario.
Por otra parte, con más de 6 millones de unidades, los equipos 4G (todos ellos smartphones) tienen una penetración sobre la población del 14%.

Considerando que el total de nuevos celulares serán smartphones, para fines de este año la penetración de éstos llegaría al 63%, mientras que la de 4G superaría el 35% (sin considerar un eventual Plan Canje).

Buscando a D’Artagnan

En Argentina hay anhelos, que no se terminan de concretar no obstante ser recurrentes. Pasó con el puente sobre el Rio de La Plata para conectarnos con Uruguay. Igual que el traslado del Aeroparque a Ezeiza. Y así se podrían nombrar otros grandes proyectos. En la industria de las telecomunicaciones el anhelo recurrente es el del 4° operador móvil. Tema que esta semana fue reflotado, casi como al pasar, en un artículo de La Nación sobre el también reflotado Plan Canje de celulares.
El artículo, textualmente, dice: “En el Gobierno, en tanto, hay funcionarios que están convencidos de que se debe romper el oligopolio del mercado de telefonía móvil, repartido entre tres compañías. Según pudo saber LA NACION, hay negociaciones abiertas para interesar a un cuarto operador; los contactos están avanzados con dos empresas estadounidenses, según confiaron fuentes oficiales.
Una duda que surge de esta información es cuál es la visión del gobierno en relación a Nextel como un posible 4° operador si lo que hace es establecer contacto con empresas que no operan en el país. A priori, por tener ya operaciones en el país y ser parte de un actor fuerte en el sector de las telecomunicaciones, Nextel suena a candidato natural. Quizás lo que el gobierno busca es generar competencia no sólo en el mercado móvil sino también por la determinación de cuál será ese eventual 4° operador.
Evidentemente, en el gobierno hay algunos con una visión muy economicista de la industria de las telecomunicaciones que no tiene en cuenta las particularidades propias de un negocio de infraestructura, naturalmente concentrado.
Los operadores móviles en Argentina se desenvuelven en un mercado maduro que, en su modelo actual, sólo tiene un crecimiento vegetativo en término de líneas. Este ya es un primer gran obstáculo para el ingreso de un nuevo jugador, el cual deberá recurrir a estrategias comerciales muy agresivas para “robar” clientes a los operadores actuales. O sea, con un costo de adquisición de clientes altísimo, que atenta contra la rentabilidad buscada en cualquier actividad privada.
Pero es claro que no sólo se trata de un tema de costos comerciales de adquisición de clientes. Para dar servicio en idénticas condiciones que los tres operadores actuales, un nuevo operador debe hacer una inversión importantísima para desplegar una red (estimada en más de US$ 2 mil millones más las inevitables inversiones posteriores para mantenerla actualizada), al tiempo que deberá instalar antenas, con lo que los tiempos de despliegue (y de recupero de la inversión) se vuelven inciertos. Por otra parte, y considerando la evolución del negocio de las telecomunicaciones, será cada vez más difícil que un operador de red móvil no cuente paralelamente con una red fija.
Todo esto hace que pensar en un 4° operador suene a utopía, por lo menos si éste tuviera que operar bajo las mismas condiciones que los actuales tres mosqueteros. Con el escenario vigente de las telecomunicaciones autóctonas, sólo podría ser viable el surgimiento de nuevos operadores únicamente si éstos tuvieran exigencias menores en cuanto a despliegue, apuntando a una mayor competencia en áreas densamente pobladas. Así y todo, sería un desafío importante para cualquier entrante, sin ninguna garantía de éxito, amén del natural rechazo de los operadores actuales por condiciones asimétricas de operación.
De todos modos, considerando lo que sucede en otros países, resulta evidente que la oferta de operadores móviles tiende a concentrarse. Y en los casos en que esto no sucede, es porque el regulador lo impide (caso Sprint y T-Mobile en EE.UU.) y no porque la propia dinámica del negocio no lo pretenda. Así entonces, pensar que la oferta de operadores con red en lugar de concentrarse se multiplique no será tarea sencilla. Será entonces necesario que el regulador tenga un plan de contingencia en la eventualidad de que no prospere la llegada de un 4° operador. En ese caso, deberá instrumentar las medidas para que no por concentrado el mercado móvil tenga características oligopólicas. No es una tarea fácil. Pero nadie dijo que lo sería.

Tuits selectos

Cambiando de canal

Si bien los operadores móviles siguen siendo responsables por el grueso de la venta de terminales (léase smartphones), en los últimos tiempos el canal retail (los comercios minoristas como cadenas de electrodomésticos, electrónicos y supermercados) viene ganando relevancia. De hecho, en 2015 las ventas de celulares por el canal retail crecieron un 58%. Esto surge del informe “Mercado Celular Argentino 2016” recientemente finalizado por Carrier y Asociados.
El retail siempre tuvo un rol en la venta de celulares. En los años de gran crecimiento en líneas, este canal actuaba como un agente de ventas, entregando no sólo el equipo sino también la línea. Esto conllevaba una considerable carga administrativa que se justificaba por los grandes volúmenes de altas de aquellos tiempos. Pero luego el mercado fue madurando, y el negocio pasó a ser principalmente uno de reposición. La venta de celulares con línea dejó entonces de tener volumen. A esto se sumó que, fruto de esta misma madurez del mercado, los operadores comenzaron recortar los subsidios, acortando la brecha de precios entre un terminal comprado al operador (bloqueado) y un terminal liberado. Así, el retail comenzó a vender exclusivamente equipos desbloqueados, sin línea.
De este modo, la participación del canal retail en las ventas totales de celulares pasó del 20% en 2014 a 31% en 2015.

El año pasado, que se caracterizó por la caída en los volúmenes de producción local, agregó un elemento a favor del retail: la disponibilidad de una más amplia variedad de marcas y modelos. Los operadores suelen exigir un piso mínimo de volumen para incorporar un modelo a su oferta. Así, marcas y modelos de poco volumen no llegan al piso exigido, pero sí son bienvenidos en el canal retail. Es por esto que marcas locales, así como 2° y 3° marcas internacionales, lograron vender subiéndose a este canal.
La cosa promete en este 2016. Los operadores están vendiendo sus equipos liberados, igualando la oferta del retail. Por otra parte, se espera que en breve comiencen a llegar otras marcas, particularmente Apple, que se basaría en el canal retail para volver oficialmente al mercado argentino.

Actualización o papelón

La noticia tecnológica (y más) de la semana fue el inicio de la actividad comercial de Uber. De manera similar a lo ocurrido en otros países, el hecho estuvo acompañado de las naturales reacciones de los taxistas, cortando calles emblemáticas de la ciudad de Buenos Aires a modo de protesta. Se puede discutir el caso Uber en particular, pero sería más sano ver la película entera. Porque hoy será Uber. Mañana será Airbnb. Y pasado, quién sabe.
El caso de Uber es similar al de Mercado Libre. En ambos casos se trata de una plataforma que actúa como mercado, poniendo en contacto la oferta (choferes) con la demanda (pasajeros). Esto no convierte a Uber en una empresa de taxis o remises, como tampoco Mercado Libre es un hipermercado y Airbnb una cadena mundial de hoteles.
A pesar de esto, al día siguiente de su lanzamiento, la justicia, ante un pedido de los taxistas, ordenó al GCBA que arbitre las medidas necesarias para suspender cualquier actividad que desarrolle Uber hasta tanto se dicte sentencia definitiva. Asimismo, también ordenó a las diversas agencias gubernamentales pertinentes que confirmen si Uber pidió su habilitación como servicio de transporte de pasajeros, si está registrada como contribuyente y si hizo alguna presentación para actuar en el rubro transporte de pasajeros. Por lo que se ve, la justicia asume que Uber es una empresa ofreciendo servicios de transporte de pasajeros y no una plataforma en la que choferes y pasajeros se encuentran. Por esto, todos los pedidos hechos por la justicia tendrán un “no” como respuesta. Habrá que ver qué es lo que puede hacer el GCBA para suspender la actividad de Uber. Una tarea no sólo difícil, sino que puede tornarse también antipopular.
A pesar de esto, Uber sigue como si nada. Su estrategia es clarísima: avanzar a todo vapor en la difusión y crecimiento del uso de la app para que sea la misma población quien ejerza la presión social para que Uber siga funcionando y desarrollándose. Por eso redobla la apuesta mientras se ve favorecida por las acciones en su contra (decisiones legales, cortes de taxistas) que hacen que se hable de Uber en los medios, dándole un mayor grado de conocimiento en la población, y no sólo entre los potenciales pasajeros sino también entre los potenciales choferes. Y su impacto mediático es altísimo. La prueba está en que el tema Uber se instaló en la agenda de los medios el mismo día en que la ex Presidenta declaraba ante la Justicia y en que Argentina salía oficialmente del default. Así de mediático resulta.
La llegada de Uber no será el último caso de una app decidida a conectar directamente oferta y demanda. Por lo tanto, antes que seguir negando una realidad que será cada día más habitual, el gobierno debería centrar sus esfuerzos en alcanzar una actualización regulatoria que contemple estos nuevos modelos para incorporar elementos de política laboral, tributaria, de defensa del consumidor en lo general y luego otros en particular, como movilidad urbana en este caso. Se trata no tanto de lograr que estas nuevas plataformas se adapten a la regulación actual (cosa que sólo puede lograrse parcialmente), sino que la regulación se adapte a las nuevas plataformas. Tratar de rechazar estos nuevos modelos porque no se adaptan a la regulación pre existente, parece un camino a una derrota gratuita. Y una contradicción con el objetivo de lograr una ciudad moderna expresado por el actual gobierno.

Tuits selectos

Sobre Decretos y Declaraciones

Sin dudas que la noticia más relevante de la semana fue la aprobación del DNU 267/2015, el cual fuera refrendado por la Cámara de Diputados. Alcanzaba con que sólo una de las dos Cámaras lo aprobara (solo podía aprobar o rechazar, no modificar) para que el DNU fuera ratificado. Y así fue. Si bien el DNU no deroga las leyes de SCA y Argentina Digital, sí desactiva puntos clave, especialmente en materia de SCA.
Más allá de la opinión que se tenga de las leyes modificadas y del DNU, lo cierto es que la estrategia del gobierno en este rubro resultó ser eficaz. Introdujo los cambios recién asumido, aprovechando el impulso anímico natural alrededor de toda nueva gestión. Las quejas y las críticas chocaron además con el fin de año, con lo que la discusión quedó mayormente circunscripta a los ámbitos relacionados y no tanto como un tema al que el público en general le prestara mucha atención. Desde entonces, más de 3 meses después, los alineamientos políticos fueron mutando, lo que a priori parecía que podría ser una batalla dura, terminó siendo un trámite más sencillo de lo esperado. Y ciertamente más sencillo que intentar introducir las modificaciones por ley en esta etapa. Fue, en síntesis, un final anunciado. Nadie se sorprendió con el desenlace.
Ciertamente, el DNU es un parche destinado a deshacer un estado de situación pero que claramente no es el instrumento necesario para dar un marco coherente a una industria tan compleja como lo es toda aquella que surge de la convergencia. Esto será tarea de un futuro proyecto de ley que reforme, actualice y unifique definitivamente las leyes de SCA y Argentina Digital.
Más curioso fue el Proyecto de Declaración presentado por el Frente Renovador, partido que acaba de aprobar la validez del DNU. En el mismo se mostró una notable inclinación por las asimetrías regulatorias. Lo más destacable fue proponer que las empresas de telefonía puedan dar TV paga recién dentro de cinco años (prorrogables a diez), en lugar de los dos (o tres) que fijó el DNU. Afortunadamente, esto no fue más que una declaración, ya que, si efectivamente los plazos vigentes fueran los propuestos, se estaría favoreciendo notablemente a la industria del cable, aunque con un altísimo costo para el resto de los habitantes del país. Una medida de este estilo desalentaría inversiones en red fija por parte de las telcos, inhibidas de dar servicios de TV, los cuales a su vez son grandes demandantes de capacidad, impulsando su aumento.
Pero la misma Declaración presenta el mecanismo para eludir esta inhibición. La única forma prevista de acortar los plazos propuestos es ante la compra de la totalidad de los abonados de una cablera, aunque esto sería únicamente en la localización de la operación adquirida. Una forma de darles a los operadores de cable una salida frente a un escenario donde habrá cada vez más concentración. En pocas palabras, moldear el escenario para que actores medianos puedan concretar su anhelo de vender sus operaciones.
Es natural que se apele a la regulación asimétrica cuando se trata de hacer converger industrias de distintos orígenes y estados de situación. Sin embargo, la asimetría es un arma de doble filo. Aplicada en exceso crea nuevos problemas en vez de resolver viejos. La clave está en el equilibrio de estas asimetrías. Habrá que ver el peso de este enfoque cuando, quizás hacia fin de año, se empiece a debatir un nuevo proyecto de ley de telecomunicaciones o como se denomine oportunamente.

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