Archivomarzo 2017

La manzana (ya no) prohibida

Luego de meses y meses de especulaciones, más precisamente desde la asunción del actual gobierno, finalmente esta semana se confirmó el regreso oficial del iPhone al mercado argentino. Fueron 6 años donde la única forma de adquirir este smartphone era viajando al exterior o incursionar en el mercado negro autóctono. Al menos en una primera etapa, el mismo será comercializado por Claro como único operador mientras que las cadenas Garbarino y Frávega también se sumarán desde el retail.
Más allá de la alegría de algunos (por la vuelta al mundo “normal”) y la indignación de otros (por su precio), este retorno tendrá implicancias que van más allá del producto de la manzanita mordida.
Si bien todavía no se publicaron los precios de los distintos modelos, trascendió que llegarían a aproximadamente $ 31.000 para el tope de la gama, el S7 Plus. Por supuesto, el primer cálculo que hace cualquiera es pasar este valor a dólares (casi US$ 2.000) e inevitablemente surge el “me voy a Miami, lo compro allá y me sobra plata”.
Argentina es indudablemente un país con una alta presión tributaria. En el caso de los celulares, éstos tienen impuestos que inciden directamente en su precio al público. Un 18% corresponde a aranceles de importación, un 21% a impuestos internos (que no es una suma de impuestos sino uno específico para determinados bienes considerados suntuarios) y un 21% de IVA. Se trata de impuestos que se aplican en distintas etapas de la cadena comercial, con lo cual no es correcto sumarlos y decir que es un 60%. A esto hay que agregarle los costos locales de comercialización y, obviamente, el margen de ganancia. De esta forma se llega rápidamente una relación que es mayor al doble de su costo en origen. La comparación con la producción en Tierra del Fuego es inevitable. Allí, los componentes importados no pagan aranceles, mientras que los impuestos internos son de tan sólo el 7%.
La llegada del iPhone plantea diversos temas. El primero es que, a pesar de los discursos, existía en los hechos una prohibición para importarlo. En teoría, cualquiera podría haberlo hecho pagando los aranceles e impuestos que ahora se le aplican. Sin embargo, nadie lo hizo (legalmente). Evidentemente, alguien dio un visto bueno y la cosa ahora cambió. Quizás es una forma de transmitir un mensaje de que Argentina está ahora abierta al mundo…
Por otra parte, la aplicación de los impuestos internos a los celulares suena anacrónica. Se trata de un tributo que se aplica a bienes suntuarios, pero si estos son consumidos por prácticamente toda la población del país, como es el caso de los celulares, no queda en claro qué tienen de suntuarios. Misterios tributarios.
Finalmente, la diferencia práctica entre un celular y una tablet (y por qué no una computadora) es que el primero tiene una radio que se conecta a las redes móviles y la segunda no. Esta pequeña sutileza impide a los celulares gozar del arancel 0 otorgado a tablets, notebooks y PC. Delicias de las regulaciones.
Por el momento, el impacto de la llegada del iPhone será más político y marketinero que comercial. Los volúmenes iniciales de importación son bajos (algunos hablan de 15 mil unidades, pero lo que se puede ver por Aduana es por el momento menor), quizás a la espera de la reacción de la demanda considerando su precio. Como referencia, existe hoy una base instalada de casi 1 millón de equipos funcionando en las redes argentinas, con un ingreso al mercado del orden de las 300 a 400 mil unidades anuales, según surge del informe “Mercado celular argentino 2017”. Se trata de aproximadamente un 3% de las ventas totales anuales (considerando el mercado oficial y el negro), lo que marca que la llegada oficial del iPhone no causará un gran impacto en las cifras del mercado. Quizás su mayor impacto tenga que ver con que ya no habrá marcas prohibidas. Y eso en sí es un gran avance hacia una normalización que todavía tiene camino por recorrer.

Avance mexicano

Finalmente, marzo fue el mes en que se produjo la salida del Grupo Werthein de Telecom, tal como se venía especulando desde hace un tiempo en el mercado. Esto ocurrió a través de la compra por parte de Fintech (del mexicano David Martínez) de su participación accionaria en Sofora, propietaria de Nortel Inversora que a su vez ostenta el 54,74% de las acciones del Grupo Telecom. Este cambio accionario viene acompañado de una reorganización societaria consistente en la fusión de Telecom Argentina como sociedad absorbente y Norte Inversora, Sofora Telecomunicaciones y Telecom Personal, como sociedades absorbidas.
Este movimiento no puede dejar de ser visto desde la óptica de la tan comentada (pero aún no concretada) fusión entre Telecom y Cablevisión. Algunos ven esta compra de acciones como una forma de allanar el camino para el ingreso de Cablevisión. Otros, por el contrario, como una forma de fortalecer a Fintech en la negociación, exigiéndole a Cablevisión tratar exclusivamente con ellos y no, al menos en parte, con el Grupo Werthein. Ambas especulaciones tienen su lógica. Sin embargo, la reorganización y fusión de Telecom (fija) y Personal (móvil) en una misma sociedad va en contra de algunas versiones que especulaban con la posibilidad de que la fusión fuera entre Cablevisión y Personal. Sería la combinación ideal de red fija y red móvil para un operador convergente y no generaría cuestionamientos en términos de competencia. Sí lo haría la fusión entre dos grandes redes fijas (la de CV y la de Telecom), concentrando más del 50% del mercado de banda ancha y con una importante superposición geográfica de las redes fijas. Así, esta movida puede ser considerada como un obstáculo más en una fusión que, aunque no descartada todavía, parece cada vez más lejana en el tiempo, luego de que Cablevisión moviera cielo y tierra para quedarse con Nextel primero y el espectro para dar servicios móviles después. Como hasta ahora, habrá que seguir esperando el devenir de los acontecimientos.
Más allá de estas especulaciones, esta movida consolida la presencia mexicana en la industria de las telecomunicaciones locales, con David Martínez y Carlos Slim controlando los principales negocios del sector. Martínez no sólo maneja vía Telecom 19,5 M de líneas móviles, 3,9 M de líneas fijas y 1,7 M de abonados de Internet, con una facturación total de $ 53 mil millones. También participa en un 40% de Cablevisión, con 3,4 M de abonados de TV, 2,1 M de abonados de banda ancha y una facturación de $ 30,5 mil millones. Por su parte, Slim tiene 21,8 M de líneas móviles y una facturación de unos $ 36 mil millones. De esta forma, entre ambos magnates mexicanos controlan un 65% de las líneas móviles, aunque Martínez (con menos exposición que Slim) también es un jugador de peso en banda ancha, telefonía fija y TV paga. ¡Viva México!

Tuits selectos

El retorno del bucle

Esta semana, la Secretaría de TIC abrió la consulta respecto del proyecto de Reglamento General de Interconexión y Acceso. Se trata de un factor muy importante en la relación entre operadores y que incide también en las condiciones de competencia.
Dentro de los aspectos a considerar, el manejo del bucle de abonado (conocido también como la última milla) es un tema que no por ineludible deja de ser controversial. La regulación actual (ley Argentina Digital) exige a los prestadores de servicios TIC poner a disposición el bucle para el arrendamiento parcial o total por parte de otros operadores sin acceso a los clientes. Pero será muy difícil que pueda tener lugar exitosamente.
Por un lado, el decreto 1340 estableció que todas las redes NGN fijas de última milla desplegadas en adelante tendrán un período de 15 años durante los cuales no estarán obligadas a “desagregarse”, esto es, estar a disposición de terceros. Una concesión que hiciera el regulador como compensación por el impedimento de que las telcos ingresaran al negocio de la TV hasta enero de 2018 (y parcialmente). Esto significa que cualquier operador que despliegue redes de alta capacidad, no deberá compartirlas. Así las cosas, la desagregación se aplicaría sobre el ADSL tradicional, el cual da muestras de su envejecimiento, perdiendo participación de mercado frente a las redes de cable. Sin dudas, una oferta poco atractiva para un operador que quisiera comenzar a ofrecer servicios.
Por el otro lado, siendo que también son licenciatarios TIC, los operadores de TV por cable que ofrezcan servicios de conectividad de banda ancha deberían igualmente abrir sus redes. Por cuestiones de topología de red, esta desagregación es más compleja y debe hacerse por software, lo que implicará un costo adicional considerable que no todo cablero podrá afrontar. Es de esperar que haya una fuerte resistencia a su implementación.
Idealmente, la desagregación tendría más sentido si se diese para las redes más modernas, con una esperanza de vida útil netamente superior a las que tienen las redes “legacy” de cobre. La misma debería ser implementada considerando entornos de competencia para que sirva como un incentivo para ésta y no como un disuasor a la inversión. Pero tal como están dadas las cosas, este ideal será de difícil concreción en el corto y mediano plazo.
En definitiva, es un tema que forma parte de la tensión entre competencia e inversión. Un mercado con mucha competencia tiende a deprimir los márgenes, lo que a mediano plazo atenta contra la inversión. Lograr un delicado equilibrio entre ambos objetivos es la tarea del regulador.

El dilema del fútbol


Esta semana se confirmó la venta de los derechos de televisación del fútbol argentino al tándem Fox-Turner. Más allá de los detalles económicos del acuerdo, se vienen ahora tiempo de definiciones en relación a cómo se comercializará este producto, considerando tanto las posibilidades tecnológicas como la mutación de hábitos de consumo que se produjeron durante los años en que accedimos al fútbol “gratis”. Si bien por el momento el plan de negocios no está totalmente cerrado, durante la semana se especuló con dos temas: el costo adicional que tendría sobre el abono básico de la TV paga y su costo en un modelo OTT.
Por el lado del abono adicional, se especula con un paquete de unos $ 300 pesos mensuales (algo menos de US$ 20). En este caso, serían todos los partidos (y no segmentado por equipo), lo cual, si bien da un costo por partido muy bajo, tiene un valor relativo. Son muy pocos aquellos para quienes ver un partido del estilo Defensa y Justicia vs. Aldosivi tiene algún interés. Así, por más bajo que sea el precio, su valor es aún menor. Y si el valor es inferior al precio, la transacción se hace más difícil.
A esto se suma que el mercado argentino de TV paga, del orden de los 8,8 millones de abonados (una penetración de aproximadamente el 75% de los hogares) se encuentra prácticamente estancado. Tal es así que Cablevisión, el actor más fuerte de este mercado con una participación del 39%, vio el año pasado caer un 0,3% su cantidad de abonados. Esto a pesar de incluir en forma gratuita los partidos del campeonato local. Al salir del básico y pasar a ser un adicional, no sólo le resta valor a la propuesta estándar de los operadores de TV paga. También implica un costo adicional en momentos en que, influidos por el consumo vía Internet, los televidentes acuden cada vez más a propuestas alternativas. Así las cosas, habría que ver cuál podría ser la caída en las suscripciones a TV paga ahora que el fútbol no estará incluido en el abono y en qué medida se verá compensada por la venta del paquete adicional de fútbol. No habría que descartar entonces que el fútbol se incluya en el básico, o que su precio como adicional se encuentre “subsidiado”, más como un factor de retención que como una línea de ingresos adicional.
Por otra parte, hay muchas expectativas con la transmisión vía Internet en un modelo OTT à la Netflix. Esta sería sin dudas la elección de muchos millennials que hoy no tienen contratados servicios de TV paga y que basan sus consumos audiovisuales en Internet, con la misma Netflix, YouTube y otras ofertas. Pero, necesitados de los ingresos que les proveen socios tradicionales, en Fox-Turner especulan con un abono sólo vía Internet de $600 (casi US$ 40), o el doble del mismo servicio vía operadores de TV paga. Desde el punto de vista económico, este pricing no tiene lógica, ya que se pagaría más por un servicio OTT, para el cual el cliente debe proveer (y pagar) la red de acceso (el ISP), que por un canal en TV paga, que ya incluye el costo de la red en su abono básico. Además, con la flexibilidad que ofrece el consumo vía Internet, no tiene sentido insistir con un abono que incluya todos los partidos. Sea vía Internet o no, la asimetría entre valor y precio se mantiene.
Todavía no hay nada definido oficialmente, y aún queda tiempo antes del comienzo de las transmisiones con cargo que se iniciarán a partir de agosto próximo. Pero seguramente el modelo comercial con que se especula sufrirá modificaciones.
 

Tuits selectos

¿Coyuntural o estructural?

No hay dudas de que el 2016 no fue un gran año desde el punto de vista económico para Argentina. Mucho menos para el mercado de los celulares nacionales, que vieron caer la producción en un 24% respecto de 2015, pasando de 11,8 a 9 M de unidades anuales. La situación se vio agravada con el crecimiento del contrabando, que tuvo en el mismo período un crecimiento del 25%, alcanzando un estimado de 2,5 M de equipos.

Si bien el escenario 2016 estuvo marcado por la devaluación del peso, la misma se vio mitigada por la alta inflación que rápidamente llevó el valor del dólar a niveles similares a los de la pre devaluación. Adicionalmente, las mejoras en las condiciones de financiamiento y de acceso a divisas impulsaron una baja de los precios en términos nominales en la comparación 2015 vs. 2016. A esto se sumó el impulso que debería haber significado el PLAIM (Plan de Acceso a Internet Móvil) que logró una oferta de teléfonos 4G a precios accesibles (para el mercado local). Pero evidentemente, todo esto no alcanzó para mitigar la caída.
Hay que considerar el impacto del contrabando. Siempre es difícil medir un mercado informal, aunque en estos casos se lo puede estimar con alguna precisión. Esto se debe a que las marcas tienen acceso a la información de los equipos que son activados (proceso que se da cuando el usuario hace la configuración inicial de su equipo nuevo), pudiendo ver si ese equipo fue de los fabricados en Tierra del Fuego o vendido en otro país. En base a esto, se llega a un valor aproximado de cuantos son aquellos vendidos en otro país que se activan en Argentina. Si bien este fenómeno no es nuevo, no deja de crecer, alcanzando volúmenes realmente relevantes. Y en el 2016, la unificación del valor del dólar hizo más competitivo su precio en pesos. Conviene recordar que, hasta la eliminación del cepo, el dólar oficial era un 45% más barato que el negro (o blue), lo que hacía más caro un equipo en pesos aun cuando tuvieran el mismo valor en dólares. Esta brecha se esfumó con el dólar único, favoreciendo el contrabando que no es alcanzado por aranceles y otros impuestos.
De todos modos, combinando la producción nacional con el contrabando, el total del mercado muestra una caída interanual del 17%. Se podrá asumir que el retroceso fue impulsado mayormente por la caída de la economía en 2016, un tema coyuntural. Pero no puede descartarse un aspecto más estructural, que no es de Argentina sino del mercado de celulares en general. Esto tiene que ver con que el grado de innovación de la industria se ha desacelerado (algo que pudo comprobarse claramente este año en el MWC de Barcelona). Quien tiene hoy un equipo de hace 2 años no deja de hacer nada. Habla, usa Whatsapp, accede a redes sociales, saca fotos de una calidad aceptable, escucha música, ve videos. Un equipo nuevo no aporta un salto cualitativo significativo. Así, la industria de los celulares podría estar ingresando en un escenario similar al de las PC, que vio estirarse el período de renovación. Seguramente en el caso de los celulares la vida útil no sea tan larga como con las PC ya que están sometidos a un desgaste físico mayor (los llevamos encima, se caen, se rayan las pantallas, las baterías duran menos). Pero entonces sería un caso de renovación por deterioro y no por obsolescencia. En los últimos tiempos las ventas fueron impulsadas por el atractivo de los smartphones primero y la llegada de 4G después. Pero desde hace años que toda la producción local es de smartphones y en los últimos 2 años más del 80% de los equipos vendidos fueron 4G. Así, podríamos estar pasando de un nivel promedio de ventas anuales del orden de los 13 millones a uno más próximo a los 11 millones de unidades. Habrá que ver qué sucede durante este 2017.

Jugando con fuego

Desde su asunción, 17 meses atrás, el actual gobierno ha dado muestras de querer avanzar con la dinamización del sector de las telecomunicaciones convergentes argentinas. Pero no siempre lo hizo de la mejor manera. Y en los últimos tiempos, quizás urgido por el estancamiento en que se encuentra el mercado, quiso acelerar el paso, tomando atajos y entrando en un terreno de desprolijidad potencialmente peligroso.
No hace falta ser muy sagaz para percibir que existen favoritismos a la hora de regular. Y si bien no faltará quien reclame por una mayor imparcialidad, también hay que ver a esto como parte de la dinámica propia política, que tiene intereses y también necesidades. Pero el apuro da malos consejos, y el gobierno se muestra muy apurado en resolver ciertos temas que no son de resolución inmediata, si es que se quiere hacer las cosas con prolijidad, especialmente cuando hay en juego activos que son del Estado.
La presión de Cablevisión-Nextel por ingresar en el negocio celular se tradujo en un apuro del regulador para que esto suceda. Pero esta urgencia lo llevó a evitar los caminos más seguros y abordar rutas secundarias, que pueden ser atajos no exentos de peligros.
Lo más razonable hubiera sido recuperar de una buena vez el espectro que originalmente fue reservado para un 4° operador y que Arlink tiene trabado desde 2014. O sea, más de 2 años. Ese espectro podría haber sido puesto en juego en condiciones más razonables que las originales (un beauty contest, por ejemplo) y probablemente no hubiera habido otro interesado que no fuera Cablevisión-Nextel. Ante la incapacidad de resolver este tema en la justicia, el gobierno optó por ceder a la presión y autorizar la reatribución de espectro a pedido del interesado. En este caso, lo prolijo hubiera sido recuperar ese espectro (que en definitiva es siempre propiedad del Estado), limpiarlo, ordenarlo y ponerlo sobre la mesa. En vez, se optó por reatribuirlo a pedido, en un esquema bastante sui generis que incluye devoluciones con cargo (cuando en realidad el propietario es el Estado), migraciones de servicios y dar conectividad en determinadas áreas del país sujetas a la disponibilidad de la red de fibra óptica de Arsat en cada una de ellas, dando lugar a una cobertura irregular, en zonas no contiguas y sin que se especifique el criterio de elección de las mismas.
Mientras estos temas se resuelven a gran velocidad, el gobierno no pudo poner todavía un punto final al conflicto alrededor de la banda de 700 MHz. La misma fue otorgada y cobrada 2 años atrás pero aún no está disponible en todos lados, especialmente en el AMBA, donde Telecentro sigue dando sus servicios de TV inalámbrica. Y en tanto esta sea la situación, los operadores móviles no quieren avanzar con el modelo de operador virtual, lo que tiene a varios operadores de telecomunicaciones medianos y chicos esperando. Todo trabado.
Esto sucede mientras se les postergó el derecho que las telcos tenían por ley (Argentina Digital) a dar servicios de TV recién en 2018 y parcialmente (sólo en AMBA, Córdoba y Rosario). Este tratamiento asimétrico en cuanto al entrante (según sea móviles o TV) es lo que tiene a las telcos de mal humor. Telefónica lo ha expresado claro y fuerte. Claro lo hace en la intimidad, aunque sin declaraciones oficiales y Telecom prefiere mantener el silencio.
Está claro que el tema de fondo, por el cual todos los actores se miran con recelo, es si se va a producir o no la tan anunciada fusión entre Cablevisión y Telecom. El apuro de Cablevisión en contar con espectro e infraestructura para servicios móviles puede ser visto como un plan alternativo si esta fusión finalmente no se da. Aunque se trate de una tarea no exenta de enormes desafíos. Pero también puede considerárselo como una forma de ir ganando “masa muscular” para, llegado el momento de una fusión, estar en mejores condiciones de negociarla.
Por lo pronto, este estado de situación hace que las telcos-celcos orienten sus inversiones a fortalecer sus redes móviles (incluyendo backbone y backhaul) y no tanto a mejorar las redes de banda ancha al hogar. En este sentido, el gobierno no parece poner el mismo énfasis en el desarrollo de infraestructuras fijas de gran capacidad que lleven la fibra óptica lo más cerca posible de los domicilios de los usuarios. Algo que es clave no sólo para las comunicaciones fijas, sino que también, y crecientemente, para las móviles. Ese es el verdadero desafío que tiene la actual gestión.
Con su asimetría en el trato, las autoridades juegan con fuego. Si para cuando lleguen las próximas elecciones presidenciales, el gobierno no puede mostrar avances significativos en materia de servicios y competencia real en materia de telecomunicaciones convergentes, agregará un ítem a la columna del debe de su balance de gestión. A este ritmo, es un escenario probable.

Tuits selectos

A dos velocidades

Esta semana se llevó a cabo el Mobile World Congress (MWC), el evento anual que convoca no sólo a la industria móvil sino también a todas aquellas afectadas por estas tecnologías. No hubo grandes novedades sino más bien avances en tecnologías ya conocidas: 5G, inteligencia artificial, big data, reconocimiento de voz, Internet de las cosas (IoT), robots, entre otras cosas.
A nivel de la infraestructura, se notan dos velocidades. Por un lado, la de los proveedores de tecnología (Huawei, Nokia, Ericsson), empujando fuertemente 5G por más que aún falten unos años para su estandarización. Por el otro, los operadores avanzan con más cautela. Es natural. No sólo tiene con LTE y su evolución un camino por recorrer (como opciones para IoT que ofrecen bajo consumo energético y adaptable a menores demandas de ancho de banda). También son conscientes de que una red 5G exigirá una mayor densidad de antenas, la cual deberá estar conectada a una infraestructura de cable de fibra óptica para dar respuesta a los mayores anchos de banda que esta tecnología permite (hasta 10 Gbps). Y la gran pregunta es cuál será el modelo de negocio que permita el recupero de la enorme inversión por delante. Hoy, están más preocupados por los frenos a la consolidación, el peso económico de las decisiones gubernamentales (costo de espectro, impuestos, tasas) y las necesidades de compartir infraestructura. Estos puntos fueron mencionados por el chairman de la GSMA (organización que agrupa a todos los operadores del mundo) en su keynote inaugural, donde también lanzó una bomba: prometió que en su gestión acabará con el roaming internacional. Anuncio que arrancó aplausos entre el público pero que no causó tanta gracia entre los operadores.
Por el lado de los terminales, se hace evidente que los tiempos de grandes innovaciones quedaron atrás. La mayoría de las mejoras se vieron por el lado de las cámaras, algo que está bien pero no le quita el sueño a la mayoría de los usuarios. Tal es así que la atención mediática se la llevó la nostalgia: Nokia presentando una versión actualizada de un terminal de la época donde el SMS era el rey y BlackBerry con un equipo que agrega su clásico teclado físico. Por otra parte, esta falta de innovación es la que permitió que marcas chinas desconocidas fuera de aquél país mostraran equipos que poco tienen que envidiar a los de las marcas que lideran el mercado pero que son más baratos, cerrando la brecha existente. Se vienen tiempos de alta competencia.
Los avances en IoT se mantienen a la orden del día, con la aparición de más objetos con conectividad directa a la red, lo que representa un paso adelante respecto de la primera generación, marcada por productos que se conectaban vía Wifi o Bluetooth a un router fijo o un smartphone. Algo que resulta más atractivo para los operadores, aunque deberán plantear tarifas no ya en términos de dispositivos conectados sino quizás de clientes u otro criterio. Dentro de este rubro, se vieron los primeros prototipos de objetos que se conectan con la tecnología NB-IoT (narrow band IoT o IoT de banda angosta), la cual permite conectar objetos situados en lugares poco accesibles o transitados, con sensores que no precisan transmitir información constantemente, sino que le basta con enviar un simple impulso cada hora, día o semana (como medidores de agua, luz, gas). Para ello, hace hincapié en el bajo consumo energético, lo que permite que las baterías duren literalmente años. Se trata de casos donde lo relevante no es la movilidad sino la conexión inalámbrica, lo cual abre un amplio espectro de nuevos dispositivos a conectar para los operadores.
Como ya sucedió en ediciones anteriores, abundaron los autos conectados, aunque también se vieron algunos de conducción autónoma. Básicamente, robots sobre ruedas. Todavía es experimental, pero, así como entusiasmará a aquellos que sufren tener que majear, también debería ser un dato que preocupe a gremios como camioneros o taxistas. No se quedarán sin trabajo en lo inmediato, pero se trata de profesiones condenadas a desaparecer en un futuro lejano, pero no tanto.
De los operadores existentes en Argentina, sólo Telefónica estuvo presente con varios anuncios. Quizás el más destacable fue el que la empresa denomina la 4ª plataforma, siendo la 1ª la infraestructura física de red, la 2ª los sistemas de IT y la 3ª los productos y servicios que ofrece a sus clientes. Bajo el nombre Aura, esta plataforma no es otra cosa que la armonización de los datos de sus clientes (productos contratados, contenidos consumidos, lugares donde han estado, sitios que han visitado, etc.) para convertirlos en información relevante y operable por el usuario. Ésta podrá interactuar con la empresa vía una aplicación de reconocimiento de voz al estilo Siri, (habilitar o cancelar equipos de una red wifi, recibir recomendaciones de películas, hacer gestiones administrativas) al tiempo que podrá elegir qué hacer con sus datos (por ejemplo, compartirlos o no, borrarlos en caso de abandonar la compañía, etc.). Algo simple de decir, pero complejo de lograr, que permitirá grandes avances en la relación del cliente con la empresa y sus diferentes productos. Aura estaría llegando a Argentina durante el 2017.

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