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Adivinando las cartas

Cuando todavía falta un mes para la asunción del nuevo gobierno recientemente elegido, empresas, mercados, periodistas y población buscan identificar signos que marquen un posible rumbo. Pero, al menos en materia de TIC, determinar qué política tiene en mente el futuro gobierno es similar a hacerlo con la mano de un jugador de póker. Queda especular, en el sentido etimológico de la palabra, que es observar, mirar alrededor.

Lo que es concreto es que el escenario actual es muy distinto al de 2003, cuando el futuro presidente era Jefe de Gabinete, e inclusive el del 2014, cuando sus socios políticos manejaban el sector. Por lo tanto, los antecedentes no sirven de mucho en este ámbito.

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Aplicando la tijera

Entre los usuarios argentinos de Internet, el celular y el acceso fijo son los principales servicios TIC consumidos y también aquellos que presentan la mayor oposición a ser dados de baja ante un eventual recorte de gastos en el hogar. Esto surge del informe “Tecnología en el hogar 2019”, realizado por Carrier y Asociados.

El servicio realmente omnipresente es el móvil, utilizado por todos los usuarios. El acceso fijo (cablemódem, ADSL, fibra, inalámbrico) tiene una muy alta penetración, pero en casi uno de cada diez hogares se utilizan accesos alternativos, como el móvil o las conexiones gratuitas vía Wifi (sean públicas o privadas cercanas).

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Mirando YouTube

En materia de servicios OTT audiovisuales, sin dudas que YouTube ocupa un lugar relevante. No sólo por su popularidad, al ser utilizado habitualmente por el 90% de los usuarios argentinos de Internet, sino por la amplitud de sus contenidos, muchos no hallables en otras plataformas. Y todo bajo un modelo gratuito que potencia su atractivo. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual” realizado por Carrier y Asociados.

A pesar de su inmensa popularidad, el uso intenso de YouTube se da con mayor frecuencia en los segmentos más jóvenes (centennials y millennials) que en los más adultos (Gen X y Baby boomers). El resto de las variables (NSE, lugar de residencia, etc.) no muestra diferencias significativas entre segmentos.

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La TV ama Internet

Con un 84% de los usuarios de internet consumiendo algún servicio OTT de video, el mismo ya es habitual en el paisaje audiovisual argentino. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual” realizado por Carrier y Asociados.

El consumo de los servicios OTT crece con el nivel socioeconómico, mientras que es parejo por edades, salvo en el segmento Senior (baby boomers), el cual tienen una mayor propensión al consumo audiovisual tradicional. Es interesante notar, no obstante, que el hecho de estar suscripto o no a un servicio de TV paga no surge como un diferenciador significativo en la penetración de los OTT.

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Que no se corte

Más allá del difícil contexto macroeconómico que azota a Argentina en los últimos meses, la TV paga siente cada vez más el impacto de la oferta de servicios audiovisuales OTT que ofrecen otros contenidos, la posibilidad de consumo bajo demanda y multidispositivo. El avance de los OTT se refleja en que un 41% de los usuarios de Internet que son a su vez abonados a algún servicio de TV paga están en “zona de baja”. Esto surge del informe “Internet y consumo audiovisual” realizado por Carrier y Asociados.

El 41% en “zona de baja” está compuesto mayormente por quienes por ahora sólo evalúan dar de baja el servicio, aunque un 14% ya tendría decidido tal determinación. Si bien siempre está vigente el famoso “del dicho al hecho hay un largo trecho”, no deja de ser significativo, ya que evidencia una disconformidad manifiesta.

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Radiografía de redes

Cuando las distintas redes publican sus datos de cantidad de usuarios suele ocurrir que la primera reacción sea preguntarse si no son demasiados. Claramente hay una diferencia entre tener una cuenta en una red social y usarla regularmente, sea por gusto, sea porque es la red que utilizan nuestros contactos.

El orden de las cuatro redes más populares en Argentina, tanto en cuentas como en uso regular, son los grupos de Whatsapp, Facebook, Instagram (los tres propiedad de Facebook) y Twitter. Sin embargo, mientras que el 91% de quienes participan de grupos de Whatsapp lo hacen regularmente, este porcentaje desciende a 71% en el caso de Facebook, 62% en el de Instagram y 37% en el caso de Twitter. Si bien esta última red cuenta con pocos usuarios regulares comparada con las que la preceden, tiene una fenomenal caja de resonancia, lo que le da una gran trascendencia en el mundo offline. De las principales redes sociales, la que menor porcentaje de uso regular registra es Snapchat, utilizada por apenas el 17% de quienes tienen cuenta. Una clara muestra de que fue una estrella fugaz.

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Jugando con seriedad

La noticia tecnológica más mediática (localmente) de esta semana fue que el argentino Thiago Lapp, cuyo nombre “artístico” es K1ng, compitió en el mundial de Fortnite en Nueva York y terminó quinto en la categoría individual, lo que le significó ganar un premio de U$S900.000.

Acostumbrados a la voracidad fiscal local, a la par de la difusión de la noticia que exaltó el orgullo nacional de muchos, fue tema de los medios el tratamiento impositivo que recibiría ese premio por parte de la AFIP. Más específicamente si le corresponde o no pagar impuesto a las ganancias. Una discusión en el fondo poco relevante, ya que el recaudador de los EE.UU. (el IRS) se quedará con el 30% del premio. Así, acuerdo sobre doble imposición mediante entre EE.UU. y Argentina, la discusión se reduce al 5% adicional que implicaría una alícuota del 35% a cobrar localmente.

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Cumpliendo 17

En el día de hoy, el 14 de junio, se cumplen 17 años desde la primera edición de Comentarios. Como todo aniversario, es un buen momento para mirar hacia atrás y también hacia adelante.

Los inicios de Comentarios fueron en tiempos difíciles. No sólo por la obviedad de lo que significaba la crisis del default en 2002, sino también porque el contraste era aún mayor para una industria tecnológica global que había crecido hasta hacer estallar la burbuja. El sector tecnológico local acusaba entonces un doble impacto causado por un factor interno y otro externo. Eran tiempos de necesidad de catarsis, tanto de quien escribía como de quienes leían. Y fue así como poco a poco Comentarios comenzó a ganarse un lugar, muy segmentado, dentro del universo de publicaciones locales que cubren la temática tecnológica.

 

Prólogo de la primera edición de Comentarios, el 14 de junio de 2002

 

Desde sus inicios, se apuntó a presentar información con un agregado de opinión. La idea era que la información pura es (o debería ser) similar de un medio a otro. La opinión, no. Y así, buscaba su diferenciación. Más allá del concepto que se tenga respecto de esa opinión, no hay dudas de que es un rasgo característico que se mantuvo a lo largo de estos años. Así como la información original de nuestros propios estudios.

 En términos tecnológicos, 17 años no es una vida. Son varias generaciones. Eran tiempos donde Internet era todavía predominantemente dial up y, por impacto de la crisis, favorecía la expansión de los proveedores “free”. La banda ancha recién comenzaba a ofrecerse y era sólo fija, pero un abono de 256 Kbps costaba US$ 120 de aquellos tiempos (US$ 170 dólares a valor actual considerando la inflación en esa moneda). Hoy se puede tener (según la ubicación), 200 Mbps vía fibra óptica a US$ 38 y servicio 4G por US$ 6,5 mensuales. Este abaratamiento que acompañó una mejora del servicio produjo una masificación en el acceso a la infraestructura que fue vital para determinar qué hacemos hoy en Internet y qué haremos en el futuro.

En materia de celulares, había apenas algo más de 6 millones de líneas, que equivalen a 1/10 de la cantidad actual. No había Internet móvil, ni smartphones, ni apps. Y mucho menos se hablaba de miles y miles de dispositivos conectados por km² como se hace hoy con el incipiente 5G. El servicio móvil pasó de ser uno bastante acotado y elitista a ser uno decididamente masivo. Quizás el más.

Google existía como buscador, pero todavía no era una empresa que cotizara en bolsa. YouTube no era siquiera un proyecto, por lo que no había videos de gatitos. No se pensaba que algún día dejaría cuantiosos datos personales en redes como Facebook, cuyo manejo fue en el mejor de los casos laxo. Todavía no habían estallado los SMS como para pensar en un Whatsapp. El celular era para hablar y punto. Instagram y Twitter hubieran sido muy difíciles de explicar en ese entonces. El paisaje de Internet era radicalmente distinto. Quedaba todavía una esperanza de un mundo interconectado mejor y no el temor por otro con odios y mentiras a gran escala de rápida difusión. Interactuar con las voz con algún dispositivo era digno de historias de ciencia ficción.

La PC estaba en el centro de la vida conectada, sin la sombra del smartphone. Eran tiempos en que se estaba produciendo la revolución de las portátiles, que llegarían años después (en el 2010) a ser el formato más vendido. Hoy a nivel global se vende casi el séxtuple de smartphones (1.400 M) que de PC (260 M) evidenciando claramente cuál es el dispositivo central en la conectividad de las personas.

Desde una perspectiva país, las distintas políticas a pesar de dejar que desear en varios casos, no alcanzaron para detener un crecimiento (en líneas móviles, conexiones de banda ancha, capacidad de las mismas, acceso a dispositivos) que quizás podría haber sido más acelerado, pero claramente era irrefrenable. Así y todo, la política siempre se ve tentada a mostrar estos avances como méritos propios y no de la dinámica del sector.

En todos estos años hubo decisiones (u omisiones) que claramente atentaron contra un mayor desarrollo. Se vio en los niveles de competencia, con servicios impedidos según el origen del actor o al no habilitar recursos técnicos (frecuencias, apertura de cielos, facilitación de despliegues) que hubieran impreso un mayor dinamismo al sector. Incluso cuando se quiso controlar o reducir la relevancia de distintos actores se optó por el camino normativo, de difícil aplicación y no el de la competencia (equilibrada) que hubiera sido más eficaz y no hubiera postergado una competencia más intensa por casi una década. Pero cómo será la dinámica del sector que hoy, en un país en recesión y luego de una fuerte devaluación, todavía se sigue avanzando, desplegando fibra, lanzando nuevos productos de TV, mejorando la capacidad y cobertura de las redes, tanto fijas como móviles. Si la economía hubiera sido normal (ni siquiera buena), el sector tendría actualmente un enorme dinamismo.

Así estamos hoy. En un escenario donde la conectividad a Internet se convirtió en un servicio esencial, tal como lo demuestra su adopción masiva. Y si bien el sector tiene una dinámica propia, lo que se haga o deje de hacer desde el Estado incidirá en la velocidad de los despliegues y en la accesibilidad de los productos y servicios tecnológicos. Todavía queda mucho terreno por avanzar. El desafío continúa y allí estará Comentarios haciendo su aporte.

SUBE Ltda

La actual gestión de gobierno ha tenido muchas iniciativas para simplificar la vida de la población de la mano de la tecnología. Una que ha tenido bastante repercusión en los medios esta semana fue el lanzamiento de la app “Carga SUBE”. Como su nombre lo indica, la misma permite cargar la tarjeta para viajar en transporte público desde el celular. Una buena iniciativa, aunque con limitaciones.

Para poder utilizar la app hacen falta una cuenta bancaria o tarjeta de crédito y un celular con tecnología NFC (Near Field Communications). La cuenta bancaria o la tarjeta de crédito es necesaria para acreditar el saldo que se quiere cargar en la tarjeta. La tecnología NFC es la que permite que este saldo se cargue en la tarjeta desde un celular. Conviene recordar que el saldo de la tarjeta SUBE se encuentra en la tarjeta misma y no en el sistema. Esto se debe a que de no ser así, sería necesario que todo lector, incluyendo los de los colectivos estuvieran conectados a la red para poder chequear el saldo y debitar el costo del pasaje cada vez que se hace una operación.

La gran limitación de esta app son sus requisitos técnicos. No sólo hace falta que el equipo disponga de NFC, también que cuente con las antenas indicadas y que, al menos por el momento, utilice Android 4.4 o superior (lo que deja automáticamente fuera a todos los iPhone). En Argentina, el parque de equipos con tecnología NFC a diciembre del año pasado era de unos 5,2 M. Sin embargo, y por las limitaciones mencionadas, naturalmente no todos estos serán aptos para este uso. A esto hay que agregarle un factor adicional: como la tecnología NFC se encuentra en equipos de gama media alta, es dable pensar que un grupo indeterminado no es usuario de transporte público.

El gran problema, y esto no es responsabilidad de los desarrolladores, es que la tecnología NFC nunca terminó de despegar como algo masivo. Existe desde hace muchos años, pero no llegó a popularizarse en equipos de gama media y sobre todo, baja. En algún momento, años atrás, se pensó que podía ser clave para los pagos desde el móvil, pero esta misma limitación hizo que surgieran y se desarrollaran alternativas, como códigos QR u otras que son por software y no hardware. Así, la recarga “casera” de la SUBE será muy útil, pero quizás no masiva.

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