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Bumerán viral

Los acontecimientos sociales que arrancaron con el caso de George Floyd llevaron a una espiralización de las tensiones en la sociedad estadounidense que rápidamente se viralizaron para tener repercusiones globales. Quedaron en el medio las redes sociales, que se vieron forzadas a tomar posiciones, principalmente a través del manejo que hicieron de algunas publicaciones, especialmente aquellas cuya incitación al odio o a la violencia fueron consideradas como censurables.

El devenir de los hechos llevó a que una (entonces) pequeña protesta, que se inició el 17 de junio por grupos estadounidense por los derechos civiles fuera ganando fuerza a través de la campaña #StopHateForProfit. La misma acusa a Facebook de publicar material que incita a la violencia y logró persuadir a unas 200 empresas a retirar sus anuncios de esta plataforma. En la lista figuran nombres de la talla de Microsoft, Starbucks, Coca Cola, Unilever, entre tantos otros. En muchos casos, esta decisión es temporaria, generalmente abarca el mes de julio, aunque se estima que la continuidad de la abstención publicitaria dependerá de las medidas que Facebook tome al respecto (algo que por el momento no parece que vaya a cambiar).

Estas decisiones, dejan más preguntas que certezas.

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Buscando la nueva China

Si bien la tradicional red social sigue siendo su principal fuente de ingresos, Facebook sigue buscando formas de monetizar los US$ 16 millardos que pagó por Whatsapp hace 6 años. Una forma podría ser transformándolo de una suerte de WeChat, pero fuera de China. Y para ello decidió apuntar a la India, es su principal mercado, donde cuenta con 400 millones de usuarios.

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Radiografía de redes

Cuando las distintas redes publican sus datos de cantidad de usuarios suele ocurrir que la primera reacción sea preguntarse si no son demasiados. Claramente hay una diferencia entre tener una cuenta en una red social y usarla regularmente, sea por gusto, sea porque es la red que utilizan nuestros contactos.

El orden de las cuatro redes más populares en Argentina, tanto en cuentas como en uso regular, son los grupos de Whatsapp, Facebook, Instagram (los tres propiedad de Facebook) y Twitter. Sin embargo, mientras que el 91% de quienes participan de grupos de Whatsapp lo hacen regularmente, este porcentaje desciende a 71% en el caso de Facebook, 62% en el de Instagram y 37% en el caso de Twitter. Si bien esta última red cuenta con pocos usuarios regulares comparada con las que la preceden, tiene una fenomenal caja de resonancia, lo que le da una gran trascendencia en el mundo offline. De las principales redes sociales, la que menor porcentaje de uso regular registra es Snapchat, utilizada por apenas el 17% de quienes tienen cuenta. Una clara muestra de que fue una estrella fugaz.

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Cumpliendo 17

En el día de hoy, el 14 de junio, se cumplen 17 años desde la primera edición de Comentarios. Como todo aniversario, es un buen momento para mirar hacia atrás y también hacia adelante.

Los inicios de Comentarios fueron en tiempos difíciles. No sólo por la obviedad de lo que significaba la crisis del default en 2002, sino también porque el contraste era aún mayor para una industria tecnológica global que había crecido hasta hacer estallar la burbuja. El sector tecnológico local acusaba entonces un doble impacto causado por un factor interno y otro externo. Eran tiempos de necesidad de catarsis, tanto de quien escribía como de quienes leían. Y fue así como poco a poco Comentarios comenzó a ganarse un lugar, muy segmentado, dentro del universo de publicaciones locales que cubren la temática tecnológica.

 

Prólogo de la primera edición de Comentarios, el 14 de junio de 2002

 

Desde sus inicios, se apuntó a presentar información con un agregado de opinión. La idea era que la información pura es (o debería ser) similar de un medio a otro. La opinión, no. Y así, buscaba su diferenciación. Más allá del concepto que se tenga respecto de esa opinión, no hay dudas de que es un rasgo característico que se mantuvo a lo largo de estos años. Así como la información original de nuestros propios estudios.

 En términos tecnológicos, 17 años no es una vida. Son varias generaciones. Eran tiempos donde Internet era todavía predominantemente dial up y, por impacto de la crisis, favorecía la expansión de los proveedores “free”. La banda ancha recién comenzaba a ofrecerse y era sólo fija, pero un abono de 256 Kbps costaba US$ 120 de aquellos tiempos (US$ 170 dólares a valor actual considerando la inflación en esa moneda). Hoy se puede tener (según la ubicación), 200 Mbps vía fibra óptica a US$ 38 y servicio 4G por US$ 6,5 mensuales. Este abaratamiento que acompañó una mejora del servicio produjo una masificación en el acceso a la infraestructura que fue vital para determinar qué hacemos hoy en Internet y qué haremos en el futuro.

En materia de celulares, había apenas algo más de 6 millones de líneas, que equivalen a 1/10 de la cantidad actual. No había Internet móvil, ni smartphones, ni apps. Y mucho menos se hablaba de miles y miles de dispositivos conectados por km² como se hace hoy con el incipiente 5G. El servicio móvil pasó de ser uno bastante acotado y elitista a ser uno decididamente masivo. Quizás el más.

Google existía como buscador, pero todavía no era una empresa que cotizara en bolsa. YouTube no era siquiera un proyecto, por lo que no había videos de gatitos. No se pensaba que algún día dejaría cuantiosos datos personales en redes como Facebook, cuyo manejo fue en el mejor de los casos laxo. Todavía no habían estallado los SMS como para pensar en un Whatsapp. El celular era para hablar y punto. Instagram y Twitter hubieran sido muy difíciles de explicar en ese entonces. El paisaje de Internet era radicalmente distinto. Quedaba todavía una esperanza de un mundo interconectado mejor y no el temor por otro con odios y mentiras a gran escala de rápida difusión. Interactuar con las voz con algún dispositivo era digno de historias de ciencia ficción.

La PC estaba en el centro de la vida conectada, sin la sombra del smartphone. Eran tiempos en que se estaba produciendo la revolución de las portátiles, que llegarían años después (en el 2010) a ser el formato más vendido. Hoy a nivel global se vende casi el séxtuple de smartphones (1.400 M) que de PC (260 M) evidenciando claramente cuál es el dispositivo central en la conectividad de las personas.

Desde una perspectiva país, las distintas políticas a pesar de dejar que desear en varios casos, no alcanzaron para detener un crecimiento (en líneas móviles, conexiones de banda ancha, capacidad de las mismas, acceso a dispositivos) que quizás podría haber sido más acelerado, pero claramente era irrefrenable. Así y todo, la política siempre se ve tentada a mostrar estos avances como méritos propios y no de la dinámica del sector.

En todos estos años hubo decisiones (u omisiones) que claramente atentaron contra un mayor desarrollo. Se vio en los niveles de competencia, con servicios impedidos según el origen del actor o al no habilitar recursos técnicos (frecuencias, apertura de cielos, facilitación de despliegues) que hubieran impreso un mayor dinamismo al sector. Incluso cuando se quiso controlar o reducir la relevancia de distintos actores se optó por el camino normativo, de difícil aplicación y no el de la competencia (equilibrada) que hubiera sido más eficaz y no hubiera postergado una competencia más intensa por casi una década. Pero cómo será la dinámica del sector que hoy, en un país en recesión y luego de una fuerte devaluación, todavía se sigue avanzando, desplegando fibra, lanzando nuevos productos de TV, mejorando la capacidad y cobertura de las redes, tanto fijas como móviles. Si la economía hubiera sido normal (ni siquiera buena), el sector tendría actualmente un enorme dinamismo.

Así estamos hoy. En un escenario donde la conectividad a Internet se convirtió en un servicio esencial, tal como lo demuestra su adopción masiva. Y si bien el sector tiene una dinámica propia, lo que se haga o deje de hacer desde el Estado incidirá en la velocidad de los despliegues y en la accesibilidad de los productos y servicios tecnológicos. Todavía queda mucho terreno por avanzar. El desafío continúa y allí estará Comentarios haciendo su aporte.

Redes superpuestas

La existencia del omnipresente Facebook, la presencia de Whatsapp (y sus grupos) en todo smartphone en uso más otras redes sociales de distinto grado de popularidad (como Instagram, Twitter, etc.) hacen que el 86% de los usuarios de Internet en Argentina participe regularmente en más de una red social.
No se trata de un fenómeno que responda a la variable socioeconómica, ya que la participación en las redes es similar para todos los niveles. Sin embargo, sí las diferencias son marcadas cuando se lo analiza desde la variable etaria.
Como tendencia, cuanto más joven es el usuario, mayor es la tendencia a que sume redes sociales en las cuales participar. Lo normal es que centennials y millennials participen en entre tres y cuatro redes, mientras que los de la Generación X y Baby Boomers lo hacen en dos. A su vez, los centennials son el doble de propensos a participar en cinco o más redes.

Por otra parte, los hombres duplican a las mujeres entre quienes usan sólo una red, marcando, una vez más, la mayor propensión de éstas a la interacción social. Entre quienes sólo participan de una red, el 54% lo hace en grupos de Whatsapp, un 30% en Facebook y un 9% en Instagram.

Facebook, una red adulta

Cuando se analizan estadísticas de usuarios de Facebook (en Argentina o en el mundo), no se confirma la sensación que muchos tienen en relación a la menor participación de sus usuarios que tiempo atrás. Sin embargo, cuando se observa la frecuencia de uso, las cosas quedan más claras.
De los usuarios argentinos de Facebook, tan sólo un 60% utiliza esta red social regularmente. Si bien aquí ya se puede “medir” la intensidad de uso, la cosa se pone más interesante cuando se analiza desde una perspectiva generacional.
Se confirma la escasa atracción de los más jóvenes hacia Facebook, donde apenas 1 de cada 4, o un 26%, de los centennials (menores de 25 años) la usa regularmente. Esto contrasta con las demás generaciones, que están en una relación que se ubica alrededor de 4 de cada 5, prácticamente la inversa de lo que sucede con los centennials.

¿Dónde están los centennials? Principalmente en Instagram, donde el 90% es usuario regular, y en los grupos de Whatsapp.
Visto así, queda en claro que la estrategia de Zuckerberg de comprar tanto Instagram como Whatsapp fue una forma de asegurarse mercado diversificándose.

Multiredes

Si bien es habitual que una misma persona participe de más de una red social, con un promedio de uso regular de 2,7 redes por usuario de Internet en Argentina, cada una de éstas tiene un perfil de usuario distinto, con claras diferencias cuando se considera el factor generacional.
Incluyendo a Whatsapp y su funcionalidad para grupos como una red social, esta plataforma demuestra ser la más popular y con un nivel de uso por edad más parejo que para todo el resto.

Claramente, quienes participan de la mayor cantidad de redes sociales son los más jóvenes, ya sean millennials (de 25 a 34 años) o centennials (menores de 25). Sin embargo, entre éstos se observan diferencias a la hora de identificar las redes que utilizan regularmente. Confirmando la tendencia que se viene registrando desde hace años que marca que los más jóvenes no se ven atraídos por Facebook, esta red es utilizada apenas por el 26% de los centennials, mientras que los millennials triplican este valor para llegar al 77%, similar a los de la Generación X (35 a 55 años).
Los centennials son mucho más asiduos usuarios de otras redes. El caso más claro es el de Instagram, utilizada por el 90%, y el de Snapchat, utilizada por el 25% frente a valores bajos de un dígito de los otros segmentos generacionales. Snapchat es claramente dominada por los centennials quizás por su costado lúdico.
Es de notar que, si bien Facebook como red social ha perdido definitivamente su peso entre los más jóvenes, esto no significa que no sea relevante como empresa para este y los demás grupo etarios. El uso regular de los grupos de Whatsapp (88%), Facebook (57%) e Instagram (56%) (todos propiedad de Facebook) supera ampliamente a la 4º red social, Twitter, con un 21% del total de usuarios de Internet en Argentina. Todo queda en casa y Mark duerme tranquilo (o se preocupa por otros temas).

Tener y usar

Cuando se habla de distintos servicios en Internet, y particularmente los gratuitos, se suele tomar la cantidad de usuarios (entendiendo como tales a aquellos que tienen una cuenta) como el dato para medir la relevancia de éste. Sin embargo, sucede en muchos casos que no existe una correlación entre cantidad de cuentas y cantidad de usuarios regulares.
A la hora de analizar el uso de redes sociales en Argentina (incluyendo a los grupos de Whatsapp), existe una brecha importante entre cuentas y usuarios, aún en las redes más populares. Los grupos de Whatsapp tienen una cantidad similar de usuarios con cuenta que Facebook (aproximadamente un 96% en cada caso). Sin embargo, los grupos de Whatsapp tienen una cantidad de usuarios regulares (88%) muy superior a los de Facebook (57%).

A simple vista puede observarse que los grupos de Whatsapp constituyen la red social más utilizada con una relación muy cercana entre aquellos que forman parte de algún grupo y su uso regular. Por su parte, si bien Instagram tiene menos usuarios que Facebook, es superior el número de éstos que la utilizan regularmente.

Es destacable el caso de Twitter, que es la 4ª red en términos de usuarios con cuenta y la 5ª en cuanto a usuarios regulares. Sin embargo, lo que allí sucede tiene una gran repercusión tanto en el mundo online como offline. Se confirma que Twitter es una gran caja de resonancia.
Visto por segmentos etarios, la gran confirmación se da a la hora de analizar el caso de Facebook, que muestra un uso regular entre los segmentos de millennials (25 a 34 años) y adultos (35 a 54 años) superiores al 75%, pero que cae abruptamente al 26% entre los centennials (24 años o menos).
De todos modos, no debe ser un tema que preocupe a Zuckerberg. Entre los centennials, el uso regular de Instagram alcanza al 90% de los usuarios con cuenta, cayendo sostenidamente en la medida en que aumenta la edad. Todo queda en familia, que incluye también a Whatsapp.

La red nuestra de cada día

Las redes sociales habilitadas por las telecomunicaciones son un fenómeno reciente. Se puede tomar como punto de partida la puesta en marcha de Facebook (por entonces llamada Thefacebook) en 2004, apenas 13 años atrás. Hoy el panorama es muy distinto, con varias redes sociales conviviendo en el mismo espacio, cada una con sus particularidades en cuanto a contenidos, formas de comunicación y público. Es por esto que ya es bastante habitual que una persona no participe de una única red sino simultáneamente de diversas, con un promedio de 3,4 redes por usuario de Internet en Argentina que se conecta a redes sociales (considerando como red social también a los grupos de Whatsapp).
Claramente, quienes participan de mayor cantidad de redes sociales son los más jóvenes, ya sean millennials (de 24 a 33 años) o centennials (menores de 24). Sin embargo, entre éstos se observan diferencias a la hora de identificar las redes que utilizan cotidianamente. Los centennials conforman el grupo etario que menos uso cotidiano hacen de Facebook, alrededor de unos 10 puntos menos que el resto. Se confirma así la percepción de que no usan tanto esta red como las generaciones previas. No obstante, sí es habitual que tengan cuenta.
En cambio, los centennials son mucho más asiduos usuarios de otras redes como Instagram (50%), Twitter (33%) y Snapchat (17%). Esta última es una red mayormente dominada por éstos, quizás por su costado lúdico.

Facebook es la red social que muestra un uso cotidiano más parejo entre los distintos segmentos etarios, seguida, a la distancia por Twitter. Por su parte, Pinterest muestra un perfil más adulto, creciendo claramente su uso cotidiano en los segmentos adultos (34 a 53 años) y seniors (54 años o más). En el caso de LinkedIn, no sorprende que su uso cotidiano se dé entre los millennials y los adultos, quienes conforman el grueso de la población económicamente activa.

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