Detrás de la superficie

Esta semana se produjo una noticia que sin dudas sacudió el avispero. Fue el anuncio de Surface por parte de Microsoft. Se trata de un híbrido entre una tablet y una netbook/notebook (dependiendo de las configuraciones). Si bien el diseño muestra cierta innovación, el revuelo tuvo más que ver con el rol de Microsoft como fabricante de hardware, negocio en el que ya incursionó con éxito con accesorios primero y con su consola Xbox después. Pero en el cual tuvo también algunos fracasos, como el celular Kin o los reproductores Zune.
Por el lado del anuncio, sin ningún lugar a dudas se adoptó una estrategia que ya es característica de Apple. Secreto, algunos trascendidos (muchos no confirmados luego) y como resultante, expectativa. Y, aunque en menor escala, lograron un efecto similar en términos mediáticos. Aquí vale decir que MS hizo un gran trabajo manteniendo el proyecto en secreto. De hecho sus socios (léase, fabricantes de hardware) se enteraron de algunos pocos conceptos apenas el viernes anterior al lanzamiento (que fue un lunes).
Pero el gran atractivo, que da lugar a polémicas y especulaciones, es el rol de Microsoft como fabricante. La empresa no fue muy específica en cuanto a si esto significa que a partir de ahora buscará una mayor integración hardware-software-servicios, creando un conflicto de intereses con sus tradicionales socios de hardware, o si se trata más de un concepto, una forma de marcar el rumbo esperando que éstos se entusiasmen con las nuevas posibilidades detrás de la próxima plataforma de software, Windows 8, a la que Microsoft apuesta su futuro. En principio, parece más la segunda opción, ya que la empresa anunció que venderá las Surface a través de sus locales minoristas propios (20 hasta el momento) y de su tienda online. Con este escaso poder de fuego comercial, resulta evidente que lo que Microsoft busca es incentivar la adopción e innovación entre sus socios fabricantes.
Más allá de esto, el anuncio patentiza que los tradicionales fabricantes de PC se olvidaron de innovar. A pesar de las amenazas de smartphones primero y tablets después, éstos siguieron bailando en la cubierta del Titanic, lanzando nuevos modelos de conceptos ya instalados. Más delgados, más livianos, más veloces, pero conceptualmente lo mismo. Así, la Surface con su innovación, simple pero innovación al fin, es una demostración de que Microsoft no confía en terceros para concretizar la visión que la empresa tiene de la computación móvil en general y de Windows 8 en particular, un sistema operativo concebido para correr desde un teléfono hasta una PC.
La decisión de Microsoft de crear su propio equipo es un reconocimiento de que la empresa está dispuesta a abandonar su forma tradicional de encarar el negocio para enfrentar activamente las amenazas que el boom de la movilidad representa en su destino. Esto hay que entenderlo en el contexto en que ya desde hace un tiempo se venden más smartphones que PC y que las tablets, a pesar de ser un negocio nuevo, ya representan un volumen equivalente a ¼ del negocio mundial de PC (unos 100 M de tablets contra 400 M de PC anuales). Y tanto en smartphones como tablets, la presencia de equipos con los sistemas operativos de Microsoft es irrelevante.
En cuanto al producto, con su hibridez Microsoft busca una transición, apelando a los consumidores que no quieren cambiar por completo la PC que conocen y a la que están acostumbrados. Es, en definitiva, un concepto que permite un paso fluido entre el consumo y la creación de contenidos.
No obstante la novedad, el anuncio dejó sin definir tres elementos clave: la conectividad del equipo, la fecha de disponibilidad y el precio.
El factor de conectividad no es menor, porque puede marcar un indicio de su comercialización. Al momento del anuncio, no hubo mención alguna a si la Surface incluirá conectividad a través de redes celulares (3G y 4G). Más allá de lo que significa desde el punto de vista del producto en sí, de contar con conectividad celular la Surface podría también ser comercializada por los operadores de redes móviles, lo que ampliaría notablemente la distribución del dispositivo.
La fecha de disponibilidad es bastante incierta (sería antes de fin de año), por lo que, con este anuncio, Microsoft estaría intentando “enfriar” el partido de las tablets y ultraportátiles hasta que esté Surface disponible comercialmente. Difícilmente lo logre (son varios meses los que faltan para ese momento), pero al menos puede ir instalando el concepto, al tiempo que muestra una imagen renovada.
Finalmente, el factor precio, al que sólo se ubicó por referencia en el valor de una tablet (¿de US$ 100 o de US$ 500?) para el modelo de nivel de entrada y el de una ultrabook (alrededor de los US$ 1.000) para el más avanzado. Demasiada dispersión para un elemento que sin dudas es clave en un mercado de tecnología cada vez más de consumo y por lo tanto sensible al precio.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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