En un mercado como el argentino, con 7,2 M de hogares con TV por cable (casi la mitad del total de hogares) no sorprende que la tecnología HFC (o cablemódem) sea la más popular para acceder a Internet, estando presente en el 51% de los hogares conectados. Esto surge del informe “Tecnología en el hogar” realizado por Carrier y Asociados.
Por su parte, el ADSL sigue en retirada, habiendo perdido posiciones luego de bajar 6 puntos en un año para alcanzar al 21%. Inversamente, la fibra crece 4 puntos para alcanzar el 14% de los hogares de la muestra.
Es lógico que para quienes no son parte del sector de las telecomunicaciones el 5G no es otra cosa que algo más evolucionado, pero sin tener muy en claro el por qué. Sin embargo, es un tema que más y más está en los medios, ya sea por sus proezas tecnológicas, por estar en medio de la guerra fría entre EE.UU. y China o porque llegan noticias de países vecinos avanzando en la materia (licitando espectro o más aún con los primeros despliegues). Pero también influyó mucho en este renovado interés por el 5G los posibles efectos del DNU 690/20 que recogió un rechazo casi unánime por parte de todos los licenciatarios de servicios TIC (quienes saben que ahora sólo les queda acotar su impacto o resolverlo a su favor en la reglamentación). Entonces la pregunta que muchos comienzan a hacerse es cómo queda parada Argentina respecto del 5G en este escenario.
Cuando terminaba el día, el viernes pasado, el gobierno
sorprendió con el DNU
690/20 que, en síntesis, declara a
los servicios TIC como servicio público al tiempo que extiende hasta fin de año
el congelamiento que había sido acordado con los operadores 90 días atrás.
La sorpresa no fue tanto por publicar el DNU que nadie esperaba (no sería la
primera y probablemente tampoco la última vez), sino que pareció romper con el
diálogo que el gobierno, a través del Enacom, tuvo a lo largo de toda la pandemia,
donde las medidas que impactaron en el sector fueron fruto de acuerdos con los
privados.
Un aspecto del DNU que preocupó a los licenciatarios TIC es,
lógicamente, todo aquello que impacta en su ecuación económica financiera. Por
eso, dos conceptos encendieron las luces
rojas del tablero: regulación de precios y congelamiento de los actuales. Un
concepto, el primero, que se verifica en el segundo.
El DNU menciona que los precios serán fijados por las
empresas, pero regulados por el Enacom. Es decir, las empresas proponen, Enacom dispone. Y tendrá que regular precios
en un mercado con múltiples actores (1.200 operadores entre grandes, PyMEs y
cooperativas), utilizando tecnologías distintas (fijas, móviles, cableadas,
inalámbricas, satelitales) y con escalas sustancialmente diferentes en función
de su área de cobertura. Amén de que cada operador tiene una paleta de
productos variada. Por lo tanto, no
puede regularse con un único precio. Y para tener múltiples precios, la
tarea de determinar que, como dice el DNU, cada uno de éstos deberá “cubrir los
costos de explotación, tender a la prestación eficiente y un margen razonable
de operación”. Todo a un precio que deberá ser “justo y razonable”. Una tarea titánica. Salvo que el
criterio pase por la subjetividad que implica que un precio parezca caro o barato.
Pero no se estaría cumpliendo con el criterio indicado en el DNU.
Esta migración en masa de gente
trabajando en oficinas hacia sus hogares tuvo sin dudas implicancias
tecnológicas. Hoy hay mayores demandas en el
acceso a Internet desde el hogar, y no sólo por haber más personas conectadas
simultáneamente. También en materia de usos, donde al entretenimiento y la
socialización se agregan aquellos que requieren de una mayor capacidad de subida
(o upstream), principalmente de aplicaciones de videollamadas (donde Zoom se
convirtió en un sinónimo de cuarentena, al ser utilizado por dos tercios de
quienes teletrabajan) así como de aplicaciones en la nube.
La pandemia y su consecuente
aislamiento fueron grandes impulsores de la socialización remota, que vía videollamadas se convirtieron en el hit de la cuarentena, al punto que un 75% de
los usuarios de Internet realizaron al menos una durante este período.
Naturalmente, esto tuvo su
correlato en el crecimiento explosivo del uso de las plataformas que permiten
videollamadas. Dada su altísima popularidad en
Argentina, no sorprende que Whatsapp haya sido la plataforma más utilizada, si bien tiene claras
limitaciones frente a las alternativas.
Si bien las
videollamadas a través de aplicaciones como Zoom, Skype, Whatsapp no son
nuevas, no hay dudas de que tuvieron un fuerte impulso durante los más de 90
días que ya lleva el ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio). En
esto no sólo influyó el uso para fines laborales, reemplazando las reuniones, o
educativos, para permitir el dictado remoto de clases. También las
videollamadas están jugando un rol importante en materia de socialización,
como una forma de compensar las reuniones de amigos y familiares cuya
postergación aún no tiene fecha cierta.
Luego de algunas semanas de
negociación, el gobierno, a través del Enacom, comunicó que había alcanzado un
acuerdo “con las partes” para establecer diversas
medidas en relación con precios y definiciones de servicios en el marco del
impacto económico de la pandemia.
La pandemia y el confinamiento llevaron al gobierno a buscar medidas diversas para tratar de mitigar sus efectos sobre la economía general, así como la de las personas. Naturalmente, los servicios TIC no quedaron al margen.
Todo arrancó con el DNU
311/20, del 24/03, que establecía que las prestadoras de servicios TIC
(entre otros servicios) no podían disponer de la
suspensión o corte de servicios en caso de mora o falta de pago hasta tres
facturas con vencimientos desde el 1/3/20. Pero particularmente para las TIC obligaba a mantener un servicio reducido, algo que no es aplicable por su naturaleza a
otros servicios como agua, electricidad o gas. La obligación se mantendrá por
180 días.
Estamos en pleno desarrollo de la pandemia con sus
consabidos impactos sanitarios, económicos y sociales. En todos estos aspectos,
la industria tecnológica juega un rol clave para paliar,
parcialmente, sus efectos.
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