Patentes peligrosas

Sin ningún lugar a dudas, la noticia de la semana fue la batalla legal que Apple le ganó a Samsung, donde un juez de California sancionó a esta última por el uso indebido de patentes de la primera. Es muy complejo abordar el tema en sí que dio lugar al veredicto. No obstante, el asunto deja varios aspectos para comentar. Principalmente por el lado de los negocios, aunque también respecto de las patentes y la siempre mencionada “industria del juicio”
Está claro que Apple no buscó la indemnización de los US$ 1 mil millones, ni siquiera los US$ 2,5 mil millones que solicitaron sus abogados. Estos números son importantes, pero no para una empresa cuya valuación es la más alta del mundo y que tiene decenas de miles de millones en cash. Esta es la razón por la cual la empresa se negó a llegar a un acuerdo extrajudicial (muy habitual en los juicios en los EE.UU.). Quería mandar un mensaje contundente: “no me copien”. Esto puede sonar contradictorio, ya que la empresa basó el éxito de su línea Macintosh “inspirándose” en los desarrollos de interfaces gráficas realizadas previamente por Xerox (más sobre esto en este video, segundo 16, donde Steve Jobs expresa “We have always been shameless about stealing great ideas” lo que traducido sería “Nunca tuvimos vergüenza en robar grandes ideas”).

Dentro de las patentes que el jurado encontró que Samsung había violado, algunas hacen al funcionamiento y otras al diseño. En las del funcionamiento mucho tiene que ver la utilización del sistema operativo Android, que no fue desarrollado por la empresa coreana sino por Google. Si es así, ¿por qué el juicio no incluyó también a esta última? Aquí Apple hizo bien en llevar el caso al juzgado de San José, capital virtual del Silicon Valley, haciendo valer su “localía” frente a una empresa extranjera. Quizás hubiera sido más complicado si en el banquillo de los acusados estaba sentada otra poderosa empresa del valle.
No obstante, a pesar de no haber demandado directamente a Google (recordemos que uno de los últimos deseos de Jobs era vengarse de ésta por considerar que Android era una copia flagrante de su iOS), Apple mató dos pájaros de un tiro. Impactó a Samsung su principal rival en el terreno de los smartphones al tiempo que asustó a los demás fabricantes que utilizan Android, quienes podrían eventualmente también ser objeto de una demanda.
Es por esto que hay quienes ven en el desenlace de este juicio una oportunidad interesante para otras plataformas. Esto podría beneficiar a Microsoft, cuyo Windows Phone ha sido adoptado no sólo por Nokia sino también por otros fabricantes, incluyendo a la misma Samsung, quienes podrían brindar un apoyo más decidido a este sistema operativo. Otra empresa que podría beneficiarse es RIM, considerando que  recientemente anunció estar dispuesta a licenciar su sistema operativo BB10, el cual verá la luz comercialmente a principios del 2013. La migración de los fabricantes con Android hacia otras plataformas representaría una dulce venganza para Apple. Aquí el mensaje para los fabricantes que usan Android podría ser: lo barato sale caro.
Pero quizás este juicio sirva para que Apple, como un buen perro guardián de su propiedad intelectual, le muestre los dientes a Google, convirtiéndose en el primer paso para lograr acuerdos que incluyan licenciamientos mutuos y que resulten en competir en el mercado y no en los estrados judiciales. Sería algo así como apretar pero no ahorcar.
El otro gran eje de todo este affaire es el sistema de patentes en sí. Por lo que se vio en este juicio, donde algunas de las patentes en cuestión protegían aspectos vinculados al diseño tales como el formato cuadrado de puntas redondeadas en color negro o blanco, hay algo que está oliendo mal. Se supone que las patentes protegen las creaciones para de esta forma fomentar la innovación. Pero al proteger aspectos tan triviales que no implican ninguna genialidad creativa, no sólo se inhibe la innovación sino que se fomenta el patentamiento para fines que no responden al espíritu del instrumento. Las patentes se convierten en armas para litigar más que para innovar y se inhibe el proceso de mejoras que toda idea puede despertar.
Esto no implica que en su momento Apple no haya innovado con el lanzamiento del iPhone. De hecho, desde que esto ocurrió en el 2007, la empresa, un outsider, cambió por completo la industria móvil, con un equipo superior a su competencia y con un aspecto inédito. Esto le permitió ser un best seller entre los smartphones y contribuyó notablemente para que Apple se convirtiera en la empresa de mayor valor bursátil de la actualidad. Pero también es justo remarcar que desde aquel producto del 2007 al de hoy (el iPhone 4S), la empresa sólo hizo pequeñas mejoras incrementales entre sus sucesivos modelos. Y esa luz de ventaja que logró 5 años atrás hoy se diluyó.
Más allá del fallo, podría darse el caso en el que las dos partes pierden. La posición de Apple ahora no es sencilla, ya que la presión por innovar es enorme por dos razones. Primero porque instaló esa imagen de estar muy por encima de la competencia y eso le genera mayores expectativas al mercado que en el caso de otros fabricantes. Segundo, porque si con el lanzamiento de su próximo equipo, el iPhone 5 o como se llame, no logra sorprender más allá de a sus más fieles seguidores, quedará posicionada como una empresa que agotó sus ideas brillantes y que por eso busca defender con uñas y dientes lo que ya logró en vez de seguir superándose. Tampoco la posición de Samsung es cómoda en este momento. Si bien sus productos más recientes (y exitosos) no son afectados por este juicio, sí puede quedar con la imagen de una empresa que “roba” ideas. Y esto sería muy pesado para una empresa que trabajó todos estos años para posicionarse como innovadora y de avanzada.
Quizás por esto el juez, antes de emitir su fallo, aconsejó a las empresas llegar a un acuerdo. Estimaba que las dos podrían resultar perdedoras luego de la sentencia. El tiempo dirá si tenía razón.

Acerca del autor

Enrique Carrier

Analista del mercado de telecomunicaciones y nuevos medios, basado en Buenos Aires, Argentina

Por Enrique Carrier

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