Archivomayo 2011

Cash is King

Transaccionar por Internet en Argentina está convirtiéndose en una práctica cada vez más habitual. Los usuarios se sienten cómodos buscando información sobre productos a adquirir, tienen tickets promedio más altos, pagan más con tarjeta de crédito y hacen un uso más sofisticado de las opciones de banca online. Esto surge del informe “Usuario online argentino 2011”, realizado por Carrier y Asociados.

Internet es sin dudas una gran fuente de información previa para quienes planean realizar alguna compra de bien o servicio, con 2 de cada 3 usuarios buscando aquí. No obstante, esto no implica que todos terminen comprando online. La relación de quienes lo hacen cae a 1 de cada 4 usuarios, lo que de todos modos no es desdeñable ya que equivale a unos 5,4 M de personas.

Al analizar los medios de pago, todavía predomina el uso de efectivo (49%). En este caso pesa mucho que un volumen importante de las operaciones se realizan por mercados electrónicos (ej: Mercado Libre), donde el pago contra entrega es una de las formas más habituales. No obstante esto, y considerando que además del factor “miedo” también está el requisito previo de la bancarización, el uso de las tarjetas de crédito es importante, siendo la opción elegida en el 41% de los casos.

Nota: Por “Dinero online” se consideran los medios de pago puramente online, como PayPal, Mercado de Pago, Dinero mail u otros.

En cuanto a las diferencias geográficas, mientras el efectivo es más fuerte en el AMBA, se observa claramente una mayor proporción de uso de medios de pago no presenciales (tarjetas, transferencias, redes de pago, dinero online) en el Interior.

En función del ticket promedio y la frecuencia de operaciones comerciales online, el monto anual de compras electrónicas en formato B2C ascendería a alrededor de los $ 11 mil millones (US$ 2.750 M).

Celulares para todos

En momentos en que en la industria de las telecomunicaciones resulta cada vez más claro que el futuro implicará la coexistencia transparente entre redes móviles y fijas se impone pensar en las dos realidades distintas que afectan a cada servicio y, ulteriormente, a las políticas de conectividad de cada país. En consecuencia, y para incentivar la competencia, el tratamiento de las infraestructuras fija y móvil debe ser claramente distinto, respetando las particularidades de cada tecnología.

En el caso de las redes fijas no debería haber mayores restricciones legales a su despliegue. Se trata de un recurso infinito, ya que se pueden tender tantas redes como sea económicamente viable o políticamente aconsejable. Es lo que vemos en las principales ciudades del país, donde a las redes de las telefónicas incumbentes (Telecom y Telefónica) se suman las de otros operadores, sean estos en su origen empresas de telecomunicaciones (iPlan, Global Crossing, Metrotel, etc.) u operadores de TV por cable (Cablevisión, Telecentro, Supercanal y otros). En localidades más chicas puede haber sólo dos (telefónica o cooperativa y operador de cable), o a veces sólo una, especialmente si el cablero no adaptó aún su infraestructura para proveer servicios de banda ancha de doble vía. No hay entonces necesidad de imponer restricciones legales.

Distinto es el caso de la telecomunicaciones móviles o por caso también las fijas pero inalámbricas. Se trata del uso de un recurso finito como es el espectro, lo que limita el número de actores que pueden participar. Esto se refleja en el caso de la telefonía celular, donde tal como fueron distribuidas las frecuencias, sólo hay lugar para cuatro operadores. Siendo que la torta de espectro es fija, no hay forma de sumar más comensales que no sea cortando porciones más chicas. En algún punto, se quedarán todos con hambre.

Esta situación tiende a generar entonces condiciones de competitividad claramente distintas a futuro. Aquellos que posean redes fijas y móviles tendrán una ventaja competitiva considerable respecto de aquellos que sólo tengan fijas. Y esto eventualmente podría significar la desaparición o al menos la marginación de todos aquellos que no dispongan de una pata móvil.

Previendo esta situación, una futura licitación de espectro para servicios móviles debería tenerla en cuenta. Para ello, se podría reservar una porción de espectro equivalente a la de un operador móvil tradicional pero con la restricción de poder operar sólo como mayorista, teniendo por objeto poner su red al servicio de otros operadores y no a clientes finales directos. Algo así como un operador de red que tenga el espectro y la infraestructura necesaria, cubriendo los aspectos tecnológicos de la operación, y dejando a sus clientes (operadores de menor tamaño económico y/o alcance geográfico acotado) el manejo de la relación comercial con el usuario final, bajo un modelo de MNVO (Operador Virtual de Red Móvil). Se podrá debatir desde la ideología si este rol debería reservarse a un operador estatal (caso ARSAT) o privado, pero está claro que resultaría muy conveniente para la industria y usuarios en general.

Se podrá argumentar en contra de esta propuesta que el modelo de MNVO ya está contemplado y es lo que da lugar a Nuestro, el operador virtual que ofrece el servicio sobre la red de Telecom Personal. Si bien esta es una alternativa válida, los operadores que cuentan con espectro y red no están obligados a ponerla a disposición de terceros, al tiempo que puede dar lugar a recelos por parte de los operadores virtuales en función de que su proveedor es también su competidor. En el caso de un operador puramente mayorista, éste no sólo no competiría con sus clientes, sino que tendría todo el interés en que éstos den el servicio usando su red.

Este modelo tiene pocas probabilidades de implementarse en la licitación por el espectro que acaba de anunciarse porque las bases no lo contemplan como algo obligatorio. Pero teniendo en cuenta de que en breve deberá licitarse espectro para los servicios de 4G, es quizás el momento de considerar esta propuesta, enriquecerla y mejorarla. No pediremos royalties.

En ecosistema cerrado no entran moscas

A pesar de su gran y todavía creciente popularidad, uno de los problemas de Twitter como negocio es encontrar las fuentes de ingresos que permitan justificar su alta valuación al tiempo que le dé sustentabilidad en el largo plazo. Como paso previo para lograr esto Twitter debe tener las riendas de su ecosistema. En este marco se entiende la adquisición de TweetDeck que tuvo lugar esta semana por unos US$ 40 millones, cifra que en comparación con las que suelen girar últimamente en torno al negocio tecnológico parece casi cambio chico, lo cual no implica que no sea un precio justo, sino que es simplemente un contraste imposible de obviar.

Para entender cómo llegó a esta situación es necesario repasar su desarrollo. A diferencia de Facebook que nació como una aplicación basada en la Web y que luego se amplió a los celulares (smartphones o no), Twitter surgió como un servicio para celulares que originalmente se utilizaba vía SMS. De ahí su limitación de los 140 caracteres, fuertemente ligada al máximo que puede transmitirse a través de un mensaje de texto. Esto, que le daba la ventaja de poder ser utilizado desde el más simple y básico de los celulares terminó siendo un arma de doble filo.

Cuando comenzó la explosión de los smartphones en todo el mundo, surgieron infinidad de aplicaciones para acceder a Twitter, todas estas desarrolladas por terceros. A esto se sumó que su interfaz en la versión Web siempre resultó muy limitada y compleja, lo que dio lugar también al desarrollo de aplicaciones para PC de terceros que mejoraban notablemente la experiencia del usuario. Y entre los más populares de éstos está claramente TweetDeck, el cual está disponible no sólo para iOS y Android en celulares, sino también para Windows, Mac, Linux y Chrome en PCs. El caso de TweetDeck como el de tantas otras aplicaciones que actuaban de interfaz entre el servicio y el usuario significaron que el crecimiento y la innovación provenían mayormente de terceros. El resultado fue que 75% del tráfico de Twitter era generado por terceros.

Por supuesto, este escenario causa preocupación en algunos, ya que las aplicaciones estuvieron generando el crecimiento mayormente fuera del control de Twitter, especialmente en términos de monetización del servicio. Esto es lo que espera revertir la empresa con la compra de TweetDeck y presagia una guerra contra los demás clientes del servicio. El argumento seguramente será que lo harán para asegurar una experiencia de usuario que sea consistente, si bien el mensaje subyacente es que no quieren terceros que les compitan en su propia casa.

En definitiva, esta operación implica el fin de una primera etapa de Twitter, con un crecimiento que fue caótico y sin un control férreo del negocio que generó. Atrás está quedando la adolescencia y comienza su vida adulta. Quizás un paso que algunos critiquen, pero que al mismo tiempo apunta a asegurar la subsistencia del servicio.

Linkeando

  • Tablet ma non troppo: Separando la hype de la realidad, resulta interesante la visión del CFO de Intel respecto al rol de las tablets frente a notebooks y netbooks. Obviamente es parte interesada en el asunto, pero sus puntos no dejan de merecer atención. [The Register]
  • Los nubarrones sobre el cable: Esta es de autobombo. Se trata de un resumen de nuestra presentación durante el VI Encuentro Internacional de Banda Ancha y Cable Módem. Se basa un análisis de la situación del cable en Argentina en función de plataforma de banda ancha. [Infobae Profesional] La presentación puede descargarse desde aquí.
  • Si no puedes contra ellos…: Ante el avance de alternativas de difusión de video a través de Internet, Comcast, el mayor cable operador de los EE.UU., se apresta a probar un sistema de distribución IP para llevar sus contenidos a todo tipo de dispositivo y en cualquier lugar (siempre que lo permita la cesión de derechos). [The Wall Street Journal]

Socializando con la tele

Si bien históricamente se asoció el fenómeno de ver televisión a una actividad entre solitaria e íntima, la disponibilidad de aplicaciones de comunicación (SMS, mensajería instantánea, Facebook, Twitter) hace que cada vez más sea un evento que se comparte, sin importar las distancias. Una prueba fue lo que sucedía el año pasado durante el mundial de fútbol, momento en que las plataformas de mensajería y redes sociales estallaban de comunicación.

Más allá de un evento tan convocante como una copa mundial de fútbol, lo cierto es que ya un 12% de los usuarios de Internet socializa a través de algún dispositivo de comunicación mientras mira TV. Esto surge del informe “Usuario online argentino 2011”, realizado por Carrier y Asociados.

El celular es el dispositivo más popular en estas ocasiones, elegido por 2 de cada 3 usuarios. Esto no es llamativo habida cuenta de que se trata de un equipo que está constantemente a mano. Sí lo es que un 39% utilice la computadora para este fin, mostrando una sana convivencia entre PC y TV.

Visto por servicio, no sorprende que el SMS sean la principal forma de socialización mientras se consume televisión, seguido de la voz, los mensajeros instantáneos, Facebook y Twitter.

El fenómeno de la socialización disparada por los contenidos de la TV ha llegado para quedarse. Hoy esto se puede comprobar tanto en programas de alto rating (caso GH o Tinelli) como en otros de audiencias reducidas pero más activas, como sucede con los programas políticos. En todos estos casos se puede leer al respecto en las redes sociales mientras los programas tienen lugar.

Resulta claro entonces que en vistas de la evolución tecnológica de los televisores, será cada vez más relevante su capacidad de conectarse a Internet y permitir el intercambio directamente desde ese dispositivo, agregándole una dimensión participativa hasta hace poco inexistente.

¿El nuevo Windows?

La creciente popularidad de Android potenciada por ser la plataforma elegida por diversas marcas (Samsung, Motorola, HTC, LG, Sony Ericsson, Huawei y otras) son elementos que permiten que algunos vean al sistema operativo del androide verde como la reedición de Windows en el mundo móvil. Sin embargo, existen condiciones distintas que permiten prever que la historia no se repetirá.

La primera y más evidente es justamente la experiencia con Windows. Fabricantes y operadores ya pudieron comprobar lo que sucede cuando hay un gran dominador en el rubro plataformas, como ocurrió en el mundo informático a partir de los 90. La computadora se comoditizó a tal extremo que hoy no existen diferencias relevantes entre productos de uno u otro fabricante. A esto hay que sumarle que la falta de competencia le quitó ritmo a la innovación. Claramente, desde hace un tiempo ya que las PC hacen básicamente lo mismo. Más rápido y más fácil, pero esencialmente lo mismo.

La segunda y quizás más importante es que el modelo actual de los celulares es distinto al histórico de las PC. Los celulares, surgidos como dispositivos de comunicación más que de procesamiento, son buenos exponentes del cloud computing. Accedemos desde ellos a nuestro mail en la Web (Gmail, Hotmail, etc.), así como a nuestras cuentas en Facebook o en Twitter. Contactos y calendarios se sincronizan con aquellos en la Web. Muchas aplicaciones de mensajería instantánea son multiplataforma (Messenger, Nimbuzz, Whatsapp, etc.). Todo esto hace a su vez que no haya mayores inconvenientes en interactuar con otros usuarios, por más que cuenten con un celular de una plataforma distinta a la nuestra.

Por el contrario, en el mundo PC existe una fuerte interrelación entre plataformas, aplicaciones y datos. Pasar de Windows a Linux exige cambiar de aplicaciones y migrar datos, un proceso que puede ser irremontable para un usuario no techie. Esto hizo que los usuarios tendieran a utilizar en su grandísima mayoría lo mismo, en un modelo donde el ganador se quedaba con todo, como pasó con Microsoft, Windows y Office. Por otra parte, el intercambio de datos generados en distintas plataformas no siempre resultó transparente.

En el mundo de los smartphones cambiar de plataforma, por ejemplo de Symbian a Android o a Blackberry, no es un dolor de cabeza como sí lo era en la era PC pasar de Mac a Windows, o de éste a Linux. Los celulares tienen un modelo híbrido, donde si bien los programas son específicos de cada plataforma (Android, Blackberry, iPhone, Windows Phone), se trata mayormente de interfaces para acceder a datos y servicios que están en la red. De esta forma, son accesibles independientemente de la plataforma utilizada. No hay entonces motivos técnicos para que todos tengamos lo mismo. Si esto ocurriera, sería más por una estrategia de marketing exitosa que por los efectos de red de una elección tecnológica.

¡Música maestro!

La última tendencia en materia de distribución de música parece ser el modelo adoptado por Google Music y Amazon Cloud Player. Básicamente se trata de servicios que ofrecen almacenamiento en la nube para la música de cada cliente individual, permitiendo su consumo a través del streaming desde una PC, tablet o celular. Ambas opciones permiten también descargar la música, aunque claramente el hincapié está puesto en la posibilidad de tener disponible toda la biblioteca en cualquier momento y lugar a través del streaming, tanto sea una conexión fija como móvil.

Apostar tanto al streaming en momentos en que las redes de datos móviles muestran claros signos de una capacidad finita puede ser un arma de doble filo. Comparando el costo del ancho de banda móvil con el del almacenamiento, no tiene mucho sentido inclinarse por el streaming que cuenta además con ciertas desventajas: no siempre hay conectividad (o si la hay puede ser con el costo adicional del roaming) y consume más batería que si la música está alojada localmente.

El concepto de streaming de música desde un celular es poco eficiente en términos de uso de un recurso escaso, como es el espectro. Hay que tener presente que no se trata de un video de 2 minutos sino que pueden ser horas escuchando música y consumiendo tráfico de datos. Y si a esto le agregamos que la tarifa plana de datos en móviles tiende cada vez más a ser una rareza, el streaming de música no parece un camino lógico.

No obstante, sí es interesante el concepto de la biblioteca maestra donde centralizadamente se pueda administrar los archivos de música (con altas, bajas, listas, etc.) y que esta se sincronice automáticamente con todos los dispositivos del usuario (PC, celular, reproductor, tableta, y otros), al estilo Dropbox. Una de las principales críticas a las bibliotecas digitales actuales es que es muy difícil administrarlas cuando se dispone de múltiples dispositivos. Cambiar de computadora o sincronizar la música con un celular es un proceso donde suelen producirse bajas, tanto en los tracks como en las listas.

Quizás estos modelos sean revisados en el futuro. A fin de cuentas, Google Music todavía está en etapa Beta…

Linkeando

  • Friend or foe?: Netflix, el sistema de videoclub bajo demanda por Internet, está siendo visto con mejores ojos por parte de la industria cinematográfica. A fin de cuentas, ya tiene más abonados que Comcast y es el primer generador de tráfico de Internet de los EE.UU. con un 30% del total. Quizás quienes no estén contentos con la popularidad de Netflix sean los carriers. [Online reporter] [Techcrunch]
  • Los árboles, aliviados: A pesar de que todavía son muchos quienes disfrutan de tener un libro en papel en sus manos, la cosa está cambiando rápidamente. A menos de 4 años desde el lanzamiento del Kindle, Amazon ya vende más ebooks que libros en papel (en todos sus formatos sumados). [ReadWriteWeb]
  • Revisionismo histórico: Al pobre de Steve Ballmer le tocó liderar Microsoft en una década en la cual el negocio tecnológico comenzó a tener su centro de gravedad más allá de la PC. Este análisis hecho por un inversor, no lo deja bien parado. [TBR]

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