Archivomarzo 2011

Perspectivas diferentes

Con las recientes presentaciones de los balances del año 2010 de los operadores del mercado celular argentino, es posible analizar distintas variables que permiten entender mejor qué es lo que pasa en el segmento así como la performance de los distintos actores.

Tal como explicáramos la semana pasada, las cifras de cantidad de líneas (52 millones según surge de los distintos balances) están distorsionadas por la contabilización de líneas técnicamente en servicio pero en desuso en la práctica. La distorsión se acentúa por la utilización de criterios diversos según cada operador para determinar en qué circunstancias una línea en servicio es dada de baja. Esta situación exige la utilización de un criterio más uniforme, y aquí el dinero cumple perfectamente ese rol. Al fin y al cabo, un peso es un peso, no importa en el balance de quién figure.

De los tres principales operadores, Claro y Movistar intercambian roles según lo que se mire sean líneas o facturación. Mientras que el primero lidera en líneas declaradas en servicio y el segundo se ubica tercero (apenas por debajo de Personal), el orden ser invierte cuando de dinero se habla.

Esto también se refleja en el ARPU, que en el caso de Movistar es de $ 50 frente a $ 38 de Claro. Esta diferencia puede tener dos explicaciones no excluyentes entre sí. La primera, que Claro contabiliza un número mayor de líneas en desuso como en servicio (y que por lo tanto no facturan) que sus competidores. La segunda, que los clientes de Claro gastan menos en el servicio. Esto a su vez podría ser el resultado de un uso menos intensivo del servicio y/o de tarifas más bajas, aunque este último punto es de difícil comparación debido a la diversidad de éstas y de los planes de descuentos.

El caso de Nextel es radicalmente distinto. Su participación en facturación es notablemente más alta que en líneas, con un ARPU que triplica al promedio de la industria. Como para que no la envidien…

Fukushima mon amour

El terrible terremoto de Japón de la semana pasada y sus efectos colaterales podrían tener un impacto en la industria tecnológica en el corto y, quizás, en el largo plazo.

Japón representa aproximadamente el 14% del mercado tecnológico mundial, fabricándose en aquél país no sólo productos terminados sino también componentes. Son sobre todo estos últimos los que pueden afectar a la industria más allá de las fronteras de aquél país, si bien es todavía muy temprano para determinar su impacto justo. Por ahora, lo concreto es que hay rutas, puertos y aeropuertos afectados, que afectan a la logística, a lo que se suma fábricas paralizadas por efectos del temblor y el racionamiento energético. Ya son varias las especulaciones respecto de la posible escasez de resinas utilizadas en la fabricación de smartphones y cuya producción se centra en Japón. Lo mismo para cierto tipo de memorias. Es difícil saber aún si esto tendrá consecuencias notables en la oferta y/o precios, pero sin dudas obligará a revisar ciertas previsiones de fabricación.

Pensando a más largo plazo, los cuestionamientos a la utilización de plantas nucleares para la generación de energía (muchas de las cuales están en proceso de revisión en diversos países) pueden traer como consecuencia que esta tecnología pierda posiciones en las preferencias. Un escenario posible sería que se revise la forma de hacer uso de la energía que el mundo tiene, haciendo mayor hincapié aún en una forma más racional de hacerlo. Por lo tanto, no habría que descartar que aumenten las exigencias en cuanto al consumo de energía por parte de diversos artefactos, incluyendo a la plétora de productos electrónicos (computadoras, celulares y tantos otros). Así, podríamos estar en la antesala de nuevas exigencias, tal como en su momento fuera el plan Energy Star impuesto por el gobierno de los EE.UU. para sus compras.

Por el momento, esto es pura especulación. Se podrá argumentar que el tema de consumo de energía ya figura en los primeros puestos de las limitaciones con que se encuentran quienes diseñan nuevos electrónicos. Pero combinando los recrudecidos temores al uso de energía atómica con la suba de los precios de los combustibles más el impacto ambiental de ciertas formas de generación eléctrica, podríamos en no mucho tiempo encontrarnos ante una nueva ola de exigencias en cuanto al consumo energético. Y en realidad, no estaría mal que así fuera.

Cambio de rol

Para quienes no estamos dentro del negocio de fabricar celulares, el caso de RIM (fabricante de los Blackberry) es más que interesante. Se trata de una empresa que pasó de incumbente a challenger, lo que hace atractivo su análisis.

RIM fue la empresa que primero desarrolló el concepto de smartphones partiendo de una idea que era sencilla (la idea, no su implementación): lograr que el mail fuera móvil, independizándose de la PC. Lo que en 1996 nació como un pager de doble vía se transformó en un smartphone cuando en el 2002 sumó la capacidad de transmitir voz sobre las redes celulares. Así, fue el amo y señor de esta categoría por algunos años, hasta que en el 2007 Apple lanzó el iPhone e hizo del smartphone un producto masivo. A partir de allí, si bien las ventas y las ganancias siguieron acompañando a la empresa, los Blackberry quedaron algo opacados por el glamour del iPhone y por la creciente popularidad de los equipos con Android.

RIM tuvo una reacción inicial, que fue la de subirse a la ola de los clones de iPhone con el lanzamiento del modelo Storm, que lejos estuvo de ser un hit. Ese golpe al ego (pasar de ser líder a seguidor) implicó un retorno a sus fuentes, bajo la premisa de que el mercado es lo suficientemente grande y en crecimiento como para permitir distintos enfoques.

Esta semana, la empresa hizo un par de anuncios que evidencian la intención de recorrer un camino alternativo: una apuesta a los servicios basados en la nube y la socialización. En el caso los primeros, éstos llegan ahora a los usuarios individuales con características antes reservadas a los corporativos, como acceso remoto a los dispositivos para subir el volumen del ring y hacerlo sonar (útil si no se encuentra el equipo), localización vía GPS y borrado remoto (en caso de pérdida o robo), backup desatendido en la nube y otras funcionalidades del estilo manejadas desde la aplicación BB Protect. A estas funciones se le agrega más sofisticación en el caso de los equipos dirigidos al segmento de empresas, facilitando la administración simultánea de múltiples dispositivos. Para las funciones de socialización, éstas se basan en la habilitación de funciones para aplicaciones de terceros montadas sobre su infraestructura de mensajería BBM (Blackberry Messenger), de alta popularidad en los segmentos más jóvenes.

Por supuesto, estas funcionalidades por sí solas no garantizarán el éxito de RIM en los tiempos venideros, pero resulta interesante ver cómo la empresa hace gala del motto de Apple, “Think different”. El tiempo dirá si además de pensar distinto, piensa bien. El mercado tendrá la palabra.

Buscando el modelo

Si bien los diarios fueron rápidos en subirse a la ola de la digitalización (a diferencia de las discográficas), todavía buscan lograr un equilibrio entre un creciente número de lectores online pero que no es acompañado en igual medida por el lado de los ingresos, hasta ahora mayormente centrados en la publicidad.

Esta semana fue el turno del prestigioso The New York Times anunciando que a fin de mes comenzará a cobrar por el acceso a su edición digital. Su modelo parece bastante razonable para el lector. Se basa en el acceso gratuito a 20 notas por mes, mientras que sólo los suscriptores podrán acceder a más. Aquellos lectores que lleguen a artículos del diario a través de vínculos en buscadores, blogs y redes sociales como Facebook y Twitter podrán leer esas notas aún en el caso de que hubieran superado su límite mensual. El acceso desde smartphones y tablets será gratuito sólo para la sección Top News, pero para el resto hará falta una suscripción. Los abonos variarán entre US$ 15 y 35 mensuales, dependiendo de la cantidad de dispositivos desde los cuales se acceda. Pero tanto para los abonos de tablets como de smartphones se incluye el acceso vía PC. El modelo parece bastante flexible para el lector ocasional y no es prohibitivo para el intensivo. No obstante, no parece que vaya a cambiar radicalmente la ecuación del NYT.

El principal problema de diarios con Internet no es tanto el cambio de plataforma en sí, si no que hoy son los usuarios los propios agregadores de contenidos. En el modelo analógico, el medio selecciona y genera los contenidos de los temas más diversos que luego publica. Esto se repite en sus versiones online. Pero uno de los grandes cambios que introdujo la popularización de Internet es que la información se volvió fragmentada y modular. Y así como cada uno de los distintos módulos de información (política, economía, internacionales, deportes, etc.) puede ser ofrecido por el mismo diario, también puede provenir de fuentes distintas, contando la mayoría de las veces con un mayor grado de especialización o quizás un estilo o enfoque en particular.

Con la facilidad y bajo costo de la producción digital, a los diarios le surgieron millones de competidores que no lo hacen en forma transversal, sino que son duros contrincantes en forma vertical. Así, un lector moderno accede a información internacional de los medios propios del país donde suceden los acontecimientos, de un sitio o del blog de un especialista en la materia. Busca la información deportiva de sitios ad-hoc o quizás del Twitter de un periodista que trabaja para otro medio o de los propios protagonistas. Se informa de economía en un blog o el sitio de una revista especializada. Y así con los distintos temas.

Por supuesto, los diarios pueden intentar replicar esto acudiendo a los mayores expertos en cada tema, pero es una tarea titánica y de pocas probabilidades de éxito. Limitados a un rol generalista, los diarios pierden capacidad de diferenciación más allá de estilos o ideologías. Así, la información generalista se convierte casi en un commodity, limitando el interés por pagar por esta.

En definitiva, los diarios todavía representan la integración propia de la tecnología de impresión, donde su escala para un modelo de uno a muchos es viable. Hoy, el surgimiento de diversas fuentes especializadas más el acceso a otras lejanas físicamente pero accesibles en forma instantánea vía Internet se convierten en una competencia desintegrada y atomizada difícil de combatir. De hecho, ningún medio generalista ha podido implementar aún con éxito un modelo de pago en Internet. Por más que le hayan prendido unas velas a San iPad, donde más allá del soporte (papel o tablet), el modelo sigue siendo similar.

Linkeando

  • ¿El fin de las apps?: Si bien todavía se vive a pleno el furor de las apps, cada vez son más en la industria móvil quienes apuestan a las aplicaciones basadas en la Web (vía HTML5) que permiten desarrollar una única vez, independientemente de la plataforma. Se suman ahora Motorola y Disney (donde Steve Jobs es accionista). [Online reporter]
  • Visa se hace P2P: El gigante de las tarjetas de crédito anunció que permitirá la realización de pagos entre individuos, sólo con el número de tarjeta y un mail o número telefónico. Tiembla Paypal. [Venture Beat]
  • Ajustando las clavijas: La unión europea busca subir los estándares de privacidad en redes sociales y devolver al usuario el control sobre sus datos. Facebook en la mira más allá de ser una empresa estadounidense. Impecables. [The Guardian]

Efectivizando el dirigismo

No caben dudas de que el gobierno nacional ejerce una fuerte influencia en la dirección de diversos sectores económicos, lo que no es malo en sí mismo salvo para los liberales más extremos o los anarquistas puros. El problema del dirigismo económico es que su éxito depende de un análisis adecuado y sistémico del sector a intervenir. Esto viene a cuento de diversos temas vinculados a la tecnología que reflejan una inadecuada participación del Estado en su objetivo de lograr un mayor desarrollo económico y social.

No llama la atención por lo recurrente, pero no deja de ser inexplicable el afán de regular los precios de productos y servicios que no son esenciales para la población. Esta semana, Cablevisión volvió a estar en las noticias por la decisión del Secretario de Comercio, vía resolución, de anular un reciente aumento de sus abonos, retrotrayéndolos a los valores previos. Más allá de tratarse de un servicio que no es público (por lo que no corresponde que el Estado intervenga en la fijación de su precio), la situación pone nuevamente en evidencia el error estratégico de no haber mantenido la habilitación a las empresas de telecomunicaciones a dar servicios de TV, tal cual estaba previsto en el primer proyecto de Ley de Medios. De no haberse negociado ese punto, hoy habría más competencia en el negocio de la TV paga, lo que sería un freno más efectivo al aumento de precios. El camino seguido en cambio fue el de restricción de la competencia y un pretendido control de precios que tiene amplias probabilidades de no cumplirse, con el consiguiente revés para las autoridades.

Otro tema con un tratamiento discutible (y no totalmente ajeno al punto anterior) es el de la TDT. El Estado está invirtiendo grandes sumas de dinero para desplegar una red que cubra todo el país para dar servicios de TV digital gratuita, si bien lleva cierto retraso frente a los objetivos planteados originalmente. Pero no alcanza sólo con tener la red, tal como puede observarse en la actualidad. De nada sirve plantar antenas si los ciudadanos no cuentan con la tecnología necesaria para poder recibir lo que éstas emiten. Para esto se estableció un plan para distribuir decodificadores entre sectores no favorecidos, donde también se registró una brecha importante entre lo anunciado y lo cumplido. Pero se dejó de lado un resorte del Estado como es el de exigir la incorporación del decodificador para TDT en todo televisor comercializado en el país. Algo que no sería tan difícil, habida cuenta de que la gran mayoría son fabricados bajo el régimen de promoción de Tierra del Fuego. Sin embargo, a un año del lanzamiento de la TDT, los televisores locales adaptados a esta norma brillan por su ausencia. Así, lo que tenemos hoy equivale a contar con una red celular aunque casi sin teléfonos que la puedan utilizar.

En definitiva, más allá de uno estar o no de acuerdo con éstos, es evidente que el gobierno podría lograr objetivos de manera más eficaz y eficiente. Esperemos que sea tomado como una crítica constructiva.

ARPU devaluado

Esta semana el newsletter A Diario publicó datos respecto de Nuestro, el operador móvil virtual de las cooperativas. A poco de iniciar su operación (montada sobre la red de Personal), ya habría logrado vender 10.000 líneas. Más interesante aún es que el ARPU (ingreso promedio mensual por línea) se ubica en los $ 50. Este número puede ser bueno o malo, dependiendo de lo que se utilice como referencia.

Partiendo de la base de los balances de las empresas que operan el negocio de telecomunicaciones móviles, el ARPU promedio de la industria es de $ 46. Visto así, Nuestro tendría un rendimiento superior al promedio de la industria, lo que debería ser visto como un dato alentador por el sector cooperativista. Pero lamentablemente, el ARPU que surge de los balances no siempre es una unidad de medida significativa.

Siendo que el ARPU resulta de la división de la facturación por el servicio dividida por la cantidad de líneas activas, en Argentina su valor tiende a ser más bajo de lo que realmente es. Esto se debe a que las empresas, en distinta magnitud, consideran como líneas en servicio a muchas que están en desuso. De esta forma, estas líneas dividen la facturación aunque suman 0 a ésta. El resultado es un ARPU devaluado y que por lo tanto pierde valor como unidad de medida de la performance de un operador determinado. Inversamente, en el caso de Nuestro y por su poca historia de vida, es de suponer que esas 10.000 líneas no sólo están técnicamente en servicio sino también en uso, o sea, facturan.

Si se deja de lado la cantidad de líneas en servicio (52 millones según los balances a fines de 2010) y se consideran las líneas en uso efectivo (un valor bastante más cercano a los 30 millones que a los 50), el ARPU sube considerablemente, ubicándose bien por encima de los $ 60 mensuales. Visto así, a Nuestro le queda trabajo por hacer para lograr acercarse al resto de sus competidores.

En conclusión, la forma de calcular el ARPU en los balances de las empresas operadoras hace que se trate de un indicador que tiene poco de relevante y bastante de mentiroso. Sirve para alardear (algunos ciertamente más que otros) en cuanto a participación de mercado, pero la verdad está en que hoy tiene más sentido medir a ésta por facturación que por líneas.

Sería bueno, aunque improbable, que algún día todos en la industria se pusieran de acuerdo en la forma de contabilizar las líneas activas con su consecuente impacto en el ARPU. Hoy por hoy, no hay derecho a quejarse por la poca confiabilidad de las cifras del INDEC.

FaceTV

Evidenciando por qué Google considera cada vez más a Facebook como su archirrival en Internet, la red social anunció que está probando un sistema de alquiler de video por la red, en base a material de Warner Bros., comenzando por “Batman el caballero de la noche”. El anuncio podría sin dudas ser el anticipo de una movida mayor de Facebook en el rubro video.

Resulta claro que Facebook está evolucionando rápidamente, partiendo de su foco básico en la comunicación para convertirse también en una plataforma de distribución de contenidos. Hoy ya lo hace en cuanto a juegos, pero nada impide que el foco en el entretenimiento se expanda hacia otros contenidos, como es el caso del video.

Para este modelo es funcional su sistema de pago Facebook Créditos que no es otra cosa que una moneda virtual (en realidad no tanto, ya que los saldos se cargan con dinero real vía tarjeta, Paypal o celular) para pagar por contenido Premium. Éste se puede utilizar actualmente en juegos, por lo que sería natural su extensión al pago por otros contenidos, como sería el “alquiler” de videos (casi un pay per view, más que una alquiler).

Otro factor diferenciador, y donde Google (o mejor dicho Youtube) no pudo aún hacer pie, es en la interacción de sus más de 630 millones de miembros. Ésta aportaría la recomendación y viralidad propias de toda red social, lo que potenciaría aún más el uso de servicios de WebTV de Facebook.

De esta forma, usuarios, plataforma de distribución y medio de pago se combinan resultando en un coctel más que interesante para los productores de contenidos en video. Y un motivo de alegría para los inversores de Facebook ya que la red social desarrollaría nuevas líneas de ingresos. Otros (YouTube, iTunes, Netflix, etc.) no estarán tan contentos.

La paradoja de Nokia

Cuando tiempo atrás Nokia decidió reemplazar a su CEO, eligió a un hombre proveniente de la industria del software. Por supuesto, hubo escépticos que dudaban de si su background era el adecuado para manejar los destinos del principal fabricante mundial de celulares. No obstante, en su momento el argumento de quienes defendían la decisión era que hoy el negocio de los móviles se basa en el software (plataforma, aplicaciones) como factor diferenciador.

Más tarde vino la polémica decisión de decretar la defunción de Symbian como sistema operativo de los smartphones para adoptar Windows Phone. También el envío al freezer del desarrollo de Meego. Y ahora, la de vender esta semana su herramienta de desarrollo de aplicaciones Qt, sobre la cual Nokia tenía puestas grandes esperanzas ya que permitía desarrollar una vez y portar a las diferentes versiones de sistemas operativos que impulsarían a sus celulares (Symbian S40, S60 y Meego).

Paradojas de la vida, el hombre del software se deshizo de éste para convertir a Nokia en una empresa eminentemente de hardware. ¿Se habrá asustado al ver el estado del área de software de Nokia y pensó que eso era insalvable? Ojalá algún día lo sepamos. De curiosos nomás.

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