Actualización o papelón

La noticia tecnológica (y más) de la semana fue el inicio de la actividad comercial de Uber. De manera similar a lo ocurrido en otros países, el hecho estuvo acompañado de las naturales reacciones de los taxistas, cortando calles emblemáticas de la ciudad de Buenos Aires a modo de protesta. Se puede discutir el caso Uber en particular, pero sería más sano ver la película entera. Porque hoy será Uber. Mañana será Airbnb. Y pasado, quién sabe.
El caso de Uber es similar al de Mercado Libre. En ambos casos se trata de una plataforma que actúa como mercado, poniendo en contacto la oferta (choferes) con la demanda (pasajeros). Esto no convierte a Uber en una empresa de taxis o remises, como tampoco Mercado Libre es un hipermercado y Airbnb una cadena mundial de hoteles.
A pesar de esto, al día siguiente de su lanzamiento, la justicia, ante un pedido de los taxistas, ordenó al GCBA que arbitre las medidas necesarias para suspender cualquier actividad que desarrolle Uber hasta tanto se dicte sentencia definitiva. Asimismo, también ordenó a las diversas agencias gubernamentales pertinentes que confirmen si Uber pidió su habilitación como servicio de transporte de pasajeros, si está registrada como contribuyente y si hizo alguna presentación para actuar en el rubro transporte de pasajeros. Por lo que se ve, la justicia asume que Uber es una empresa ofreciendo servicios de transporte de pasajeros y no una plataforma en la que choferes y pasajeros se encuentran. Por esto, todos los pedidos hechos por la justicia tendrán un “no” como respuesta. Habrá que ver qué es lo que puede hacer el GCBA para suspender la actividad de Uber. Una tarea no sólo difícil, sino que puede tornarse también antipopular.
A pesar de esto, Uber sigue como si nada. Su estrategia es clarísima: avanzar a todo vapor en la difusión y crecimiento del uso de la app para que sea la misma población quien ejerza la presión social para que Uber siga funcionando y desarrollándose. Por eso redobla la apuesta mientras se ve favorecida por las acciones en su contra (decisiones legales, cortes de taxistas) que hacen que se hable de Uber en los medios, dándole un mayor grado de conocimiento en la población, y no sólo entre los potenciales pasajeros sino también entre los potenciales choferes. Y su impacto mediático es altísimo. La prueba está en que el tema Uber se instaló en la agenda de los medios el mismo día en que la ex Presidenta declaraba ante la Justicia y en que Argentina salía oficialmente del default. Así de mediático resulta.
La llegada de Uber no será el último caso de una app decidida a conectar directamente oferta y demanda. Por lo tanto, antes que seguir negando una realidad que será cada día más habitual, el gobierno debería centrar sus esfuerzos en alcanzar una actualización regulatoria que contemple estos nuevos modelos para incorporar elementos de política laboral, tributaria, de defensa del consumidor en lo general y luego otros en particular, como movilidad urbana en este caso. Se trata no tanto de lograr que estas nuevas plataformas se adapten a la regulación actual (cosa que sólo puede lograrse parcialmente), sino que la regulación se adapte a las nuevas plataformas. Tratar de rechazar estos nuevos modelos porque no se adaptan a la regulación pre existente, parece un camino a una derrota gratuita. Y una contradicción con el objetivo de lograr una ciudad moderna expresado por el actual gobierno.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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